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miércoles, 6 de noviembre de 2013
jueves, 31 de octubre de 2013
Ciscar liquida la regeneración del PP.
La dirección provincial popular
de Alicante acaba de convocar las elecciones internas a la Presidencia de las recientemente
creadas cinco Juntas de Distrito de la ciudad de Alicante. Con ello se pretende
culminar un proceso electoral desarrollado de espaldas a los afiliados e
iniciado hace más de un año con la supresión ilegal de la Junta Local de la ciudad de
Alicante que se ha saldado, entre otras cosas, con la expulsión de quienes lo
hemos venido cuestionando. No se trata de un asunto menor, tras ese cambio de
estructura organizativa del Partido Popular de la ciudad de Alicante se
esconden importantes cuestiones de fondo que tienen que ver con la democracia
interna y con la regeneración democrática de un partido profundamente
necesitado de las mismas.
Los ilustres vecinos de Teulada y
San Vicente, Sres. Ciscar y Zaplana respectivamente, decidieron que los
afiliados de la ciudad de Alicante ni siquiera debían opinar sobre cómo se
debía organizar el partido en la ciudad y acordaron suprimir la Junta Local de la ciudad,
sustituirla por cinco Juntas de Distrito e inventarse un nuevo órgano, el
Consejo de Dirección, coordinado por la Alcaldesa de Alicante. Es decir, que los
afiliados alicantinos pasarían a ser afiliados de segunda comparados con los de
las demás localidades de la
Provincia. Y ¿por qué han retorcido de esta manera los
propios Estatutos del PP creando este engendro? ¿Por qué este fraude político y
electoral? Pues hay varias razones.
De todos es conocido que la Junta Local del PP no
funcionaba desde hace muchos años y que la democracia interna brillaba por su
ausencia como lo demuestra el hecho de que no se celebrasen elecciones internas
desde hace 8 años o que los afiliados careciesen de cauces de participación. La
inexistente organización local solo era unas siglas, un coto cerrado de reparto
de puestos y prebendas entre grupos y “familias”. La nueva dirección
provincial, en lugar de optar por abrir un proceso electoral limpio, abierto,
transparente y participativo, optó por cortar el paso a cualquier alternativa
interna regeneradora nacida de las bases con el fin de seguir controlando el
dinero de los militantes alicantinos, de impedir que el PP alicantino pudiera
resurgir fuerte y renovado haciendo sombra al provincial y, sobre todo, de
controlar a la militancia para perpetuar los viejos hábitos. Pero, conseguidos
estos objetivos, existe uno aún más importante y que tiene que ver con la
famosa línea roja trazada por el Presidente Fabra según la cual ningún político
imputado puede optar a cargos orgánicos del PP. Nada impide estatutariamente
que Sonia Castedo, pese a estar imputada por diversos delitos, pudiera optar a
presidir el PP de la ciudad. Hoy por hoy, ella goza de toda la presunción de
inocencia y no tiene limitados sus derechos políticos. Lo impide una directriz,
no una norma, del Presidente Fabra que pocos se atreven a cuestionar
públicamente, pero que José Ciscar y su equipo han decidido sortear para
conseguir que, sin ser elegida por los afiliados, Sonia Castedo se sitúe en la
cúpula de los PP’s de la ciudad de Alicante.
Para lograrlo se han inventado un
Consejo de Dirección de los cinco distritos que será coordinado casualmente por
quien ostente la Alcaldía
de Alicante, o sea, Sonia Castedo. Confunden así el partido con el Ayuntamiento,
resucitando prácticas totalitarias, sacrifican los derechos políticos de los
afiliados a la situación procesal de la Alcaldesa y propinan una sonora bofetada a las
directrices del Presidente Fabra, a la democracia interna y a la imprescindible
regeneración democrática de una organización cuyos sacrificados militantes no
se merecen tanto desprecio y manipulación como la que están haciendo gala
algunos dirigentes provinciales. Ahora se comprende que el Secretario
Provincial presidiera una cena de homenaje a la Alcaldesa tras ser
imputada, que se reuniera con ella para “apuntalar” el proceso electoral
interno, que se haya perseguido a los militantes que han reivindicado más
ejemplaridad, más honradez y más democracia y que el Presidente Provincial,
José Ciscar, declarase el 1 de octubre que Sonia Castedo seguía siendo la mejor
candidata popular a la
Alcaldía de Alicante. Con dirigentes así, el PP alicantino no
necesita adversarios. Algunos recogerán muy pronto lo que están sembrando y desgraciadamente
lo veremos en las urnas.
Santiago de Munck Loyola
Presidente del Foro Esperanza
Popular
– Movimiento de Bases de
Alicante.
Etiquetas:
Alberto Fabra,
democracia interna,
imputados,
José Ciscar,
Jose Juan Zaplana,
PP ciudad Alicante,
regeneración democrática,
Sonia Castedo
martes, 25 de junio de 2013
¡Cuanta razón tienes Arantza!
