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martes, 5 de abril de 2016

Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.


Al día de hoy y tal y como van las cosas, no podemos saber si antes del próximo 2 de mayo habrá o no acuerdo de gobierno de la mano del socialista Pedro Sánchez, pero una cosa es segura: si finalmente hay fumata blanca no será porque hayan prevalecido los principios políticos, sino más bien los cálculos electorales hechos sobre las previsiones ante una nueva convocatoria electoral.

Sabemos que el valor de la palabra de nuestros políticos, de la casta o de la nueva casta, es más bien escaso. Siempre encuentran algo que justifique sus constantes rectificaciones. Se han enfrascado en un juego de estrategias en el que lo que hoy se afirma con aplomo, mañana mismo puede ser matizado o desmentido según reaccionen los otros participantes en el juego. Basta recordar la evolución dialéctica del podemita Pablo Iglesias que es capaz sin soltarse la coleta del “yo no formaré parte de un gobierno que yo no presida” al “quiero la vicepresidencia y seis carteras con Pedro Sánchez de Presidente” y posteriormente al “si mi nombre es un obstáculo renuncio a la vicepresidencia”.

La cuadratura del círculo es uno de los viejos problemas de las matemáticas y de la geometría sin resolver. Estos días asistimos a un espectáculo esperpéntico ideado a mayor gloria de su promotor, el perdedor de las últimas elecciones generales, el Sr. Pedro Sánchez que pretende construir un gobierno triangular contando tan sólo con dos puntos posibles sobre el plano del tablero político. El Sr. Sánchez sólo cuenta hasta ahora con el acuerdo con Ciudadanos, un punto en el tablero. Y si renunciara a ese acuerdo quizás podría contar con un acuerdo con Podemos, otro punto y menudo punto del tablero político. Pero lo que le han dicho tanto Ciudadanos como Podemos, por activa y por pasiva, es que el triángulo amoroso no puede ser, que es imposible. Ciudadanos afirma de momento que un gobierno con Podemos es imposible, que ellos no estarían y que, incluso, no estando se opondrían a tal hipótesis. La negativa de Ciudadanos se irá fortaleciendo además en la medida que las encuestas le sean favorables para el caso de unas nuevas elecciones. Podemos, por su parte, le ha pedido al Sr. Sánchez dos cosas básicas: la vicepresidencia y seis ministerios y que se divorcie de Ciudadanos. Y además Podemos no va sólo, quiere un gobierno basado en el PSOE, en Podemos y en los independentistas.

Así que el Sr. Sánchez lo tiene francamente difícil para hacerse con la Presidencia del Gobierno. Un Gobierno triangular es imposible de todo punto porque imposible es mezclar el aceite con el agua. Y un Gobierno con Podemos, con el beneplácito de los independentistas está fuera de su alcance porque le costaría una rebelión a bordo de su propio barco que ya está bastante tocado después del batacazo histórico al que le ha conducido el liderazgo de D. Pedro Sánchez.

Así las cosas, parece evidente que sólo el miedo a que los ciudadanos volvamos a votar, como si fuese una enfermedad, estos demócratas y patriotas de boquilla sólo alcanzaran un acuerdo de gobierno forzados por las expectativas electorales, es decir, a golpe de encuesta. No nos engañemos, no se trata de responsabilidad porque de serlo así el Sr. Sánchez ya se habría reunido con el ganador de las elecciones, el Sr. Rajoy, para explorar la posibilidad de formar un gobierno, aunque fuese a dos años, que permitiese a España abordar con urgencia temas tan graves e importantes como el relanzamiento de la recuperación económica, la situación de los más de 4.100.000 parados, el terrorismo del DAESH, el déficit público o la crisis de los refugiados por citar sólo algunos de los temas más candentes. El Sr. Sánchez sigue empeñado en un imposible del mismo modo que el Sr. Rajoy sigue enrocado en el “no, sin mi” sin querer asumir que él es el principal responsable de los pésimos resultados electorales del PP el pasado 20 de diciembre y que, en cualquier democracia avanzada de nuestro entorno, habría supuesto su inmediata dimisión, al igual que habría ocurrido con el liderazgo del Sr. Sánchez.

Santiago de Munck Loyola


viernes, 5 de febrero de 2016

Formando gobierno: España lo único que no importa.


Las dos rondas de consultas del Rey con los líderes parlamentarios que se han saldado con la designación de Pedro Sánchez, uno de los grandes perdedores de las pasadas elecciones generales, para intentar formar Gobierno han servido, entre otras cosas, para ir avanzando y conociendo las verdaderas intenciones y ambiciones de los protagonistas políticos de estos días.

No está nada fácil el panorama político. El resultado de las últimas elecciones dejó un parlamento sumamente fragmentado en el que a las tensiones del eje izquierda derecha se suman las tensiones del eje centro periferia y la formación de un nuevo gobierno depende de la combinación y el equilibrio entre ambos ejes a la vez. Algo que complica extraordinariamente el panorama es la composición política de Podemos que combina en su interior la pugna de las tensiones de ambos ejes y, por tanto, su capacidad de alcanzar acuerdos parlamentarios está fuertemente condicionada a la primacía de uno de los dos ejes en disputa. Intentar jugar con la equivalencia o el equilibrio de ambos sin una clara definición estratégica es un juego que las demás fuerzas políticas no parecen dispuestas a aceptar. O pesa más la vertiente social o lo hace la territorial, pero las dos a la vez parece difícilmente asumible por algunos de sus hipotéticos aliados de Gobierno. La duda que sí ha despejado Podemos, desde el primer momento, es que quiere sillones en la Moncloa (una Vicepresidencia y seis ministerios), que tiene decidido para quién son (el Sr. Sánchez, si alcanza la Presidencia, se los tendría que comer) y que vetan a determinados socialistas, como al Sr. Jordi Sevilla, para determinados ministerios. ¿Para hacer qué? No está muy claro lo del programa de gobierno. Ya no se sabe si se trata de un programa seudo -bolivariano, socialdemócrata danés o greco – luso. Minucias. Lo importante es pillar “cacho”.

