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martes, 22 de enero de 2013

Poca munición para Rubalcaba.



Todo este jaleo que han organizado las informaciones sobre las cuentas suizas del Sr. Bárcenas está dando mucho juego político aún antes de que hayan aparecido todos los cabos sueltos que parecen existir. La corrupción siempre ha sido un arma arrojadiza entre los partidos políticos; el “y tú más” está y ha estado siempre a la orden del día. Pero en todo este lío aparecen algunas declaraciones y actitudes muy significativas. No estamos ante un asunto aislado, un posible caso de corrupción en el paraíso de la honestidad pública, sino de un caso más, cuyo alcance e implicaciones está aún por conocer, entre una larguísima lista de casos que alcanzan a prácticamente a todos los partidos que tocan o han tocado poder. Y por eso, porque no es el primer caso, ni desgraciadamente el último, llaman la atención las declaraciones de unos y otros.

Sin señalar a nadie resulta extremadamente sospechoso el silencio de algunos en torno a las cuentas suizas del clan Pujol o del padre del Presidente de la Generalidad catalana; o la afonía crónica que han venido padeciendo otros respecto al fraude de los ERES en Andalucía que han supuesto la desaparición de muchos más millones de euros que los apuntados al Sr. Bárcenas en Suiza o del escándalo de Santa Coloma; qué decir de la falta de petición de  excusas a los españoles por haber montado toda una trama de financiación ilegal de su partido a través de empresas como Filesa, Malesa y Time Export; o el silencio ante el latrocinio de fondos reservados, el BOE, los huérfanos de la Guardia Civil; o el mirar hacia otro lado cuando se habla de la operación Campeón. En fin que la lista de los silencios, y no de los corderos precisamente, es interminable. Sin ir más lejos, cuando hoy mismo se preguntaba a algún responsable socialista sobre el pago de 600.000 euros de una Fundación socialista, nutrida con fondos públicos, a familiares y amiguetes de los más altos dirigentes socialistas responden sin despeinarse que se trata de “pagos legales y, por supuesto, morales”. Y se quedan tan frescos. La Sra. Soraya Rodríguez no debe saber lo que el nepotismo. Y para qué mencionar los problemas tributarios de la Sra. Valenciano en la Comunidad Valenciana, en Alicante sin ir más lejos.

Sin embargo, al que hoy le ha debido traicionar el subconsciente es al Sr. Pérez Rubalcaba. Interrogado sobre la propuesta del Presidente Rajoy para concluir un pacto contra la corrupción el Sr. Rubalcaba se desmelena y lo rechaza diciendo que PSOE y PP no pueden dar la impresión de que llegan ahora a un acuerdo para tapar las vergüenzas de un caso de corrupción. No, no se trata de eso, un pacto contra la corrupción no se formula para tapar las vergüenzas de nadie, sino para adoptar de forma conjunta las medidas legales y políticas que conduzcan a imposibilitar que se vuelvan a producir casos de corrupción. ¿En qué estaría pensando el Sr. Rubalcaba? ¿Qué quiere tapar? Y tratando de sacar pecho, como lo describe algún medio de comunicación, el Sr. Pérez Rubalcaba ha proclamado que “en el PSOE no hay un euro negro, ni cuentas en B, ni comisiones ilegales”. Estupendo, ya era hora. Pero esa afirmación ¿qué significa? ¿Qué en los demás partidos sí las hay? ¿Tiene pruebas de ello?

Estamos atravesando no solamente una dura crisis económica, sino también una peligrosa crisis política e institucional. En este contexto los partidos políticos deberían hacer un gran esfuerzo por recuperar la credibilidad y la confianza de los ciudadanos, cada vez más hartos de estos denigrantes espectáculos que manchan a toda una clase política compuesta en su mayoría por gente honesta. Hoy, como ayer, hay problemas de corrupción porque los partidos políticos no han resulto de forma clara el problema de su propia financiación y porque no han querido adoptar mecanismos de garantía y control en los procedimientos de contrataciones de las administraciones públicas o las regulaciones urbanísticas, ni han querido acabar con las grandes dosis de discrecionalidad que en ambos campos se aprecian. Es una asignatura pendiente y no se pueden permitir el lujo de volverla a suspender.

Le guste o no a la oposición socialista, la respuesta que el Partido Popular ha dado ante las informaciones publicadas sobre posibles irregularidades económicas ha sido rápida y certera. Tanto desde un punto de vista del funcionamiento interno del partido mediante una doble revisión de sus cuentas, como desde el punto de vista político con la próxima comparecencia de Montoro, el Presidente Rajoy ha establecido un camino transparente y lo ha hecho con una rapidez muy superior a la empleada por otros años atrás. Otra cosa es, y lo estamos viendo, que con estas medidas esté dejando sin munición a algunos francotiradores.

Santiago de Munck Loyola


domingo, 16 de diciembre de 2012

La izquierda incoherente y sin memoria reciente.


En los últimos tiempos y especialmente en la última semana buena parte de los dirigentes de la izquierda  nos están ofreciendo todo un recital de incoherencia, de amnesia selectiva y de cinismo político. Cuando uno escucha determinadas declaraciones y observa algunos comportamientos no tiene más remedio que preguntarse si estos dirigentes políticos se creen realmente lo que dicen y hacen o si creen que los ciudadanos somos tontos o desmemoriados. Cuanto más grandilocuentes son sus descalificaciones sobre las diferentes medidas que ha ido tomando el Gobierno de Rajoy más se pone en evidencia, de una parte, la urgencia de su adopción y, de otra, que los causantes de las mismas son sobre todo los solemnes vociferantes socialistas y sus satélites sindicalistas.

El actual aparato dirigente de lo que queda del PSOE tras el émulo de Atila, Zapatero, parece que ha hecho suyo el enunciado de Goebbels “una mentira repetida mil veces se transforma en una verdad” y, por ello, se han lanzado a una frenética carrera para condenar la revalorización de las pensiones para el año 2013 aprobada por el Gobierno de Rajoy. Sin cortarse un pelo repiten mil y una vez que el Gobierno no sube las pensiones o que las ha congelado y poniéndose al frente de la manifestación, los socialistas, los únicos que en las historia de la democracia congelaron las pensiones en 2010, tratan con la complicidad de los amnésicos grupos parlamentarios de la oposición de utilizar como tercera cámara legislativa al Tribunal Constitucional. Y sin despeinarse. Hay que ser muy cínicos, tener mucha cara dura y despreciar mucho al ciudadano para enarbolar una falsedad semejante y presentar un recurso de inconstitucionalidad. Si presentan un recurso contra este incremento de las pensiones ¿por qué no lo presentan de paso contra la congelación del año 2010? Si por una de esas extrañas cosas que a veces pasan en el Tribunal Constitucional ganasen el recurso todos los pensionistas se lo agradecerían eternamente.