Ayer, la nueva Presidenta del PP
vasco, Arantza Quiroga aseguró ante Mariano Rajoy que el “caso Bárcenas” le
parecía “vomitivo” y que el Partido Popular, cuando pudiese, debería “afrontar
la recuperación de la confianza perdida” por culpa de “algunos”. Quiroga afirmó
con rotundidad que “todos los militantes del PP están asqueados” con el tema de
Bárcenas y desean que la
Justicia “actúe con rapidez”. De forma muy elocuente recordó
que mientras que a algunos les temblaban las piernas cuando tenían que ir a un
Pleno en el País Vasco, otros estaban a otra cosa, estaban dedicados a hacer
“caja”. ¡Qué gran verdad! ¡Qué contraste entre el valor, la generosidad y el
heroísmo de algunos y la miseria política y moral de otros!
No se equivoca un ápice Arantza
Quiroga cuando afirma que todos los militantes del PP están asqueados por este
asunto, pero se queda corta. La mayoría de los militantes del PP estamos
asqueados por este y por otros asuntos que afectan a la trayectoria política y
a la imagen de nuestro partido y no queremos consolarnos con la idea de que en
todas partes cuecen habas. Hablamos de nuestra propia casa y lo que ocurra en
ella será un grave condicionante de la credibilidad del discurso popular. No se
puede señalar la paja en el ojo ajeno ignorando la viga que ciega el propio.
Asquea a cualquier militante el
llamado caso Bárcenas y todo lo que en torno al mismo se va conociendo con
cuentagotas. Asquea, no ya el simple hecho de que un señor se haya “forrado”
durante años a costa de las cuentas del Partido Popular sin que nadie notase
nada extraño, sino también que algunos dirigentes hayan estado cobrando
sobresueldos, indemnizaciones o gratificaciones, legales o ilegales, porque
parece que la suma de las retribuciones de los cargos públicos que desempeñaban
más los sueldos de los cargos orgánicos suponen unas cifras más que dignas para
vivir. Asquea saber que mientras que algunos teníamos que poner dinero de
nuestro bolsillo hasta para comprar la cola de las pegadas de carteles o para
pagar los autobuses con los que nos desplazábamos al país Vasco para apoyar a
nuestros compañeros otros nadaban en la abundancia nacida de donativos,
seguramente poco desinteresados.
Asquea a cualquier militante que
el nombre de nuestro partido se asocie con tramas presuntamente corruptas y
dadivosas hasta extremos increíbles. Asquea que se mantengan privilegios
fiscales o en materia de pensiones a sus señorías mientras se imponen duras
cargas al resto de los ciudadanos. Asquea el hecho de que la presencia de
imputados y procesados en diferentes bancadas populares no se salde con la
pública reprobación de los mismos o, al menos, con su apartamiento cautelar de la
protección del paraguas de las siglas del partido. Asquea que diputados sean
sorprendidos in fraganti conduciendo ebrios y no presenten su dimisión ante la
absoluta irresponsabilidad y falta de ejemplaridad que su conducta implica.
Asquea que haya cargos públicos ostentando muy altas responsabilidades habiendo
mentido en su curriculum durante años y que el descubrimiento de esta
circunstancia no suponga su cese inmediato. Asquea que los militantes sean
ignorados en muchas ocasiones a la hora de designar a los líderes territoriales
del partido o a la hora de informarles debidamente sobre las finanzas del
Partido y que los incumplimientos sistemáticos de los Estatutos del Partido o
del Código de Buenas Prácticas por parte de algunos dirigentes no reciba el
reproche público de quienes tienen potestad para ello.
Da asco, en definitiva, que una vocación
tan noble como la política esté siendo envilecida por algunos mercenarios,
pocos, es verdad, pero muy significativos y estratégicamente situados no por la
voluntad del militante sino del “dedazo” superior. Da asco que algunos, sin formación
alguna y sin más mérito profesional que la especialización en el arte de hacer
pasillo, en el del peloteo, o en el derivado de su parentesco o de sus
amistades, hayan logrado ocupar escaños, concejalías o alcaldías, convirtiendo
la política en un simple modus vivendi y no en un servicio al interés general y
al ciudadano.
Bárcenas es algo más que un señor
espabilado. Es la representación, la personificación de un peculiar modo de
entender la política que desgraciadamente es, en su esencia, perfectamente
asimilable a muchos otros comportamientos que, sin un componente económico tan
claro, participan de todo lo contrario a lo que significan los valores y los
nobles ideales de una vocación de servicio al bien común. Hay muchos motivos
para sentir asco pero todo dependerá del grado de escrupulosidad de cada uno.
Santiago de Munck Loyola
lunes, 17 de junio de 2013
Con AVE y con foto por los pelos.