Mariano Rajoy, pírrico ganador de las elecciones, declinó la oferta del Rey para intentar formar gobierno eludiendo así tener que someterse a una sesión de investidura para la que no le salían las cuentas. El “no es no”, sectario e intransigente, de Pedro Sánchez no abría las puertas, ni tan siquiera, para negociar una posible abstención del PSOE en la sesión de investidura para que un hipotético gobierno del PP y C’s (163 escaños) pudiera iniciar la legislatura. La única opción que le quedaba al PP para haber podido encarar esa sesión de investidura era negociar abstenciones con Podemos o los independentistas, algo absolutamente impensable. Mariano Rajoy evitó así un desgaste personal ante una sesión infructuosa pero, con ello, impidió a los españoles que pudieran conocer las contradicciones de sus adversarios y la ausencia real de una alternativa sólida basada en ideas y programas y no sólo en el reparto de poltronas.

Puestas así las cosas, el Rey encargó al “líder” socialista Pedro Sánchez que intentara someterse a la investidura para ser elegido Presidente del Gobierno. Pedro Sánchez lo estaba deseando porque sus días al frente del PSOE, tras haberle conducido a los peores resultados electorales de su historia, estaban contados. Y va a hacer todo lo posible por conformar una mayoría suficiente para ser investido, aunque después no pueda gobernar. No se trata, ni mucho menos, de la defensa de un proyecto para España, sino simplemente de una cuestión de pura supervivencia política personal. O lo consigue o los “barones” le jubilan ya. Ahora, el que se negaba a hablar con el PP con su “no es no”, quiere hablar con ellos para pedirles que se abstengan, para hacer exactamente lo mismo que él se negó a hacer y poder conformar un posible gobierno con Ciudadanos (130 escaños) o con Podemos + IU (161 escaños). Y no le faltan corifeos al Sr. Sánchez que apelan al “patriotismo” del PP para que se abstenga (no tuvieron valor para pedirle lo mismo a Sánchez) y evite así un gobierno más radical o la repetición de elecciones que, con la reciente encuesta del CIS en la mano, no augura cambios electorales positivos. Y aprovechando que al PP le ha explotado un nuevo escándalo de corrupción en Valencia, el Sr. Sánchez intenta deslegitimar al PP aún más para que pueda formar Gobierno, aunque eso sí, no lo suficiente como para no querer contar con su abstención. Pero el Sr. Sánchez, en ese juego tan hipócrita de airear la corrupción ajena y esconder la propia, olvida que mientras pretende presentarse como el Mr. Proper de la política a su partido le llueven los escándalos de corrupción, aunque la mayoría de los medios de comunicación usen sordina con ellos. 

Como bien recordaba un amigo (Juan Gayá) en la misma semana que saltaba el escándalo del PP de Valencia  se ha hecho público el informe de la Intervención de la Junta de Andalucía que cifra en 3.000 millones de euros el dinero perdido en los cursos de formación; han dimitido el Viceconsejero de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía al ser imputado en el caso de los ERES, y el Interventor General de la Junta, al tener que comparecer en una Comisión de Investigación del Parlamento sobre el fraude de los cursos de formación; anticorrupción pide prisión para el Viceconsejero socialista del gobierno de Aragón por el saqueo de 147 millones de euros; la alcaldesa socialista de Jerez ingresa en la cárcel para cumplir cuatro años y seis meses de prisión; se hace público que las empresas del ex viceconsejero de la Junta Ojeda recibieron 52 millones en subvenciones para cursos de formación; es noticia que han desaparecido de la caja del ayuntamiento socialista de Dos Hermanas 1.870.669 €, según la Cámara de Cuentas; dimite el Alcalde Socialista de Punta Umbría ( Operación Eduende) por autoconcederse ayudas para cursos de formación a una empresa de la que era administrador; anticorrupción pide al juez que cite a declarar como imputados a los ex presidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán y a los ex Consejeros Viera, Carmen Martinez Aguayo, Ávila y Zarrías; la Audiencia Nacional juzga el 2 de febrero al ex Presidente de la Caja Castilla la Mancha, el socialista Hernandez Moltó, acusado de un delito societario al falsear las cuentas de dicha entidad a la que el Estado tuvo que aportar 9.000 millones de € para su rescate. El PSOE tiene abiertas 264 causas judiciales por corrupción. Más que el PP. Este hecho no puede servir de ninguna manera para justificar lo que ha hecho gente del PP y ni la pasividad y lentitud de este partido para atajar el problema. Pero es indudable que el Sr. Sánchez debe buscarse otro argumento, ser más sincero y honesto para alcanzar cierta credibilidad a la hora de justificar por qué con el PP ni agua. Porque si la justificación es la corrupción ajena, también el PSOE es merecedor de un cordón sanitario.

Durante las próximas semanas se irán despejando muchas incógnitas. Descartados desde el primer día el patriotismo de muchos, la responsabilidad política, el sentido de Estado y el espíritu de consenso ante una de las situaciones más extraordinaria y peligrosa para la supervivencia de España como Nación hay poco margen para la esperanza. La vieja clase política y la nueva se están fundiendo en una misma cosa y las consecuencias de ello las pagaremos, una vez más, todos los ciudadanos.



Santiago de Munck Loyola 

viernes, 29 de enero de 2016

La hipoteca valenciana de Rajoy y cía.


El afloramiento de parte de la escandalosa trama de corrupción organizada en torno al Partido Popular de la Comunidad Valenciana no podía haberse producido en peor momento para las aspiraciones de los populares de seguir en el Gobierno mediante acuerdos con otras formaciones políticas. Son muchos años seguidos de corrupción política y económica como para que al final no terminase por explotar la olla en la cara de los dirigentes nacionales del Partido Popular. A la trama Gürtel, hay que sumar ahora el asunto de Aquamed y el del Sr. Rus y su cuadrilla. Y no se trata sólo de que algunos desaprensivos utilizasen el poder para llenarse los bolsillos a costa de los contribuyentes, sino que, además, lo utilizaban para financiar al propio partido que los había encumbrado, sin el aval de los militantes, a esos puestos de poder. Muchos lo sabían y callaban. Muchísimos lo sospechaban, y salvo denuncias aisladas, también callaban. Y es que cuando un partido prescinde de la voluntad de sus afiliados a la hora de seleccionar a sus cargos públicos, cuando una maquinaria partidista endogámica y pesetera se nutre y nutre en parte a las instituciones públicas de amigotes, familiares, chulos, golfos, indocumentados, advenedizos, medradores e incompetentes pasa lo que pasa. No es un secreto que muchos han usado los cargos públicos para su beneficio personal y también para el beneficio político de la cúpula del Partido Popular. De lo primero estamos viendo estos días un pequeño botón de muestra. De lo segundo, se pudo ver y comprobar cómo se usaron los presupuestos de la Generalidad Valenciana para presionar a Alcaldes y Concejales populares para que avalasen la candidatura de Rajoy en 2008.