No ha habido ninguna congelación de las pensiones para el año 2013. El Gobierno ha aprobado una revalorización de las pensiones que, eso es cierto, no alcanza el incremento que el IPC ha sufrido en el último año pero que, en todo caso, sí supone una mejora de las pensiones superior desde luego a la que el tandem Zapatero-Rubalcaba aprobó en el año 2010. Seguramente el Gobierno habría deseado poder subir las pensiones incluso por encima del IPC pero no lo ha podido hacer, entre otras cosas, por el inmenso agujero en las cuentas públicas dejado por el Sr. Rubalcaba y sus conmilitones. Ni tenemos un Gobierno masoquista al que le encanta fastidiar a los votantes para perder votos, ni tenemos un Gobierno irresponsable subido en una nube fumando brotes verdes, ni tenemos, afortunadamente, un Gobierno de conjunciones planetarias. Se podría comprender que el incremento aprobado fuese discutido en cuanto a su distribución en función de la cuantía de las pensiones para reclamar más incremento para las mínimas y menor para las más altas, pero no a eso se han dignado los amnésicos pirómanos de las calles.

Otro de los aspectos en los que buena parte de la clase dirigente de la izquierda está dando sobradas muestras de su maestría en la incoherencia y el cinismo es de la sanidad pública y, en especial, la madrileña cuyo Gobierno Regional ha iniciado un plan de reformas que incluye la privatización de algunos servicios hospitalarios y de 23 centros de salud. Hasta ahora, la Comunidad de Madrid ha venido insistiendo en que los centros sanitarios van a seguir siendo públicos y sólo va a privatizar determinados servicios complementarios. Algo que se parece mucho al modelo que se viene siguiendo en la Junta de Andalucía desde hace muchos años. El modelo de conciertos significa que centros sanitarios que son privados, "con gestión privada y actividad propia", realizan "alguna actividad programada que se encarga por parte del SSPA", afirmaba hace unos días  la Consejería de Salud y Bienestar Social de Andalucía. Puede, y aún no se sabe, que haya diferencias cuantitativamente en función de la cantidad de servicios complementarios a privatizar pero una cosas es cierta: cualitativamente parecen el mismo modelo.

Por último y por citar sólo un ejemplo más de la incoherencia y el cinismo de parte de esta izquierda poszapateril tenemos el caso de los ERE puestos en marcha por los sindicatos al amparo de la denostada reforma laboral y especialmente por CCOO. Tiene lo suyo que este sindicato, tan dócil y subvencionado con el Gobierno anterior, haya hecho un “casus belli” de la Reforma Laboral y que simultáneamente se apreste a aplicarla con devoción a centenares de sus propios empleados. ¿Cabe mayor prueba de incoherencia y de cinismo?

Mal camino es éste para que la credibilidad en la clase dirigente española pueda recuperarse. Cuando no es la derecha es la izquierda y cuando no las dos juntas. Los ciudadanos nos merecemos más respeto y algunos, que no todos, parecen empeñados en hacernos comulgar con ruedas de molino. Mal camino, sí señor.

Santiago de Munck Loyola

domingo, 30 de septiembre de 2012

El PSOE tiene un problema y los demás también.




El secretario de Organización del PSOE, Óscar López, el que no recordaba en campaña las tres razones por las que se debía votar al PSOE, afirmó hace un par de días que su partido "no está de acuerdo con el derecho a decidir", concepto incluido el jueves en una resolución impulsada por el PSC en el Parlamento catalán y que no prosperó. La que sí prosperó fue la resolución independentista de CiU con la abstención de los socialistas catalanes. 

Según el Sr. López "la posición de los socialistas de Cataluña es una posición que defiende la legalidad, la Constitución y que en España decidimos todos juntos". Debe ser por eso que los socialistas se han abstenido ante la resolución independentista del Sr. Mas. Auténticos malabares y toda clase de filigranas políticas están haciendo estos días los socialistas para tratar de explicar a los ciudadanos la posición de sus correligionarios en Cataluña.

Por su parte, el ex Presidente socialista extremeño se ha descolgado con una pintoresca propuesta: ha exigido a Cataluña que si se independiza devuelva a las 150.000 personas que "fueron sustraídas" de la comunidad, "más sus hijos y sus nietos". "El 'president' nos tendría que devolver antes lo que se llevó hace 30 o 40 años. No me refiero a las riquezas materiales, sino a seres humanos", ha escrito en su blog. Y se ha quedado tan ancho confirmando con ello lo que muchos sospechábamos  que cualquiera puede llegar a presidir una Comunidad Autónoma.

Más al sur, el vicesecretario general del PSOE de Andalucía, Mario Jiménez, aseguró que “no entendía la posición del PSC en relación con la abstención sobre la convocatoria del referéndum aprobado por el Parlamento catalán”. Según él, “lo ocurrido en el Parlamento de Cataluña es una huida muy peligrosa y un mensaje que no es de recibo en el momento que estamos viviendo y en el que está atravesando nuestro país”. El número dos del PSOE andaluz reclamó además una posición de los socialistas catalanes “más clara y más contundente en defensa de Cataluña, de España y de la Constitución” o sea, pedir peras al olmo. Esta petición responde, a todas luces, a la falacia permanentemente instalada en seno del PSOE de que sus colegas catalanes comparten criterios constitucionales. Sólo se engaña a si mismo quien desea permanecer en la ignorancia: el Estatuto catalán fue una muestra inequívoca de que los socialistas catalanes, con la bendición de Zapatero, no compartían los principios de cohesión territorial que tanto ha proclamado el PSOE. 

Y como para tapar estas vergüenzas propias no hay nada mejor que intentar señalar las ajenas, aunque para ello haya que inventárselas, el Sr. Rubalcaba, patriota donde los haya, y dispuesto a cerrar filas con el Gobierno de España ante un desafío independentista como éste se ha apresurado a equiparar la defensa de la Constitución que hace Rajoy con el desafío independentista de Mas. Para Rubalcaba, Mas es un irresponsable por promover la confrontación y Rajoy es otro irresponsable por defender la Constitución. ¡Toma ya!

Hay que recordar de paso que gracias a Rubalcaba y a Zapatero el Gobierno de España dispone de un instrumento menos para poner en su sitio a Mas. Fue el PSOE el que en 2005  anuló la ley que tipificaba como delito la convocatoria ilegal de referendos, aprobada por Aznar para parar los pies a Ibarretxe.

Hoy el PSOE tiene un problema y, además, grave. Ha dejado de ser un partido de ámbito nacional y sus principios no están representados en Cataluña. Los socialistas catalanes son un partido diferente al PSOE y como tal decidirá su propio rumbo. Pero si el PSOE se queda cojo en Cataluña es España la que tiene un problema añadido.

