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sábado, 5 de septiembre de 2020

Amores que matan.


El pasado lunes, el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ante los representantes de las principales empresas del Ibex 35, soltó, una vez más, un discurso lleno de buenas y grandilocuentes palabras que no tenían más objetivo que presionar al principal Partido de la Oposición, el Partido Popular. Interpeló al PP a "arrimar el hombro" para impulsar la recuperación (0 sea, los presupuestos) y le pidió facilitar la renovación del CGPJ y del Tribunal Constitucional. Proclamó frases como "España quiere y si España quiere, España puede, pero hemos de querer muchos" o “España necesita a muchos para arrimar el hombro" y apeló a "desterrar la pelea partidista" y a la "unidad". Es evidente que ningún responsable político podría poner objeción alguna a estas palabras si no se tuviera en cuenta quien y en nombre de quien las pronuncia. Cualquier incauto, ignorando la realidad de los hechos, podría suscribirlas sin pero alguno como han hecho algunos de los responsables de las empresas del Ibex 35.



Tan solo 24 horas después de pronunciar estas palabras y de decir además que el gobierno no quiere “confrontación” sino diálogo y colaboración, ya estaba la inefable portavoz del Gobierno, la Ministra Montero, poniendo a caldo al Presidente del PP tras su reunión con el Presidente del Gobierno con la que se iniciaba la ronda de reuniones con los portavoces de los Grupos políticos de la que este Presidente que apela a la unidad y al diálogo con todos ha excluido al tercer partido más votado de España, Vox, que representa a más de 4 millones de ciudadanos. ¿Puede caber alguna duda de la hipocresía y de la falsedad del Presidente del Gobierno?

 

Es muy posible que este discurso buenista, dialogante y patriótico del Sr. Sánchez pueda calar en muchas personas, pero basta un poquito de inteligencia y de sentido crítico para darse cuenta de que es tan falso como su tesis doctoral, de que se trata de pura propaganda política, de basura retórica. El Gobierno y su Presidente no quieren diálogo, quieren un monólogo, el suyo; no quieren negociación, sino imposición; no quieren aunar a las fuerzas políticas en torno a un proyecto compartido de reconstrucción nacional, sino silenciar a la oposición e impedir propuestas alternativas escudándose en un falso patriotismo. Un Gobierno en el que una parte del mismo veta posibles acuerdos presupuestarios con Ciudadanos carece de legitimidad alguna para reclamar acuerdos con las fuerzas de la oposición. Un Gobierno así no puede ir pidiendo a la oposición que apoye sin más unos presupuestos cuyas magnitudes aún se desconocen usando a los muertos y a la catástrofe económica como argumento.

 


El Presidente pide a todos “arrimar el hombro”. ¡Faltaría más! Cualquier español de bien está dispuesto a “arrimar el hombre” en una situación tan catastrófica como la actual, pero está dispuesto a hacerlo para reconstruir España, no para ahondar en la crisis; está dispuesto a hacerlo para fortalecer a España que es tanto como decir no beneficiar a los que pretenden destruirla y que brindan su apoyo al Gobierno, y éste lo acepta, a cambio de reanudar esa famosa Mesa para la independencia de las provincias catalanas. Y no va a quedar más remedio que felicitar a la Ministra Portavoz por decir por una vez la verdad, refiriéndose a las negociaciones con los independentistas, que al PSOE le une con ellos el “amor por España”, lo único a matizar es que ese tipo de amor que comparten socialistas e independentistas es letal, es uno de esos “amores” que matan.

 

Santiago de Munck Loyola

 

 

miércoles, 13 de noviembre de 2019

10 N una oportunidad perdida. El abismo más cerca que nunca.


Para todo aquel que hubiese ignorado las encuestas del CIS (por cierto, el Sr. Tezanos a estas horas sigue sin dimitir tras el ridículo y descrédito al que ha sometido al organismo que dirige) los resultados de las elecciones generales del pasado domingo no habrán supuesto una gran sorpresa. El PSOE con Pedro Sánchez ganó las elecciones convocadas por él mismo tras ser incapaz de aglutinar voluntades para lograr su investidura de candidato y lo hizo perdiendo casi 800.000 votos, tres escaños en el Congreso y 29 en el Senado con la pérdida, además, de la mayoría absoluta que gozaba en esta cámara. Todo un logro, sí señor. Un estratega fino el Sr. Sánchez. 140 millones de euros gastados, más otros 60 millones correspondientes a las subvenciones a los partidos políticos, para que el Sr. Sánchez pudiera mejorar los resultados de su partido y poder dormir tranquilo sin tener en el Consejo de Ministros a los podemitas.