Señalan algunos medios de comunicación que en Génova están sorprendidos y escandalizados por las noticias que están apareciendo estos días sobre la corrupción en el PPCV. Pues será porque quieren o será una simple y obligada pose porque lo cierto es que mientras el PPCV era poderoso y aportaba avales y votos ignoraron, hasta la vulneración de sus propios estatutos, las denuncias y las firmas que algunos militantes de la Provincia de Alicante les hicimos llegar. Es más, la Secretaria General, Mª Dolores de Cospedal, ni siquiera se dignó a contestar a los escritos en los que se denunciaba la falta de democracia interna del PP alicantino, la mala imagen del mismo y la necesidad de una profunda regeneración. Y cuando un pequeño grupo de militantes iniciamos un modesto movimiento en pro de la regeneración, cuando pedimos el examen de las cuentas electorales alicantinas del 2007 y 2011 y fuimos fulminantemente expulsados del PP, tras un expediente instruido por un diputado imputado por corrupción, ni siquiera tuvo la decencia de contestar a nuestro recurso el Comité Nacional de Garantías del Partido Popular del Sr. Rajoy. En Génova, desde el Presidente Nacional, pasando por la Secretaria General hasta la última secretaría, sabían o debían saber, porque denuncias no les faltaban, que algo olía a podrido en el PPCV y en el PP de Alicante. Así que ahora mejor que no se hagan los sorprendidos, que los demás no somos tontos. No tocaron al PPCV porque tenían una deuda política con él.

Los populares presumen de que a lo largo de la pasada legislatura aprobaron decenas de iniciativas para combatir la corrupción. Pero olvidaron lo básico: empezar por limpiar su propia casa. Como señalaba hace poco un periódico basta recordar que la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno fue defendida en el Congreso  por Pedro Gómez de la Serna, que ahora tiene una causa abierta en la Audiencia Nacional por cobrar comisiones ilegales presuntamente a empresas españolas para hacer negocios en el extranjero. Este señor dijo entonces desde la tribuna del Congreso: "con las 70 medidas que este Gobierno ha puesto en marcha habrá mucha menos corrupción en España de la que hubo después de que ustedes dejaran el Gobierno. No se trata señorías del y tú más, no se trata de ver qué partido ha padecido y ha sufrido más bochorno por hechos relacionados con la corrupción, pero sí se trata de ver quién cuando llega a las responsabilidades del Gobierno ha hecho más por combatirla. Y en ese tema, señores del Partido Socialista, lo digo con toda humildad, no nos llegan ustedes ni a la suela del zapato". Y se quedó tan fresco.

La corrupción no es un fenómeno exclusivo de gente del PP, ni ADN ni gaitas. Y, si no, que se lo digan a los socialistas y a los sindicatos de los ERES, a los convergentes catalanes y sus pujoles o a los nacionalistas vascos con el caso “De Miguel”. Pero es evidente que cúpula del PP no ha sabido ni querido reaccionar a tiempo en los casos que afectan al partido y que no ha dado ni un solo paso para democratizar internamente al partido y, con ello, legitimar el acceso y el control por las bases de sus militantes a los cargos públicos. Por negligencia y por omisión la cúpula del Partido Popular está tocada por estos casos de corrupción. Y deberá rendir cuenta por ello y, consecuentemente, por poner a España en una difícil situación de gobernabilidad.

Santiago de Munck Loyola


jueves, 21 de enero de 2016

El hemicirco y los escaños giratorios.


Las consecuencias de los resultados de las pasadas elecciones generales no pueden ser más desalentadoras a la luz de los comportamientos políticos que estamos viendo estos días, ni las perspectivas de gobierno menos halagüeñas. Es tal el cúmulo de disparates y de dislates de los partidos políticos que conviene hacer una pequeña recapitulación para situarnos en este tragicómico escenario político. No hay que olvidar que en la misma noche electoral casi todos los dirigentes políticos se apresuraron, entre otras cosas, a señalar que habían entendido el mensaje de cambio que el electorado había transmitido con su voto. Y ¡hay que ver cómo lo han hecho!

El Partido Popular, tras perder 60 diputados, ya ha hecho gestos muy significativos. Se nota que entiende el mensaje del electorado y por ello, para empezar, nada de más democracia interna, ni de autocrítica. Ahora no es el momento, como tampoco lo era hace uno o dos años. Y para que se note el cambio, sus deseos de regeneración y renovación, Rajoy ha vuelto a situar en la Mesa del Congreso a una joven “promesa”, Celia Villalobos, la pro-abortista y especialista en el Candy Crush, como vicepresidenta de la cámara. Por cierto, mucho más preocupada por la estética ajena que por la ética propia. Y en la Mesa del Senado, además del sempiterno y anodino Pío García Escudero como Presidente, a una imputada, la senadora alicantina sin estudios pero experta en simultanear cargos públicos, Adela Pedrosa.

Los socialistas también se han estrenado bien. Han situado en una vicepresidencia de la Mesa del Congreso a su Presidenta del partido, Micaela Navarro, acusada por la prensa de falsear su declaración de bienes. Y como son más generosos que nadie y han detectado que era un anhelo de todos los españoles, según su secretario de organización, han decidido ceder dos senadores a los independentistas de ERC y otros dos a los independentistas de la antigua Convergencia para que así tengan grupo propio, cobren más subvenciones y dispongan de más tiempo en el Senado para continuar con sus machacona soflamas independentistas.

Y siguiendo por la banda izquierda del circo político ha habido y hay de todo y para todos los gustos. Nadie podrá negar que supone un verdadero cambio político, y de una trascendencia histórica indudable, el hecho de acudir a la sesión constitutiva del Congreso acompañados por una banda de música, como hicieron los diputados de Compromis, los podemitas levantinos. Como lo es también prestar promesa o juramento de la Constitución usando fórmulas ridículas y hasta infantiles. Dar la nota, alguno la da, aunque sea usando a su propio bebé para ello. Luego unas lagrimitas en la calle de Pablito, el amigo de los carniceros iraníes, y fotos al canto. Desde luego que estos nuevos parlamentarios van a dar mucho juego en el “hemicirco” del Congreso. Y qué decir del ciudadano Garzón dando cuenta a la prensa de su entrevista con el Rey. ¿Acaso el hecho de ser republicano exige para referirse al Rey usar hasta la saciedad “el ciudadano D. Felipe de Borbón? Si la palabra Rey le produce urticaria puede usar “Jefe del Estado” y así sus comparecencias serían algo menos tediosas.

