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lunes, 27 de octubre de 2014

​Rivas, hace 25 años.


Dentro de pocas semanas se cumplirán 25 años de la fundación del Partido Popular de Rivas-Vaciamadrid que tuve el honor y la responsabilidad de impulsar. Corría el año 1989, un año especialmente intenso para el centro derecha español que se enfrentaba al relevo de su líder fundador, Manuel Fraga, sustituido por un joven político, José María Aznar, como cartel electoral en los comicios que se celebraron el 29 de octubre de aquel mismo año. Rivas-Vaciamadrid, con casi 10.000 habitantes, no contaba con una organización local de Alianza Popular refundada como Partido Popular en aquellas fechas.

Han pasado 25 años desde entonces pero conservo intactos los mismos principios e ideales que me impulsaron a dar aquel paso, fundar el Partido Popular en Rivas-Vaciamadrid, en un entorno político y social francamente hostil. Pocos que no conozcan y hayan vivido allí en aquella época pueden hacerse una idea aproximada de las enormes dificultades que aquella empresa encerró y el coste personal que supuso, tanto para mí como para los pocos vecinos que inicialmente apostaron por ello.              
 
Estábamos convencidos de la necesidad de promover una alternativa política regeneradora, centrada en la búsqueda de soluciones a los problemas de la gente, con un talante abierto, integrador y dialogante; una opción moderna, liberal, reformista, con aires renovados pero anclada en los principios y valores del humanismo cristiano. Y lo hicimos tal y como ya se ha contado en estas páginas ( http://santiagodemunck.blogspot.com.es/2010/06/hace-20-anos.html ). Durante 14 años tuve el honor de presidir el Partido Popular de Rivas-Vaciamadrid y logramos convertirlo en la segunda fuerza política municipal, en una organización viva, dinámica, participativa y democrática que, con sus errores y aciertos, se consolidó como una auténtica alternativa de gobierno.   
 
Han pasado 25 años y hoy ya no milito en el Partido Popular. Paradójicamente he sido expulsado del mismo por defender en Alicante y ante el PPCV los mismos principios y valores que en su día me impulsaron a hacerlo en Rivas-Vaciamadrid. Pero hay que subrayarlo, el PP de Alicante, con su Ciscar, su Ripoll, su Castedo, su JJ Zaplana y demás colaboradores necesarios, y el PPCV, con su Fabra, su Camps, su Cotino, su Del baño y demás, poco o nada tienen que ver con los ideales de responsabilidad política, de renovación de la vida pública, de apuesta por la libertad, la transparencia, la participación ciudadana, la democracia interna o la eficacia en la gestión pública que, con uñas y dientes, defendíamos en 1989.     
 
Han pasado 25 años en los que la militancia activa en el Partido Popular no estuvo exenta de riesgos personales ni de sacrificios de toda índole para lograr que el proyecto político se hiciera realidad. Y, día a día, con profunda pena se comprueba, caso tras caso, que mientras la inmensa mayoría de la militancia popular se dejaba la piel para que los ideales y programas populares se convirtiesen en realidad de gobierno, buena parte de la élite del partido se dedicaba a hacer negocios sucios en la política. Mientras los militantes poníamos nuestro trabajo, nuestro tiempo y nuestro dinero, mientras que buzoneábamos las calles, pegábamos carteles, pasábamos interminables horas en las mesas electorales, o teníamos que mirar cada mañana los bajos de nuestro coche o nos tragábamos interminables mítines para que se cosecharan unos miserables minutos en los informativos, buena parte de nuestros dirigentes se dedicaban a llenarse los bolsillos. La falta de cauces democráticos internos adecuados permitió que fueran medrando en la estructura del partido y en las instituciones,  centenares de personas que se lo han estado llevando crudo, que hicieron de la política un modus vivendi poco ejemplar y cuyas actividades han terminado por corroer las vigas de madera del edificio popular. 

Un partido que no rinde cuentas de sus ingresos ante sus propios militantes (como en Alicante, sin ir más lejos), un partido que decide con el “dedazo” (disfrazado de comités electorales) los nombres de los dirigentes y de los candidatos, un partido que impide que sus afiliados puedan controlar y exigir responsabilidades a sus cargos públicos, un partido en el que la meritocracia ha sido sustituida por el amiguismo y el “borreguismo”, un partido en el que el debate interno y la participación de sus militantes han sido sustituidos por la adhesión inquebrantable y el prieta las filas tenía que encontrarse, tarde o temprano, con la colección de escándalos que día sí, día también, salpican y enfangan al Partido Popular.        
 
