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jueves, 21 de enero de 2016

El hemicirco y los escaños giratorios.


Las consecuencias de los resultados de las pasadas elecciones generales no pueden ser más desalentadoras a la luz de los comportamientos políticos que estamos viendo estos días, ni las perspectivas de gobierno menos halagüeñas. Es tal el cúmulo de disparates y de dislates de los partidos políticos que conviene hacer una pequeña recapitulación para situarnos en este tragicómico escenario político. No hay que olvidar que en la misma noche electoral casi todos los dirigentes políticos se apresuraron, entre otras cosas, a señalar que habían entendido el mensaje de cambio que el electorado había transmitido con su voto. Y ¡hay que ver cómo lo han hecho!

El Partido Popular, tras perder 60 diputados, ya ha hecho gestos muy significativos. Se nota que entiende el mensaje del electorado y por ello, para empezar, nada de más democracia interna, ni de autocrítica. Ahora no es el momento, como tampoco lo era hace uno o dos años. Y para que se note el cambio, sus deseos de regeneración y renovación, Rajoy ha vuelto a situar en la Mesa del Congreso a una joven “promesa”, Celia Villalobos, la pro-abortista y especialista en el Candy Crush, como vicepresidenta de la cámara. Por cierto, mucho más preocupada por la estética ajena que por la ética propia. Y en la Mesa del Senado, además del sempiterno y anodino Pío García Escudero como Presidente, a una imputada, la senadora alicantina sin estudios pero experta en simultanear cargos públicos, Adela Pedrosa.

Los socialistas también se han estrenado bien. Han situado en una vicepresidencia de la Mesa del Congreso a su Presidenta del partido, Micaela Navarro, acusada por la prensa de falsear su declaración de bienes. Y como son más generosos que nadie y han detectado que era un anhelo de todos los españoles, según su secretario de organización, han decidido ceder dos senadores a los independentistas de ERC y otros dos a los independentistas de la antigua Convergencia para que así tengan grupo propio, cobren más subvenciones y dispongan de más tiempo en el Senado para continuar con sus machacona soflamas independentistas.

Y siguiendo por la banda izquierda del circo político ha habido y hay de todo y para todos los gustos. Nadie podrá negar que supone un verdadero cambio político, y de una trascendencia histórica indudable, el hecho de acudir a la sesión constitutiva del Congreso acompañados por una banda de música, como hicieron los diputados de Compromis, los podemitas levantinos. Como lo es también prestar promesa o juramento de la Constitución usando fórmulas ridículas y hasta infantiles. Dar la nota, alguno la da, aunque sea usando a su propio bebé para ello. Luego unas lagrimitas en la calle de Pablito, el amigo de los carniceros iraníes, y fotos al canto. Desde luego que estos nuevos parlamentarios van a dar mucho juego en el “hemicirco” del Congreso. Y qué decir del ciudadano Garzón dando cuenta a la prensa de su entrevista con el Rey. ¿Acaso el hecho de ser republicano exige para referirse al Rey usar hasta la saciedad “el ciudadano D. Felipe de Borbón? Si la palabra Rey le produce urticaria puede usar “Jefe del Estado” y así sus comparecencias serían algo menos tediosas.

Pero si ha habido algo especialmente llamativo estos días, en los primeros pasos de esta nueva izquierda ha sido su peculiar forma de entender la regeneración política. Los que clamaban, y con razón, contra la existencia de las llamadas “puertas giratorias” en la política han inventado algo mucho más “democrático”, los “escaños giratorios”. La técnica consiste en usar el escaño que te han dado los electores bajo unas siglas para “girarlo”, adscribirte a un determinado grupo parlamentario, pillar la pasta de las subvenciones parlamentarias y volver a “girarlo” para abandonar ese grupo y volver donde te pusieron los votantes. Que lo haga el PSOE con sus senadores por cortesía parlamentaria, por estulticia o por falta de respeto al votante es normal, al fin y al cabo pertenece a la “vieja” política. Pero que lo hagan o lo intenten hacer los supuestos adalides de la “nueva” política, comunistas, podemitas y demás mareantes es, cuando menos, llamativo. Sin embargo, no hay que extrañarse demasiado, la falta de principios y el saqueo de las arcas públicas siempre van de la mano, sea con la vieja o con la nueva política. La que nos espera.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 7 de octubre de 2015

Más Alicante, más España.


Lo que hasta hace poco era solo una conjetura, se convirtió en certeza hace unos días cuando el Presidente Rajoy anunció en una entrevista televisiva, y no en un formato más solemne, que las elecciones generales serán el próximo 20 de diciembre. Nos esperan dos meses moviditos con toda la coctelería propia de unos comicios de esta naturaleza. Encuestas, alianzas, traiciones, discursos, promesas, videos, hasta acabar con la paciencia del Santo Job. Es inevitable y hasta puede llegar a ser entretenido.

Sea como fuere es evidente que nos jugamos los próximos cuatro años. Los grandes nos venden ya que sólo hay una alternativa: o el PP o el PSOE y que el resto sólo serán meros comparsas, votos inútiles que terminarán respaldando o al PP o al PSOE. Pero todo parece indicar que la fragmentación del voto de la izquierda también se ha instalado en el campo de la derecha. La hegemonía absoluta popular parece que ha llegado a su fin más por deméritos propios que por méritos de los adversarios unidos en esa estupidez del “todos contra el PP”. Pero la política y las políticas no se reducen al blanco o al negro, al conmigo o contra mi. Hay y debe haber una amplia gama de posiciones y sensibilidades políticas que están esperando su oportunidad electoral y cuya presencia política contribuye a enriquecer la pluralidad y, por consiguiente, las posibilidades de elección de los votantes.

En la Comunidad Valenciana y en nuestra Provincia de Alicante, los resultados electorales de las últimas elecciones autonómicas y municipales nos permiten extraer algunas conclusiones ya y prever lo que puede ocurrir en las elecciones generales. Hay que destacar que el PP, tras su derrumbamiento en nuestras tierras, ha sido incapaz de depurar responsabilidades y de rectificar sus errores. Por ello va a concurrir a las próximas generales con el mismo plantel de personajes que, en Alicante por ejemplo, han sido los culpables de una mala gestión y de haber traicionado a su electorado. A más de uno lo veremos en las próximas listas si sale vivo del actual navajeo por entrar en ellas. Esas listas las deciden en Madrid, no lo olvidemos.

El PSOE ha demostrado que le vale cualquier compañero de viaje con tal de hacerse con el poder. Da igual que se trate de podemitas, de catalanistas o de riveristas. Por ello no es de extrañar que algunas consecuencias de esa promiscuidad política se empiecen a notar en Alicante y eso que no han hecho más que empezar su andadura. Han empezado por los símbolos y terminarán por y con las arcas públicas que ya el PP dejó tiritando. Ya han puesto en cuestión el futuro del español en la educación, como lo han hecho con la persecución de los símbolos identitarios españoles en las fiestas patronales de distintas localidades y algunos de sus socios de gobierno en Valencia se muestran abiertamente favorables a las tesis independentistas y anexionistas de los separatistas catalanes.