Pero si ha habido algo especialmente llamativo estos días, en los primeros pasos de esta nueva izquierda ha sido su peculiar forma de entender la regeneración política. Los que clamaban, y con razón, contra la existencia de las llamadas “puertas giratorias” en la política han inventado algo mucho más “democrático”, los “escaños giratorios”. La técnica consiste en usar el escaño que te han dado los electores bajo unas siglas para “girarlo”, adscribirte a un determinado grupo parlamentario, pillar la pasta de las subvenciones parlamentarias y volver a “girarlo” para abandonar ese grupo y volver donde te pusieron los votantes. Que lo haga el PSOE con sus senadores por cortesía parlamentaria, por estulticia o por falta de respeto al votante es normal, al fin y al cabo pertenece a la “vieja” política. Pero que lo hagan o lo intenten hacer los supuestos adalides de la “nueva” política, comunistas, podemitas y demás mareantes es, cuando menos, llamativo. Sin embargo, no hay que extrañarse demasiado, la falta de principios y el saqueo de las arcas públicas siempre van de la mano, sea con la vieja o con la nueva política. La que nos espera.

Santiago de Munck Loyola


sábado, 16 de enero de 2016

La traición socialista.


Sin duda, la noticia política de la semana ha sido la decisión del líder del PSOE, Pedro Sánchez, de ceder senadores socialistas a dos formaciones independentistas, Esquerra Republicana de Cataluña y Democracia y Libertad, la heredera de la corrupta Convergencia Democrática del Sr. Mas, para que puedan formar grupo parlamentario propio en el Senado y, con ello, que puedan contar con más tiempo y más dinero para seguir atacando a la unidad de España. Esta decisión socialista, que debería marcar un antes y un después en la historia del PSOE, no puede analizarse fuera del contexto actual en el que nos movemos, un contexto excepcional en el que el desafío a la soberanía nacional y a la unidad de España es más fuerte que nunca y en el que la búsqueda de un gobierno estable, tras los resultados de las elecciones generales del 20 de diciembre, no puede justificar semejantes trapicheos con los enemigos de España.

Pedro Sánchez y algunos portavoces socialistas se han apresurado a justificar esta sorprendente decisión apelando a los antecedentes existentes y a la llamada "cortesía parlamentaria" que, en realidad, no es otra cosa que un fraude de ley, burlando el Reglamento de la Cámara Alta para conceder lo que las urnas no han concedido. Y la desfachatez llega a su cima con la justificación esgrimida por el número dos socialista, César Luena, cuando vincula esta decisión a los “anhelos de los españoles”. Pero ¿de dónde ha salido este individuo? ¿cómo se puede tener tanta cara dura?

El primer y gran reto que tiene España es la defensa de la soberanía del pueblo español, el fundamento de la legitimidad de todas sus instituciones democráticas, que está siendo sistemáticamente atacada por los independentistas poniendo con ello en juego todo lo demás, recuperación económica incluida. Resulta incomprensible que partidos políticos como el PSOE no sólo no sean capaces de subordinar sus políticas partidistas a esa defensa de la soberanía de los españoles, sino que además colaboren activamente con quienes quieren dinamitarla. Se trata de una traición en toda regla. No caben los matices.

Y ante esta espuria maniobra socialista no basta con su denuncia pública como reiteradamente vienen haciendo los dirigentes del Partido Popular, sino que hay que utilizar o intentar utilizar todos los medios y mecanismos legales de los que se dispone. El Partido Popular dispone de una amplia mayoría absoluta en el Senado y puede y debe usarla porque estamos ante una situación excepcional. Si una interpretación fraudulenta del reglamento del Senado es la que facilita que los socialistas consuman esta traición al electorado y a España, refórmese ese mismo Reglamento para impedir o, en su caso, disolver aquellos Grupos Parlamentarios que se constituyan con senadores prestados. Es una cuestión de decencia y de voluntad política que, además, se ajustaría mucho más a los resultados de las urnas que, con las reglas de juego vigentes, no otorgaron a los independentistas la posibilidad de tener Grupo Parlamentario propio en el Senado.

Los 124 senadores del Partido Popular tienen la obligación política y patriótica de anunciar e intentar la reforma del Reglamento del Senado para deshacer la inaceptable decisión de Pedro Sánchez. No basta con lloriquear ni con rasgarse las vestiduras, hay que transformar en decisiones políticas lo que es de sentido común y devolver así al Senado y a los votantes la dignidad que los socialistas les han arrebatado. Los principios se demuestran con hechos. Y, si no lo hacen, mejor que se callen.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 28 de diciembre de 2015

Incertidumbre política.


Ha pasado una semana desde la celebración de las elecciones generales y el horizonte de la gobernabilidad de España sigue tan nublado o más a como lo estaba a la luz de las encuestas electorales previas. El resultado electoral dejado por las urnas es sumamente complejo y, sea cual fuere, la combinación de partidos que sea capaz de formar un gobierno, todo parece indicar que la legislatura no se agotará. En lo que parecen coincidir los expertos económicos es en que este complejo resultado electoral, además de entorpecer la formación de un Gobierno sólido, puede ralentizar la incipiente y frágil recuperación económica y restar al crecimiento de nuestra economía entre medio punto y un punto del PIB. Algunos economistas van más lejos y calculan que hasta la mitad del avance previsto de crecimiento para el 2016,  el 3% estimado, puede perderse.