Han pasado 25 años y compruebo con profunda pena lo que han hecho líderes y compañeros a los que profesaba respeto y, en algunos casos, admiración. Tanto esfuerzo, tanta entrega, tanta confianza y tanto sacrificio de cientos de miles de militantes tirado por la borda por culpa de la rapiña y la ausencia de escrúpulos y de principios  de unos pocos. ¡Qué gran engaño! ¡Qué monumental estafa! Y, lo que es peor, es que no hay perspectivas optimistas. El centro derecha español decente está huérfano, hoy por hoy, porque no se vislumbra, fuera de retoques cosméticos destinados a tratar de salvar la situación, ni una sólida medida eficaz para corregir el rumbo. Los responsables, por acción o por omisión, no pueden liderar regeneración alguna ni en Madrid, ni en Valencia, ni en Alicante. Hoy, muchos afiliados en Rivas-Vaciamadrid, a los que deseo todo el éxito posible, como en muchos otros puntos de España, estarán sorprendidos, desilusionados o enfadados. Y buenas razones tienen para ello.

Han pasado 25 años y con la misma ilusión que entonces sigo defendiendo la necesidad de un proyecto político de centro derecha renovado para mi ciudad y mi provincia, Alicante. Y como yo, un buen número de amigos y compañeros, que entienden que la lealtad a los principios y a los valores no debe correr en paralelo a la fidelidad a unas siglas concretas monopolizadas por unos aprovechados o unos incompetentes, nos hemos puesto manos a la obra y estamos construyendo un nuevo partido, Esperanza Ciudadana. Es el único proyecto político alicantinista, regenerador, reformista, radical y liberal que puede ofrecer a los ciudadanos una sólida alternativa de gobierno en medio de este páramo de principios y valores en que el Partido Popular de Alicante ha convertido la política de la provincia. No es posible seguir siendo meros espectadores, no es bueno resignarse y quedarse en casa, no hay por qué taparse la nariz para seguir votando al centro derecha por temor a los que puedan venir. Hay que rebelarse y actuar, como hace 25 años, porque nos va a todos mucho en ello.

Santiago de Munck Loyola


sábado, 10 de septiembre de 2011

Ripoll al Puerto y nuestros votos al retrete.

La costumbre de los dirigentes de los Partidos Políticos, sean del color que sean, para usar, abusar y mercadear con los cargos públicos, con los puestos de designación directa en instituciones públicas no tiene, en nuestro país, límite alguno. Los nombramientos o los ceses en determinados puestos se realizan no desde la perspectiva de la prestación del mejor servicio posible a los ciudadanos, sino desde la que corresponde al interés partidista, al amiguismo o a la “limpieza” ideológica.

Que alguien organiza fenomenales excursiones a Roma con el Opus Dei, pues, nada, se la termina haciendo Diputada nacional aunque no sepa hacer la “o” con un canuto. Que un Alcalde se atreve a expresar, desde su conciencia, sus objeciones al aborto, pues, nada, se le mueve la silla y se le envía de embajador al Vaticano aunque no sepa idiomas ni sepa dónde es forman los diplomáticos. Que se crea un Ministerio inútil y después se suprime dejando en evidencia a su incompetente titular, pues, nada, se le nombra asesora de la Agencia de la Mujer de las Naciones Unidas aunque para ello haya que gastarse cientos de miles de euros para conseguirlo a pesar de que las arcas públicas están en la ruina. La lista puede ser interminable.

Hace poco más de cuatro meses, los alicantinos decidimos con nuestro voto respaldar la candidatura del Partido Popular al Ayuntamiento de Alicante. No se trataba del respaldo a una lista abierta, como todo el mundo sabe, sino del voto a una lista cerrada, es decir, a un equipo propuesto por el Partido Popular para que los componentes de dicha lista ocupasen los sillones de concejales del Pleno de la Corporación y, en su caso, gobernasen la ciudad. La mayoría de los alicantinos dio su voto a esta lista íntegra, sin posibilidad de excluir a nadie. Por tanto, decidimos, entre otros nombres, que Sonia Castedo y Joaquín Ripoll fuesen concejales.

Pues bien, parece que Sonia Castedo y la dirección regional del Partido Popular (antes con Camps, ahora con Fabra) se pasan por el arco del triunfo la voluntad de los alicantinos expresada en las urnas. Sonia Castedo, convertida en Alcaldesa, decidió que no quería trabajar en el equipo de gobierno de la ciudad con su número dos, con el que los electores habían votado, su Presidente Provincial del PP, Joaquín Ripoll y lo envió al paro. Así, sin más. Todo un alarde de chulería y soberbia, de venganza cainita que supone un sonoro mazazo sobre las urnas y todo ello con el consentimiento y beneplácito de la Dirección Regional Popular.