El desafío independentista constituye un gravísimo problema para todos los españoles y su solución no puede ser responsabilidad exclusiva del Gobierno, sino de todos los partidos, de todas las entidades y de todos los ciudadanos que creen en la Constitución y en la igualdad entre todos los ciudadanos. Y toda nuestra clase política ha sido y es la responsable de la actual situación: por haber diseñado un inadecuado modelo territorial en la Constitución y no haber tenido la valentía política para perfeccionarlo, por haber cedido siempre a las pretensiones de los independentistas, camuflados de nacionalistas a secas, por mantener un sistema electoral que prima a los independentistas, por haber cedido la educación para que fueran cultivando durante décadas sentimientos antiespañoles sustentados en manipulaciones de la historia, por ceder tributos a cambio de votos o por hablar catalán en la intimidad para lo mismo, por vender toda una herencia histórica a cambio de míseras y coyunturales cuotas de poder. El PSOE tiene un problema y el PP y Cataluña y España. Un enorme problema para el que nuestra clase política no parece estar preparada.

Santiago de Munck Loyola


domingo, 16 de septiembre de 2012

La Diada, los sindicatos y los socialistas.



Es un hecho incuestionable que las interpretaciones y las lecturas que se hacen sobre las numerosas manifestaciones que se desarrollan en nuestra Nación dan para mucho. Siempre resulta llamativa la disparidad sobre las cifras de los asistentes a una manifestación. Como es lógico cada uno barre para su casa. Los convocantes no tienen ningún empacho en inflar el número de asistentes, aunque sea a costa de dinamitar las leyes físicas más elementales. De hacer caso a sus cifras habría que admitir que en España es físicamente posible que en un metro cuadrado puedan manifestarse sin problema alguno hasta 10 personas. En el otro extremo suele situarse el Gobierno de turno que siempre trata de rebajar, si así sirve a sus intereses políticos, el número de participantes en una convocatoria. ¿Y la prensa? Pues, como es lógico, también arrima el ascua a su sardina en función de su color político y de su sintonía con el gobernante de turno.

Hace pocos días, coincidiendo con la Diada de Cataluña, se celebró una manifestación independista en Barcelona. Fue, sin lugar a dudas, una manifestación impresionante. Cientos de miles de personas, entre 600.000 según la Delegación del Gobierno y 1.500.000 según los organizadores, se dieron cita para reclamar la independencia de esta región española. Niños, jóvenes, mayores de toda condición social se dieron cita en una convocatoria estimulada y apadrinada por el Gobierno autonómico. Cientos de autocares de todas las esquinas de Cataluña se dieron cita la capital y el resultado fue una enorme manifestación. No es un hecho menor, todo lo contrario. Es un signo inequívoco que no puede ser pasado por alto por las fuerzas políticas y que, a pesar de que seguramente hoy lo prioritario deba ser buscar soluciones para los millones de ciudadanos exhaustos por la crisis, debe ser anotado en la agenda de prioridades políticas de nuestra clase política.

Dicho lo anterior, seguramente habrá que poner también el debate y el análisis de lo ocurrido en sus justos términos. En primer lugar, porque si realmente se ha manifestado por la independencia de Cataluña un millón de catalanes lo cierto es que otros seis millones se han quedado en casa. Una abrumadora mayoría de catalanes no se ha sumado a este acto independentista celebrado en un día y en un clima festivo. Tras la manifestación, transportado quizás por una euforia propagandística, el Diputado de Esquerra Republicana Alfredo Bosch se despachaba así en el Congreso de los Diputados: "Yo les pido que… reaccionen a tiempo, que no se retrasen, que lean en los labios del pueblo lo que el pueblo sabio y libre les está exigiendo por igual aquí y en Barcelona… Si el pueblo pide independencia, díganlo, no es tan difícil, no hace falta buscar el enésimo eufemismo. De hecho es muy fácil y se quedarán muy descansados. In-de-pen-den-ci-a. No es difícil, pruébenlo. Les gustará. In-de-pen-den-ci-a. Lo dijeron millones de personas, lo pueden decir ustedes, no es difícil de pronunciar". Hombre, puestos así, Sr. Diputado se le podrían deletrear a usted muchas palabras para que aprenda algo, por ejemplo, de-ma-go-go. El pueblo no ha pedido independencia, no. Una parte de él, sí, pero no todo, ni siquiera la mayoría. El pueblo catalán, en su inmensa mayoría, se quedó en su casa en la Diada. Al igual que cuando se trató de aprobar el vigente Estatuto de Cataluña. El 52% de lo catalanes no votó, se quedó en su casa o en la playa. Y un dato más, Sr. Bosch, los catalanes votan más cuando se trata de las elecciones generales que cuando se trata de las autonómicas. ¿Por qué será? Por cierto, los señores de ERC y algunos otros cuando atribuyen a un grupo más o menos numeroso de manifestantes la “voluntad del pueblo” recuerdan con nitidez a Franco que hacía exactamente lo mismo cada vez que la Secretaría General del Movimiento le llenaba la Plaza de Oriente. Ni entonces, ni ahora el pueblo manifestaba su voluntad soberana. Hoy por hoy sólo es posible expresarla en las urnas.

A propósito de la manifestación independentista hay que resaltar el doble lenguaje, una vez más, de los socialistas. A la manifestación independentista acudieron muchos dirigentes del PSC y hoy se ha podido ver a los mismos aplaudir al Sr. Rubalcaba al afirmar en la Fiesta de la Rosa que el Sr. Mas tendría enfrente a los socialistas si optaba por el camino independentista. ¿En qué quedamos? ¿A qué juegan los socialistas?

Y para interpretaciones paranoicas sobre asistentes a manifestaciones las de hoy a propósito del nuevo fracaso cosechado por los sindicatos con las manifestaciones de ayer. Con la que está cayendo, con todos los recortes que se están imponiendo como consecuencia de la herencia socialista, con el descontento social existente y con el tremendo esfuerzo y movilización que han llevado a cabo los sindicatos, el número de participantes ayer en Madrid en la convocatoria sindical sólo puede ser considerado de fracaso. Y lo cierto es que no faltan motivos para protestar y manifestarse, pero cuando quien convoca son los cómplices del desastre económico heredado, jaleados por los autores del desaguisado, lo más normal es que muchos ciudadanos decidan quedarse en casa. Unos sindicatos incapaces de subsistir sin el dinero de los contribuyentes, unos sindicatos inmóviles mientras se rebasaban los cuatro millones de parados, unos sindicatos que hasta el último momento apoyaron al anterior Gobierno no es que tengan mucha legitimidad para abanderar el descontento social y, menos aún, enarbolando lemas tan estúpidos como el de que “quieren arruinar el país” o “quieren acabar con todo”. Simplezas las justas, por favor. 

Y una vez más, el Sr. Rubalcaba, se descuelga con una interpretación, no por peregrina menos peligrosa desde una perspectiva democrática, afirmando que, visto el “éxito” de la manifestación de ayer, el Gobierno ha perdido la mayoría social. Sinceramente, cuando la AVT o la Iglesia inundaron de manifestantes la Castellana no le oímos al Sr. Rubalcaba decir que su partido había perdido la mayoría social ¿a que no? Las únicas mayorías que valen para gobernar nuestra Nación son las parlamentarias, le guste o no al Sr. Rubalcaba y a los sindicatos. Y todo lo que no pase por ahí sólo es golpìsmo.