Por su parte, Ciudadanos, los riveristas, un partido que se autodefine de centro izquierda y que en Alicante se ha nutrido de cuadros ripollistas y zaplanistas, pretende ir de detergente blanqueador de la política. Es curioso, participan en las elecciones pero no se quieren “pringar” entrando en gobiernos y se nutren de votos de centro derecha para en muchos casos favorecer a la izquierda. ¿Cabe mayor corrupción política?

Pero ninguno de estos partidos políticos pone al frente de sus propuestas a la Provincia de Alicante, a las necesidades de su gente. Alicante corre el riesgo, una vez más, de ser una simple pieza del tablero electoral en la que se disputan unos cuantos diputados para sumar a la causa de Rajoy o de Pedro Sánchez. Así ha sido elección tras elección: una competencia entre partidos y no una competencia por nuestra Provincia.

Es hora de que Alicante gane. Es hora de denunciar con toda la fuerza posible su histórica discriminación por parte del Estado y de Valencia. Es hora de exigir y cobrar la deuda histórica de Alicante y de reclamar para la provincia un nuevo papel, acorde a su peso e importancia, en el encaje del Estado de las Autonomías. Es hora de iniciar un nuevo camino por el que en Esperanza Ciudadana hemos apostado, porque creemos en la capacidad de nuestra provincia y porque sabemos que más Alicante es más España.

Santiago de Munck Loyola


martes, 29 de septiembre de 2015

Menos para Mas.


Lo bueno de los escrutinios de cualquier proceso electoral es su capacidad de poner de acuerdo, por una vez, a todos los partidos políticos que participan en el mismo. Bueno, maticemos, a casi todos. A la hora de hacer balance parece que todos han ganado las elecciones, todos están casi satisfechos y algunos, incluso, eufóricos aunque la realidad sea bien distinta.

Buen ejemplo de ello han sido las últimas elecciones autonómicas de Cataluña. Y es que el que no se consuela es porque no quiere. Y el que bate todas las marcas es el Sr. Arturo Más. ¡Qué lince! Venga a adelantar elecciones y, con ello, a liquidar a su propio partido político, Convergencia Democrática de Cataluña. Por si no fuera poco tener las sedes del partido embargadas encima menos diputados autonómicos. En 2010 tenían los convergentes 62 escaños, en 2012 bajaron a 50 y ahora tras el 27-S se han quedado en 29 escaños. Un fenómeno Arturito. Si se aplicase con el mismo esmero a rebajar la deuda pública catalana otro gallo cantaría.

Otros que parece que andan muy contentos son los de Esquerra Republicana a pesar de que han pasado de tener 21 diputados obtenidos en el 2012 a quedarse en 18 escaños. Para aclararnos, en 2012 la suma de diputados de ERC y Convergencia era de 71 y tras el 27-S es de 47. Todo un logro. Así que a los 29 escaños de CDC y a los 18 de ERC hay que sumar los 13 de independientes y 2 de dos minipartidos para completar los 62 que ha obtenido la candidatura independentista de Juntos por el Sí. Es lo que se dice hacer un pan como unas ostias.

No importa. Echan las campanas al vuelo porque sumando los 10 de la CUP, independentistas, llegan a los 72 escaños y parecen olvidar que en 2012 la suma de Convergencia, ERC y la CUP era de 74 escaños. Si eso no significa que hay ahora menos diputados independentistas que hace tres años que venga Dios y lo vea.

Los socialistas también andan más contentos que unas castañuelas. Pensaban, y así lo decían las encuestas, que se iban a pegar un batacazo por la irrupción de los podemitas y, al final, solo han perdido cuatro escaños, pasando de 20 a 16. Exitazo. Ya se ven en la Moncloa pactando, si hace falta, hasta con el diablo, con o sin coleta.

¿Y los podemitas? Parece que el Sr. Pablo Iglesias no anda muy satisfecho. Han obtenido 11 escaños pero lo cierto es que pese a haber fagocitado a la versión catalana de Izquierda Unida, los podemitas no han sido capaces de alcanzar los 13 escaños que aquellos obtuvieron en 2012. La digestión ha debido ser demasiado pesada para tan escaso cuerpo político.

Por su lado, los populares son, dígase lo que se diga, otros de los grandes perdedores de la jornada electoral. Pasan de 19 a 11 escaños. Con todo, las encuestas les habían otorgado un pronóstico de 4 o 5 escaños. Algún motivo de consuelo les queda a algunos.

Y si hay alguien que sí ha triunfado el 27-S es Ciudadanos, un partido de centro izquierda que ha sabido atraer el voto del centro derecha español en Cataluña. Se ha erigido como referente de unidad para muchos ciudadanos que no han querido revalidar su confianza en un Partido Popular cada vez más enrocado en sus posiciones.

Tras tanto ruido, pocas nueces. Poco ha cambiado en el panorama político catalán (respecto al eje independencia – no independencia) en relación a las elecciones autonómicas de hace tres años. Hay 2 diputados independentistas menos y el independentismo no alcanza el 50 % de los votantes. ¡Qué casualidad, le falta el 3%!

Lo que sí ha cambiado es la distribución del voto en el centro derecha catalán al producirse un importante trasvase de votos populares hacia un partido de centro izquierda como es Ciudadanos. Y ello puede ser especialmente significativo de cara a las próximas elecciones generales.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 23 de marzo de 2015

El anticipo andaluz.


Parece que los resultados de las elecciones andaluzas no han diferido mucho de lo que venían vaticinando las encuestas publicadas. El PSOE con Susana Díaz ha desbancado al PP como partido más votado en Andalucía. Susana Díaz ha logrado repetir, aunque perdiendo más de 100.000 votos, el número de escaños con los que contaba en el Parlamento andaluz. Con ello, el PSOE ha resistido bastante bien el crecimiento de PODEMOS, pero no ha logrado el objetivo que se propuso Susana Díaz al anticipar estas elecciones: lograr una mayor estabilidad parlamentaria para el gobierno andaluz. Todo lo contrario, esta convocatoria anticipada ha servido, y a la vista está, para que la gobernabilidad sea aún más difícil. No va a pactar con el PP ni con PODEMOS, así lo anunció Susana Díaz en repetidas ocasiones. Y para poder pactar con Ciudadanos, salvo que éstos incumplan su palabra en favor de la gobernabilidad, el PSOE debería deshacerse de Chaves y Griñán por su vinculación con los mayores casos de corrupción de la historia de España, el caso de los ERE’s y el de los cursos de formación. Pronto lo veremos.