Pero no, todo parece indicar que el Sr. Sánchez no podrá dormir tranquilo durante una larga temporada si logra los votos necesarios para su investidura tras haber firmado ayer un acuerdo para gobernar en coalición con la ultraizquierda de Unidas Podemos, con el Sr. Iglesias como Vicepresidente del Gobierno de España. Firmado este acuerdo, socialistas y ultraizquierdistas, tienen que ponerse enseguida manos a la obra para conseguir los votos necesarios para investir al Sr. Sánchez Castejón. Iglesias ya se ha puesto a ello y, cómo no, ya ha iniciado contactos con los golpistas catalanes para buscar su abstención al menos y con los proetarras de Bildu. Así, repitiendo la misma estrategia que en Navarra podrá el Sr. Sánchez salir a decir que él no ha pactado con los bilduetarras ni con los naZindependentistas catalanes.
Parece que de antemano tienen asegurado el voto de los naZionalistas racistas del PNV a los que les da igual ocho que ochenta, es decir, a los que siendo una derechona rancia y racista les importa un bledo el color económico del gobierno de España aunque tenga tintes bolivarianos. Bueno, no es que les dé igual exactamente, es que cuanto peor sea el gobierno español mejor para ellos. La ultraizquierda podemita sacudirá el árbol y ellos recogerán las nueces.

Ha ocurrido lo que algunos dijimos que iba a ocurrir si el centroderecha no concurría unido a estas elecciones convocadas en medio de una grave crisis de supervivencia nacional. El centroderecha constitucionalista volvió a mirarse al ombligo y se presentó por separado. Y el resultado de tan poco patriótica decisión es que teniendo más votos que la izquierda, ésta ha ganado en número de escaños.
Según la proyección de escaños realizada por el Diario ABC de haber articulado candidaturas únicas en torno a la propuesta de Pablo Casado, España Suma, el centroderecha habría obtenido mayoría absoluta 177 escaños en el Congreso. Ni siquiera tuvieron la generosidad ni la altura de miras para presentar candidaturas únicas al Senado perdiendo la ocasión de hacerse con una mayoría absoluta en el Senado, imprescindible para poder activar la aplicación del Artículo 155 de la Constitución.  Y esto es algo que sus votantes ni podemos ni debemos olvidar. Ninguno de los tres líderes de la derecha ocultó que la situación política española era y es de extrema gravedad con el independentismo violento en auge e incendiando las calles y con un gobierno izquierdista débil y acomplejado incapaz de articular un proyecto de cohesión nacional, pero dos de ellos, Rivera y Abascal, se negaron en redondo a aceptar la propuesta de Pablo Casado. ¿Es eso patriotismo? Pues no, por muchas banderas españolas que enarbolen, es simplemente egoísmo partidista y falta de visión de Estado.

El PP se ha quedado con 88 escaños en el Congreso, Vox con 52, Ciudadanos con 10 y Navarra Suma con 2. Podrán estar satisfechos, salvo en el caso de Ciudadanos, por aumentar su representación parlamentaria, pero no porque esos resultados sirvan para mejorar la situación política de España.
Resulta llamativo que el electorado haya castigado a Ciudadanos, según los comentaristas políticos más asiduos en los platós televisivos, por cumplir precisamente su compromiso electoral de abril, es decir, no facilitar la investidura de Pedro Sánchez y “su banda”. Quizás la explicación haya que buscarla en el hecho de que la radicalización del ambiente político no favorece las posiciones moderadas y en el incesante bombardeo crítico de la Secta y los medios afines por haber facilitado gobiernos regionales en Madrid, Andalucía, Murcia o Castilla y León. 

En todo caso si finalmente el PSOE y la ultraizquierda podemita logran la investidura del insomne de la Moncloa el centroderecha dispondrá de un período de quizás un año o dos para, además de cumplir su obligaciones como oposición, tratar de refundar un espacio político de cara a las siguientes elecciones, sea bajo la fórmula de coaliciones electorales, sea bajo unas nuevas siglas unitarias. Creo sinceramente que la situación crítica de España lo exige. Está en juego la defensa de la soberanía del pueblo español y, por tanto, la vigencia de la Constitución y de la unidad de España. El reto merece la pena. Superar diferencias políticas, personalismos y antiguos rencores es una obligación patriótica.

Santiago de Munck Loyola

lunes, 29 de julio de 2019

TRES MESES SIN GOBIERNO.