Así que los resultados de la jornada electoral nos dejan como regalo no sólo la incertidumbre de la gobernabilidad, sino también y unido a ello un frenazo económico para el año 2016. Mariano Rajoy y su equipo son los responsables del pésimo resultado electoral obtenido por el Partido Popular. Han dinamitado a la derecha española y han puesto en serio peligro la gobernabilidad de España y la recuperación de su economía. Está claro que no se trataba sólo de arreglar la economía sino de hacer Política, de cumplir el programa, de atender a las personas, de abrirse a la sociedad, de escuchar a la militancia, de democratizar el partido y de combatir la corrupción. No han sabido, querido o podido hacerlo y ésto es lo que han cosechado. Desde la soberbia no se puede gobernar. Y si no leen bien los resultados, si se duermen en la autocomplacencia terminarán por destruir lo que tantos años y esfuerzos costó a decenas de miles de honrados militantes populares. La falta de autocrítica en las filas populares es asombrosa y constituye, en todo caso, el anticipo de nuevas y mayores derrotas. “Hemos ganado” repiten machaconamente los voceros populares y se conforman con ello en lugar de ponerse manos a la obra para corregir todo aquello que les ha llevado a perder la confianza de más de 4 millones de ciudadanos. Ser los primeros no es ganar cuando se trata de poder o no gobernar. En cualquier democracia avanzada un candidato que pierde 65 escaños y 4 millones de votos presentaría inmediatamente su dimisión al frente de su partido.

Y otro tanto ocurre con el principal partido de la oposición. “Hemos salvado los muebles” dicen y no se plantean por qué un partido que ha sido un pilar básico del sistema político no ha sido capaz de rentabilizar su labor de oposición y ha perdido 20 escaños y 1,5 millones de votos. En Gran Bretaña, en Francia o Alemania un líder de la oposición que hubiese cosechado el mismo resultado que Pedro Sánchez ya habría dimitido de forma inmediata e irrevocable.

La falta de reacción de los dos grandes partidos a la hora de reconducir las estrategias y las políticas que les han llevado hasta estos malos resultados ¿querrá decir que son incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos y que son irrecuperables como instrumentos para canalizar la participación política de los ciudadanos? Sólo el tiempo lo dirá aunque los primeros signos no son alentadores. Algunos dan ya por muerto el bipartidismo imperfecto que venía imperando en nuestro sistema político pero no parece que el grado de consolidación y de cohesión de los partidos llamados emergentes sea aún lo suficientemente alto como para lograrlo.

Tenemos por delante unas semanas bastante intensas en las que observaremos los movimientos tácticos de cada partido para intentar la formación de un gobierno más o menos estable. Ya de antemano hay que resaltar el trazado de las famosas “líneas rojas” por parte de algunos. Destacan las de Ciudadanos por un lado respecto a Podemos por la voluntad manifiesta de esta formación de romper la soberanía nacional y por otro las propias de Podemos tratando de imponer al PSOE, como condición ineludible para cualquier pacto, que los socialistas traguen con la ruptura de la soberanía nacional y acepten la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Veremos donde queda todo. Mientras tanto mejor mantenerse en modo “pre-elecciones” por si acaso.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 7 de octubre de 2015

Más Alicante, más España.


Lo que hasta hace poco era solo una conjetura, se convirtió en certeza hace unos días cuando el Presidente Rajoy anunció en una entrevista televisiva, y no en un formato más solemne, que las elecciones generales serán el próximo 20 de diciembre. Nos esperan dos meses moviditos con toda la coctelería propia de unos comicios de esta naturaleza. Encuestas, alianzas, traiciones, discursos, promesas, videos, hasta acabar con la paciencia del Santo Job. Es inevitable y hasta puede llegar a ser entretenido.

Sea como fuere es evidente que nos jugamos los próximos cuatro años. Los grandes nos venden ya que sólo hay una alternativa: o el PP o el PSOE y que el resto sólo serán meros comparsas, votos inútiles que terminarán respaldando o al PP o al PSOE. Pero todo parece indicar que la fragmentación del voto de la izquierda también se ha instalado en el campo de la derecha. La hegemonía absoluta popular parece que ha llegado a su fin más por deméritos propios que por méritos de los adversarios unidos en esa estupidez del “todos contra el PP”. Pero la política y las políticas no se reducen al blanco o al negro, al conmigo o contra mi. Hay y debe haber una amplia gama de posiciones y sensibilidades políticas que están esperando su oportunidad electoral y cuya presencia política contribuye a enriquecer la pluralidad y, por consiguiente, las posibilidades de elección de los votantes.

En la Comunidad Valenciana y en nuestra Provincia de Alicante, los resultados electorales de las últimas elecciones autonómicas y municipales nos permiten extraer algunas conclusiones ya y prever lo que puede ocurrir en las elecciones generales. Hay que destacar que el PP, tras su derrumbamiento en nuestras tierras, ha sido incapaz de depurar responsabilidades y de rectificar sus errores. Por ello va a concurrir a las próximas generales con el mismo plantel de personajes que, en Alicante por ejemplo, han sido los culpables de una mala gestión y de haber traicionado a su electorado. A más de uno lo veremos en las próximas listas si sale vivo del actual navajeo por entrar en ellas. Esas listas las deciden en Madrid, no lo olvidemos.

El PSOE ha demostrado que le vale cualquier compañero de viaje con tal de hacerse con el poder. Da igual que se trate de podemitas, de catalanistas o de riveristas. Por ello no es de extrañar que algunas consecuencias de esa promiscuidad política se empiecen a notar en Alicante y eso que no han hecho más que empezar su andadura. Han empezado por los símbolos y terminarán por y con las arcas públicas que ya el PP dejó tiritando. Ya han puesto en cuestión el futuro del español en la educación, como lo han hecho con la persecución de los símbolos identitarios españoles en las fiestas patronales de distintas localidades y algunos de sus socios de gobierno en Valencia se muestran abiertamente favorables a las tesis independentistas y anexionistas de los separatistas catalanes.

Por su parte, Ciudadanos, los riveristas, un partido que se autodefine de centro izquierda y que en Alicante se ha nutrido de cuadros ripollistas y zaplanistas, pretende ir de detergente blanqueador de la política. Es curioso, participan en las elecciones pero no se quieren “pringar” entrando en gobiernos y se nutren de votos de centro derecha para en muchos casos favorecer a la izquierda. ¿Cabe mayor corrupción política?

Pero ninguno de estos partidos políticos pone al frente de sus propuestas a la Provincia de Alicante, a las necesidades de su gente. Alicante corre el riesgo, una vez más, de ser una simple pieza del tablero electoral en la que se disputan unos cuantos diputados para sumar a la causa de Rajoy o de Pedro Sánchez. Así ha sido elección tras elección: una competencia entre partidos y no una competencia por nuestra Provincia.