El PP por su parte se ha llevado un varapalo sonado. Ha perdido su condición de partido ganador, el partido más votado en Andalucía, para pasar a la segunda plaza y, con ello, ha pasado de 50 a 33 escaños. Casi un 40 % de los andaluces que en 2012 votaron al PP ha dejado de hacerlo. Casi la mitad de esos ex votantes del PP se ha decantado por el candidato ex socialista de Ciudadanos y por un programa de centro izquierda y la otra mitad seguramente se ha decantado por la abstención o, incluso, por PODEMOS, como en las últimas elecciones europeas. El PP no ha sabido rentabilizar su labor de oposición, ni el impresionante desembarco de ministros durante la campaña electoral ni los efectos de la recuperación económica que aún no son percibidos por la inmensa mayoría de los ciudadanos. La falta de reacción del PP frente a sus propios casos de corrupción, su inmovilismo regenerador y su falta de democracia interna subrayada con el nombramiento a dedo del candidato Moreno, han debido pesar en la decisión de los votantes fugados. Moreno era una apuesta personal de Mariano Rajoy, la expresión más pura del dedazo, y la apuesta ha fracasado. Nadie asumirá responsabilidad política alguna por ello, lo veremos.

Izquierda Unida ha sido el otro gran perdedor de estas elecciones. No ha rentabilizado su gestión compartida con el PSOE en la Junta y seguramente su tibieza, cuando no complicidad, en las investigaciones parlamentarias sobre los ERE’s le ha pasado factura. Su voto se ha ido con los podemitas, lo que sin duda constituye una mala noticia para la estabilidad y futuro de una izquierda necesaria y responsable.

Con todo, el votante de derechas que cree en la decencia, en la participación, en la ejemplaridad y en las políticas serias al servicio de los ciudadanos y no de los poderosos sigue sin encontrar su partido. Vox ha perdido la mitad de los votos que obtuvo en las elecciones europeas y cada día es más evidente que se ha transformado en el chiringuito de un líder para su sustento personal. Buena parte de los antiguos votantes del PP han apostado por Ciudadanos porque representa un soplo de aire fresco en la coyuntura actual y pesan más sus propuestas regeneradoras que las medidas de su programa ideológicamente alejadas del pensamiento liberal conservador.

Estas elecciones son, sin duda, un anticipo de las tendencias electorales que en dos meses se concretarán en las elecciones municipales y autonómicas: el PSOE no va remontar allí donde no toque poder, el PP se va a estrellar, los podemitas y Ciudadanos van a crecer e Izquierda Unida va a ser fagocitada. Queda poco tiempo para enderezar las estrategias y algunos partidos son extremadamente lentos en sus reacciones. El toro les va a pillar.

Santiago de Munck Loyola


martes, 3 de febrero de 2015

Comunicado de Esperanza Ciudadana de Alicante.

COMUNICADO.
Esperanza Ciudadana de Alicante denuncia una vez más las políticas discriminatorias del PP hacia nuestra Provincia.

El sábado pasado, 31 de enero de 2015, el Ministro de Hacienda, Sr. Montoro, ante un auditorio compuesto por empresarios y cargos públicos del Partido Popular reconoció públicamente, por fin, que la Comunidad Valenciana está infrafinanciada, que es deber del Gobierno corregir esta situación y que el Gobierno del Partido Popular no ha tenido, ni va a tener tiempo en esta legislatura de acabar con esta discriminación que venimos sufriendo los ciudadanos de la Comunidad Valenciana y, en especial, los ciudadanos de la Provincia de Alicante.

Esperanza Ciudadana de Alicante, como partido comprometido con la defensa de los intereses de los alicantinos, desea manifestar su repulsa por el cinismo y la clara falta de voluntad política del Partido Popular de acabar con una situación profundamente injusta e insolidaria para los ciudadanos de Alicante. Igualmente quiere resaltar la falta de peso y la ausencia de compromiso con los ciudadanos de la Provincia de Alicante de los cargos públicos del Partido Popular que manifiestan una sumisión indigna ante los dictados y políticas de su partido en detrimento de los ciudadanos que con su voto los auparon para defender sus intereses y no los de su partido.

Alicante no sólo sufre la discriminación histórica de la Generalidad Valenciana que siempre relega a la provincia al último puesto en cuanto a transferencias e inversiones, sino también la discriminación del Gobierno de la Nación que prima a otras comunidades autónomas a pesar de la histórica lealtad de Alicante con el proyecto común que es España.

Esperanza Ciudadana quiere hacer un llamamiento no sólo al tejido empresarial, sino al conjunto de los colectivos sociales que tienen que soportar este continuo desprecio para que tomen conciencia de esta realidad y, en consecuencia, actúen y exijan lo que por justicia corresponde a los alicantinos.


2 DE FEBRERO DE 2015.

sábado, 24 de enero de 2015

La Caja B de Bárcenas y sus discípulos alicantinos.


La salida de la cárcel del extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, ha sido ciertamente inoportuna para este partido. Inoportuna porque se ha producido pocos días antes de que los populares iniciasen su Convención, evento propagandístico destinado a insuflar ánimos a las desencantadas huestes populares, a servir de pasarela de todos cuantos aspiran a seguir en “el machito” y a transmitir los mensajes a la ciudadanía que durante tres largos años no se han escuchado e inoportuna porque esta excarcelación se produce a pocos meses de unas importantes elecciones en las que el enfado ciudadano con la corrupción y con cierta clase política se va a hacer notar.

El ahora innombrable para muchos dirigentes del PP, Luis Bárcenas, que, por cierto, hasta el pasado 28 de enero de 2013 seguía percibiendo mensualmente su nómina de Génova 13, se ha vuelto bastante más locuaz de lo que era antes de su paso por Soto del Real y parece que no tiene, ni va a tener, ningún inconveniente en contarnos detalles de cómo se manejaba el dinero en el Partido Popular. Y ha empezado por lo que parece algo más que evidente: que había una Caja B en el Partido Popular, afirmación que tiene visos de absoluta credibilidad para el magistrado que instruye la causa por la que el Sr. Bárcenas ha pasado casi dos años en la cárcel. De poco sirve que el Sr. Floriano, recientemente nombrado director de la campaña electoral del Partido Popular para mayor regocijo de los adversarios del PP, se haya apresurado a afirmar con tanta solemnidad como poca convicción que en el PP nunca ha habido una Caja B.  ¿De dónde han venido si no los sobresueldos y “préstamos” reconocidos ya por distintos miembros del PP? ¿De dónde si no proceden determinados pagos de obras y de gastos electorales? 