Que a la Sra. Alcaldesa se le pone que no quiere a su número dos, pues nada se le deja sin competencias municipales, sin sueldo y se le presiona para que renuncie al acta de concejal que los electores le han conferido y, una vez conseguida la renuncia, se nombra al dimitido Presidente de la Autoridad Portuaria de Alicante. Todo un espectáculo de indignidad y de miseria política y moral la que están ofreciendo desde la Casa Consistorial alicantina.

Al Sr. Ripoll los alicantinos le hemos elegido para que esté en el Ayuntamiento, no en el puerto. Ése fue el mandato de la urnas, Sra. Alcaldesa, y no hace tanto de ello. Podrá enviar a Ripoll al puerto y, de paso,  nuestra papeleta, nuestro voto al retrete pero en Política no hay caminos sólo de ida.

Santiago de Munck Loyola

jueves, 16 de junio de 2011

Carta abierta a Sonia Castedo, Alcaldesa de Alicante y compañera de Partido.

Estimada Alcaldesa y compañera:

Tan sólo unas modestas líneas de un vecino de Alicante, afiliado del PP y votante de la candidatura municipal del PP en las pasadas elecciones para trasladarte algunas consideraciones. Esta mañana, escuchaba un informativo de la Cope y a propósito de la pugna interna del PP por la Diputación en el que declarabas que el Partido Popular es un partido integrador y que no peligraba su unidad en Alicante. ¡Que alivio! Sabiendo que dejar a tu número dos, a tu Presidente Provincial, como has hecho sin delegaciones municipales y sin sueldo es integrar a las personas me quedo mucho más tranquilo. Pensaba que se trataba de una vulgar venganza, pero no, me has sacado del error, integrar debe ser eso y yo no lo sabía, disculpa mi ignorancia.

Ya sé que se trata solo de tu Presidente Provincial, del mío y el de muchos miles de afiliados, y que, aunque algunos mal pensados puedan ver en tu actitud un trato humillante, soberbio y cainita, no hay nada de eso, hay sólo integración pura y dura, como Camps manda.

En mi ignorancia voté a la lista municipal del PP que encabezabas pensando que estaba votando a todo un equipo propuesto por mi partido para que los que resultasen elegidos desempeñasen tareas en el Ayuntamiento pero nadie me dijo que así era menos para dos o tres de sus miembros. ¡Qué descuido! No sabía nada del concepto campista de la integración. Pero sabiéndolo tú, no comprendo por qué formabas parte de la misma lista. Si se trataba de una imposición externa podrías haberte negado y te habrías ahorrado el mal trago de tener que ir ahora integrando a la gente.

Aunque supongo, estimada Alcaldesa que estarás muy ocupada dedicando el cien por cien de tu tiempo a la ciudad de Alicante y el cien por cien de tu tiempo a la Provincia de Alicante como diputada (¿el 200 % de tu tiempo?), te quedará aún algún minuto para seguir velando por la unidad y dignidad del Partido Popular y de su legítimo Presidente Provincial. Ya sabes que el Presidente Provincial representa a todos los afiliados populares de la Provincia y que, por tanto, el trato que reciba no debería ser ofensivo para los mismos.

En fin, me alegro mucho de que no pase nada en el PP y de que la unidad interna no esté en peligro, pero me da la impresión de que ni los medios de comunicación ni los afiliados te creen. ¡Cómo son!

Un saludo, Alcaldesa.

Santiago de Munck Loyola

miércoles, 15 de junio de 2011

El PP de Alicante: y sigue el circo.

La política, en el más noble sentido de la palabra, debería ser el ejercicio de una vocación de servicio público desinteresada y al servicio de unos altos valores e ideales. Sin embargo, hay quien, disfrazado de político o creyéndose que lo es, se empeña en hacer de ella una charca pestilente donde afloran constantemente los personalismos y los intereses más mezquinos ofreciendo con ello a la opinión pública un espectáculo desagradable que no se merece.

Una vez más la pugna entre ripollistas y campistas está facilitando la emergencia y el protagonismo de toda clase de individuos que, lejos de resolver las diferencias y los problemas internos del Partido Popular a través de los cauces estatutarios, utilizan los medios de comunicación como un instrumento más al servicio de sus mezquinos intereses. Así airean y ventilan opiniones y descalificaciones contra compañeros del Partido ofreciendo a la atónita militancia un espectáculo indigno que produce pena y vergüenza ajena.