Tres meses se cumplieron ayer desde que se celebraron las últimas elecciones generales. Tres meses sin que se haya podido elegir un Presidente de Gobierno. Tres meses prolijos en interpretaciones de lo más variopintas sobre el mandato otorgado por los españoles en las urnas, sobre lo que dijo o dejó de decir el pueblo español cuando votó el pasado 28 de abril: que si el mandato era que hubiera un gobierno de izquierdas, que si sólo Sánchez debía ser el Presidente del Gobierno, que si la voluntad popular era que se dialogase, etc. Con tanto intérprete del mandato popular lo cierto es que el resultado no puede ser más desastroso: España sin gobierno, al menos, durante seis meses y, en consecuencia, la economía dando señales de alarma.

Estos últimos tres meses han servido, al menos, para dejar constancia de algunos hechos y actitudes entre la clase política que pueden servir para extraer conclusiones prácticas de cara a futuras convocatorias electorales.

El 28 de abril, el PSOE obtuvo 123 escaños, exactamente los mismos que obtuvo el PP en diciembre de 2015. En aquel entonces, el hoy candidato a la Presidencia; Pedro Sánchez, se negó en redondo a facilitar mediante la abstención de su grupo la investidura del Sr. Rajoy y hubo que repetir las elecciones. Hoy el Sr. Sánchez exige a PP y C’s la abstención para que le faciliten su investidura. El “no es que no” de 2015 y 2016 sólo vale cuando lo dice el Sr. Sánchez y tras el fracaso en su investidura, el Sr. Sánchez y su partido tratan de corresponsabilizar a PP y C’s del mismo.

PP y C’s se niegan en redondo a facilitar la investidura del Sr. Sánchez mediante la abstención y son culpados de que el Sr. Sánchez tenga que “echarse en brazos” de los separatistas y filoetarras para lograrlo. Pero lo cierto es que el PSOE no ha ofrecido a ninguno de los dos partidos ninguna contrapartida para lograr su abstención; el Sr. Sánchez la quiere “por su cara bonita”, gratis total y cierto es también que el Sr. Sánchez y su partido ya se echaron en brazos de los separatistas y filoetarras para acceder al gobierno de España mediante la moción de censura, como también lo es que pactan con ellos sin ningún tipo de rubor en Ayuntamientos, en Diputaciones o en la Comunidad Navarra. La cabra socialista siempre termina por tirar al monte.

El socio preferente de PSOE, al menos teóricamente, es Unidas Podemos, es decir, la ultraizquierda, al menos así lo manifestaban tanto el candidato a la Presidencia como los portavoces socialistas. Sin embargo, esta supuesta preferencia no ha tenido un fiel reflejo en el sainete de negociaciones entre ambas formaciones políticas. Del acuerdo parlamentario ofrecido inicialmente por el PSOE, pasamos al Gobierno de Cooperación que todavía nadie ha sabido explicar bien en qué consiste, después al Gobierno con técnicos próximos a Podemos, luego al gobierno de coalición sin Iglesias dentro y finalmente a la nada absoluta. Pero ambos partidos han sido incapaces de empezar por lo básico: por acordar un programa de gobierno común. Y, claro, sin un programa de gobierno común es normal que los podemitas exigiesen carteras concretas para desarrollar su propio programa y pretendiesen así crear un mini gobierno dentro del gobierno. Bochornoso y patético el espectáculo que ambas formaciones han ofrecido a los ciudadanos.

Pero en el fondo es lógico que los socialistas quisieran reducir a la mínima expresión la presencia de la ultraizquierda en el Consejo de Ministros porque más allá de la retórica progre, lo cierto es que a más de uno dentro del PSOE y, por supuesto, fuera de él se le estaban poniendo los pelos de punta ante la perspectiva de un Consejo de Ministros con políticos que reniegan de la Constitución del 78, que hablan de “presos políticos”, que condenan la aplicación del Artículo 155, que postulan la ruptura de la soberanía nacional con un referéndum para Cataluña o que hablaban de no pagar los intereses de la deuda española. Esa siniestra perspectiva ha debido activar muchos mecanismos de presión tanto dentro como fuera de España.

Y ante esta perspectiva, la de un gobierno débil, fragmentado ideológicamente y sin un programa concreto no es de extrañar el entusiasmo de los separatistas, tanto de izquierdas como de la más rancia derecha del PNV, en promoverlo y apoyarlo. Un hipotético gobierno PSOE-Unidas Podemos era la mejor garantía para seguir avanzando en sus propósitos independentistas. En el debate de investidura resultaba hasta enternecedor escuchar los paternalistas consejos de los enemigos de España para que finalmente socialistas y ultraizquierdistas dijesen el “sí quiero”.