Podría preguntar el Sr. Floriano en el PP de Alicante, por ejemplo. Podría preguntar al Presidente Provincial Sr. Ciscar si es cierto o no si pagaba facturas de campaña electoral en negro, como afirma la Guardia Civil en sus informes. Podría también preguntárselo entre otros a la Alcaldesa de Elche, Mercedes Alonso, o al Alcalde de Crevillente, César Augusto Asencio, señalados también y por la misma razón en los informes policiales aportados en la causa de la rama valenciana de la trama Gürtel. Los tiene ahora cerquita, en la Convención. Y también podría preguntar aunque ahora ande de tertuliana en Tele Cinco a Sonia Castedo para que le explique cuanto gastó y de dónde venía todo el dinero empleado en las campañas de electorales de 2007 y 2011. Incluso el Secretario Provincial, el edil derrochador de San Vicente de Raspeig, Sr. Zaplana, le podría explicar cómo se manejaban fondos en cuentas paralelas a nombre de asociaciones en distintas localidades de la provincia de Alicante. ¿Una Caja B en el PP? Pues a lo mejor va a terminar teniendo razón el Sr. Floriano. Una no, pero sí muchas Cajas B.

La existencia de Cajas B no es un pecado exclusivo del Partido Popular. Se trata de una práctica bastante extendida entre los partidos políticos del sistema. Luis Bárcenas no hace sino poner negro sobre blanco, subrayar lo que es una práctica muy generalizada entre los partidos políticos que se han venido mostrando poco interesados o incapaces de establecer una regulación clara, estricta y eficaz para acabar con estas anómalas situaciones. No nos pueden venir a hablar de regeneración política unos partidos que no empiezan por regenerarse a si mismos, unos partidos que tienen tan poca adhesión y afecto ciudadano que son incapaces de sobrevivir sin el dinero del contribuyente percibido mediante las subvenciones que se otorgan a si mismos, unos partidos que esconden su contabilidad a sus propios afiliados.

Los ciudadanos queremos ejemplaridad y transparencia en nuestros dirigentes y en los partidos políticos. Queremos una democracia fuerte y para ello necesitamos unos partidos políticos sólidos, capaces de ganarse la adhesión y la confianza de la ciudadanía. Y para ello necesitamos saber de dónde procede el dinero de los partidos y cómo lo gastan. Es un síntoma de mala salud democrática que el 80% de los ingresos de los partidos políticos provenga de subvenciones y que sin ellas no puedan sobrevivir. No es de recibo que mientras que tantos alicantinos lo pasan mal, PP y PSOE aprobaran el año pasado que con dinero de la Diputación de Alicante, presidida por la Sra. Luisa Pastor, podrían pagar vía subvención el alquiler de sus sedes. Luz y taquígrafos es lo que la financiación de los partidos políticos necesita, cuentas claras y públicas, ni un euro de subvenciones y fiscalización judicial rigurosa. En Esperanza Ciudadana de Alicante apostamos por que así sea.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 26 de mayo de 2014

Elecciones europeas: varapalo general.


Cerradas las urnas y finalizado el recuento de los votos, empieza la resaca electoral o la comedia titulada “todos hemos ganado”, aunque en muchos casos la procesión vaya por dentro. Lo cierto es que el análisis de los resultados electorales será muy diferente, incluso contradictorio, según se haga desde las portavocías de los partidos políticos o por los analistas políticos en los medios de comunicación.

Tras una aburrida campaña en la que los problemas reales de Europa y de los propios ciudadanos españoles han estado bastante ausentes se abre un nuevo panorama político según los resultados electorales. Hay que señalar, en primer lugar, que aunque algunos interesadamente pretendan lo contrario no es posible extrapolar estos resultados al ámbito de la política interna. Los resultados de las elecciones europeas son orientativos de ciertas tendencias políticas, de ciertos movimientos en el ámbito doméstico, pero no pueden ser tomados como un reflejo exacto, de un pronóstico certero de lo que hubiera ocurrido o de lo que va a ocurrir en el caso de que se tratase de unas elecciones nacionales, autonómicas o municipales. Conviene, en segundo lugar, hacer un repaso pausado de la serie histórica de los datos electorales en comicios europeos anteriores para poder evaluar en su justo término el significado y la trascendencia de esta votación.

Tradicionalmente, los electores no tenemos conciencia de la verdadera trascendencia e importancia de los comicios europeos. Tenemos la sensación de que Europa nos queda lejos y que, por tanto, no nos jugamos gran cosa en el partido. Y de ahí que la participación sea escasa. Si a ello sumamos que la campaña electoral que los contendientes desarrollan no invita precisamente a la participación y que supone un elemento más de desmovilización electoral, es perfectamente comprensible que el auténtico ganado de estas elecciones europeas sea la abstención. Y el triunfo sin paliativos de la abstención es un auténtico fracaso de todos los partidos que han concurrido, desde Podemos de Pablo Iglesias hasta el PP de Arias Cañete. Juntos no han sido capaces de convencer a los votantes de que hagan uso de su derecho al voto, de que sean actores en el sistema político.

El segundo gran dato que a primera vista observamos es el fuerte castigo que han sufrido los dos gran partidos, el PP y el PSOE, que juntos no llegan a sumar el 50 % de los sufragios cuando antes superaban el 80%. Es un varapalo sin paliativos para el partido del Gobierno y para el partido que se pretendía ser su alternativa, para dos partidos cuyas candidaturas habían sido impuestas a dedo.  El PSOE sigue en caída libre sin ser capaz de rentabilizar su posición de oposición. Tras su desastrosa etapa de gobierno no ha sido capaz de realizar la más mínima autocrítica, no ha procedido a regenerarse y no es capaz de construir un discurso nacional y alternativo. Para colmo se ha empeñado en la campaña en centrarse en un error dialéctico de su adversario, como si el machismo fuese el principal de nuestra sociedad, ratificando con ello lo que era evidente, que la Sra. Valenciano carecía de suficiente talla política para tan alta misión. El voto de la izquierda se ha fragmentado como nunca. El desmoronamiento socialista ha alumbrado y propiciado parte del crecimiento de UPyD, el de IU y el de la extrema izquierda de Podemos, un conglomerado antisistema por la izquierda tan peligroso para la democracia como por la derecha el de Nuevo Amanecer en Grecia.

Y si el varapalo al PSOE ha sido sonado, no lo ha sido menos el que ha recibido el Partido Popular. Hoy mismo, el director de la campaña popular, Carlos Floriano, en declaraciones a un medio de comunicación achacaba este varapalo a que el votante popular o bien no había aceptado o bien no había comprendido la actuación del Gobierno de Mariano Rajoy. Ni una sola frase de autocrítica. Y se equivoca: el votante popular ha comprendido perfectamente el alcance de las medidas de Rajoy y no las acepta porque suponen lisa y llanamente una traición a los principios políticos y al propio programa electoral del Partido Popular. Por ello, la inmensa mayoría de la abstención proviene de las filas del centro derecha español. Mientras la izquierda y la ultraizquierda se han movilizado y ahí están los resultados, el votante de centro derecha en gran medida ha preferido no votar. El PP ha perdido, respecto al año 2009, más de un 16 % de sus votantes y sólo una parte de los mismos ha sido recogida por partidos como UPyD, Ciudadanos o VOX. En concreto y suponiendo que todo el incremento de UPyD provenga del PP, que no es así, estos partidos han recogido el 9,1 % de los votos. Es muy probable que parte del crecimiento de UPyD provenga de antiguos votantes del PP, algo curioso tratándose de un partido de izquierdas, y otra parte de ex votantes socialistas. Y ciudadanos y VOX por su parte han crecido a costa del Partido Popular, eso es indudable, pero no han sabido o no han podido capitalizar eficientemente el desencanto del votante popular, pese al triunfalismo de Ciudadanos que en Cataluña, su feudo, no ha obtenido unos resultados precisamente brillantes.