Santiago de Munck Loyola

jueves, 12 de julio de 2012

"Los españoles no podemos elegir, no tenemos esa libertad", pero el Gobierno sí.

Tiene razón el Presidente del Gobierno, toda la razón del mundo: los españoles no podemos elegir, no tenemos esa libertad. Es cierto. Ahora, no podemos elegir. Lo hicimos el pasado 20 de Noviembre. Elegimos por mayoría absoluta echar al cómplice y socio del incompetente Zapatero, el Sr. Rubalcaba, y dar nuestro voto al Partido Popular, al programa electoral del Partido Popular y a su candidato a la Presidencia del Gobierno. Elegimos hace seis meses y hasta dentro de tres años no podremos volver a elegir. Y quizás por eso se ve obligado a hacer lo que hace: incumplir el programa electoral del Partido Popular, los principios programáticos e ideológicos del mismo y sus propias promesas.

Es verdad, los españoles no tenemos ahora la libertad de elegir aunque el Presidente se haya visto obligado a romper el contrato electoral con quienes le votamos, porque no hay que olvidar que un programa electoral es un contrato con el votante. Ya se sabe que los programas electorales son en ocasiones lo suficientemente ambiguos como para poder hacer una cosa o la contraria, pero en algunos aspectos son tan concretos, tan precisos que cuando se incumplen no hay modo de disfrazarlo. Si el programa electoral del PP del año pasado se basaba en un análisis de la realidad tan deficiente que sus promesas no pueden ahora ser cumplidas ¿quién tiene la culpa? ¿los electores? Evidentemente no.

Los ciudadanos no podemos elegir ahora, pero el Gobierno sí. Es falso que no tenga otro remedio que adoptar las decisiones que ha tomado, que no hay alternativa. Claro que la hay y no hay más que volver a los principios programáticos del Partido Popular o, incluso, al propio programa electoral para comprobarlo. Para adoptar decisiones basadas en criterios socialistas y ajenos al liberalismo no hacía falta cambiar de Gobierno.

Hoy nuestras administraciones no tienen otro remedio que gastar menos e ingresar más. Hemos estado gastando más de lo que ingresábamos y hay que pagar los agujeros presupuestarios. Pero no se trata sólo de saldar la desastrosa herencia de Zapatero, el problema es que seguimos gastando más de lo que recaudamos y los agujeros de siguen agrandando.

Tenemos una estructura estatal que es insostenible y en eso coinciden todos los analistas económicos. Y esa propia estructura y la clase política que la dirige es la responsable del déficit presupuestario y simultáneamente del freno al crecimiento que impide generar más ingresos.

Del conjunto de medidas adoptadas hay muchas que podrían tener alternativa y aquí van algunos ejemplos:

-           La reducción de un 30 % del número de concejales no pasa de ser una anécdota. En gran cantidad de municipios españoles, los concejales no cobran sueldo alguno y su reducción no va a tener un efecto económico significativo. Sin embargo, la supresión del Senado, la drástica reducción del número de diputados autonómicos o la eliminación de instituciones duplicadas sí que lo tendría. Más de 120 seudo embajadas autonómicas, televisiones autonómicas y locales, defensores del pueblo regionales y tribunales de cuentas autonómicos, cuando menos, sobran.

-           La limitación de los sueldos de los alcaldes es lógica, pero insuficiente. Una vez más de apuesta por presionar al sector más débil de las administraciones en lugar de optar por una regulación total del sistema de retribuciones con dinero público. Es inadmisible que los miembros del Consejo de Estado, los Presidentes Autonómicos o sus Consejeros, los directivos de empresas públicas como NAVANTIA, SEPI, RENFE, AENA, ADIF o REE o los directivos de bancos que reciben ayudas públicas ganen más que el Presidente del Gobierno.

-           La reducción de subvenciones a partidos, sindicatos y organizaciones empresariales también es insuficiente. Si no hay dinero para mantener el nivel actual de prestaciones por desempleo no debería haber ni un euro para los primeros. Deben sostenerse con las cuotas de sus afiliados y si no pueden que cierren los chiringuitos.

-           La subida del IVA, por mucho que lo exija Europa, es miope y de efectos transitorios y contraproducentes. Habrá una subida inmediata y momentánea de la recaudación, pero el consumo caerá, aumentará el paro generando más gastos para prestaciones sociales y disminuirá la recaudación del IVA. Hay que señalar, además, que el aumento del IVA va a agrandar el déficit de todas las administraciones locales. Al contrario, una bajada de tipos junto con una reducción del IRPF provocaría un aumento del consumo y, por tanto, una mayor recaudación de este impuesto junto con más empleo y menos gastos sociales. Además, si esta reducción se acompañase con un aumento del impuesto de sociedades a las grandes empresas exclusivamente se recaudarían, según los técnicos de hacienda, más de 20.000 millones de euros. Igualmente, un incremento de la tributación de las SICAV también mejoraría la recaudación tributaria.

-           La eliminación “transitoria” de una paga extra a los empleados públicos es injusta hacia un colectivo que ha venido perdiendo poder adquisitivo constantemente en los últimos años y al que Rajoy prometió pública y expresamente no reducir el sueldo. No puede dejarse pasar por alto el insultante aplauso de la bancada popular ante el anuncio de esta medida. Como tampoco puede obviarse que quienes van a aprobar este recorte sólo se lo aplicarán a si mismos voluntariamente ¿dónde está la igualdad ante la ley? Esta medida perjudicará aún más a la caída del consumo profundizando la recesión.

-           Otra medida que debería se puesta en marcha y que evidencia la existencia de alternativas sería la absoluta liberalización del sector eléctrico para que una competencia real aliviase notablemente las facturas de los consumidores y, por otra parte, la supresión de los 6.000 millones anuales de subvenciones y primas a las eléctricas. Del mismo modo, la ampliación del período de vida útil de las centrales nucleares parece insuficiente habiendo podido apostar por un nuevo impulso a este sector.

-           Acelerar la jubilación a los 57 años es ahondar en un error socialista. ¿Por qué no se han prohibido ya las prejubilaciones en empresas con enormes beneficios como Telefónica y que tantos millones nos cuestan?

-           Ni una palabra a la posibilidad de cobrar a los reclusos por delitos económicos (ejemplo Julián Muñoz) los millones de euros que su estancia en prisión nos ocasiona a los ciudadanos o de reducir los 657 millones de euros que los delincuentes extranjeros cuestan anualmente al Estado. Podría reformarse la ley para que los extranjeros condenados, excepto los reos por delitos contra las personas, fueran expulsados de España y repatriados a su lugar de origen por el doble de tiempo de la condena que se les hubiese impuesto. Sería mucho menos gravoso para todos los contribuyentes.