Tal
y como vaticinaban muchos comentaristas en los diferentes medios de
comunicación, el trato protocolario que ha recibido hoy la Alcaldesa de
Alicante, Sonia Castedo, con ocasión de los actos de inauguración del nuevo AVE
a Alicante, ha sido objeto de un detallado seguimiento y análisis. Todos los
medios de comunicación, casi sin excepción, han coincidido en varias cosas: que
la Alcaldesa de Alicante ha sido relegada en el protocolo oficial, que Mariano
Rajoy la ha eludido cuanto ha podido y que la Alcaldesa ha conseguido
finalmente “salir” en la foto, aunque fuera a costa de la Bellea del Foc y del
Presidente de las Hogueras de San Juan. Incluso a última hora, la Presidenta de
Castilla la Mancha y Secretaria General del Partido Popular, Mª Dolores de
Cospedal, ha tenido que acudir a los medios para aclarar que ella no ha tratado
de evitar a la Alcaldesa de Alicante durante la ceremonia. ¡Cómo habrá sido la
cosa para tener que realizar esta aclaración!
Al
ver las imágenes y leer las diferentes crónicas sobre este importante día para
Alicante, como vecino, tengo cierta sensación de malestar y de vergüenza.
Malestar porque cuando alguien evita a la Alcaldesa de nuestra ciudad porque
está imputada por tres graves delitos o cuando se la margina en los actos
protocolarios, con diferentes excusas, pero se la margina al fin y al cabo, a
quien se está evitando o marginando es a la representante de todos los vecinos
de Alicante, a la máxima autoridad de la ciudad de Alicante. Vergüenza por los
intentos, aparentemente desesperados, de la máxima autoridad municipal por
arrancar una foto con quienes no tienen muchas ganas de fotografiarse con ella.
Da
la sensación de que hace tiempo que la dignidad política ha desaparecido de
nuestro entorno próximo. Cuando se leen las transcripciones de las grabaciones
de las conversaciones de toda una Alcaldesa con un proveedor municipal se
siente bochorno por el tono cutre que se emplea. Cuando se leen determinadas
declaraciones judiciales en las que se reconoce abiertamente que se usa el más
alto cargo de la ciudad para pedir empleo para los amigos y conocidos, se
siente bochorno. Cuando se conocen las informaciones sobre cómo se realizan
determinadas adjudicaciones y a quien en una ciudad como la nuestra, se siente
bochorno. Y cuando se ven determinadas escenas como las de hoy se siente también
bochorno y vuelve la pregunta ¿dónde está la dignidad inherente al desempeño de
un cargo político representativo?
Es
francamente difícil entender la situación porque quienes deberían haber tomado
determinadas decisiones no lo han hecho o lo han hecho de forma bastante tibia.
Y ello sólo contribuye a aumentar el desconcierto de los ciudadanos. Es
bastante difícil comprender que alguien que esté imputado no pueda ostentar
ningún cargo interno en el PPCV, tal y como ha establecido el Presidente Fabra,
y simultáneamente no exista inconveniente alguno para que siga perteneciendo al
Grupo Popular en las Cortes Valencianas o en su Ayuntamiento. Es difícil de
entender que el Secretario Provincial del Partido Popular de Alicante presida
una cena de homenaje a la Alcaldesa organizada tras su imputación y el
Presidente Nacional del Partido Popular, Mariano Rajoy, evite saludarla o
fotografiarse con ella. Tiene poca lógica que los cargos de designación directa
que resultan imputados sean cesados fulminantemente y que los cargos electos
igualmente imputados no reciban la petición pública de dimisión, aunque dicha
petición resulte inútil en la mayoría de las ocasiones. Era imprescindible trazar
una línea roja como hizo el Presidente Fabra, pero resulta bastante
desconcertante que esa línea roja sea discontinua. No es sencillo el problema,
hay muchas variables a tener en cuenta, pero es imprescindible un criterio
único y muy claro.
No
es difícil lograr hoy en día que un cargo público sea imputado y, en muchas
ocasiones, la imputación se ha convertido en un estigma y en un instrumento de
la lucha partidista. Hay quienes tratan de ganar en los tribunales lo que no
ganan en las urnas. Sin embargo, establecer un criterio en función de las
circunstancias de cada caso parece bastante complicado. Habría que atender a la
gravedad de las acusaciones, el origen de las mismas o a los indicios
incriminatorias existentes lo que terminaría por promover unos juicios
paralelos inaceptables. Más fácil parece el caso de los cargos públicos
procesados porque en esos casos, el juez ya aprecia indicios racionales de
criminalidad. Y no se trata de vulnerar, como algunos argumentan, la presunción
de inocencia. Al día de hoy el Sr. Blesa es inocente de cualquier delito y, sin
embargo, está en la cárcel de forma preventiva sin vulnerar su derecho a la
presunción de inocencia.
Sin
embargo y a pesar de las dificultades que entraña establecer un criterio claro
y ejemplarizante, lo cierto es que cuando el egoísmo o la falta de altura de
miras de los imputados dañan gravemente a la imagen de las instituciones a las
que representan y a los partidos que los han aupado a esas responsabilidades,
no queda más remedio que tomar una decisión que signifique públicamente que no
se comparte su situación y que no se les protege. Y más vale una vez colorado
que ciento amarillo.