Debería abrirse ahora un serio período de reflexión y, consecuentemente, de reacción en los partidos políticos, sobre todo, entre los que hasta ahora han venido siendo la base de la estabilidad del sistema político. Si no son capaces de renovarse, de conectar con los problemas reales de los ciudadanos, de ofrecer soluciones, de ser ejemplares, de acabar con la corrupción, de regenerarse y de regenerar el propio sistema democrático serán dinamitados políticamente y con ellos el propio sistema del que se han venido sirviendo impunemente en detrimento del interés general.

Santiago de Munck Loyola


domingo, 2 de marzo de 2014

España ausente de su debate.


Aburrido y decepcionante, así fue el debate sobre el estado de la Nación celebrado la semana pasada. Los datos publicados sobre el seguimiento que el debate tuvo entre los ciudadanos ponen de manifiesto que la brecha existente entre los ciudadanos y sus representantes cada día es más grande. La audiencia, que ya era baja el año pasado, cayó a la mitad. Muy pocos españoles siguieron el mismo y llama poderosamente la atención que sea así cuando la mayoría de los españoles seguimos padeciendo, y lo que nos queda, los desastrosos efectos de esa recesión en la que unos nos han mentido y otros no terminan de sacarnos.

Era de esperar que el Presidente del Gobierno se aferrase a los datos macroeconómicos tímidamente positivos que empiezan a conocerse y que, por tanto, vendiera a bombo y platillo las supuestas bondades de su gestión que, dígase lo que se diga, todavía no es perceptible en el bienestar de la ciudadanía. Cuando sigue habiendo más de cinco millones de desempleados, cuando la clase media está fiscalmente machacada y cuando los recortes en todos los campos se hacen notar sobra cualquier autocomplacencia. Los esfuerzos para salir de esta desastrosa situación los están llevando a cabo los ciudadanos, no los políticos y entre tanto aplauso en las bancadas del congreso parece que esto se olvida.

Y era de esperar, cómo no, que el frágil líder de la oposición, el socialista Pérez Rubalcaba ofreciese un discurso catastrofista, demagógico y, por supuesto, exento de cualquier autocrítica o reconocimiento de su responsabilidad en la grave situación que hoy padecemos. Es evidente que los socialistas no pueden ofrecer alternativas políticas y económicas para señalar un camino diferente al del Gobierno para salir cuanto antes de la recesión y de la crisis. De una parte, no pueden plantear como alternativas las mismas políticas que siguieron durante sus ocho años de Gobierno porque los resultados de las mismas a la vista están. De otra, plantear alternativas diferentes a sus políticas de los últimos ocho años sería tanto como reconocer que no lo hicieron bien, que se equivocaron y que, por tanto, son los responsables del desastre, algo que, por otra parte, percibe la inmensa mayoría de los electores como indican todos los sondeos electorales que sitúan al PSOE en caída libre. Pero es que, además, el PSOE sigue anclado en un especial síndrome de doble personalidad, un síndrome disociativo de la personalidad que le impulsa a mantener un doble discurso y una dualidad del comportamiento. Mientras en Ferraz se desgañitan proclamando que con Bildu nada de nada, sus correligionarios navarros beben los vientos por hacerse con el poder con los votos de los defensores de los terroristas. Mientras que los portavoces socialistas intentan por todos los medios que la E de sus siglas no se les caiga y afirman con solemnidad su compromiso con la unidad de España, sus socios catalanes realizan su doble juego respecto a la ilegal consulta independentista. Mientras que los voceros socialistas sacan pecho hablando de primarias y se exhiben como los campeones de la democracia interna, el dedazo de Rubalcaba, al igual que el de Rajoy en el PP, designa a Elena Valenciano ¡vaya fichaje! como cabeza de lista para las elecciones europeas. Está claro que por su banda izquierda, Rajoy puede estar tranquilo.

Y de los demás grupos intervinientes en el debate para qué hablar. Rosa Díez sigue encantada de haberse conocido. Y los independentistas catalanes y vascos a lo suyo. Los primeros, erre que erre, insisten en que el Gobierno tiene que mover ficha (algo que incomprensiblemente también propugnan los socialistas) y dialogar. Ya se sabe que para los independentistas, aunque se disfracen de nacionalistas moderados, dialogar o mover ficha es acatar sus propuestas, es “cepillarse” la soberanía del pueblo español e ignorar la legalidad. Y los vascos a lo suyo también, a dar carta de naturaleza, a elevar al rango de tratado de paz la farsa del presunto desarme etarra. ¿Será que también cobran de la misma fuente que paga a los farsantes de los autodenominados mediadores internacionales?

Es más que llamativo y de ahí quizás el desinterés ciudadano por este debate que una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos, los partidos políticos con su corrupción, apenas ocupase tiempo en los discursos de los intervinientes y que uno de los mayores problemas que enferma el estado de nuestra Nación, la inviabilidad e insostenibilidad del estado autonómico, tampoco tuviese un lugar preferente entre las preocupaciones del Gobierno y de la oposición. Está claro que nuestro parlamento sigue instalado en su realidad virtual y que los ciudadanos tenemos que sufrirlo.

Dice la mayoría de los comentaristas políticos que el debate lo ganó Rajoy y el País que el ganador por la mínima fue Rubalcaba. Y se centran en discutir quién ganó o no, como si eso nos importase mucho a los ciudadanos. Pero la verdad es que, una vez más, el perdedor del debate fue el pueblo español.

Santiago de Munck Loyola




miércoles, 17 de julio de 2013

Para la dignidad del Congreso nada mejor que una moción de censura en fraude de ley.


