Parece ser que hay dos verdades incuestionables
respecto al recibo de la luz: que es uno de los más caros de Europa y que
prácticamente la mitad de los consumidores no entiende la factura eléctrica.
Puede que no entender la factura de la luz no sea en el fondo tan malo como
parece. Dicen que ojos que no ven corazón que no siente. Y permanecer en la
ignorancia de lo que en el fondo estamos pagando con cada factura de la luz
puede ayudarnos a no enfurecer con lo que a todas luces es un auténtico atraco
al consumidor.
Voy a poner un ejemplo que me afecta. Se trata de
las facturas de una vivienda en la que no se ha consumido electricidad durante
el último año por estar cerrada. La lógica y el sentido común apuntarían a que
uno tendría que pagar sólo el consumo habido y el alquiler del equipo (supongo
que el contador). Si el consumo ha sido 0 y el alquiler asciende a 1,34 € por
mes estaríamos hablando de una facturación anual de 16,08 + IVA. Pues no, aquí
ni la lógica ni el sentido común funcionan. La facturación de esta vivienda con
un consumo de 0 KWh asciende en el
último año a 348,24 euros. ¿Es posible? Pues sí, todo por obra y gracia de
estos políticos cuya mayor aspiración
parece ser sentarse en el consejo de administración de una compañía eléctrica
al acabar su mandato.
Nada que objetar a las explicaciones contenidas en
las facturas, pero una cosa es que los conceptos de facturación estén bien
explicados y otra muy distinta es que sean comprensibles. Veamos. El mayor
bloque de facturación que asciende a 245,88 euros al año se denomina costes regulados y comprende tres
conceptos distintos:
Los incentivos a energías renovables, cogeneración y residuos...92,52 €/año.
Costes de redes de transporte y distribución…94,20 €/año.
Otros costes regulados (incluida la anualidad del déficit)…59,16 €/año.
Los incentivos a energías renovables, cogeneración y residuos...92,52 €/año.
Costes de redes de transporte y distribución…94,20 €/año.
Otros costes regulados (incluida la anualidad del déficit)…59,16 €/año.
Los
incentivos a la producción de electricidad a partir de renovables, cogeneración
y residuos ascendieron al cierre del año a 6.587 millones de euros
que pagamos los consumidores en nuestra factura. Producir energía es un negocio
reservado, sobre todo, a grandes empresas. Papá Estado decidió que había que
incentivar la producción de energía eléctrica con sistemas medioambientalmente
sostenibles y hasta ahí perfecto. Lo que ya no parece tan perfecto es que esos
incentivos los tengamos que pagar los sufridos consumidores, consumamos o no
energía. ¿Por qué tenemos que subvencionar usted y yo a Endesa, Iberdrola, Gas
Natural, E-on, etc.? ¿No ganan suficiente? ¿No sería más claro y limpio que los
incentivos los promueva el Estado directamente con la política fiscal? Y ¿por
qué hay que subvencionar la producción de energías renovables y no, por ejemplo,
la producción de la agricultura ecológica?
El segundo concepto incluido en los costes regulados son los costes de redes de transporte y
distribución. La red de transporte que traslada la electricidad desde donde
se genera hasta los puntos de consumo pertenece mayoritariamente a Red
Eléctrica de España, empresa con un 20% de capital del Estado. La red de distribución
suministra la electricidad hasta los contadores de los hogares, comercios o
industrias. Las grandes empresas eléctricas son las propietarias de casi toda
la red de distribución. ¿No sería más claro y limpio incluir estos costes en el
precio del Kilovatio que contratamos? Cuando adquirimos cualquier otro producto
tiene un precio final al que solo se añade el IVA, no nos cobran a parte el
coste de su transporte. Pero es que, además, ¿Por qué alguien que no consume
energía debe pagar los costes de redes
de transporte y distribución? ¿De qué transporte y distribución estamos
hablando cuando el consumo es 0? ¿De la nada? No, nos dirán es que usted paga por
la posibilidad de consumir usando esas redes aunque no lo haya hecho. Es como
si a cualquier ciudadano le cobrasen el impuesto sobre circulación de vehículos
aunque no tenga uno. ¡Haberlo tenido!
Y el tercer gran concepto, otros costes regulados, es el cajón de sastre donde cabe todo,
entre otras cosas, los pagos por anualidades del déficit de actividades
reguladas, la retribución específica para sistemas no peninsulares (para
compensar el sobrecoste que supone generar electricidad en las Islas Baleares,
Canarias y Ceuta y Melilla), los costes de
pagos por capacidad (se retribuye que estén disponibles algunas centrales), la moratoria
nuclear y la tasa de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.
El segundo bloque de facturación corresponde al coste de producción de electricidad y el
margen de comercialización que en este caso 25,80 euros al año. Pero, vamos
a ver, si no he consumido electricidad ¿por qué tengo que pagar el coste de
producir la energía que no consumo? Cuando uno paga un café en el bar ¿tiene
que pagar un suplemento por el coste de producción de los cafés que no se ha
tomado? Absurdo.
Y el tercer bloque de la factura corresponde al
IVA. En este caso de consumo cero el IVA asciende a 60,48 euros al año. Y el
colmo es que se tenga que pagar el IVA sobre peajes y tasas lo que constituye
una clara fiscalidad doble, tributar sobre lo tributado simultáneamente.
En resumidas cuentas, las facturas de una vivienda
sin consumo eléctrico se componen en un 96% de impuestos, tasas y peajes. Los
consumidores nos vemos obligados a contratar un bien esencial como la
electricidad en un oligopolio del que el Estado se beneficia y beneficia a las
grandes empresas. Todo vale con tal de sostener un sistema tremendamente
injusto y todo se envuelve en una complejidad destinada a esquilmar al
consumidor. En muchos casos se traslada al mercado y al consumidor los costes
de decisiones políticas o económicas cuya plasmación y desarrollo debería
hacerse a través de la política fiscal y de los presupuestos generales del
Estado. La electricidad es un bien esencial. Las compañías eléctricas son
empresas fabricantes cuyo éxito no debe depender de la intervención estatal,
sino del libre juego de la oferta y la demanda en un mercado libre, no
intervenido y francamente oscuro. Si esto no es un atraco que venga Dios y lo
vea.
Santiago de Munck Loyola