Es hora de que Alicante gane. Es hora de denunciar con toda la fuerza posible su histórica discriminación por parte del Estado y de Valencia. Es hora de exigir y cobrar la deuda histórica de Alicante y de reclamar para la provincia un nuevo papel, acorde a su peso e importancia, en el encaje del Estado de las Autonomías. Es hora de iniciar un nuevo camino por el que en Esperanza Ciudadana hemos apostado, porque creemos en la capacidad de nuestra provincia y porque sabemos que más Alicante es más España.

Santiago de Munck Loyola


martes, 29 de septiembre de 2015

Menos para Mas.


Lo bueno de los escrutinios de cualquier proceso electoral es su capacidad de poner de acuerdo, por una vez, a todos los partidos políticos que participan en el mismo. Bueno, maticemos, a casi todos. A la hora de hacer balance parece que todos han ganado las elecciones, todos están casi satisfechos y algunos, incluso, eufóricos aunque la realidad sea bien distinta.

Buen ejemplo de ello han sido las últimas elecciones autonómicas de Cataluña. Y es que el que no se consuela es porque no quiere. Y el que bate todas las marcas es el Sr. Arturo Más. ¡Qué lince! Venga a adelantar elecciones y, con ello, a liquidar a su propio partido político, Convergencia Democrática de Cataluña. Por si no fuera poco tener las sedes del partido embargadas encima menos diputados autonómicos. En 2010 tenían los convergentes 62 escaños, en 2012 bajaron a 50 y ahora tras el 27-S se han quedado en 29 escaños. Un fenómeno Arturito. Si se aplicase con el mismo esmero a rebajar la deuda pública catalana otro gallo cantaría.

Otros que parece que andan muy contentos son los de Esquerra Republicana a pesar de que han pasado de tener 21 diputados obtenidos en el 2012 a quedarse en 18 escaños. Para aclararnos, en 2012 la suma de diputados de ERC y Convergencia era de 71 y tras el 27-S es de 47. Todo un logro. Así que a los 29 escaños de CDC y a los 18 de ERC hay que sumar los 13 de independientes y 2 de dos minipartidos para completar los 62 que ha obtenido la candidatura independentista de Juntos por el Sí. Es lo que se dice hacer un pan como unas ostias.

No importa. Echan las campanas al vuelo porque sumando los 10 de la CUP, independentistas, llegan a los 72 escaños y parecen olvidar que en 2012 la suma de Convergencia, ERC y la CUP era de 74 escaños. Si eso no significa que hay ahora menos diputados independentistas que hace tres años que venga Dios y lo vea.

Los socialistas también andan más contentos que unas castañuelas. Pensaban, y así lo decían las encuestas, que se iban a pegar un batacazo por la irrupción de los podemitas y, al final, solo han perdido cuatro escaños, pasando de 20 a 16. Exitazo. Ya se ven en la Moncloa pactando, si hace falta, hasta con el diablo, con o sin coleta.

¿Y los podemitas? Parece que el Sr. Pablo Iglesias no anda muy satisfecho. Han obtenido 11 escaños pero lo cierto es que pese a haber fagocitado a la versión catalana de Izquierda Unida, los podemitas no han sido capaces de alcanzar los 13 escaños que aquellos obtuvieron en 2012. La digestión ha debido ser demasiado pesada para tan escaso cuerpo político.

Por su lado, los populares son, dígase lo que se diga, otros de los grandes perdedores de la jornada electoral. Pasan de 19 a 11 escaños. Con todo, las encuestas les habían otorgado un pronóstico de 4 o 5 escaños. Algún motivo de consuelo les queda a algunos.

Y si hay alguien que sí ha triunfado el 27-S es Ciudadanos, un partido de centro izquierda que ha sabido atraer el voto del centro derecha español en Cataluña. Se ha erigido como referente de unidad para muchos ciudadanos que no han querido revalidar su confianza en un Partido Popular cada vez más enrocado en sus posiciones.

Tras tanto ruido, pocas nueces. Poco ha cambiado en el panorama político catalán (respecto al eje independencia – no independencia) en relación a las elecciones autonómicas de hace tres años. Hay 2 diputados independentistas menos y el independentismo no alcanza el 50 % de los votantes. ¡Qué casualidad, le falta el 3%!

Lo que sí ha cambiado es la distribución del voto en el centro derecha catalán al producirse un importante trasvase de votos populares hacia un partido de centro izquierda como es Ciudadanos. Y ello puede ser especialmente significativo de cara a las próximas elecciones generales.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 23 de marzo de 2015

El anticipo andaluz.


Parece que los resultados de las elecciones andaluzas no han diferido mucho de lo que venían vaticinando las encuestas publicadas. El PSOE con Susana Díaz ha desbancado al PP como partido más votado en Andalucía. Susana Díaz ha logrado repetir, aunque perdiendo más de 100.000 votos, el número de escaños con los que contaba en el Parlamento andaluz. Con ello, el PSOE ha resistido bastante bien el crecimiento de PODEMOS, pero no ha logrado el objetivo que se propuso Susana Díaz al anticipar estas elecciones: lograr una mayor estabilidad parlamentaria para el gobierno andaluz. Todo lo contrario, esta convocatoria anticipada ha servido, y a la vista está, para que la gobernabilidad sea aún más difícil. No va a pactar con el PP ni con PODEMOS, así lo anunció Susana Díaz en repetidas ocasiones. Y para poder pactar con Ciudadanos, salvo que éstos incumplan su palabra en favor de la gobernabilidad, el PSOE debería deshacerse de Chaves y Griñán por su vinculación con los mayores casos de corrupción de la historia de España, el caso de los ERE’s y el de los cursos de formación. Pronto lo veremos.