Nadie hasta ahora ha salido a los medios de comunicación a explicar qué diferencias ideológicas o programáticas tan insalvables existen entre unos y otros. Todo parece que se debe a personalismos, al “quítate tú para que me ponga yo” y si para conseguirlo hay que romper el partido, pues nada, se rompe. Hay quien, desde la plataforma que le proporciona un cargo público alcanzado en la mayoría de los casos gracias al dedazo superior que le designó candidato, no ceja en su empeño en hacer daño al partido cuya militancia fue ignorada en su proceso de designación. Y ya está bien. Todas estas personas no merecen ocupar ni un minuto más los cargos públicos que le deben al Partido Popular.

Hace dos días, el Sr. Pérez Fenoll, el perdedor del Congreso a la Presidencia Provincial y cuyo resultado parece no haber acatado nunca, el que perdió la alcaldía de Benidorm gracias a su talante, el corresponsable de la fractura del voto del centro derecha en esa localidad y de la actual alcaldía socialista, se permite utilizar a la prensa para enviar recaditos a su Presidente Provincial. Todo un valiente, sí señor. En lugar de hablar donde dicen los estatutos que hay que hablar lo hace en los periódicos y encima para dar consejitos que él mismo nunca ha seguido y que, desde luego, nadie le ha pedido. Y como él muchos otros. También hay quienes se dedican a llamar a alcaldes para pedir avales usando advertencias más que discutibles. Así no se ha Política. Así no se sirve a los militantes del Partido Popular. Así no se sirve a la ciudadanía.

Considerando el trasfondo de toda esta pugna, los indeseables personalismos, la actitud antidemocrática de muchos y especialmente de la dirección regional, la lentitud o pasividad de Madrid para poner orden y la tradicional desconfianza hacia la autonomía y libertad de los populares alicantinos, la solución sólo puede pasar por devolver la palabra a los militantes de Alicante, sin injerencias, sin intromisiones norteñas para que, de una vez por todas, se nos deje decidir y se respete nuestra decisión. Los afiliados del Partido Popular no nos merecemos este espectáculo. Sépanlo todos de una vez. Hoy más que nunca hace falta un Congreso Extraordinario, sin filtros, ni controles.

Santiago de Munck Loyola

domingo, 5 de junio de 2011

Harto de las guerras cainitas del PP.

Una vez pasadas las elecciones autonómicas y municipales, puede ser un buen momento para hacer públicas algunas reflexiones sobre lo que ha pasado y pasa dentro del Partido Popular de la Provincia de Alicante. Lo cierto es que le lectura de muchas noticias de prensa y de comentarios sobre actuaciones de dirigentes populares locales, provinciales y regionales, antes, durante y después de la campaña despiertan a los militantes populares asombro, hastío y hasta repugnancia.

La división interna del partido llega a extremos insospechados y se pone de manifiesto en actitudes vergonzosas, deslealtades y traiciones de todo tipo que mueven a pensar que sus protagonistas se mueven exclusivamente por intereses personales, por odios irreconciliables y ambiciones inconfesables. Se ve de todo menos un sincero deseo de contribuir a la forja de un partido fuerte y al servicio de los ciudadanos y de cada uno de los pueblos y ciudades de Alicante. Candidatos que comparten lista electoral pero que se niegan a compartir foto; candidatos y militantes que en algunos pueblos reparten concienzudamente las papeletas blancas y se olvidan de las sepias o viceversa; dirigentes locales que excluyen a compañeros no por su valía, sino por sus simpatías o antipatías hacia el Presidente Regional o el Provincial y ahora se ven en la necesidad de mendigar pactos; militantes que se alegran de batacazos electorales de compañeros; afiliados que procuran ir difundiendo dossiers sobre compañeros o que airean noticias desfavorables, etc. Hay de todo y de todos lados. Aquí pocos se salvan. Han convertido al Partido Popular de Alicante en un campo de batalla en el que al que le coloquen una etiqueta de campista o ripollista va listo.

Y todo proviene del empeño antidemocrático de algunos de querer situar a sus peones, sus paracas y esbirros en determinados puestos, pasándose por el arco del triunfo, merced a unos estatutos que lo facilitan, la voluntad de los militantes, de la base electoral del Partido Popular.
A lo mejor hay alguien en el Partido Popular que podría explicar a la militancia  qué diferencias ideológicas existen entre los campistas y los zaplanistas, por citar un ejemplo, porque sinceramente cuesta apreciarlas. Sin embargo, salvo honrosas excepciones, las coincidencias entre unos y otros son enormes, sobre todo, a la hora de ignorar la voluntad de los militantes y de carecer de escrúpulos a la hora de dañar al Partido.