Santiago
de Munck Loyola
lunes, 10 de junio de 2013
Sobre imputados y procesados.
Hace
pocos días, Alfonso Rus, Presidente Provincial del PP de valencia, a propósito
de la sesión de control en Las Cortes Valenciana que se convirtió casi en un
monográfico sobre el diputado Rafael Blasco, defendió, por un lado, la presunción de
inocencia del parlamentario imputado en el “caso
Cooperación” y, por otro, dejó caer que no era libre en el PP para decir lo
que piensa al respecto. Así, manifestó que discrepa de los planteamientos del Presidente
Regional con su doctrina sobre los imputados y dejo que “Creo en la presunción de inocencia y hasta que el juez no diga lo
contrario creo que las personas son inocentes”.
Por
su parte, hoy lunes, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, ha
señalado que es "fundamental" una
reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, con el consenso de todos los
partidos, para establecer que ninguna persona con "indicios" de haber cometido "delitos pueda estar presente en ninguna institución".
Según Fabra esta reforma debe garantizar que "esa necesaria tranquilidad pueda estar presente en la
sociedad" ya que ha constatado "la
desafección" que produce entre la ciudadanía con respecto a los
políticos los casos de corrupción. Ha insistido en que manteniendo el derecho a
la presunción de inocencia trata de establecer "una línea roja" en que la que "los imputados no tengan responsabilidades" en el partido.
Y ha insistido en que "el tema de
las imputaciones y de los procesados" debe abordarse "a nivel nacional".
Se
mire por donde se mire, lo cierto es que pocas herencias más envenenadas habrá
que la recibida por el Presidente Fabra. De una parte, una administración
autonómica sumamente endeudada a la que la crisis ha cogido con los “deberes”
sin hacer o mal hechos. De otra, un partido fracturado por viejas rencillas
personalistas, aún hoy soterradas, y un pavoroso panorama de escándalos de
corrupción repartidos entre distintas administraciones y empresas públicas que
culminan en un grupo parlamentario con nueve miembros imputados y algunos incluso
procesados. Es cierto que el Presidente Fabra está intentando abordar de forma
directa ambos frentes, el de la administración regional y el del partido, pero
no es menos cierto que estos esfuerzos no están encontrando el suficiente eco y
el reconocimiento público por parte de la mayoría de los electores, tal y como
señalan las encuestas.
No
es un tema fácil de abordar el de los políticos imputados o procesados en casos
de corrupción. Simplificar en exceso las soluciones supondría con seguridad un
error y una injusticia. Ambos líderes, Rus y Fabra, abordan el problema principalmente
desde una perspectiva jurídica. De una parte. Es indudable, de acuerdo con
nuestro estado de derecho, que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre
lo contrario y, en sentido estricto, no le falta razón al Presidente Rus cuando
afirma que hasta que no exista una sentencia firme es preciso sostener la
presunción de inocencia. Pero, la aplicación de este principio equivaldría a
sostener que hasta que no se agote el último recurso procesal no se podría
exigir la renuncia, no ya de un imputado o procesado, sino de un condenado en
primera instancia. Cabría objetar que incluso el delincuente sorprendido in
fraganti es inocente hasta que no haya sentencia firme, aunque se le haya
encontrado junto al cadáver y con el cuchillo en la mano.
De
otra parte, el Presidente Fabra aboga por una reforma de la ley de
enjuiciamiento criminal, consensuada entre todos los partidos, para delimitar
el momento en que el imputado o procesado en un caso de corrupción debería
abandonar sus responsabilidades institucionales. Nuevamente, se trata de una
consideración de índole jurídica cuya resolución no se vislumbra, hoy por hoy,
muy cercana y, menos aún, con un amplio respaldo parlamentario.
Sin
embargo, no se trata de ofrecer hoy una respuesta jurídica porque lo que hay
delante es un problema esencialmente político, no jurídico. La desafección que
los ciudadanos muestran ante la clase política a causa de los casos de
corrupción es un problema de carácter esencialmente político, no jurídico, y
por ello requiere, en primer lugar, respuestas políticas. Y respuesta política
es la que el Presidente Fabra ha venido sosteniendo, aunque de forma
insuficiente, a este problema político al plantear el trazado de una “línea
roja” en virtud de la cual un imputado no puede ostentar responsabilidades
orgánicas dentro del Partido Popular. Sin embargo, esta respuesta política, que
en si misma ya es positiva, parece insuficiente a la hora de “visualizar” ante
los ciudadanos la persecución de conductas reprochables. No hace falta ninguna
reforma de la Ley de Enjuiciamiento criminal para reforzar esa línea roja y
ganar credibilidad. Se puede hacer excluyendo del los Grupos Populares
municipales o de las Cortes a aquellos cargos públicos que estén imputados o
procesados. No es fácil, pero hoy en día parece los más ejemplarizante que con
las normas existentes en la mano se puede hacer. Si alguien por su situación
procesal no es digno de ocupar un cargo orgánico del PP tampoco debería
permanecer en un Grupo Municipal del PP. Eso sería lo coherente. Y hay que
destacar que se hace un flaco favor a la política del Presidente Fabra hechos
como condicionar la democracia interna del propio partido, es decir, los
derechos de miles de militantes, a la situación judicial de personas concretas
como ocurre en la ciudad de Alicante. Eso es dinamitar las líneas rojas.