El PP por su parte se ha llevado un varapalo sonado. Ha perdido su condición de partido ganador, el partido más votado en Andalucía, para pasar a la segunda plaza y, con ello, ha pasado de 50 a 33 escaños. Casi un 40 % de los andaluces que en 2012 votaron al PP ha dejado de hacerlo. Casi la mitad de esos ex votantes del PP se ha decantado por el candidato ex socialista de Ciudadanos y por un programa de centro izquierda y la otra mitad seguramente se ha decantado por la abstención o, incluso, por PODEMOS, como en las últimas elecciones europeas. El PP no ha sabido rentabilizar su labor de oposición, ni el impresionante desembarco de ministros durante la campaña electoral ni los efectos de la recuperación económica que aún no son percibidos por la inmensa mayoría de los ciudadanos. La falta de reacción del PP frente a sus propios casos de corrupción, su inmovilismo regenerador y su falta de democracia interna subrayada con el nombramiento a dedo del candidato Moreno, han debido pesar en la decisión de los votantes fugados. Moreno era una apuesta personal de Mariano Rajoy, la expresión más pura del dedazo, y la apuesta ha fracasado. Nadie asumirá responsabilidad política alguna por ello, lo veremos.

Izquierda Unida ha sido el otro gran perdedor de estas elecciones. No ha rentabilizado su gestión compartida con el PSOE en la Junta y seguramente su tibieza, cuando no complicidad, en las investigaciones parlamentarias sobre los ERE’s le ha pasado factura. Su voto se ha ido con los podemitas, lo que sin duda constituye una mala noticia para la estabilidad y futuro de una izquierda necesaria y responsable.

Con todo, el votante de derechas que cree en la decencia, en la participación, en la ejemplaridad y en las políticas serias al servicio de los ciudadanos y no de los poderosos sigue sin encontrar su partido. Vox ha perdido la mitad de los votos que obtuvo en las elecciones europeas y cada día es más evidente que se ha transformado en el chiringuito de un líder para su sustento personal. Buena parte de los antiguos votantes del PP han apostado por Ciudadanos porque representa un soplo de aire fresco en la coyuntura actual y pesan más sus propuestas regeneradoras que las medidas de su programa ideológicamente alejadas del pensamiento liberal conservador.

Estas elecciones son, sin duda, un anticipo de las tendencias electorales que en dos meses se concretarán en las elecciones municipales y autonómicas: el PSOE no va remontar allí donde no toque poder, el PP se va a estrellar, los podemitas y Ciudadanos van a crecer e Izquierda Unida va a ser fagocitada. Queda poco tiempo para enderezar las estrategias y algunos partidos son extremadamente lentos en sus reacciones. El toro les va a pillar.

Santiago de Munck Loyola


domingo, 8 de febrero de 2015

Los yihadistas españoles están de enhorabuena.


Entre el “buenismo” pseudoprogresista  del PSOE y el acomplejamiento bobalicón del Partido Popular, los españoles lo tenemos claro. Y ello sin mencionar al resto de los partidos políticos más preocupados en mirarse su ombligo que en garantizar la seguridad de los españoles. PP y PSOE han parido la semana pasada, con tanta solemnidad como inutilidad, un pacto para luchar contra el yihadismo, el terrorismo islamista, y entre los complejos de unos y el tontismo de otros han parido un bodrio. Muchas de las medidas pactadas, vendidas como novedades, ya existían en la legislación y, por el contrario, otras medidas que ya aplican británicos o franceses han sido intencionadamente excluidas del parto, perdón, el pacto. Y a diferencia de los franceses ni una mención a cuánto dinero se pone encima de la mesa para luchar contra esta plaga en ciernes.

Es el caso, por ejemplo, de la posibilidad de retirar la nacionalidad española a los condenados por actividades ligadas al yihadismo. Los franceses ya lo hacen y los británicos no se esperan para hacerlo ni siquiera a la existencia de una condena. Dicen los expertos policiales, que de esto deben saber algo más que los políticos, que se trata de una de las medidas más importantes para combatir el terrorismo islámico “la retirada de la nacionalidad sí es algo que considerábamos eficaz puesto que conlleva en muchos casos la pérdida del empleo y dificultades para seguir residiendo en España con los mismos derechos que siendo español”. Los socialistas se oponen porque según ellos “Las leyes españolas son de las más garantistas y hay que tener en cuenta que retirar a alguien la nacionalidad no solo perjudica al individuo afectado, sino a toda su familia, algo que consideramos injusto”. ¡Hay que fastidiarse! Y ¿meter en la cárcel a un delincuente no perjudica a su familia? Tanta simpleza y tanta demagogia, la verdad es que aburre.

Pues nada, lo dicho, gracias a socialistas y populares, con la complicidad silenciosa de los demás partidos, más de cien españoles de origen fundamentalmente magrebí que actualmente se adiestran o combaten en los territorios controlados por los yihadistas y que se perfeccionan en las técnicas más salvajes e inhumanas de muerte y tortura podrán regresar a España, el país que los acogió y otorgó en su día la nacionalidad española, para, si no los atrapan, poder aplicar aquí sus sanguinarias técnicas aprendidas en los territorios controlados por los execrables islamistas del llamado estado islámico. Y lo podrán hacer como ciudadanos españoles de pleno derecho. ¡Faltaría más!

Mucho han cambiado las cosas. El tontismo buenista y los complejines tratan de anestesiar a la sociedad española y de poner sordina al ruido de un peligro latente que terminará por causar profundos daños y mucho dolor. En la década de los 80, un ciudadano comunitario, criado en España e hijo de española, tenía que sufrir un largo proceso administrativo de varios años para adquirir la nacionalidad española en el que debía demostrar con documentos y testigos su arraigo, su integración y su aceptación de los valores y legalidad de la sociedad española. Hoy da la sensación de que todas esas exigencias, sobre todo cuando se comprueba el nivel de “españolidad” de muchos de estos nuevos españoles, parece que han desaparecido. Algunos deberían asumir que alguien que cree que sus normas religiosas deben ser impuestas a través de la legislación civil, que es lícito y normal concertar el matrimonio de sus hijas menores de edad, que la mujer es inferior al hombre y que no puede gozar de los mismos derechos, que la violencia, hasta la ejercida en el seno de la familia, es lícita y exigible o que la libertad de expresión debe ser reprimida, no está integrado, no participa de los principios y valores constitucionales y que, por tanto, no puede ni adquirir ni conservar la nacionalidad española.

Dice el Artículo 25 del Código Civil que “1. Los españoles que no lo sean de origen perderán la nacionalidad:
b) Cuando entren voluntariamente al servicio de las armas o ejerzan cargo político en un Estado extranjero contra la prohibición expresa del Gobierno”. ¿Tan difícil es, si hace falta, retocar ligeramente este artículo para proteger mejor a los ciudadanos?

Santiago de Munck Loyola


jueves, 13 de noviembre de 2014

La resaca del 9-N.