En un partido democrático el hecho de que un Presidente provincial le guste o no al Presidente regional es, o debería ser, irrelevante. Del mismo modo, que un Presidente local o un candidato local sea o no del agrado del Presidente provincial también es, o debería ser, intrascendente. Lo único que debe importar es que unos y otros sean del agrado de los militantes, que sean ellos los que los elijan y respalden. Lo demás sobra. Toda intervención desde arriba, toda injerencia y manipulación por muy respaldada que pueda estar en unos estatutos manifiestamente mejorables sobra también.

Somos muchos los militantes populares que estamos hartos de esta situación y que queremos un Partido unido y fuerte, no sólo capaz de ganar elecciones, sino de servir de verdad a la ciudadanía y de ser cauce de participación de verdad.

Y si las cosas no cambian pronto, deberán intervenir desde la C/ Génova y devolver la palabra a los militantes, en un proceso limpio y abierto, para que decidamos lo que queremos para nuestro partido.

Santiago de Munck Loyola

jueves, 21 de abril de 2011

LAS LISTAS DEL PP: EL ESPECTÁCULO CONTINUA.


Vergüenza e indignación es lo que sienten muchos militantes del Partido Popular de Alicante ante el lamentable y ridículo espectáculo que el Partido está ofreciendo a la ciudadanía a poco más de un mes de la celebración de las elecciones municipales y autonómicas. El cierre de las listas electorales ha destapado toda clase de miserias y rivalidades dignas de un novelón venezolano. El compromiso con la democracia y el electorado, la lealtad al partido y a los militantes, la responsabilidad pública, la dignidad política y la legitimidad de las candidaturas son conceptos que han saltado por los aires. En su lugar han hecho acto de presencia las ambiciones personales, las traiciones personales y políticas y el abuso de poder.

Hasta ocho escisiones se han hecho patentes estos días ofreciendo el peor espectáculo que un partido de gobierno y con aspiraciones a renovarlo puede ofrecer. Benidorm, Torrevieja, Calpe, Villajoyosa, Villena, La Nucia, L’Alfas del Pi y Confrides son los casos más llamativos de este impresentable circo. A ello hay que añadir los retoques impuestos desde Valencia en numerosas listas electorales moviendo candidatos para favorecer así a los afines o la actitud de la alcaldesa de Alicante favoreciendo que la prensa interprete que huye de su número dos en la candidatura municipal o acaparando la cabecera de la lista municipal y la autonómica, lo que algunos interpretan como la búsqueda de un aforamiento, por si acaso. Patético.

Pero lo de Alicante no es una excepción. Junto a casos sonados como el de Álvarez Cascos hay decenas de conflictos por toda la geografía nacional. Paracas en candidaturas, colocación de amiguetes, desplazamientos injustificables de Alcaldes, etc. Y, en medio de todo esto, ¿Qué hacen los militantes del partido con más afiliados de España? Nada, lo de siempre, guardar disciplinadamente silencio y seguir trabajando por un partido y por unos ideales con una lealtad que no se merecen la inmensa mayoría de sus dirigentes.

Parece mentira pero los 700.000 afiliados del Partido Popular no tienen derecho, según los Estatutos, a elegir a sus candidatos. Y cuando la designación de los candidatos se realiza mediante un sistema siempre tutelado y antidemocrático es cuando se producen los mangoneos, las conspiraciones y, en definitiva, el poco edificante espectáculo al que estamos asistiendo. Así no se puede seguir.

Un partido que aspira a regenerar la democracia debe empezar por regenerarse a si mismo. Debe abrir sus estructuras internas a la voluntad de quienes forman parte del mismo. Tiene que terminar con estas camarillas que se perpetúan, se suceden a si mismas y se renuevan fraudulentamente para que todo siga en manos de los mismos. Los liderazgos asentados sobre mecanismos controlados y siempre tutelados no son auténticos liderazgos. Son simples jefaturas sin más carisma que el otorgado por el miedo reverencial a ser excluido de la tarta. Si los militantes populares no reaccionan y no se deciden a cambiar estos Estatutos, dentro de 4 años volveremos a ver lo mismo: el circo de las mezquinas ambiciones volverá a ofrecer nueva función.

Santiago de Munck Loyola