Las espadas siguen en alto y parece difícil que durante las próximas semanas vaya a producirse un cambio significativo en las posiciones de unos y otros. Tras el indecente pacto en Navarra que apartará a los ganadores de las elecciones autonómicas del acceso a la Presidencia de la Comunidad Foral en favor de la candidata socialista apoyada por los nacionalistas vascos, los podemitas y Bildu, es impensable una abstención de PP o de C’s. Esa posibilidad se ha encargado el propio Pedro Sánchez de anularla. Sin embargo, aunque Unidas Podemos siga dispuesta a cualquier nueva humillación con tal de entrar en el gobierno y hacer vicepresidente del mismo a la compañera del Sr. Iglesias, no parece que el PSOE esté por la labor. Así es que, si no se produce algún milagro, estamos abocados a nuevas elecciones generales en noviembre. Y no pasa nada. Solo debemos tomar buena nota de lo sucedido para que no vuelva a producirse.

Santiago de Munck Loyola



lunes, 3 de diciembre de 2018

Elecciones andaluzas 2018.



Los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas han sido sorprendentes en muchos aspectos. Lo más importantes es el cambio en la correlación de fuerzas de los dos bloques electorales: la derecha supera a la izquierda y, por tanto, por primera vez en 40 años es posible desalojar al PSOE de la Junta de Andalucía. Podrán añadirse cuantos matices se quiera sobre la composición de los dos bloques electorales, derecha e izquierda, pero en resumidas cuentas el resultado es el que es.

Si hay algo especialmente llamativo en las valoraciones de estos resultados es el mal estilo, casi podría decirse el antidemocrático estilo, del PSOE y Adelante Andalucía (el conglomerado podemita), los perdedores, quienes con una carencia absoluta de rigor intelectual y de decencia política tratan de deslegitimar la victoria de la derecha ante la aparición de 400.000 votos para Vox. Es evidente que los 12 diputados cosechados por Vox son la llave para acabar con el régimen corrupto de 40 años del PSOE en Andalucía y, por tanto, que tanto PP como C’s deben llegar a un acuerdo entre ellos y con Vox. No hay otra salida.

Los socialistas, desde Susana Díaz al Ministro Ábalos, repiten una consigna como un conjuro: hay que impedir que en Andalucía se forme un gobierno con o apoyado por un partido anticonstitucional o de ultraderecha. Y tienen la desvergüenza de decirlo ellos, nada más y nada menos que ellos, los que han formado Gobierno en España gracias al voto de partidos golpistas y de partidos defensores de la violencia de ETA. No hay partidos más anticonstitucionales que aquellos que han roto abiertamente el orden constitucional y han agredido a la soberanía del pueblo español cuya existencia misma se niegan a reconocer. Que un partido sea partidario de la república, de la independencia de una región o de la eliminación de las comunidades autónomas mientras asuma el respeto a la Constitución y acepte sus mecanismos legales de reforma no es anticonstitucional. No es tan difícil de comprender. Pero es que, además, quienes se apoyan y gobiernan con la ultraizquierda, con los comunistas, que es como técnicamente hay que denominar a los podemitas, carecen de legitimidad para censurar a quienes pacten o se apoyen en la ultraderecha, si es que cabe denominar así a Vox. Porque, hasta ahora se encasillaba en la ultraderecha a todos aquellos grupos políticos que añoraban o pretendían restaurar el modelo político franquista y rechazaban abiertamente el sistema democrático. Sin embargo, ahora se impone desde los medios de comunicación etiquetar como de ultraderecha a cualquiera que asumiendo como valor esencial la democracia parlamentaria no se pliegue o discuta cuestiones como el funcionamiento del sistema autonómico, la política de inmigración, la manipulación de la historia reciente o la imposición de las políticas de género.

Y qué decir de la reacción de los dirigentes de Unidos Podemos y su franquicia andaluza “Adelante Andalucía”, franquicia que sumando aparentemente más colectivos que los estrictamente comunistas y podemitas, ha perdido votos y tres escaños. La comparecencia de Iglesias y sus acompañantes no pudo ser más teatral, sus rostros circunspectos lo decían todo. Ayer ninguno recurrió al tópico de la “fiesta de la democracia”. Como unos auténticos golpistas, llamaron a la movilización ciudadana contra el mandato de las urnas. ¿Pero dónde se creen que están? ¿En Venezuela?