Vaya por delante que un servidor cree que el Presidente Rajoy debería haber comparecido de motu propio ante el Congreso de los Diputados para ofrecer las explicaciones que fueren precisas sobre las nuevas revelaciones o nuevas versiones que el Sr. Bárcenas anda divulgando. Bien es cierto que el Congreso está para legislar y para controlar la acción del Gobierno y no para dilucidar otras cuestiones, pero dada la relevancia que han alcanzado las nuevas versiones del ex tesorero del PP parece que las explicaciones ofrecidas por Rajoy en febrero ya no son suficientes y que, por tanto, aplicar las técnicas arriolistas es más bien contraproducente. Más vale una vez colorado que ciento amarillo dice nuestro refranero y con la doctrina Arriola parece que el color amarillo va a permanecer largo tiempo en la faz del Presidente. Pero de ahí a comparecer en los términos solicitados por el PSOE, es decir “admitiendo su culpabilidad y de forma previa a su dimisión” hay un verdadero abismo. El PSOE no quiere que el Presidente comparezca ante el Congreso para dar explicaciones y conocer así su versión, no. El PSOE no quiere conocer ninguna explicación, ni ninguna versión. El PSOE cree ciegamente a Luis Bárcenas y ya ha dictado su peculiar sentencia: el Presidente es culpable, no se sabe muy bien de qué, y por tanto debe dimitir. Por tanto, es perfectamente comprensible que una comparecencia presidencial establecida en esos términos, con dimisión incluida, sea inaceptable para el Presidente y, por supuesto, para la mayor parte de los representantes de la soberanía popular. Pero dicho esto, no hay nada que impida que el Presidente comparezca en los términos que le señale la mayoría de la cámara y esa comparecencia serviría para dejar de alimentar la posición de una oposición sin liderazgo, sin legitimidad moral y sin proyecto para sacar a España de la crisis a la que ella misma la condujo en la anterior legislatura.

Es especialmente significativo que el Sr. Rubalcaba y su partido anuncien la presentación de una moción de censura en el caso de incomparecencia de Rajoy y que para ello apelen a la “dignidad” de la Cámara donde reside la soberanía popular. Una moción de censura requiere la presentación de candidato alternativo, con un programa concreto, que debe ser sometido primero a examen y después a votación. La moción de censura no obliga al Presidente censurado a comparecer ante la cámara para responder a ninguna cuestión. El que ha de responder es el aspirante. Y lo que llama la atención es que, de una parte, se intente usar un mecanismo constitucional para lograr un efecto, la comparecencia presidencial, que no está asegurado y, de otra, que apelando a la dignidad de la cámara, la que elabora y aprueba leyes, se intente usar un mecanismo legal en auténtico “fraude de ley”. ¿Tienen patente de corso los parlamentarios, en este caso los socialistas, para institucionalizar el “fraude de ley” en el propio parlamento? ¿Ésa es la base de la ejemplaridad y la dignidad de la cámara que predican?

Una ventaja añadida que proporciona la peregrina ocurrencia de esta moción de censura fraudulenta es que permite retratar mejor a los actores e ir poniendo a cada uno en su sitio. Los comunistas de IU no quieren ni oír hablar de la dichosa moción. Lo que a ellos interesa son elecciones anticipadas que para ello las últimas encuestas les favorecen. Los nacionalistas miran para otro lado, de una parte porque los grupos independentistas catalanes están metidos de lleno en casos de corrupción y de financiación ilegal de sus formaciones políticas y, de otro, porque una hipotética moción de censura solo les interesaría si con ello aseguran su proyecto secesionista. Y finalmente tenemos a UPyD que se ha retratado perfectamente. Rosa Díez y los suyos están dispuestos a avalar a Rubalcaba como candidato a la Presidencia del Gobierno y por consiguiente sí apoyarían la presentación de la citada moción. Bueno es que se sepa, así todos los ex votantes del PP que según las últimas encuestas estarían dispuestos a transferir su voto a la formación de Rosa Díez saben ahora que significaría votar, en última instancia, al PSOE. Ya ocurrió en Asturias por lo que nadie debería llamarse a engaño. Y es que la cabra siempre tira al monte.

Por el bien de nuestra democracia, por su estabilidad y, sobre todo, por au tan necesitada regeneración es imprescindible que se aclare la verdad sobre el asunto Bárcenas y sobre la posible financiación ilegal del Partido Popular como también lo es que se aclare la verdad y se depuren las responsabilidades a que hubiere lugar en el otro escándalo, aún bajo investigación, y que afecta al principal partido de la oposición, el caso del ERES falsos que por su cuantía y por el origen de los fondos defraudados es de primera magnitud. No se trata de jugar al “y tú más” sino de que los dos principales partidos de España den la cara y asuman las responsabilidades que les corresponden. Porque así no se puede seguir.

Santiago de Munck Loyola

martes, 16 de julio de 2013

Nuestro Bárcenas es su musa.


La incesante lluvia de noticias sobre el Partido Popular, sobre sus cuentas y sobre Bárcenas estará causando entre los votantes y, sobre todo, entre los militantes populares mucho desconcierto, desasosiego o indignación y más entre aquellos que llevan en el Partido Popular toda la vida, los que no provienen de otros partidos, porque seguramente se resistirán a creer lo que oyen o leen y porque no se identificarán con la imagen pública que se está creando. Hay que dejar cierto reposo y reflexionar bastante antes de otorgar credibilidad a lo que estamos escuchando.

Es cierto que esa supuesta contabilidad que se ha hecho pública y que nadie ha desmentido refleja gastos que no son acordes con lo que los populares hemos venido defendiendo como criterios de actuación política en el ámbito de las administraciones públicas. Esos gastos reflejados pueden desvelar muchas cosas, pero desde luego no se puede hablar ni de principios de austeridad ni de eficacia en el gasto cuando se analizan esas partidas: lencería, tabaco, ponis, comilonas, etc. No parece muy ético que la dirección provincial de Alicante se gastase tan sólo en el año 2011 más de 35.000 euros en comilonas, tal y como se ha publicado. Y más si se tiene en cuenta que un año después se pide un euro por afiliado para tapar un agujero de más de 100.000 euros sin explicarnos de dónde viene. ¿Qué militante daría el visto bueno a esos gastos? Más bien pocos. El dinero gastado de tan alegre forma provenía de subvenciones públicas, de donaciones y de cuotas de afiliados. Todo aquel que sienta que su dinero ha sido mal empleado, por usar un término suave, tendrá cuando menos el derecho a pedir las explicaciones que considere necesarias. Y el Partido Popular deberá darlas.