Santiago
de Munck Loyola
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Sonia Castedo
viernes, 31 de mayo de 2013
Algo debería cambiar.
Cada día que pasa parece que se
agrava la situación política de la
Alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, y de su equipo de
gobierno. Poco a poco se va extendiendo la idea, antes muy minoritaria, de que
debería dimitir como consecuencia de su imputación por diversos delitos en los
Tribunales de Justicia y del daño que esta circunstancia estaba ocasionando a
la imagen de la ciudad y del Partido Popular. El pasado fin de semana, sin ir
más lejos, durante el acto de celebración del primer año del Presidente Fabra
al frente del PPCV, todos pudimos ver cómo distintos dirigentes populares
hacían el vacío a Sonia Castedo, y con ello a los alicantinos a quienes como
Alcaldesa nos representa, y rehuían cualquier fotografía junto a ella. Por otra
parte, va cobrando fuerza el rumor de que en Génova están hartos de la
situación y presionan para que dimita. Al parecer, hay quien no desea la foto
de la Alcaldesa
imputada junto al Príncipe de Asturias en el caso de que presida la
inauguración del AVE hasta nuestra ciudad.
Las últimas noticias no han
contribuido tampoco a aliviar la mala imagen del Gobierno Municipal y en ellas
ha vuelto a ser protagonista el mismo “tronco” que aparece en los procesos
judiciales abiertos. Las adjudicaciones municipales de contratos a empresas
vinculadas al Sr. Ortiz por importe de 468 millones de euros, realizadas por
vía extraordinaria y urgente sin justificación política ni legal alguna, han
agravado la mala imagen no ya de Sonia Castedo que no participó en la Junta de Gobierno, sino del
equipo de gobierno que ha venido comportándose de forma cómplice en unas formas
y modos de actuar más que reprobables.
Del mismo modo, la anulación por parte
del TSJ del Plan Rabasa, en el que también es pieza clave el Sr. Ortiz y su venta
de suelos a Ikea, por la existencia de graves defectos en su tramitación ha
supuesto una mancha más en la imagen de la gestión Municipal. Si a ello sumamos
las recientes informaciones de dos viajes a Portugal de la Sra. Alcaldesa y de su
antecesor, Luis Díaz Alperi, en jet privado para negociar los precios de la
venta de los suelos del Sr. Ortiz a Ikea, como si se tratase de agentes
inmobiliarios, tenemos delante un panorama bastante desolador.
Este lamentable panorama político
salpica fuertemente a la imagen del Partido Popular cuya pasividad, cuando no
complicidad política, de cara a la opinión pública ha sido más que evidente. La
dirección provincial, ante la imputación judicial de la alcaldesa y del
vicealcalde, se ha limitado a recordar la obviedad de que las actas de los
concejales eran personales y que no se les podía obligar a dimitir, pero es un
hecho cierto que no ha querido, o no ha podido ejercer una facultad a través
del resto de los concejales, de ordenar la exclusión de los imputados del Grupo
Popular Municipal y no lo ha hecho, posiblemente, porque se habría encontrado con
la negativa de la mayoría de los mismos quienes, a través de diferentes medios,
ya habían expresado que estarían con la Alcaldesa hasta el final. A ello, hay que añadir
dos datos relevantes para sopesar la actitud de la dirección provincial del PP
ante esta grave situación. De una parte, el hecho de que el Secretario General
Provincial José Juan Zaplana presidiera la cena de auto homenaje a Sonia
Castedo que se organizó poco antes de Navidad y poco tiempo después de
conocerse su imputación judicial. De otra, el hecho de que el Secretario
Provincial se reuniera con los concejales imputados para “apuntalar”
las elecciones internas del Partido Popular de la ciudad de Alicante, acabando
con ello con la esperanza de unas elecciones internas limpias y democráticas,
es decir, sin intervenciones superiores para predeterminar un resultado
concreto. A este respecto hay que recordar que la democracia interna
en el PP de la ciudad de Alicante no funciona, que la Dirección Provincial
decidió en octubre pasado, de espaldas a los militantes, suprimir la Junta Local de la ciudad y
crear una serie de distritos, que no se ha celebrado ningún proceso electoral
interno, superando todos los plazos legales, y que según los medios de
comunicación, algo no desmentido por la Dirección provincial, el derecho de voto de los
miles de afiliados populares de la ciudad está condicionado al destino judicial
de una sola persona, la
Alcaldesa.