La izquierda andaluza y española debería reflexionar y hacer autocrítica. En muy pocos meses de gobierno ha reabierto viejas heridas, se ha entregado en cuerpo y alma al separatismo, ha usado miserablemente el drama de la inmigración, está tratando de adoctrinar a la sociedad con imposiciones lingüísticas, con ideología de género, con incursiones psicosexuales en la educación de los niños o con fobias religiosas, ha sacudido la estabilidad de miles de puestos de trabajo con explosivos anuncios medioambientales, ha cuestionado la transición, ha dirigido sus dardos contra la Monarquía, ha puesto en ridículo a España en el Brexit, ha resucitado al franquismo sin necesidad, ha aplaudido las ofensas a los símbolos nacionales, mantiene a nueve ministros más que tocados por sus falsedades patrimoniales o curriculares, etc. Quien siembra vientos recoge tempestades.

La victoria de la derecha es indiscutible pero su traducción en un cambio efectivo, en un desalojo de los socialistas de San Telmo exige prudencia, generosidad y patriotismo. Dentro de este bloque, el PP ha perdido muchos votos y escaños pero sigue liderando el bloque y ha remontado las encuestas lo que viene a confirmar que la recuperación de sus señas de identidad impulsada por Casado es el camino correcto. C’s ha crecido espectacularmente con 12 escaños más sobre los 9 que tenía y Vox ha sido la sorpresa con sus 12 escaños. No parece que tenga mucho sentido común, ni mucho recorrido la propuesta de C’s de encabezar el nuevo gobierno y ello por dos razones, porque ha sido el sustento durante los últimos tres años del PSOE andaluz y porque no lidera el bloque de la derecha. Pero si quieren cumplir con el mandato de cambio de la mayoría de los andaluces, tendrán que entenderse quieran o no. Ojalá lo hagan pronto.

Santiago de Munck Loyola


viernes, 26 de octubre de 2018

El impuestazo al diésel y el timo fiscal.



Dice la Wikipedia que una mentira piadosa es la afirmación falsa proferida con intención benevolente. Puede tener como objetivo el tratar de hacer más digerible una verdad tratando de causar el menor daño posible. Y recuerda que Platón ya se refería a este tipo de mentira en la República. “En política, la mentira noble es asociada con la falsedad de los gobernantes destinada a preservar la armonía social”. Habría que objetar que en política ninguna mentira puede ser calificada de “noble”, por muy elevada que sea su finalidad, porque el político, en democracia, solo tiene un aval que sustente su legitimidad y ese aval es el valor de su palabra, su credibilidad.

Estamos comprobando estos días, con ocasión de la presentación a la opinión pública del proyecto de presupuestos para el año 2019 del gobierno del PSOE, que tanto los socialistas, como sus socios podemitas, han elevado la mal llamada “mentira noble” a la categoría de norma permanente de conducta. La cascada de afirmaciones y rectificaciones inmediatas, de cifras y correcciones posteriores es alucinante e impropia de un gobierno de un estado moderno.

A la hora de explicar el proyecto de presupuestos empezaron por contarnos la mentira global y envolvente: que no supondrían un aumento de la presión fiscal para quienes menos tienen, que sólo habría más impuestos para los ricos y las grandes empresas. Socialistas y podemitas desplegaron todos sus encantos dialécticos para cantar las supuestas bondades presupuestarias. Sin embargo, a medida que estas cuentas empezaron a ser analizadas con detenimiento en los medios de comunicación la cruda verdad empezó a hacerse evidente: todos vamos a pagar más impuestos, no solo los más ricos o las multinacionales.

Comenzaron vendiendo el paquete con un reclamo bonito: la subida del salario mínimo hasta los 900 euros. ¿Quién se atrevería a decir que no a esa propuesta? Pero claro, enseguida se supo que esa subida salarial que beneficiaría a unos 500.000 contratados conllevaba un incremento de las cotizaciones, en muchos casos inasumibles, a más de tres millones de autónomos. Pablo Iglesias salió en tromba en un primer momento para llamar mentirosos a quienes aseguraban tal subida. Y después ha rectificado, sin retractarse, afirmando que él no había pactado esa subida con el PSOE. Ahora sabemos, además, que el proyecto de presupuestos prevé que los asalariados paguen más de 1.000 millones de euros el año que viene con otra subida del 10 % de las cotizaciones a la seguridad social.