Pero el principal asunto que está ocupando las portadas y que tiene a todo el mundo en vilo es el asunto Bárcenas. Las últimas declaraciones del ex tesorero popular son de lo más inquietante y están siendo aprovechadas por la izquierda de forma bastante miserable, por cierto. Del asunto de los sobresueldos ahora se ha pasado a una presunta financiación ilegal del Partido Popular y se exige la comparecencia ipso facto del Presidente Rajoy tras cada nueva revelación, su inmediata dimisión y hasta la convocatoria de elecciones anticipadas. Bárcenas se ha convertido en el perfecto aliado de la izquierda  que da por ciertas todas y cada una de sus afirmaciones las pruebe o no, se contradiga o no con declaraciones anteriores. ¿De qué estamos hablando realmente? Hay dos asuntos importantes en todo este embrollo: de una parta las afirmaciones de Bárcenas relativas a que ha ido repartiendo en la cúpula popular sobresueldos, a que dichos sobresueldos han podido ser en B (es decir, engañando a hacienda) y a que algunos de ellos podrían haber sido percibidos por ministros de Aznar, entre los que se cita a Rajoy, teniéndolo prohibido y, de otra parte, relativas a la posible financiación irregular o ilegal del Partido Popular. Salvo el famoso cuaderno de Bárcenas reflejando una hipotética contabilidad B del Partido Popular no ha aparecido aún prueba alguna que sustente todas las acusaciones del “cabrón” de Luis. Se sabe que el Sr. Bárcenas posee una considerable fortuna y se sospecha que su origen no es el que él cuenta. Se sospecha, pero aún no se sabe, que ese dinero puede provenir de donaciones superiores a las legalmente permitidas que el Sr. Bárcenas podría haber repartido con un exceso de caridad hacia si mismo, ya se sabe, la mitad para él, la mitad para el partido. De momento hay declaraciones suyas contradictorias, un cuaderno con una supuesta contabilidad B que él ha fabricado y unos SMS que no comprometen legalmente, aunque puede que moralmente sí, al Presidente Rajoy. Y con estos ingredientes el PSOE la está montando. Hay que reconocer que el Sr. Bárcenas le ha venido muy bien a los socialistas. Y en esta ocasión, como en el 11M, el Partido Popular está gestionando muy mal, muy torpemente la crisis. Por cierto, Bárcenas no chantajea al Estado de Derecho, si está haciendo algún chantaje será, en todo caso, al Partido Popular y a sus dirigentes. Las cosas claras.

Con la munición de Bárcenas, el PSOE ha aprovechado para pedir que Rajoy comparezca, para pedir su dimisión, para romper relaciones con el Partido Popular (¡qué les importa el paro o la ruptura de España!) y para anunciar hasta una hipotética moción de censura condenada al fracaso de antemano. El PSOE con un candidato al que ni en su casa lo quieren como tal, sin acuerdos parlamentarios viables y creíbles y sin los votos necesarios para que prospere está dispuesto a usar el mecanismo de censura con total y absoluta irresponsabilidad, sólo para hacer ruido y para desgastar más al gobierno. No hace falta insistir, por cierto, que a los socialistas además de un candidato solvente, además de los votos, les falta legitimidad moral para poder articular una moción de censura y es evidente que los responsables y encubridores en estos momento del latrocinio de más de 1.000 millones de los ERES andaluces carecen de legitimidad moral alguna, al igual que sus cómplices encubridores de IU de Andalucía. Estos no quieren moción de censura, quieren elecciones anticipadas para aprovechar el tirón vaticinado por las últimas encuestas. Su motivación es sólo pragmatismo electoral.

No hay por ahora prueba alguna de la existencia de sobresueldos ilegales en la cúpula popular (hechos en B o estando vigente alguna prohibición expresa como en el caso de los ministros). Tampoco hay prueba de financiación ilegal. Pero aún en este supuesto no está de más alguna observación. La financiación ilegal de los partidos políticos no es un delito. Puede que la haya en el Partido Popular, aún no se sabe y habrá de demostrarlo, pero hasta el día de hoy sí ha habido partidos condenados por casos de financiación ilegal. Tenemos el caso reciente de Unión Democrática de Cataluña y tenemos el lejano caso del PSOE con FILESA, MALESA Y TIME EXPORT. ¿Dimitió Felipe González por aquello? ¿Dimitió por haber nombrado en los cargos orgánicos de su partido a los que organizaron aquel tinglado? Evidentemente no. No resulta por tanto muy coherente que quienes entonces defendieron la continuidad de González reclamen ahora con tanto teatro la doctrina contraria. Y esto no quiere decir, ni mucho menos, que quienes creemos en la regeneración democrática no pensemos ni vayamos a dejar de exigir que se depuren responsabilidades, caiga quien caiga, si se demuestran irregularidades en la financiación de Partido Popular. Pero haya que exigir cada cosa en su momento y hacerlo cuando se puede hacer, es decir, cuando se tiene legitimidad moral y política para hacerlo.

A pesar de la desazón, de la tristeza y de la incertidumbre que muchos puedan sentir desde sus ideales políticos, ahora puestos en cuestión, hay que tener la certeza de que de esta negativa experiencia, de esta oscuridad política saldrá algo positivo. Más luz, más transparencia y más democracia interna que digan lo que digan sigue siendo el mejor antídoto contra estas situaciones.

Santiago de Munck Loyola


viernes, 5 de julio de 2013

¿Fin del sistema bipartidista?


La encuesta publicada hoy por el Periódico de Cataluña confirma las tendencias que han venido señalando otros estudios demoscópicos anteriores. Se confirma una gran caída en intención de voto de los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE (aunque llamar ahora partido nacional al PSOE sea inexacto) y un notable incremento tanto de IU y UPyD. Según las proyecciones de esta encuesta el PP seguiría siendo el partido más votado y obtendría en torno a un 28 % de los votos, es decir, un 16 % menos que en noviembre de 2011 y el PSOE, incapaz de aprovechar el desgate del partido del gobierno, se situaría de nuevo en el segundo puesto alcanzando un 25,5 % de los votos, el peor resultado de su historia electoral. La suma de los votos de ambos partidos que tradicionalmente se ha venido situando en torno al 80 % se derrumba hasta un 53,6 % lo que es interpretado por muchos analistas como el preludio del fin del bipartidismo en España.

Según esta misma encuesta y confirmando la tendencia apuntada en las anteriores, el derrumbe de PP y PSOE es aprovechado por los comunistas de IU que superarían el 15 % de los votos y por los híbridos de UPyD, el personalista partido de Rosa Díez, que rebasaría el 12 % de los votos. Y estas expectativas de voto en medio de una abstención record en la historia de nuestra democracia, el 40 %, que evidencia claramente una profunda desafección de una buena parte de la población hacia el sistema democrático vigente.

Desde la perspectiva de la gobernabilidad de nuestro país, el panorama no es muy alentador. Tenemos antecedentes históricos más que suficientes como para sospechar que un sistema de partidos tan fragmentado no es precisamente lo mejor para garantizar la imprescindible estabilidad gubernamental y, menos aún, cuando la propia supervivencia del Estado está puesta en tela de juicio por los desafíos de los partidos independentistas.

Parece claro que la fuga de votos del PSOE se dirige fundamentalmente hacia su izquierda, es decir, a favor de IU. Entre las causas de esta creciente pérdida de peso electoral seguramente estarán el recuerdo de la desastrosa gestión de la crisis por parte del Gobierno de Zapatero, la inexistencia de autocrítica, la ausencia de renovación dentro del socialismo, la falta de credibilidad en las labores de oposición lastradas por un clamoroso oportunismo, la debilidad del liderazgo de Pérez Rubalcaba, la desaparición del sentido nacional del PSOE siempre dispuesto a ceder terreno a los socialistas catalanes y escándalos tan graves como el caso de los EREs de Andalucía.