Como puede verse hay alternativa. El Gobierno y el Presidente sí pueden elegir otra cosa distinta a la que han elegido, los ciudadanos. Le honra al Presidente Rajoy dar la cara y reconocer que está haciendo lo contrario a lo que le gusta, pero ese reconocimiento no justifica desde una perspectiva ideológica el acierto de las medidas adoptadas ni su congruencia ideológica con el Partido y los votantes que le sostienen. Debería considerar que si hoy los españoles no podemos elegir, dentro de tres años y medio sí podremos hacerlo. Y debería considerar igualmente que él sí que tiene alternativas, que no existe un solo camino para salir del pozo en el que el PSOE ha metido a España.

Santiago de Munck Loyola

domingo, 1 de abril de 2012

Nunca digas de esta agua no beberé…

Hace unos días, un amigo, Valentín, comentaba un enlace relacionado con el nuevo presupuesto y recordaba lo que decía la Vicepresidenta a propósito de la reforma laboral del PSOE de 2010 para concluir subrayando lo falsos que son los políticos. Sin llegar a generalizar sobre todos los políticos, hay que admitir que no es ociosa esta afirmación sobre una buena parte de la clase política.

No cabe duda que los políticos no tienen una buena imagen entre la mayoría de los ciudadanos y que la causa de ello se encuentra, con toda seguridad, en sus propios comportamientos y actitudes. El desprestigio de la clase política es responsabilidad casi exclusiva de la propia clase política y, quizás, de parte de los medios de comunicación. Por cierto, digan lo que digan algunos tertulianos políticos, denunciar los comportamientos inmorales de algunos políticos no supone ni desprestigiar al sistema democrático, ni poner en peligros la vigencia de los valores sobre los que se asienta. Todo lo contrario, es y debería ser un deber inexcusable para lograr la regeneración del sistema democrático. La vitalidad y enraizamiento de un sistema político entre los ciudadanos depende se su capacidad de regeneración permanente.

El éxito de cualquier profesional depende, en gran medida, del crédito que tenga, de la credibilidad sobre su capacidad que pueda ofrecer a quienes, en un momento dado, deseen usar sus servicios. Y los políticos no son excepciones, es más, su éxito depende fundamentalmente de su credibilidad. Y esas credibilidad se extiende a muchas facetas de su vida, incluso, a las que deberían pertenecer a la esfera privada. La armonía entre lo que dijeron y lo que ahora dicen, entre lo que dicen y lo que hacen es fundamental. Sin embargo, no nos tienen acostumbrados a eso. Parece que todo vale con tal de justificar sus cambios y sus contradicciones.

Parte del problema radica en esa necesidad que algunos tienen de pronunciarse siempre sobre cualquier tema de debate político y de hacerlo, además, sobre posiciones perfectamente previsibles en función de dónde se encuentren, de si están en el Gobierno o en la Oposición. Y, además, lo hacen trasladándonos a los ciudadanos mensajes simplistas y maniqueos como si no fuésemos capaces de distinguir matices o precisiones que puedan modular los análisis que realizan. Nos suelen tratar como a niños a los que no hay que dar demasiadas explicaciones. Lo vemos cada vez que hay una campaña electoral o cada vez que les ponen un micrófono delante. Ni es necesario que opinen sobre todo, ni es preciso que lo hagan en términos de blanco o negro.

Lo acabamos de ver respecto al debate sobre la reforma laboral y lo volvemos a ver sobre el debate de la mal llamada “amnistía fiscal” (legalmente prohibidas) incluida en el proyecto de presupuesto. Resulta inconcebible que una regularización fiscal fuera absolutamente inaceptable en 2010 cuando la propuso el PSOE y que ahora resulte que es el único camino encontrado para ingresar 2.500 millones de euros y poder así eludir una subida del IVA. Es cierto que las circunstancias económicas han empeorado desde entonces pero ¿tanto? Si política y moralmente era inaceptable en 2010 ¿no lo será ahora también? Y si ahora, para el PSOE, esta nueva regularización fiscal resulta inaceptable porque significa “premiar a los defraudadores” ¿no lo era también en 1984, en 1991 y en 2010? ¿Cómo es posible que el Sr. Rubalcaba descalifique tan rotundamente una medida que él mismo aprobó en el pasado? ¿Son malas las regularizaciones fiscales cuando las propone el PSOE y buenas cuando lo hace el PP? ¿Son una maravilla, hasta el punto de hacer tres, cuando las impulsa el PSOE y un pecado cuando lo hace el PP?

Son situaciones como éstas las que ponen en evidencia la inteligencia de algunos políticos y el escaso respeto que manifiestan hacia los votantes que nos inducen a generalizar sobre la mala imagen de la clase política. La aplicación de la Ley del embudo como norma transversal, las descalificaciones simplistas y categóricas y la ausencia absoluta de autocrítica no contribuyen a mejorar la credibilidad de la mayoría de los políticos. Deberían recordar aquello de “nunca digas de este agua no beberé y este cura no es mi padre”.

Santiago de Munck Loyola

sábado, 4 de febrero de 2012

Gana Rubalcaba y pierde Pajín.

Despejada la incógnita después de tantas semanas de pugna interna por el liderazgo del PSOE: Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido elegido por un estrecho margen de votos nuevo Secretario general del partido, derrotando a su contrincante Carmen Chacón. Poco más del 51 % de los delegados socialistas ha dado su respaldo a Rubalcaba para suceder a Rodríguez Zapatero lo que quiere decir que de salida no cuenta con el apoyo de casi la mitad del partido. No cabe la menor duda de que su primera tarea deberá ser gestionar con inteligencia esa falta de apoyos para evitar que puedan consolidarse en una rémora a la nueva etapa que quiere poner en marcha. Los habituales y consabidos mensajes de todo ganador apelando a la unidad y a la integración deberán transformarse en realidades concretas para evitar fracturas que a medio plazo podrán poner en peligro su recién iniciado liderazgo.

No son pocos los analistas políticos que traducen la victoria de Rubalcaba como el fin del zapaterismo y como una vuelta al socialismo de los años 80 en los que el recién estrenado líder socialista empezó a desarrollar su carrera política. Flaco favor hacen al Sr. Rubalcaba si identifican su victoria como el entierro del zapaterismo, como el final de una estrategia política y el inicio de una diferente. Esta interpretación conlleva la consideración del triunfo de Rubalcaba como la aparición de una figura política nueva, desvinculada o enfrentada a la última etapa del Partido Socialista. Es evidente que no es así. Pérez Rubalcaba ha sido uno de los pilares básicos del zapaterismo, de una determinada forma de entender y desarrollar el proyecto socialista que ha imperado durante la última década. Presentarlo hoy como algo diferente, como una alternativa al proyecto político del que ha formado parte es tanto como una estatua impávida que, aunque estuvo en los Gobiernos de Zapatero, ni participaba del proyecto, ni de las políticas desarrolladas o que fingía la sintonía política suficiente con el ex Presidente aunque no comulgase lo más mínimo con él. Y no era sí.  Rubalcaba era y es parte del zapaterismo y la notable ausencia de críticas a la gestión política, económica y social que durante la última década ha protagonizado el socialismo español sólo puede interpretarse como una complacencia con el fracasado proyecto zapaterista. Con Rubalcaba el zapaterismo sobrevive y lo seguirá haciendo debajo de todos los retoques cosméticos que seguramente se producirán hasta que el socialismo español inicie un verdadero proceso interno de regeneración y renovación ideológica.

