La
verdad es que el Alcalde Marinaleda y diputado autonómico andaluz por IU, el
exfalangista y frustrado aspirante a Guardia Civil, Juan Manuel Sánchez
Gordillo, está consiguiendo animar el aburrido panorama informativo estival.
Este Robin Hood andaluz, político folclórico, de estética fusión entre
palestino, bandolero serrano y progre años 70, ha logrado poner en el
candelero una forma de hacer política populista y chusquera en la que todo
vale. Como político regional se estrenó
en el Parlamento andaluz protagonizando una ridícula toma de posesión que
levantó risas entre propios y extraños.
Hace
unos días, en compañía de miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores asaltó
dos supermercados, uno en Sevilla y otro en Cádiz, llevándose diez carros de la
compra con alimentos sin pagar y empleando la fuerza contra algunos empleados
de los mismos para destinarlos a un comedor social. Según el Sr. Sánchez
Gordillo se trató de una expropiación forzosa.
Como
consecuencia de esta acción, el sindicato Manos Limpias presentó el pasado día
10 de agosto una denuncia ante la Fiscalía General del Estado contra el Sr.
Sánchez Gordillo, por su participación en el asalto a varios supermercados y
posteriormente decidieron convertir dicha denuncia en querella y presentarla
ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).
Hace
dos días, la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, manifestó que la Fiscalía
debía tener en cuenta que los asaltos a los supermercados andaluces en los que
está implicado el alcalde de Marinaleda son un "robo con violencia
fundamentalmente hacia mujeres". A lo que el Sr. Sánchez Gordillo ha
respondido pidiendo la dimisión de la Defensora del Pueblo por haber realizado
estas manifestaciones.
La
mamarrachada del Sr. Gordillo y de su sindicato ha recibido estos días algunas
adhesiones y la última en sumarse a las manifestaciones de apoyo al líder
jornalero ha sido la diputada valenciana de IU Marina Albiol que, junto a
varias decenas de personas, ha presentado este viernes en el registro de la
Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana un documento en el que se
declaran cómplices del asalto a los supermercados andaluces. Según esta
diputada, se trata de un gesto de solidaridad y asume esta chusca forma de
hacer política animando, además, a realizar más asaltos a supermercados.
Y
la cosa no va a quedar aquí, al parecer, el Sindicato Andaluz de Trabajadores
(SAT) se ha propuesto extender su lucha contra los recortes. Unos 700 miembros
del SAT, con Sánchez Gordillo a la cabeza, iniciaron ayer una marcha a pie en
la localidad de Jódar que desembocará mañana en un mitin en Jaén.
A
todo esto, un vecino del Sr. Sánchez Gordillo, Mariano Pradas, portavoz del
PSOE en Marinaleda, ha aprovechado estos días de notoriedad de su Alcalde para
denunciar que el Sr. Sánchez Gordillo no quiere o no puede dar explicaciones
sobre el destino de 226.000 euros aportados por la Consejería de Obras Públicas
de la Junta de Andalucía para construir unas viviendas sociales.
Como
puede comprobarse, se trata de todo un culebrón veraniego que no ha acabado ni
mucho menos. Podría incluso verse con cierta simpatía las acciones del Sr.
Sánchez Gordillo y de sus seguidores sino fuera por algunos aspectos y
consideraciones cuando menos preocupantes. Asaltar supermercados para repartir
comida entre los más necesitados parece, a primera vista, una acción irregular
pero perdonable por su supuesto fin altruista. Pero las apariencias engañan. En
primer lugar porque el uso de la fuerza y de la violencia contra los empleados
no está justificado en modo alguno. Los testimonios y las imágenes no engañan:
hubo violencia y eso no es admisible. Y lo saben los que se autoinculpan y, por
ello, hablan de hurto y no de robo, no sea que su solidario gesto se les vuelva
en contra. Mojarse, lo justo y nada más. En segundo lugar, el apoyo y
justificación de estas acciones se sustenta en la imposición unilateral de unos
determinados sujetos que, por móviles puramente partidistas, deciden qué es
bueno y qué no lo es, quién es culpable y quién no de esta tremenda crisis,
quién debe pagar y quién no los platos rotos y todo ello prescindiendo de la
voluntad expresada en las urnas hace muy pocos meses. Cabe cuestionarse ¿por
qué debe ser socialmente aceptable robar en supermercados y no en las
farmacias? ¿son los alimentos más importantes que los medicamentos? Si se
pueden “expropiar forzosamente” alimentos para los hambrientos ¿se puede
expropiar por el mismo método viviendas para los que carecen de ella? Si uno no
tiene ni para comer ¿podría expropiar por el mismo método el sueldo del Sr.
Sánchez Gordillo? ¿Quién determina lo que es expropiable y lo que no? ¿El Sr.
Sánchez Gordillo? ¿Izquierda Unida? ¿No utilizaban los mismos argumentos los
GRAPOS cuando asaltaban bancos?
El
Sr. Sánchez Gordillo y quienes alientan nuevas acciones como éstas no creen en
el estado de Derecho, único marco racional de convivencia pacífica, y pretenden
imponer sus reglas poniendo en peligro la convivencia ciudadana. Acciones como
éstas, sean simbólicas o detonantes de similares iniciativas, no son necesarias
para llamar la atención sobre la realidad de la pobreza que asola muchas zonas
de nuestro país. Las situaciones de necesidad o de emergencia social están a
nuestro alrededor por lo que nos encontramos ante supuestos gestos
reivindicativos inútiles.
Mientras
el Sr. Sánchez Gordillo y sus secuaces montan sus numeritos hay miles de
españoles y decenas de organizaciones humanitarias desarrollando callada pero
eficazmente una labor impagable en favor de los más necesitados. Sin ir más
lejos, Caritas, esa organización católica que el Sr. Sánchez Gordillos y afines
quieren que pague el IBI, da de comer diariamente a decenas de miles de
personas, atiende a enfermos y cubre urgentes necesidades de miles de familias.
Y lo hace sin robar a nadie, sin golpear a nadie, sin exhibirse mediáticamente.
De su ejemplo, algo podría aprender el Sr. Sánchez Gordillo y demás camaradas
comunistas si quieren sinceramente ayudar a los más necesitados.
Santiago
de Munck Loyola