Aunque este análisis es
compartido por muchos afiliados de la ciudad, la mayoría calla y consiente
porque ya es sabido que el que se mueve no sale en la foto, pero por mucho que
se siga escondiendo la cabeza en el agujero, la realidad es la que es y los hechos
son lo que son. La ciudad de Alicante no se merece la imagen que se está
trasladando de la institución municipal y los afiliados populares y los
votantes tampoco se merecen el deterioro que este espectáculo político y
judicial está ocasionando. Hay responsabilidades de muchos, ya sea por acción o
por omisión, y desde una perspectiva política no están circunscritas a la esfera
municipal, aunque lamentablemente y como suele ser habitual nadie dará la cara
en el momento oportuno. Eso sí, matarán al mensajero.
Santiago de Munck Loyola
jueves, 18 de abril de 2013
COMUNICADO DEL FORO ESPERANZA POPULAR.
Plaza de Gabriel Miró 14. Alicante. |
El Tribunal Superior de Justicia de la
Comunidad Valenciana acaba de citar como imputado por tres nuevos delitos, falsedad
documental, fraude fiscal y cohecho, al ex Alcalde de Alicante y Diputado Regional
de la Provincia de Alicante por el Partido Popular, Luis Díaz Alperi. Esta
nueva imputación viene a sumarse a la existente en el caso Brugal por tráfico
de influencias, revelación de información privilegiada y cohecho.
Ante este hecho, el
Foro Esperanza Popular desea manifestar lo siguiente:
1º La acumulación de
políticos imputados en distintas causas relacionadas con la corrupción está
provocando un creciente rechazo de los ciudadanos hacia la clase política, los
partidos y las instituciones, tal y como reflejan los más recientes sondeos.
2º Este rechazo se ve
reforzado por la aparente pasividad de la cúpula de los partidos ante dichos
casos que no adoptan medidas efectivas que refuercen la imprescindible
ejemplaridad de los cargos públicos y que restauren la confianza ciudadana.
3º Hoy ya no son
suficientes las habituales y huecas manifestaciones retóricas. Señalar que los
escaños son de los imputados y que no se les puede obligar a dimitir constituye
una obviedad innecesaria y una cortina de humo para esconder la posibilidad de
aplicar medidas ejemplarizantes.
4º Ante estas
situaciones y dejando a salvo la presunción de inocencia, los partidos
políticos sí pueden, al menos, apartar de sus grupos institucionales
(parlamentarios o municipales) a los cargos públicos imputados que voluntariamente
no quieran abandonar sus funciones hasta que exista una resolución judicial.
Por todo lo anterior,
solicitamos a la Dirección Regional del Partido Popular de la Comunidad
Valenciana que adopte las medidas necesarias para excluir del Grupo Parlamentario
Popular de las Cortes Valencianas a D. Luis Díaz Alperi y a los demás diputados
que se encuentren en similares circunstancias, tal y como se ha hecho en otras
cámaras regionales.
En Alicante, a 17 de
abril de 2013.
miércoles, 10 de abril de 2013
Camps ¿y ahora qué?
El 20
de julio de 2011 el Presidente de la Generalidad Valenciana ,
Francisco Camps, presentó su dimisión al frente de esta institución a
consecuencia de su procesamiento por el caso del presunto regalo de tres trajes
realizado por la trama corrupta Gürtel. En las últimas elecciones autonómicas
del 22 de mayo la inmensa mayoría de los votantes había preferido votar a un
político bajo sospecha de haber recibido regalos poco recomendables antes que
votar a cualquiera de los candidatos de la izquierda valenciana. No obstante,
con ese gesto necesario e inteligente allanó su camino para su defensa judicial
y despejó notablemente la agenda política. Fue juzgado y absuelto por un jurado
popular. Los socialistas valencianos, insatisfechos con el veredicto,
recurrieron y el Tribunal Supremo acaba de confirmar por cuatro votos contra
uno de los Magistrados dicho veredicto de inocencia. Francisco Camps y Ricardo
Costa han sido absueltos de nuevo y las reacciones a dicha resolución no se han
hecho esperar. La oposición, la izquierda valenciana, dice respetar dicha
sentencia pero no respaldarla. Es decir que, para los que acusaron falsamente
al ex presidente de unos delitos que no cometió, éste sigue siendo culpable,
digan lo que digan los Tribunales. Sin cortarse un pelo y haciendo gala de un
absoluto desprecio al Estado de Derecho, la diputada de Compromis en las Cortes
Valencianas Mireia Molla, ha afirmado que "para nosotros son culpables de
los delitos que se les acusaron". Entonces, no cabe más remedio que
preguntar ¿para qué sirven los Tribunales de Justicia? ¿Para qué sirven las
garantías procesales de nuestro sistema jurídico? Habrá que reformar las leyes.