La resaca del sucedáneo de referéndum del 9-N está dejando a la vista toda clase de reacciones y de actitudes políticas y económicas que no hacen sino abrir aún más la incertidumbre sobre nuestro futuro. Es tal el cúmulo de tensiones que ni siquiera existe unanimidad dentro de los principales partidos políticos y los diferentes bloques ideológicos. En el campo de los independentistas la única coincidencia existente en torno al 9-N radica en valorar lo ocurrido en pasado domingo como un auténtico éxito de participación y en traducirla como el deseo unánime de los catalanes en votar en un auténtico referéndum para lograr la independencia. Su discurso no podía ser otro aunque la realidad sea tozuda y sea un ejercicio de ciencia ficción convertir el hecho de que ni siquiera uno de cada tres catalanes haya acudido a las urnas para reclamar su supuesto derecho a la independencia en una fiesta de participación ciudadana. Si hay algo claro en la sociedad catalana es que el mundo de la política está cada día más lejos del ciudadano porque ni la última reforma del Estatuto que no fue apoyada por más de la mitad de los votantes ni esta llamada a las urnas han logrado movilizar a la mayoría de los ciudadanos de Cataluña que siguen manteniéndose al margen de una clase política empeñada en levantar conflictos, en generar victimismos que justifiquen su propia existencia y, con ello, su modus vivendi. Y, en este mismo campo, al margen de la interesada valoración de esta jornada, la división se manifiesta en la hoja de ruta que hay que abrir a partir del 9-N. Unos apuestan por unas elecciones plebiscitarias y constituyentes para imponer la ruptura mientras que otros se decantan por unas supuestas negociaciones, en realidad imposiciones, con el Gobierno de España para convocar un referéndum legal.

Pero donde más diferencias de opiniones y de estrategias se plantean es en el campo de los no independentistas. Desde posiciones como la de VOX cuya estrategia política parece que pasa exclusivamente por ir presentando querellas a diestro y siniestro, así consiguen algo de notoriedad en los medios de comunicación,  y por pedir el empleo de la fuerza si fuere necesario para impedir la seudovotación, estrategia judicial compartida en parte por UPyD aunque acompañada de un discurso diferente, hasta la actitud del Partido Popular que oscila entre la pasividad y la cobardía disfrazada de prudencia. Hay quien trata de justificar la aparente inacción popular como una forma de respuesta medida y calculada ante unos hechos carentes de soporte legal y, por tanto, de legitimidad. No ha habido un referéndum ilegal, ni una consulta y, por tanto, no hay que responder a lo que no existe, dicen. Pero lo cierto y verdadero es que, pactado o no con Arriolas de por medio, las urnas han salido a la calle, burlando la Ley y las resoluciones del Tribunal Constitucional, que se han utilizado medios públicos para ello y que cuantos han querido han podido participar en este simulacro. Y que ese hecho está suponiendo una fractura interna entre los populares que exigían más firmeza y quienes respaldan la actitud del Presidente del Gobierno. Sea cual fuere el grado de respuesta más adecuado, lo indudable es que una vez más los tres días de silencio del Presidente del Gobierno desde el día 9-N han desorientado a muchos ciudadanos y suponen una actitud inaceptable frente a unos hechos gravísimos. Es evidente que Mariano Rajoy nunca ha sido un líder ni pretende ejercer liderazgo político alguno, algo que resulta imperdonable en una situación tan convulsa como la presente.

Y si hay fractura interna ante esta cuestión en el partido del gobierno también la hay en el partido socialista. Hay destacados líderes socialistas que incluso han manifestado su apoyo a la suave actitud del Presidente del Gobierno. A pesar de ello, el mensaje oficial socialista no puede ser más desconcertante. Las manidas frases del “es hora de la política y no de los tribunales” no por tópicas dejan de ser peligrosas. Si con ello los socialistas quieren decir que ante la vulneración de la ley por los políticos independentistas los tribunales de justicia deben mirar hacia otro lado lo que están subrayando una vez más es que en España hay dos clases de ciudadanos, de una parte, los de la clase política con patente de corso para vulnerar la ley y, de otra, el resto al que nada ni nadie nos libra de responder ante la justicia si infringimos las leyes. Y si con ese mensaje están dando por supuesto que es el propio Gobierno el que maneja la justicia también están dando una sonora patada al Estado de Derecho. La justicia es y debe ser independiente y todos somos o debemos ser iguales ante la Ley, con cargo público o sin él. La aparente equidistancia socialista entre el Gobierno de España y los independentistas catalanes solo sirve para alentar a estos últimos en su desafío no sólo ya al Estado, sino a la propia soberanía del pueblo español que, les guste o no a algunos, existe y es el único depositario de la misma. Si los socialistas insisten en presentar como solución una reforma de la constitución hacia el federalismo se engañan a si mismos e intentan engañar a los ciudadanos. Saben o deberían saber que el federalismo no va a ser aceptado por los independentistas porque entre otras muchas cosas el federalismo supone la igualdad jurídica y competencial entre todas las regiones españolas, los hipotéticos estados federados. Empeñarse en que el Gobierno dialogue con quienes solo pretenden imponer sus propias tesis resulta inútil y absurdo. No se puede dialogar sobre cómo fraccionar o romper la soberanía del pueblo español.

Es cierto que es hora del diálogo, pero también de la Justicia. Pero no parece que los interlocutores existentes estén por la labor. Quizás haya que ir planteándose que el diálogo deba establecerse entre la propia sociedad, con otros agentes capaces de anteponer el interés general a los intereses partidistas pero para ello hace falta que los ciudadanos despertemos, reaccionemos y seamos capaces de enviar a sus casa a toda una clase política tan mezquina como inoperante. Estamos ante un grave problema generado por la clase política que no interesa, al parecer, a la mayoría de los ciudadanos catalanes si medimos ese interés por su afluencia a las urnas, pero que sí preocupa al conjunto de la sociedad española y de cuya solución o agravamiento depende, no nos engañemos, el nivel de bienestar social y económico del conjunto de los españoles. Buena parte de la clase política viene situando de forma prioritaria en su agenda el reparto y la ampliación de sus propias cuotas de poder y no la solución de los graves problemas que afectan a la mayoría de los ciudadanos y no hay ninguna duda de que terminarán pagando por ello.

Santiago de Munck Loyola