En cuanto al PP, la encuesta proporciona un dato importante: la mitad de los electores que se marchan votarían a UPyD. Este dato es muy significativo porque evidencia que una buena parte de votantes populares desencantados están dispuestos a otorgar su voto a un partido cuyos orígenes están en la izquierda y que, aunque ideológicamente confuso, mantiene posiciones alejadas del ideario político del centro derecha. Es muy probable que, aunque UPyD pueda ser caracterizado como un partido de centro izquierda, una buena parte del votante de centro derecho esté dispuesta a darle su voto porque encuentra en su discurso tres elementos importantes que no termina de distinguir con la suficiente nitidez en el discurso popular:
  • Una posición más beligerante y nítida a la hora de abordar el proceso para acabar con el terrorismo etarra.
  • Una posición más contundente frente a los nacionalistas y los diferentes procesos independentistas puestos en marcha.
  • Un discurso más radical respecto a la unidad del Estado y la reforma del sistema autonómico.

Si a esta peculiaridad se suma el evidente desgaste que toda acción de gobierno comporta y especialmente en una situación tan difícil como la que le ha tocado lidiar al Gobierno de Rajoy que ha derivado en graves incumplimientos del programa electoral y un profundo desencanto y bochorno por las continuas noticias sobre presuntos casos de corrupción que afectan al Partido Popular en todos los niveles y frente a los cuales no se transmite la imagen de una reacción contundente para acabar con los mismos, es fácil comprender esta fuga de votos. La política de comunicación del Gobierno no es buena y la del Partido Popular tampoco. Está pesando mucho más ante la opinión pública lo negativo que los logros del Gobierno que los hay y muy importantes. Es evidente que los resultados de la doctrina Arriola, “ponerse de perfil frente a los problemas”, no sirve o al menos así lo señalan las encuestas. El PP tiene delante una importante tarea si quiere seguir siendo un gran partido con capacidad de gobierno y en la casa deberían preguntarse quién se va, por qué se va y rectificar lo que haya que rectificar que no es poco.

Santiago de Munck Loyola

martes, 14 de mayo de 2013

Del cordón sanitario a “un pacto por favor”.



¡Cómo cambian los tiempos! Hace pocos años, ayer como quien dice, el Sr. Rubalcaba, junto a los demás miembros de su partido, era uno de los promotores de aquella estrategia antidemocrática llamada del “cordón sanitario” al PP o lo que es lo mismo, al “PP ni agua”. El PSOE promovió entonces un aislamiento político al Partido Popular a todos los niveles, promoviendo cualquier tipo de alianzas y pactos con cualquiera con tal de no acordar nada con el Partido Popular. De esta forma y durante dos legislaturas, el PSOE, con un respaldo electoral muy inferior al que obtuvo el Partido Popular en las últimas elecciones, tomó toda clase de decisiones e impulsó todo tipo de reformas legislativas sin sentarse a hablar con el Partido Popular, sin diálogos, ni consensos, que para eso estaba en vigor el llamado “cordón sanitario”. Sin acuerdos con el principal partido de la oposición y con un visible ánimo revanchista, los socialistas deshicieron todo lo que pudieron y a velocidades de vértigo: la reforma educativa, el Plan Hidrológico Nacional, la política antiterrorista, la política exterior renunciando al mayor peso obtenido para España en la Unión Europea, etc. Hasta la ley de aborto fue objeto de una importante reforma sin contar para nada con la oposición consiguiendo que España sea el único país del mundo en que las menores puedan abortar sin conocimiento ni autorización de sus padres.

Hoy, el panorama es muy distinto. El Sr. Rubalcaba y los suyos, además de seguir horadando su suelo electoral, por cierto con excelentes resultados, no dejan de ofrecer supuestos pactos y no paran de apelar al diálogo al Gobierno. Un diálogo que ellos nunca ofrecieron y un consenso que siempre negaron. Hoy cualquier reforma del nuevo gobierno es sistemáticamente descalificada, es tachada de contrarreforma al mismo tiempo que se ofrecen pactos. La experiencia demuestra cómo construye y cómo gestiona los pactos el PSOE y no hay más que recordar lo sucedido en torno al pacto antiterrorista.

La última generosa oferta del Sr. Rubalcaba versa sobre la política económica. Es verdad que el PSOE pide ahora muchas cosas que no quiso, pudo o supo hacer como se ha visto en el tema de la dación en pago pero, ahora, la nueva propuesta socialista introduce elementos tan novedosos como curiosos, algunos incluso fuera de la esfera del sentido común. El Sr. Rubalcaba acaba de presentar una serie de medidas para pactar con el Gobierno. Como era de esperar, los socialistas se decantan por seguir tirando del dinero público sin concretar de dónde piensan que se podrían obtener los recursos necesarios para ello sin subir los impuestos o sin incrementar el endeudamiento público, cuyos intereses nos están ahogando. El PSOE propone  créditos de hasta 30.000 euros por cada contrato indefinido de un desempleado, por ejemplo, o que las empresas de menos de 50 trabajadores que amplíen su plantilla con desempleados y la mantengan durante el tiempo de aplicación de los estímulos laborales, tengan una bonificación extraordinaria del 100 % de las cotizaciones sociales el primer año, el 75 % el segundo y el 50 % el tercero, aumentando así el desequilibrio de sus cuentas o la creación de un Fondo de Emergencia contra la Pobreza, con una dotación de hasta mil millones de euros para 2013, sin especificar de dónde se saca ese dinero.

La propuesta de pacto al Gobierno abarca la política de vivienda, control de precios, modelo fiscal, modelo de crecimiento y política industrial, reformas en el sector de la energía y de las profesiones reguladas, reforma de las administraciones públicas y una ley de transparencia pactada, como si no pudieran llegar a acuerdos en el trámite parlamentario de la que se está tramitando. Y tiene su miga que en cuanto a las pensiones, el PSOE advierta que no apoyará nuevas reformas sin el consenso de los integrantes del acuerdo tripartito que modificó el sistema en 2013, y aboga por mantener el pacto de Toledo, suscrito hace 20 años y que, afirma el documento, "es un activo intangible que debe ser preservado". Un activo intangible siempre y cuando que el que lo toque no sean ellos, se entiende.

Parece que ya ha quedado claro que esa ocurrencia de tocar el dinero del rescate bancario para otros fines diferentes a los que tenía asignado no tiene encaje legal en la Unión Europea y que la peregrina propuesta de dar dinero a las empresas a cambio de que no se produzcan despidos, se ha encargado el mismo Felipe González de tirarla por tierra.

Es evidente que los dirigentes socialistas siguen a lo suyo, en no reconocer los errores y las responsabilidades que nos han traído hasta aquí, en insistir en modelos y políticas económicas suicidas, en seguir profundizando en estrategias suicidas y en intentar hacer creer que tienen una alternativa cuando lo que en realidad proponen es una fotocopia de su pasado más reciente. Rubalcaba y los suyos van a conseguir hacer realidad de frase del recientemente fallecido Giulio Andreotti de que el “poder desgasta, sobre todo cuando no se tiene”.

Santiago de Munck Loyola