La renovación de los cargos territoriales en el Partido
Popular arrancó tras el pasado Congreso Nacional. Terminado el mismo, se
procedió a la convocatoria de los Congresos Regionales para elegir a sus respectivos
Presidente, más tarde los Provinciales y ahora se está procediendo a la
renovación de las Juntas Locales del partido. Este proceso, en la Provincia de
Alicante, concluirá en la inmensa mayoría de las localidades alicantinas el
próximo 10 de diciembre salvo en algunos casos como en el de la ciudad de
Alicante. Se trata de un proceso en cascada, de arriba abajo, que encierra un
efecto perverso: la propensión de los presidentes territoriales a controlar los
procesos electorales de los entes inferiores con el fin de controlar estas
organizaciones. La lógica lleva a pensar que, quizás, sería más apropiado desde
una perspectiva democrática desarrollar el proceso de forma inversa, es decir,
de abajo arriba pero, en fin, son éstas las reglas de juego que los afiliados
del PP, por activa o por pasiva, se han dado y a ellas hay que atenerse.
Sin embargo y posiblemente por culpa de esa propensión a
“colocar” al frente de las organizaciones locales a personas afines o dóciles,
al margen de la voluntad de los afiliados, es por lo que en el caso de la
ciudad de Alicante el PP, por decisión del Comité Provincial de Alicante, no va
a elegir a un Presidente y a una Junta Local. Como ya es sabido, y si no
prospera la impugnación de dicha decisión formulada por varios afiliados, el PP
de la ciudad de Alicante ya no existe como tal ni siquiera nominalmente como
hasta ahora. Ha sido o va a ser sustituido por 10 o 12 Juntas de Distrito, mini
reinos de taifas sin voz conjunta, más fácilmente “influenciables” desde el
poder provincial del PP. No existe la más mínima duda de que se trata de una
decisión injusta y antidemocrática, una cacicada antiestatutaria que deja a los
afiliados alicantinos en la segunda división dentro del PP de la Provincia y
que elimina de la vida política y social de la ciudad a un interlocutor
político imprescindible, nada menos, que al partido gobernante en el
Ayuntamiento. Una vez más se han impuesto, momentáneamente, las necesidades
políticas de la dirección provincial y no las de los afiliados y de los vecinos
de Alicante. La dirección provincial, al menos su Secretario General, sabía
desde principios de septiembre que un grupo de afiliados, de militantes de
base, iban a presentar una candidatura de renovación a la dirección del PP de
la ciudad. Es muy posible que la concurrencia de esta candidatura
“incontrolada”, los problemas con la Alcaldesa Sonia Castedo y su entorno y la
inexistencia de una candidatura oficialista, del agrado del Presidente
Provincial José Ciscar, es lo que haya empujado a la dirección provincial a
acabar de un plumazo con la democracia interna.
Y es curioso que se tomen tantas molestias y se preocupen
tanto y tan mal sobre quién va a presidir o no el PP de la ciudad de Alicante,
porque lo cierto es que el PP de la ciudad de Alicante no existe más que sobre
el papel, no es más que una cuota de poder dentro del partido, pero que como
organización política, como partido político hace años que no existe. La
organización popular alicantina no tiene sede propia a la que puedan acudir los
afiliados y vecinos, no tiene página web, carece de estructuras internas de
debate, participación o formación. Es, hasta el día de hoy, unas simples siglas
que funcionan como agencia de colocación de afines y amigos. Ni más ni menos.
Hace unos días, un compañero me preguntaba qué fines
teníamos al presentar una candidatura, la candidatura “Esperanza Popular”, y
por qué impugnábamos la creación de distritos. Y la respuesta es muy sencilla:
queremos construir el PP de Alicante porque sencillamente no existe desde hace
años, queremos refundarlo y regenerarlo desde abajo, desde la calle y no desde
los despachos oficiales, queremos que sean los afiliados sus auténticos
protagonistas, que primen sus intereses y su voluntad y no la de los “cuadros”
del partido y queremos hacerlo desde la lealtad ideológica y programática. Y
los distritos ni sirven para ese fin, ni su creación responde a la voluntad del
afiliado al que no se ha consultado, ni a los intereses de la ciudad.
Y esa es la auténtica tarea que debe acometer quien quiera
de verdad presidir el PP de Alicante. Hay miles de afiliados sobre el papel
pero que nunca han contado para nada, salvo para atender las mesas electorales
y rellenar actos políticos como clac. Y eso tiene que acabar. Es hora de hablar
de problemas sociales, de programas, de ideas y no de nombres propios, ni de clanes o de familias políticas que a la
inmensa mayoría de los militantes nos traen al fresco y que hasta el día de hoy
sólo han servido para perjudicar la imagen de unas siglas.
Dos son por tanto los ejes de la candidatura “Esperanza
Popular”: la reconstrucción interna del Partido Popular de Alicante y la
regeneración democrática de sus propuestas para la ciudad, porque de nada sirve
construir un partido fuerte, participativo, democrático y abierto si no es para
ponerlo al servicio de los alicantinos con propuestas políticas que, nacidas
desde el ideario popular, contribuyan claramente, sin medias tintas, a
desarrollar hábitos, estilos y políticas públicas sustentadas en la máxima
ejemplaridad, en la austeridad en todos los niveles y en todos los ámbitos
administrativos, en la transparencia más absoluta en la gestión, en la
honestidad incuestionable y en la eficacia. ¿Utópico? Puede que para algunos
así lo sea, pero nada se pierde por intentarlo. Es razonable que haya dentro
del partido a los que moleste profundamente todo esto porque seguramente su
“modus vivendi” político se encuentra en las antípodas y, sobre todo, si nunca
han militado de verdad en un partido político o si nunca han sabido “ganarse
las lentejas” fuera del paraguas de las siglas políticas, pero ése es su
problema, no el de los afiliados de la calle, ni de los vecinos de la ciudad.
Santiago de Munck Loyola