El
levantamiento del secreto del sumario del caso de los ERES está poniendo al
descubierto muchas informaciones escandalosas y hasta sorprendentes. Estamos
hablando del robo de más de mil millones de euros que estaban destinados a los
parados por parte de una compleja y, a veces, chapucera trama que durante más
de diez años estuvo operando con total impunidad. Se trata posiblemente del
mayor fraude, del mayor desvío ilegal de fondos públicos, del mayor escándalo
de corrupción de la historia de la democracia española. Y sorprende que
tratándose de un latrocinio de semejantes proporciones tenga tan escasa
repercusión en muchos medios de comunicación que prefieren abrir sus ediciones,
por ejemplo, con inmensos titulares sobre los sobresueldos repartidos por
Bárcenas, sobre el Sr. Urdangarín o con programas y reportajes especiales sobre
la trama Gürtel cuyos organizadores ni en el mejor de sus sueños se habrían
imaginado metiendo la mano hasta los codos en un cajón de dinero como el de los
ERES.
Este
escándalo es de unas proporciones tales, por la cuantía del dinero robado, por
el largo período en que se ha perpetrado, por la cantidad de personas, empresas
e instituciones que han participado o se han beneficiado directa e indirectamente
del mismo que no es posible comprender la benevolencia e indulgencia con la que
está siendo objeto de seguimiento, de información y divulgación por una buena
parte de los medios de comunicación que se autoproclaman progresistas. No es
comprensible, claro está, si no se tiene en cuenta en qué ámbito y de qué
entorno nace, se desarrolla y se consiente este monumental latrocinio. Todo
sería absolutamente distinto si fuese el Partido Popular el que gobernase la
Junta de Andalucía. Entonces sería otra cosa, no habría sólo información sino
que tendríamos una auténtica campaña de agitación.
Y
tampoco comprensible como la actitud de ciertos medios de comunicación
empeñados en mitigar y dulcificar el mayor escándalo de corrupción de nuestro
país es la actitud de los dirigentes socialistas de la Junta de Andalucía que
durante más de diez años no detectaron absolutamente nada anormal a pesar de
los informes existentes de los funcionarios de la propia Junta. Hay que empezar
por el propio Presidente de la Junta quien a través de los argumentarios de su
partido tiene la poco vergüenza y la inmensa cara dura de afirmar que este
escándalo fue descubierto gracias a una denuncia de la propia Junta de
Andalucía. ¿Cómo se puede tener tanta desfachatez? Es público y notorio que
este escándalo estalla a través de una conversación de unos empresarios durante
un partido de fútbol que se quejaban porque estaban siendo extorsionados y
chantajeados, como lo es también que las primeras informaciones parten de ABC y
las primeras denuncias del Sr. Zoilo por el escándalo de Mercasevilla. Pero lo
más intrigante, a la vista de las revelaciones del sumario, es saber cómo era
posible ignorar que el dinero de la Junta estaba siendo malversado cuando los
sobres repletos de billetes volaban de un sitio a otro pasando por las puertas
de la propia Junta de Andalucía.
En
la trama de los ERES han participado, de una forma u otra, los sindicatos que
llegaron a ingresar más de 7 millones de euros por no hacer nada. Las
sociedades mercantiles vinculadas a UGT y CC.OO. (Grupo Atlantis, Temiqui SA,
ITG y FQT Asesores) y varias federaciones sindicales cobraron hasta 7,64
millones de euros procedentes de “sobrecomisiones” que obtuvieron las
consultoras Uniter (3,25 millones) y Vitalia (4,29 millones), así como el
despacho de abogados Estudios Jurídicos Villasís (104.400 euros). El concepto
por el que se facturaban los supuestos servicios realizados por los sindicatos
(recogida de datos o cálculos actuariales) es el de “asesoramiento”. Han participado
o se han beneficiado multitud de cargos y militantes socialistas, unas veces
como falsos beneficiarios de unos ERES sin haber trabajado jamás en las
empresas afectadas y otras como cargos públicos que percibían enormes
comisiones. Un entramado con tantos actores, tantos implicados y tanto dinero
circulando y nadie se enteraba de nada.
Eso
sí, ahora la información vuela. Acabamos de ver cómo, gracias a las nuevas
tecnologías, un tertuliano como el Sr. Carmona puede expresar “su” opinión
sobre el escándalo en las tertulias televisivas leyendo los mensajitos que le
envían sus compañeros de partido. ¡Qué vergüenza! ¿No tiene criterio propio el
diputado socialista Carmona? ¿No tiene información suficiente para acudir a
debates y tertulias? Parece que no. Aquí vale todo con tal de no hacer
autocrítica, de no reconocer los errores del partido y de proteger a los jefes.
Y si hay que engañar a la audiencia haciéndola creer que uno expone opiniones
propias y no lo que le dictan, pues se hace y tan fresco. Vaya compañeros que
tiene el Sr. Carmona que han filtrado el video inculpatorio. Pero hay que
reconocer que han hecho un gran favor a los ciudadanos.
Santiago
de Munck Loyola