Ahora bien, donde se llevan la palma es en el impuestazo al diésel. Aquí el timo fiscal es de libro. Se trata de una gran mentira de principio a fin que envuelta en “la lucha contra el cambio climático”, la limpieza del aire de las ciudades y cuantos adornos ecologistas se quieran esgrimir no es nada más que un estacazo fiscal con un afán exclusivamente recaudatoria que van a pagar quienes menos tienen. Hoy los nuevos motores diésel no contaminan más que los de gasolina, emiten menos CO2 que éstos y cada vez dispersan menos partículas contaminantes. Nada más llegar al gobierno la nueva ministra anunció que los días del diésel estaban contados. Las consecuencias de aquel anuncio y de su plasmación en el proyecto de presupuestos socialpodemita ya son visibles con la pérdida de puestos de trabajo en el sector del automóvil. No cabe más irresponsabilidad. Si hace años los gobiernos animaban a los consumidores a adquirir vehículos diésel, ahora nos animan a lo contrario sin grandes explicaciones que lo justifique. Decir que este proyecto de presupuesto no va a suponer más carga fiscal para los que menos tienen se desmonta sólo con el impuestazo al diésel. No hace falta ser un lumbreras para percatarse que quienes se mueven o nos movemos con un diésel lo hacemos porque es más económico y porque no podemos adquirir otro tipo de vehículo. 

¿Y las justificaciones medioambientales? Pues que son otra gran mentira. En primer lugar porque si fueren ciertas no habría lugar a excepciones: el diésel contamina igual o más si en vez de un particular lo usa una máquina de tren que entra hasta el centro de las ciudades, la maquinaria agrícola, la de obras, los camiones, las furgonetas, los taxis o las calderas de calefacción. Y siendo así, el impuesto debería ser igual para todo usuario independientemente de la actividad en la que se use y no más alto sólo para los particulares que no pueden permitirse un cambio de vehículo. Y, en segundo lugar, porque según el proyecto publicado tan solo el 30% de lo que se recaude con el impuestazo al diésel se va a destinar a fines medioambientales. El 70 % restante irá a otros nuevos gastos entre los que sin duda se encuentran los más de 2.200 millones de euros prometidos a los independentistas catalanes a cambio de su voto.

Estas pinceladas sirven para evidenciar que la innoble mentira se ha instalado cómodamente en la política diaria. Pero cuando las mentiras son tan burdas, tan flagrantes y evidentes resulta difícil no pensar que estos dirigentes políticos nos toman por tontos, por descerebrados sin capacidad crítica dispuestos a tragarnos cualquier sandez parida en los gabinetes políticos de comunicación. Si no hay más remedio que volver a apretarse el cinturón porque estos señores han decidido recortarnos la cartera, que sea al menos con la verdad por delante. Seguro que dolerá menos.

Santiago de Munck Loyola


viernes, 1 de junio de 2018

De Guatemala a Guatepeor.



Termina una semana de vértigo político. En tan sólo siete días hemos pasado del aplauso de los populares festejando la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado con la ayuda de Ciudadanos y el PNV, al aplauso de despedida de los mismos diputados a su jefe, al Presidente Rajoy que deja de serlo al triunfar la moción de censura presentada por el exdiputado socialista Pedro Sánchez. Mañana, sábado 2 de junio, a las 11 horas Pedro Sánchez tomará posesión en la Zarzuela ante el Jefe del Estado.

Se cierra una semana de vértigo político que se inició al hacerse pública la Sentencia de la Sección Segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional. Esta sentencia considera acreditado que entre 1999 y 2005 entre las empresas de Correa y el Partido Popular de Majadahonda y de Pozuelo de Alarcón se tejió “un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública central, autonómica y local a través de su estrecha y continua relación con influyentes militantes de dicho partido”. El tribunal ve probado que el PP se benefició, sin ser consciente de su procedencia delictiva, de 111.186 euros para la campaña de las municipales de 2003 en Pozuelo de Alarcón (Madrid) y de 133.628 euros en la campaña de Majadahonda. Y esta sentencia que prueba hechos delictivos por un importe total de 244.814 euros cometidos antes de ser Mariano Rajoy Presidente del PP es la que ha conseguido unir a la mayoría de la oposición para echar a Rajoy y desalojar al PP del gobierno de España. Es evidente que se trata de fantasmas del pasado que han aparecido ahora y han terminado por tumbar a Mariano Rajoy. Es muy posible que Rajoy esté pagando los platos rotos por otros, pero suya es la culpa por no haber actuado con contundencia contra la corrupción, por haber mirado a veces hacia otro lado y, sobre todo, por no haber puesto en marcha los mecanismos necesarios para regenerar al Partido Popular y para democratizarlo de abajo a arriba. Y lo peor para el PP está por venir. De aquí a las próximas elecciones municipales y autonómicas van a seguir apareciendo más fantasmas del pasado a través de diferentes sentencias.

Al votante de centro derecha no puede servirle de consuelo o justificación que los socialistas estén peor en materia de corrupción con treinta procedimientos judiciales abiertos, con 4.000 millones de euros bajo sospecha y con casi 600 imputados. La política informativa desarrollada por el PP durante años ha conseguido una mayoría de medios de comunicación para los que un estornudo de un “pepero” se convierte en una pandemia de ébola, mientras que una epidemia de ébola entre los “sociatas” son simples casos de alergias individuales y, por tanto, no son noticia.