De igual modo, el zapaterismo habría sobrevivido, aunque de forma más evidente, si el congreso lo hubiese ganado Carmen Chacón. En todo caso, la derrota de esta última es la derrota de la inconsistencia intelectual, de la primacía de la imagen sobre el contenido y de la incongruencia política, rasgos, por otra parte, más que identitarios del zapaterismo más puro. Cuando se formulan expresiones como la de “el concepto de nación es discutido y discutible” sin aportar ninguna reflexión adicional es fácil ser nacionalista catalana y después nacionalista española. Se puede aplaudir a los que ofenden a los españoles y después enrollarse en la bandera española y pretender ser, algún día, presidenta del Gobierno de la Nación española sin despeinarse lo más mínimo y sin ofrecer una explicación de tan fulgurante cambio ideológico.

Ha perdido Chacón y, de paso, ha perdido el socialismo alicantino representado por Pajín, Elena Martín y Ana Barceló. Con esa especial inteligencia que le permite vislumbrar conjunciones de liderazgos planetarios, Leyre Pajín y sus amigas han apostado por el caballo perdedor. Pronto se verá la traducción que esa fallida apuesta tiene para el fragmentado y desorientado socialismo alicantino.

Santiago de Munck Loyola

viernes, 3 de febrero de 2012

El 38 congreso del PSOE.

A punto de iniciarse el Congreso del PSOE en Sevilla, todas las noticias e informaciones de las últimas semanas parecen indicar que poco o nada sustancial va a cambiar en el principal partido de la oposición. Tras dos derrotas electorales consecutivas, fracasos electorales en toda regla, lo lógico habría sido que en el seno del Partido Socialista se hubiese abierto un período de autocrítica y una profunda reflexión para poner en pie un nuevo proyecto político. Pero no ha sido así, el debate interno se ha centrado en el cambio de liderazgo, en la sustitución del Secretario General por otro, dando por buenas las políticas y orientaciones que han conducido al estrepitoso fracaso en las urnas.



El zapaterismo no ha terminado con la retirada de José Luis Rodríguez Zapatero por la sencilla razón de que quienes aspiran a sucederle han sido coautores y partícipes de las líneas políticas que han inspirado el modelo socialista durante los últimos doce años. Tanto Alfredo Pérez Rubalcaba como Carmen Chacón han sido ejecutores e impulsores de las mismas políticas y la ausencia de autocrítica en sus discursos y propuestas desgranadas en las primarias socialistas sólo puede interpretarse como un movimiento continuista, como una prolongación de un programa y un modelo político ampliamente rechazado por la inmensa mayoría de los electores.



El zapaterismo nació por sorpresa tras un duro castigo electoral y lo hizo sin hacer tampoco una autocrítica de la trayectoria del partido, sin cuadros de peso y sin un claro proyecto político. Tanto en la etapa inicial de oposición como en la posterior fase de gobierno, la falta de un proyecto político coherente se tradujo en un alto grado de improvisación, de oportunismo coyuntural sin sustento intelectual y programático que sirvió inicialmente para incrementar la base electoral pero que demostró una manifiesta incapacidad para ofrecer soluciones a los diferentes problemas que iban surgiendo. Mucha pancarta pero pocas soluciones, mucha propaganda pero poco contenido. Notas distintivas y caracterizadoras del zapaterismo han sido el sectarismo y la exclusión política que se pusieron de manifiesto con el famoso pacto del Tinell y el llamado cordón sanitario como fórmulas de marginación del principal partido de la oposición y, por ende, de media España; el espíritu “guerracivilista”  como fórmula de aglutinación sentimental para satisfacer antiguas ansias de revanchismo que parecían haber sido superadas con el consenso de la transición y la ausencia de “sentido de estado” abriendo un peligroso campo revisionista del estado autonómico, no en aras de un perfeccionamiento del mismo, sino como tributos territoriales para compensar debilidades parlamentarias. Todo ello acompañado de la sumisión o el doblegamiento, en su caso, de todos los resortes públicos al servicio de un proyecto de partido de corte personalista, intentando penetrar hasta en diferentes esferas de la sociedad civil para controlarlas y someterlas. La cualificación de los altos cargos del Gobierno y de los pertenecientes a la mayoría de las instituciones del estado ha ido en paralelo, salvo honrosas excepciones, a la talla intelectual del propio Presidente del Gobierno que, por razones obvias, no es preciso medir.



La autocomplacencia de los candidatos a dirigir el PSOE con el zapaterismo es lógica y evidente y no presagia nada bueno para el futuro del partido socialista. Si se da por válida la afirmación del Sr. Ibarra de que la candidata Carmen Chacón es “lo mismo que Zapatero, pero con faldas”, no queda más remedio que concluir que el candidato Pérez Rubalcaba es “lo mismo que Zapatero pero calvo y amargado”. La falta de autocrítica socialista no es sólo un problema para los socialistas, es también un problema para todos los españoles que necesitan una alternativa de gobierno seria, sólida y creíble. Y con esas faldas y esos pelos no la van a tener de momento.



Santiago de Munck Loyola

viernes, 18 de noviembre de 2011

¡A reflexionar! (el que lo necesite).

Hoy estamos en Jornada de Reflexión porque así lo impone la vigente Ley electoral española. Un curioso invento que parece querer invitarnos a los electores a que dediquemos el día a reflexionar sobre lo que vamos a votar al día siguiente. Se trata, sin duda, de un tecnicismo paternalista porque los ciudadanos somos libres para decidir a qué podemos dedicar o no cualquier día del año. Las legislaciones electorales de los países democráticos son muy variadas al respecto y podemos encontrar versiones para todos los gustos. Aquí, durante la jornada de reflexión los candidatos y los partidos políticos no pueden distribuir propaganda y no pueden realizar actos de ninguna clase encaminados a la petición del voto. Nuestra Ley no sólo establece esta limitación, sino también la publicación de encuestas durante los cinco días previos a las votaciones, limitación, por cierto, promovida con vehemencia en su día por D. Manuel Fraga. Sin embargo, nada impide que los medios de comunicación españoles puedan hacerse eco de las encuestas que publican los medios extranjeros tal y como hemos podido ver con la encuesta que el “Times” acaba de publicar otorgando al PP una ventaja de 20 puntos sobre el PSOE.

