Lo
que ha estado ocurriendo en nuestro país en los últimos años y lo que sigue
ocurriendo es alucinante. La crisis, los recortes y los apuros económicos están
haciendo aflorar noticias diferentes sobre el uso del dinero público, sobre el
uso de nuestro dinero por parte de la clase política que evidencian la
extensión y magnitud de la desfachatez y la cara dura de muchísima gente.
Habría que hablar de, más que de servidores públicos, de aprovechados públicos.
En un país en el que tenemos serias dificultades para pagar los medicamentos, a
los pequeños proveedores, a los parados, resulta que hay una buena parte de la
clase dirigente absolutamente indigna que se aprovecha de nuestro dinero para
pegarse una buena vida. En muchos casos se trata de perfectos incompetentes que
en una empresa privada no durarían ni dos días y que, desde luego, nunca
ganarían lo que ganan en el ámbito público. Pero ahí están por obra y gracia de
las burocracias endogámicas de los partidos políticos.
No
hace mucho, una ex ministra socialista, haciendo gala de una ignorancia y una
jeta sin parangón, nos decía que “el dinero público no es de nadie”. No, claro,
el dinero público es de todos y por tanto debería ser usado como si tuvieran
que rendir cuenta de su uso a todos. Pero, no, en esta cultura de la fiesta
permanente, de la orgía financiera, de la especulación y el despilfarro valía
todo. Ahora que no hay un euro, relucen con más fuerza los casos de abusos que
antes eran el pan nuestro de cada día.
El
tema de estos días son los gastos en viajes difícilmente justificables desde un
punto de vista político y ético del Sr. Dívar. Dicen algunos que el Sr. Dívar
ha podido emplear 13.000 euros públicos en desplazamientos privados. El lo
niega y aporta sus pruebas. Algunos diputados quieren que comparezca en el
Congreso. La mayoría parlamentaria se niega a ello. La minoría, por boca de la
Portavoz socialista, dice que el Sr. Dívar debe comparecer en el Congreso
porque es la sede de la soberanía y que si no lo hace pedirán su dimisión.
Olvida dicha Portavoz que la soberanía popular se expresa mediante las
decisiones de la mayoría parlamentaria. Pero, claro, no se pueden pedir peras
al Olmo.
Por su parte, un periodista pseudo progre, el Sr. Calleja, dispuesto a
arremeter contra el Sr. Dívar, cueste lo que cueste, llega a insinuar,
cobardemente por supuesto, que dichos gastos se han ocasionado como
consecuencia de que el Sr. Dívar se “esta zumbando” a otro señor. Hay que ser
miserable. Tan progre y tan miserable que tiene que destapar su homofobia para
justificar su exigencia de la rendición de cuentas del Sr. Dívar. Tan miserable
como gratuito este ataque.
A esta cacería inmisericorde se ha sumado una vocal
del Consejo general, la Sra. Inmaculada Montalbán que se ha visto obligada a
visitar con cargo a nuestro dinero Colombia, Brasil, Panamá, Nicaragua,
Argentina y Marruecos en los últimos años. ¡Pobrecita!
Los
13.000 euros presuntamente malgastados en este asunto son una minúscula gota de
agua en la pocilga política del despilfarro. Hemos sabido estos días que el
defensor del pueblo de Cataluña se ha pegado 60 viajes por el mundo en tres
años a costa de los contribuyentes. El pobre ha tenido que recorrer el planeta
para ejercer sus innecesarias y duplicadas funciones de defensor del pueblo
catalán. Claro que en este caso habrá que andarse con pies de plomo con las
críticas porque enseguida te pueden tachar de anticatalán. Tanto sacrificio
viajero, tanta abnegación turística a favor de los derechos del pueblo catalán
me tiene profundamente conmovido. Deberían sustituir la estatua de Colón por la
del Sr. Ribó. Quedaría la mar de mono y expresivo con su dedito señalando los
destinos de sus expediciones turísticas.
No
hace mucho, siendo Presidente el Sr. Zapatero, ya se organizaron diferentes
polémicas por la costumbre del Sr. Zapatero de usar los medios públicos, un
avión especial, para que su mujer y sus hijas fuesen a Londres de compras y por
la de usar dicho avión para actos de su partido Político cada vez que acudía a
los mítines. Este hábito contrastaba mucho con la actitud de la reina de España
que se desplazaba por aquellas fechas, también a Londres y a otras ciudades, en
líneas aéreas regulares de bajo coste.
En
los años 90, el entonces Alcalde de Elche, se hizo nacionalmente famoso por su
propensión a ejercer su alcaldía por diferentes países del mundo. Se ganó el
apodo del Marco Polo Ilicitano. Es evidente que su ejemplo caló profundamente
en la clase política, que creó escuela y que ahora nuestro país está saturado de nuevos Marcos
Polos dispuestos a sacrificarse por todos nosotros y con nuestro dinero por
todo el globo terráqueo. Y ya está bien ¿no? ¿Por qué tenemos que pagar los
viajes a todos estos señores? ¿Por qué tienen que desarrollar su trabajo fuera
de sus despachos? Incluso ¿por qué puñetas tenemos que pagar a diputados y
senadores sus viajes privados? Me gustaría conocer la razón, me gustaría que
alguien diera una explicación. Han despilfarrado nuestro dinero en obras y
equipamientos inútiles y carísimos, han gastado nuestro dinero a manos llenas
en proyectos faraónicos que ni siquiera se pueden mantener para gloria de los
egos de políticos incompetentes e incapaces. Y se han gastado y se siguen
gastando nuestro dinero en darse una buena vida que la inmensa mayoría de
ciudadanos no podemos. ¿Hasta cuando?
Santiago
de Munck Loyola