Ahora se abre una nueva etapa que además está lastrada por los apoyos que ha recibido Sánchez para ganar la moción de censura: los populistas y comunistas de Unidos Podemos, los separatistas y golpistas de ERC, los golpistas y racistas del PDeCat, los nacionalistas del PNV, los pancatalanistas de Compromís y el brazo político de los terroristas de ETA. Sánchez ha aceptado gustoso el apoyo de todos, no ha hecho ascos a ningún apoyo por muy repugnante que fuera con tal de llegar a la Presidencia del Gobierno. Como es normal no se sabe exactamente a cambio de qué, excepto en el caso del PNV, aunque en otros casos podemos intuirlo. Pero ahora viene lo más difícil: gobernar con 84 diputados socialistas, cumplir los acuerdos a los que haya podido llegar y “torear” en un senado con mayoría absoluta del PP. Y ahí es por donde va a tener que empezar. Sánchez ha prometido al PNV gobernar con los presupuestos del PP, vetados por él mismo y el PSOE hace siete días, aprobados la semana pasada en el Congreso y que aún han de ser aprobados en el Senado donde cinco de los partidos que le han apoyado en la moción de censura, Podemos, PDeCAT, EH Bildu, ERC y Compromís, han registrado este mismo viernes sus vetos al proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2018.

Sánchez ha logrado la Presidencia del Gobierno de España sin haber ganado unas elecciones generales, habiendo cosechado los peores resultados del PSOE desde la restauración de la democracia en España, sin presentar a las Cortes un programa de gobierno alternativo y sin haber construido una nueva mayoría parlamentaria de gobierno. En estas circunstancias y en una lógica democrática sólo tiene una salida política decente: dar la palabra al pueblo español para que decida. Unas elecciones generales anticipadas son imperativas para cualquier demócrata.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 30 de agosto de 2017

Atentados de Barcelona ¿Unidad frente al terrorismo?

Tras la enorme convulsión social generada por los atentados islamistas de Barcelona del 17 de agosto y sus consecuencias, polémicas incluidas, cualquier persona normal pensaría que el primer acto del Congreso de los Diputados, tras las vacaciones estivales, sería un debate, tal y como lo está haciendo la sociedad, sobre dichos atentados, sobre la actividad terrorista y su prevención. Pero no, no va a ser así, Podemos y Socialistas, han decidido que hoy el Congreso se dedique a hablar sobre la Gürtel a ver si pueden sacar algún rédito político del desgaste que supuestamente esperan generar al Presidente del Gobierno. Es evidente que la agenda de la clase política no coincide con la de los ciudadanos. Ellos a lo suyo.

Mientras tanto, las informaciones, las polémicas y los debates sobre los atentados terroristas continúan en los medios de comunicación y en las redes sociales. Y hay para todos los gustos, salvo para quienes hubiesen preferido, a parte de una condena unánime del terrorismo islamista y de una demostración de solidaridad generalizada con las víctimas, un poco más de reflexión y sosiego. Acontecimientos tan dolorosos como éstos tienen la virtualidad de sacar fuera lo mejor y lo peor de cada uno. Los ánimos de encrespan y las reacciones viscerales y emocionales sustituyen con rapidez a necesidad de sostener una visión analítica y reflexiva. Si a ellos añadimos la actuación y las declaraciones de determinados políticos ávidos de aprovechar la sangre de inocentes, como en el 11M, para buscar beneficios electorales o reivindicar sus causas sectarias tenemos un cóctel perfecto para ofrecer la imagen de una sociedad dividida y desarmada frente al terrorismo. Mientras nos peleamos, discutimos, denunciamos públicamente nuestros errores policiales o políticos, ellos, los terroristas toman buena nota de nuestra debilidad y se fortalecen para el siguiente golpe.

Algunos se han dedicado a proclamar consignas señalando a culpables, sin fundamento alguno que las sustente, y miles de ciudadanos se han dedicado a propagarlas y a usarlas como armas dialécticas en las redes socian muy sorprendentes los intentos de desviar la atenci
ales, generando aún más fractura social. Resultón sobre la culpabilidad de los atentados incluso rebuscando en el pasado.