En su día, las limitaciones a la actividad electoral en el día previo a las votaciones se establecieron en algunos países para evitar que los militantes y simpatizantes de los partidos concluyeran las campañas electorales a bofetada limpia, como era habitual, antes de ir a votar. Llamar hoy a este día jornada de reflexión constituye un anacronismo más a sumar al de las propias campañas electorales en su actual configuración. Oficialmente la campaña electoral dura quince días, sin embargo nosotros llevamos más de cuatro meses de campaña real. No está de más recordar que desde 1978 la única jornada de reflexión no respetada y violada fue la de 2004, primera vez que Zapatero llegó al poder, y que el artífice de aquel atropello a la Ley electoral fue, el hoy candidato socialista, P. Rubalcaba.

Pocos serán los que a estas alturas no tengan ya decidido su voto tras tantos meses de campaña y, por tanto, los que necesiten hacer uso de la jornada de hoy para reflexionar sobre su voto del domingo.

En el fondo, la decisión del voto del domingo se limita a elegir entre seguir otros cuatro años más con el mismo partido que hasta ahora ha gobernado y sus políticas o cambiar de partido y de políticas. Continuidad o cambio, así de sencillo. Cerrar el ciclo político que se inició tras los atentados del 11M o mantenerlo prorrogándolo cuatro años más.

Todas las encuestas han vaticinado la victoria del cambio y el domingo por la noche conoceremos la magnitud del mismo. Ojala sea lo suficientemente contundente como para construir un futuro ilusionante que nos haga olvidar pronto el triste presente que nos legan.

Santiago de Munck Loyola

jueves, 10 de noviembre de 2011

El programa oculto.

Parece que, a medida que avanza la campaña electoral, las cosas no le están saliendo bien al PSOE: el efecto Rubalcaba se está convirtiendo en el defecto Rubalcaba. Un defecto que está mermando las, ya de por si escasas, expectativas iniciales de los socialistas.

Encaró su mejor oportunidad, la del debate, asumiendo resignadamente la posición inicial de perdedor y otorgándole a Mariano Rajoy la de próximo Presidente del Gobierno de España. Una oportunidad evidentemente perdida que lo único que ha puesto de manifiesto es quizás una vocación tardía y frustrada de periodista inquisidor.

De las insinuaciones de Rubalcaba en el debate sobre la existencia de un programa oculto del Partido Popular, el PSOE ha pasado a establecer y a centrar su estrategia electoral en denunciar la certeza de la existencia de ese supuesto programa oculto. Flacos de memoria son estos chicos. Primero nos machacaron durante años pregonando que no había alternativa porque el PP no tenía programa. Rubalcaba demostró en debate que habían mentido, que era falso que el PP no tuviera programa y lo hizo formulando preguntas a Rajoy sobre el contenido del programa popular una y otra vez. El PP tiene programa y Rubalcaba se lo conoce. Otra cosa es que no lo entienda o que no le guste. Ahora, los socialistas han dado un paso más: el PP no sólo tiene un programa de gobierno, sino que tiene dos.

El PP tiene el programa que es público y que también se conoce Rubalcaba y otro programa, el oculto. Y tras este brillante descubrimiento, los socialistas se han lanzado en tromba a enviar mensajes denunciando la existencia de ese supuesto programa oculto. Es decir, que están montando su campaña sobre una falacia que dan por cierta sin prueba alguna. Confunden sus deseos con la realidad y tratan de convencer de ello al electorado.

Ya vimos que Rubalcaba en el debate fingió no conocer a Zapatero ni sus políticas. En ningún momento enarboló o exhibió logro alguno del gobierno que él mismo ha vicepresidido. También se pudo constatar que ningún momento sacó a la palestra su propio programa electoral que seguramente existirá, pero del que nadie habla.

De programas ocultos, los españoles ya conocemos uno: el del PSOE en 2008. Porque, como bien recordó Mariano Rajoy, en el programa socialista de 2008, por mucho que uno se lo lea, no aparece el recorte de los salarios de los empleados públicos, ni la congelación de las pensiones, ni la supresión del cheque bebé, ni la desaparición de la desgravación de 400 euros, ni las negociaciones con los etarras, ni el retraso de la jubilación a los 67 años, ni el aumento del período de cotización para percibir una pensión, ni la destrucción sistemática de empleo, ni las medidas restrictivas para la financiación de los municipios ni ninguno de los “logros” con que los socialistas han obsequiado a la ciudadanía durante esta lúgubre legislatura que afortunadamente concluye ahora. Había un programa oculto del PSOE y todos los ciudadanos lo hemos podido sufrir en nuestras propias carnes.

Y si hubo programa socialista oculto en 2008 nada permite hacer suponer que no exista ahora otro programa oculto del PSOE. Y vete a saber que nuevas fechorías esconden. Mejor no saberlo, aunque uno se las pueda imaginar. Mejor mirar el futuro con ilusión y con esperanza sabiendo que sin ellos en el Gobierno cualquier programa será mejor.

Santiago de Munck Loyola

martes, 8 de noviembre de 2011

El debate: Rajoy y Rubalcaba.

Vaya por delante que, con la que está cayendo, gastar más de 500.000 euros en la celebración del debate entre Mariano Rajoy y Pérez Rubalcaba, Alfredo para los amigos, constituye un auténtico despilfarro económico, un pésimo ejemplo para los ciudadanos a los que tantos sacrificios se les impone y, lo que es peor, un mal augurio sobre cómo la clase política piensa seguir gastando el dinero, gane quien gane las próximas elecciones.

Por otra parte, un debate a dos, limitado a los candidatos de los dos partidos políticos mayoritarios, es un debate devaluado e incompleto que no hace otra cosa que reforzar el bipartidismo y a evidenciar el abismo que existe entre los discursos sobre la necesidad de regenerar nuestro sistema político mejorando la representatividad y la verdadera voluntad de las cúpulas del PSOE y del PP.

Este debate ha puesto en evidencia algunos aspectos cuando menos curiosos y ha revelado que algunos de los tópicos con que desde hace años se nos ha venido machacando no son más que eso, tópicos y no realidades. Durante mucho tiempo, desde las filas socialistas se ha venido lanzando el mensaje de que el partido Popular no tenía programa y que Rajoy no hacía propuesta alguna para salir de la crisis. Hoy, curiosamente, el candidato P. Rubalcaba ha demostrado que ese mensaje era una falsedad más. Machaconamente a lo largo del debate ha venido formulando preguntas a su oponente sobre distintos aspectos del programa popular tratando de subrayar sus presuntas inexactitudes o inconcreciones, en su caso. Con su persistente actitud, Rubalcaba ha dejado claro que el PP sí que tiene un programa de Gobierno y que durante años los socialistas han estado mintiendo a la opinión pública diciendo lo contrario. Podrá gustar más o menos el programa, pero lo evidente es que sí existe y, de hecho, durante el 90 % del debate se ha hablado de dicho programa y no del programa socialista que sí que constituye una verdadera incógnita.