Ya se sabe: un acusado de un delito es culpable si así lo deciden los presuntos
”demócratas” de Compromis. ¡Pues vamos listos con esta gente! Y los socialistas
igual, erre que erre. Ni siquiera se han dignado a pedir disculpas por haber
realizado unas acusaciones falsas que no han podido ser demostradas ni política
ni judicialmente. Y es a ellos a quien correspondía la carga de la prueba, no
al acusado.
Así
las cosas ¿y ahora qué? Nos encontramos con que el que fue el Presidente más
respaldado por los votantes de la Comunidad Valenciana
hubo de dimitir ante las múltiples presiones recibidas como consecuencia de
unas acusaciones que finalmente han resultado ser falsas. No vale ahora
intentar mezclar este asunto con todo el entramado Gürtel y demás casos en la
escenario judicial. Francisco Camps y Ricardo Costa dimitieron por unas
acusaciones concretas y han sido absueltos, no sólo por un jurado popular, sino
también por la máxima instancia judicial española. Es evidente y, sobre todo a
la vista de las manifestaciones de buena parte de la izquierda valenciana, que
su reputación y credibilidad han resultado dañadas para siempre y que no hay
forma de restaurarlas. Pero no es menos cierto que la razonable y elogiable
dimisión de hace casi dos años debe tener tras la absolución judicial una
compensación de carácter político.
Aquí
nadie se pone de acuerdo cuando debe o no dimitir un político imputado en una
causa judicial y en qué supuestos debería hacerlo. Cada partido tiene su vara
de medir y aplica cuando así le conviene la ley del embudo. No habiendo por
tanto ni norma escrita, ni hábito consensuado, parece que, en todo caso, la
lógica política exige que cuando alguien tiene la gallardía y honradez política
de dimitir ante una simple imputación debería ser repuesto en su cargo cuando
sale limpio del proceso judicial al que se ha sometido. Es muy posible que la
alegría oficial popular por el veredicto del Tribunal Supremo no se corresponda
con los verdaderos sentimientos que albergan quienes de un modo u otro
resultaron beneficiados políticamente con la dimisión de Francisco Camps. Ya se
sabe que en un partido político en cuanto te levantas de la silla alguien la
ocupará sin problemas y que será harto difícil que te la devuelva, aunque te la
hayas ganado en las urnas. ¡Difícil, miserable y desagradecido mundo el de la
militancia política!
Santiago
de Munck Loyola
miércoles, 20 de marzo de 2013
Más sobre Esperanza Popular.
Hay que ver la manía o costumbre que tienen algunos de adjudicar a los
demás intenciones o fines que los interesados nunca han manifestado. La
imaginación es libre y soñar también, pero de ahí a convertir las ensoñaciones
en noticia hay un gran abismo. Una vez más, el pasado 15 de marzo, el diario
ABC publicó una noticia, bajo el titular “Los
críticos del PP de Alicante se alían con el exalcalde de Alcoy”, que poco
se compadece con la realidad. La información empieza como sigue: Santiago de Munck, militante del PP
alicantino e impulsor de la corriente «Esperanza Popular» -crítica con el
presidente provincial de los populares alicantinos, José Císcar, y con la
alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo-, trata de extender su oposición interna a
la estructura del partido más allá de la capital alicantina. Para ello, el
pasado miércoles mantuvo un encuentro en Alcoy con varios exmilitantes del PP
identificados con el expresidente provincial Joaquín Ripoll”. Puedo
asegurar que ni soy impulsor de la “corriente” Esperanza Popular, ni trato de
extender ninguna oposición interna a la estructura del partido más allá de la
capital alicantina. Si el redactor de la noticia se hubiese tomado la molestia
de preguntarle a un servidor al que le atribuye alegremente intenciones
disparatadas podría haber hecho en su escrito honor a la verdad y no una loa a
la imaginación política.
Si lo hubiese hecho sabría que Santiago de Munck es un antiguo militante
del Partido Popular y antes de Alianza Popular y que es impulsor, no de una
corriente, sino de un Foro que se llama Esperanza Popular. El Foro Esperanza
Popular nació como un lugar de encuentro “virtual” en Internet para que los
“populares” que creen en la democracia interna y en la regeneración democrática
pudieran intercambiar ideas y propuestas, ante la ausencia de canales de
participación en el Partido Popular de la ciudad de Alicante. Ahora, el Foro
Esperanza Popular cuenta, además, con un espacio físico, con un lugar de
encuentro real en la
Plaza Gabriel Miró 14 de Alicante. Pero no es ninguna
corriente dentro del partido puesto que está abierto a la participación de los
vecinos de Alicante, sean o no afiliados del PP, y se está configurando como
una asociación para el estudio y debate de los problemas políticos, económicos
y sociales que afectan a los ciudadanos de Alicante.