Y los culpables son los que en un momento determinado de sus vidas deciden acabar violentamente con la vida de personas inocentes. Poco importan, a la hora de determinar la culpabilidad, las causas o la finalidad de su decisión. En este caso los culpables, los autores de la matanza, son inmigrantes musulmanes acogidos e integrados en la sociedad española. Y punto. Éso es lo relevante.
Los motivos o las causas pueden ayudar a explicar lo sucedido e incluso a intentar prevenir nuevos atentados. Pero no pueden servir para diluir la culpabilidad teorizando sobre otros niveles de culpabilidad indirecta.

Se trata de un fenómeno de terrorismo religioso y concretamente de terrorismo islamista que responde a una interpretación estricta, para algunos incorrecta, del Islam. Algunos dispuestos a sacar tajada de los cadáveres han puesto la lupa sobre, nada menos, que el Rey y el Gobierno por vender armas a Estados Islámicos. Seamos serios, por favor. El Rey no vende nada, el Rey no gobierna, sus actos están impulsados y refrendados por el Gobierno que, lo que hace, es allanar el camino a las empresas que comercian con otros países. Y si queremos rizar el rizo, hagámoslo. Si admitimos esta tesis, habrá que subrayar que si los países islámicos compran armas que acaban en manos de terroristas es porque tienen dinero, y si tienen dinero es por que les compramos petróleo, y si les compramos petróleo es porque usted y yo consumimos energía bien con el coche, con el transporte público o encendiendo la luz de casa. O sea que podemos llegar al absurdo de que usted y yo y los jetas que sujetaban esos carteles somos financiadores del terrorismo internacional. Lo que hay que oír y leer.

Otros buscan culpables en la foto de las Azores y sacan a pasear a Aznar y al imperialismo yanqui, el ruso en Afganistán no ¡por Dios! Pero cuando se habla de terrorismo islamista no hay que detenerse en Al Quaeda o en ISIS hay que ir más atrás en el tiempo para saber que no es una novedad generada a raíz de la foto de las Azores. Sin irnos demasiado tiempo atrás, los islamistas degollaron a decenas de miles de civiles en Argelia en los años 80 y 90 del siglo pasado por pecar votando. Sí, por pecar votando. El vicepresidente del FIS Ali Belhadj, en febrero de 1989 dijo en un discurso que “No hay democracia porque la única fuente de poder es Alá a través del Coran, y no el pueblo. Si el pueblo vota contra la ley de Dios, no es nada más que blasfemia. En este caso es necesario matar a los no-creyentes por la buena razón de que desean sustituir la autoridad de Dios por la suya propia”. ¿Las Azores? ¿Felipe VI? ¿El Gobierno Español?

O podemos recordar a los 18 asesinados y 82 heridos por una potente bomba el 12 de abril de 1985 en el restaurante "El Descanso", cerca de Madrid. Fue reivindicado por un grupo de la Yihad islámica. El principal sospechoso como autor de este atentado, Mustafá Setmarian, pudo incluso haber tenido conexiones con los terroristas islamistas del 11M. ¿Las Azores? ¿Felipe VI? ¿El Gobierno Español?


Hay por otro lado quienes buscan culpables en el conjunto de la sociedad, ésta vez no por comprar petróleo a los países árabes, sino por mantener una estructura de clases capitalista que termina por empujar a los marginados musulmanes hacia la radicalización. Y a pesar de que el marxismo ha demostrado sobradamente su incapacidad para explicar la historia y de ofrecer soluciones se empecinan en ello. Sin embargo, no son capaces de ofrecer una sola explicación plausible para saber por qué de los millones de marginados existentes tan sólo una pequeña parte, y además musulmana, se convierte en terrorista. ¿Las Azores? ¿Felipe VI? ¿El Gobierno Español?

Es muy significativo que al amparo de esas interesadas interpretaciones en la manifestación celebrada en Barcelona el pasado 26 de agosto no hubiese pancartas de condena al terrorismo islamista y, por el contrario, floreciesen carteles de condena al Rey, al Gobierno o a la islamofobia. 


La solidaridad con las víctimas pasó desapercibida y la utilización de la manifestación para exhibir símbolos independentistas estuvo perfectamente orquestada por los mismos que no condenan el terrorismo de forma expresa. Claro, que no es posible olvidar que quienes hoy encabezan el golpe de estado a cámara lenta son los mismos que en 2004 pactaron con la banda asesina ETA que no matase en Cataluña.

De todo ello estarán tomando buena nota los terroristas. Nuestra debilidad como Nación es el reflejo de nuestra debilidad como sociedad, fruto de una progresiva pérdida de valores y principios religiosos y éticos, y que nos sitúa como blanco fácil para estos sujetos. ¿Unidad frente al terrorismo? Lamentablemente, con algunos, es imposible.

Santiago de Munck Loyola.
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