La
cifra de 6.202.000 parados, las nuevas medidas y las negras previsiones
anunciadas por el Gobierno el pasado viernes y las distintas y contradictorias
declaraciones de varios dirigentes gubernamentales conforman un paquete difícil
de digerir para cualquiera. Hace poco menos de una semana los Ministros de
Guindos y Montoro, incluso el propio Presidente, declaraban que no iban a hacer
falta nuevos recortes, que las autoridades europeas no exigían más ante los
recortes ya llevados a cabo y que no habría, en palabras del propio Rajoy, más
“hachazos”. Días después, el propio Presidente Rajoy nos anunciaba recortes
adicionales en 2013 por importe de 3.000 millones de euros ¿navajazo en vez de
hachazo? El viernes pasado, la Vice Presidenta, Sáenz de Santamaría, pedía
comprensión a los ciudadanos y el domingo era Rajoy era el que pedía paciencia
a la vez que repetía que el gobierno “sabía a dónde iba”.
El
problema no radica en “saber a dónde se va”, sino que lo que es discutible es
el camino elegido para llegar al destino. Es muy probable que sin todas las
reformas emprendidas por el Gobierno de Rajoy y todos los sacrificios impuestos
a los ciudadanos hoy estaríamos mucho peor. Es muy probable que de haber seguido
con las políticas socialistas hoy España estaría intervenida con muchos más
recortes que los hasta ahora impuestos y con una tasa de paro todavía peor.
Pero el problema es que para lograr esto, el Gobierno ha optado por unas
medidas contrarias a su programa electoral y a los propios principios
definidores de la acción política de un Gobierno del Partido Popular. Es decir,
que el Gobierno del PP ha elegido un camino diferente al que prometió y que a
la luz de los resultados y, sobre todo de las negras previsiones, es mucho más
largo y tortuoso de lo esperado.
Sáez
de Santamaría nos pide comprensión y Rajoy paciencia. Sinceramente es muy
difícil comprender por qué se han abandonado las políticas y los principios del
programa del Partido Popular para aplicar unas medidas que sólo en parte
obtienes resultados precarios, sobre todo en la contención del déficit, y es
más difícil aún ser comprensivos cuando nadie se toma la molestia en explicar a
los ciudadanos el por qué de dichos cambios. La paciencia pedida por el
Presidente no es otra que la resignación ante el sufrimiento que la situación
actual impone. Según se recoge hoy en vozpopuli.com el propio Gobierno admite
que el impacto de las medidas que ha venido adoptando ha sido perjudicial para
el crecimiento económico y para la creación de empleo. Los recortes y las
subidas de impuestos del Gobierno son las responsables del desplome de la
economía. En el Plan Nacional de Reformas remitido a Bruselas para el año 2013
se admite que el crecimiento económico se
ha frenado un 2,58% en un año como consecuencia de unas políticas que también
han dado como resultado un aumento del 1,9% del paro. El Ejecutivo sostiene que
esas cifras se tornarán positivas a en una década cuando, según sostiene, el
empleo crecerá un 9,12% gracias a las que bautiza como "medidas de
consolidación fiscal". Es decir, que sanear las cuentas públicas y el
sector financiero, bases imprescindibles para crecer, han supuesto en un primer
momento un frenazo al crecimiento y, consecuentemente, un mayor desempleo.
Los
que hoy hablan sin pudor alguno de “austericidio”, aplaudieron ayer el
“despilfarricidio” cuyas consecuencias estamos pagando ¡y a qué precio! Hay que
saber que no podemos volver a esas políticas socialistas fracasadas. Todavía
tenemos que gastar menos e ingresar más para equilibrar las cuentas públicas.
Se ha hecho evidente que aumentar los ingresos subiendo los impuestos ha sido
contraproducente porque ha implicado reducir la actividad económica y generar
más paro. A lo mejor es hora de volver al programa popular y bajar la presión
fiscal para dinamizar la actividad, generar consumo, empleo e incrementar así
la recaudación. Y gastar menos se puede seguir haciendo pero no a través del
recorte de las prestaciones sociales sino acometiendo de verdad la reforma y
recorte de un estado insostenible y plagado de duplicidades. Es decir,
acometiendo de una vez una profunda reforma política.
Estos
días dos voces se han alzado frente a la comprensión y a la paciencia y merece
la pena analizar lo que dicen. Desde posiciones ideológicas distintas tanto
Mikel Buesa como Esperanza Aguirre vienen a coincidir en que la situación
económica exige la adopción de medidas con más contenido político que
económico, pero cuyas consecuencias serán de calado económico. Parece que el
fuerte impulso reformista que caracterizó los primeros meses del Gobierno de
Rajoy ha perdido fuelle. 40 de las 70 reformas anunciadas en el último año no
se han llevado a cabo y un análisis de las mismas permite subrayar que son
precisamente las reformas de más contenido político las que se han quedado
aparcadas.
El
Gobierno debería volver la vista y centrar su actividad en la puesta en marcha
de todas las reformas de contenido político que permitirán reducir el gasto
público y aumentar la eficiencia de nuestras administraciones públicas. Y
hacerlo venciendo las notables resistencias que esas reformas levantan entre la
clase política y especialmente entre los propios barones del Partido Popular.
Lo que no resulta admisible ni comprensible es que el peso de las reformas siga
recayendo sobre el sufrido ciudadano mientras no se acometen reformas
estructurales profundas. Sabemos el destino al que nos llevan pero no puede
haber paciencia cuando se elige un camino que no era el previsto, que resulta
ser el más largo y cuando las mochilas más pesadas las tienen que llevar los de
siempre, los ciudadanos.
Santiago
de Munck Loyola
http://santiagodemunck.blogspot.com.es/