Otro aspecto más que curioso que ha revelado el debate es que parece que el candidato socialista no ha formado parte del gobierno del Sr. Zapatero, es como si no le conociese. Rubalcaba ha sido incapaz de defender el conjunto de la gestión socialista de estos últimos años y prácticamente no ha mencionado ni al Presidente del Gobierno ni a su labor. El candidato socialista se ha comportado durante todo el debate como si se tratase de un periodista mordaz o como si estuviese examinando a un Presidente del Gobierno. Su actitud no ha sido la de un rival con opciones de ganar, sino como la de un candidato que se sabe perdedor y que da ya por ganador a su adversario político y así lo dejaba traslucir a lo largo de sus intervenciones.

Rajoy ha tenido una actitud más segura, más presidenciable. Ha sido la de quien se cree ya ganador y que no necesita arriesgar en el debate, que es tenido como un trámite más en una carrera ya ganada. Ha sabido concretar algunas propuestas y ha utilizado un lenguaje a veces excesivamente didáctico.

Por último, y parece pactado a propósito, ninguno de los dos candidatos ha mencionado la corrupción. Esta ausencia es especialmente significativa cuando en estos días está aflorando el caso Campeón, con el ministro Blanco bajo los focos de la sospecha, y cuando aún colea el caso Gürtel. Mal síntoma este silencio, este tupido velo sobre un aspecto esencial en el objetivo de regeneración democrática.


Santiago de Munck Loyola




domingo, 9 de octubre de 2011

La puja electoral: escaparate de ofertas cosméticas.

En el zoco electoral acaban de aparecer dos ofertas destinadas a hacer un guiño a los que se sienten indignados con el funcionamiento de nuestro sistema democrático. De una parte, el candidato socialista P. Rubalcaba ha propuesto (http://www.laverdad.es/alicante/rc/20111008/espana/rubalcaba-propone-reducir-parlamentarios-201110081405.html) que los políticos sólo cobren un sueldo y, además, no le hace “ascos” a la propuesta (la segunda oferta) de su adversario, Mariano Rajoy, de reducir el número de diputados y concejales en España (http://www.larazon.es/noticia/3192-rajoy-asegura-que-el-pp-sabe-como-se-sale-de-la-crisis-aunque-llevara-tiempo).

Se deduce claramente de la propuesta del candidato socialista que hay políticos, y no deben ser pocos, que cobran más de un sueldo de las administraciones públicas y no sería, por tanto, un mal ejercicio de transparencia democrática que los ciudadanos pudiéramos conocer los nombres y las cuantías que están cobrando de los presupuestos públicos.

La propuesta de Mariano Rajoy parece guardar una finalidad exclusivamente económica: reducir el gasto de las administraciones públicas ahorrando sueldos de cargos electos, de políticos. Reducir el número de diputados del Congreso supone un importante ahorro pero si la reforma que ha de hacerse de la Ley electoral no entra a fondo en los criterios que determinan la representatividad para corregirlos, la reducción del número de diputados llevará, inevitablemente, una importante pérdida de representatividad de nuestros diputados y un aumento de la desigualdad del voto entre los ciudadanos. Y ¿por qué no reformar la Constitución y suprimir el Senado? Hay prácticamente unanimidad a la hora de valorar como inoperante el actual funcionamiento del Senado. Llevan años nuestros políticos hablando de la necesidad de reformarlo y no lo hacen. El Senado nos cuesta casi 10.000 millones de las antiguas pesetas al año. Suprimirlo supondrá un gran ahorro y seguro que su inexistencia no será echada de menos, salvo por los que viven de él.

Estas ofertas que salen ahora al mercado electoral no terminan de entrar en el fondo del asunto que no es otro que la mala imagen de la clase política y la desconfianza que genera, tal y como señalan todos los estudios sociológicos. La brecha entre el ciudadano y el político es cada vez mayor y, por consiguiente, la identificación ciudadana con el sistema.

Nuestro sistema político presenta síntomas de agotamiento y de ahí que sea necesario ir planteando medidas que impliquen su regeneración democrática. Medidas que implican reformas profundas de las instituciones, de las leyes y un cambio profundo de la mentalidad de la clase política. No se trata pues sólo de ahorrar, sino de algo mucho más profundo.

Buena parte del origen del problema radica, en el fondo, en la aplicación del principio constitucional de igualdad ante la ley de los españoles. Es evidente que a lo largo de los últimos años la clase política ha ido construyendo todo un sistema que permite a sus componentes eludir el principio de igualdad ante la ley y dotarse a si mismos de numerosos privilegios y excepciones. Si los ciudadanos no pueden percibir por ley más de un ingreso proveniente de las administraciones públicas ¿por qué los políticos sí pueden? Si los ciudadanos somos los que teóricamente decidimos ¿por qué nuestro voto no vale igual dependiendo su valor de la provincia en la que residamos?

A las ofertas anunciadas por lo candidatos bien podrían añadirse muchas otras que contribuirían, sin duda, a sanear la economía de las administraciones y, lo que es más importante, a regenerar nuestro sistema político:

1º Reforma constitucional eliminando el senado.

2º Reforma constitucional para eliminar duplicidades de competencias entre las administraciones.

3º Reforma de la Ley Orgánica del Régimen electoral para reducir el número de cargos públicos, reformar las Diputaciones y mejorar la representatividad del voto.

4º Aprobación de un Estatuto de los Cargos Públicos que incluya, entre otras, las siguientes medidas:

-          Establecimiento de incompatibilidades absolutas (prohibición de ostentar más de un cargo público).
-          Prohibición de percibir más de un ingreso económico (sueldo, dietas, pensiones, indemnizaciones, etc.) proveniente de las administraciones públicas.
-          Dedicación exclusiva de diputados nacionales y regionales.
-          Prohibición de dedicaciones exclusivas de los ediles (salvo los alcaldes) en los municipios de menos de 100.000 habitantes.
-          Sometimiento de los cargos públicos al régimen general de la seguridad social en las mismas condiciones que el resto de los ciudadanos.
-          Sometimiento de los cargos públicos al IRPF en las mismas condiciones que el resto de los ciudadanos.
-          Supresión de pensiones o indemnizaciones especiales de los cargos públicos.
-          Prohibición del ejercicio de la política para miembros del poder judicial o, en su caso, de retorno a la carrera judicial.

5º Eliminación de las subvenciones a los partidos políticos, sindicatos y asociaciones empresariales.

6º Remover los obstáculos legales que impidan la igualdad de derechos y obligaciones de los españoles en los diferentes territorios.

7º Reforma del poder judicial reforzando los mecanismos que aseguren su independencia del poder político.

8º Reforma del Tribunal constitucional en cuanto a la designación de sus miembros y su competencia.

La lista de medidas que podrían adoptarse puede ser muy larga. Sirvan las anteriores a modo de ejemplo, pero no conviene olvidar que no se trata de un arreglo cosmético y superficial de nuestro sistema, sino que es preciso y urgente revisarlo en profundidad.

Santiago de Munck Loyola