Podría saber, si hubiese preguntado, que ni Santiago de Munck, ni los
compañeros que participan en el Foro Esperanza Popular, hacen una oposición
crítica ni a José Ciscar, ni a Sonia Castedo y, por supuesto, no tienen la
intención de extender una inexistente “oposición
interna a la estructura del partido” más allá de Alicante. Lo que hemos
hecho algunos y a título personal hasta ahora es manifestar nuestra
discrepancia sobre alguna decisión concreta adoptada por la Dirección Provincial
del PP alicantino o sobre alguna actitud de la primera edil de la ciudad de
Alicante. Criticar e impugnar, por ejemplo, por los cauces reglamentarios
internos la decisión adoptada de espaldas a los militantes de Alicante de
sustituir la Junta
local de Alicante por Juntas de Distrito, vulnerando los Estatutos del Partido,
es absolutamente legítimo y acataremos lo que resuelvan los órganos superiores
del partido y los tribunales de justicia en su caso. Pero no es, en modo
alguno, “realizar una oposición interna a
la estructura del partido”. Criticar comportamientos políticos poco
ejemplares como reuniones para “apuntalar”
las elecciones internas entre la Dirección Provincial
y concejales imputados es absolutamente legítimo y no constituye tampoco
expresión alguna de “una oposición
interna a la estructura del partido”. Como tampoco constituye expresión de “una oposición interna a la estructura del
partido” el hecho de que algunos manifestemos lo que es una obviedad que la
permanencia de imputados en los grupos populares municipales o autonómicos daña
a la imagen del Partido Popular. No existiendo ninguna corriente de oposición
interna a la estructura del partido, difícilmente se puede pretender
exportarla.
Parece que la actitud de algunos dirigentes expresada en el “conmigo o
contra mí”, en la máxima política imperante de acatar y obedecer sin rechistar,
se traslada con mucha facilidad a ciertos medios de comunicación. El pasado 13
de marzo, se celebró en Alcoy una reunión entre miembros del Foro Esperanza
Popular, miembros del Foro Movimientos de Bases del PPCV y antiguos militantes
del PP para intercambiar puntos de vista y para analizar la situación política
en nuestra Comunidad, y nada más. Querer convertir una simple reunión en una
especie de conspiración contra el aparato del PP es pura fantasía. El Foro
Esperanza Popular es lo que es y no lo que otros quieren que sea, ni lo que
algunos “venden” a los medios de comunicación, algunos de los cuales andan muy
ávidos de comprar cualquier mercancía aunque está completamente averiada.
Por último, parece imprescindible hacer una importante aclaración. Según
el Diario ABC el motivo para iniciar un expediente disciplinario contra un
servidor y el ex concejal Antonio Sobrino, con el fin de expulsarnos del PP,
estaría “en sus descalificaciones de las
decisiones que adoptan los órganos de dirección del partido o el menosprecio a
afiliados del PP (en este caso, la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo)”.
Pues bien, criticar e impugnar una decisión concreta (la supresión manu
militari de la Junta Local
de Alicante) no es una descalificación, como no lo es cualquier recurso que un
ciudadano interponga ante cualquier resolución administrativa o judicial. Y,
del mismo modo, manifestar que Sonia Castedo, a la que nunca hemos criticado en
su ámbito personal, debería dimitir o abandonar el Grupo Popular por estar
imputada por varios delitos tampoco es menospreciarla. Quien no quiera verlo
así es por puro interés. Quien quiera basarse en descalificaciones o
menosprecios inexistentes para continuar con sus pretensiones sancionadoras es
que sólo sabe ser fiel a íntimas convicciones totalitarias y antidemocráticas
que, por cierto, no deberían tener cabida en el Partido Popular.
Santiago de Munck Loyola
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miércoles, 6 de febrero de 2013
¿Apuntalando la elecciones internas del PP o de los PPs de Alicante?
El
pasado domingo los afiliados del Partido Popular de la ciudad de Alicante nos
sorprendíamos relativamente con una noticia recogida por el Diario El Mundo
según la cual Sonia Castedo, Alcaldesa de Alicante, barajaba crear un partido
propio para 2015 si rompía con el PP por el caso 'Brugal'. Según esta
información “Nuevo Alicante pivotaría
sobre sus asesores, el apoyo del mundo vecinal y de las Hogueras. Amaga su
constitución al menos hasta marzo cuando se elegirá al nuevo presidente local.”
La sorpresa era relativa porque en realidad el periódico no hacía otra cosa que
confirmar lo que es “vox populi” entre la militancia popular alicantina.
Al
elevar a nivel de noticia lo que hasta ahora no era más que un rumor o simples
especulaciones había quien esperaba que desde la Dirección Provincial
alicantina, ya que local ni está ni se la espera desde hace años, emitiese
algún tipo de comunicado desmintiendo la citada información o que requiriese
públicamente a la Alcaldesa para que desmintiese esa información y
tranquilizase así al conjunto de los afiliados de la ciudad. Ni una cosa, ni la
otra. La Alcaldesa calla al respecto y ya se sabe lo que dice el refranero
sobre el que calla…Y es que algunos esperamos demasiado: una cosa es contar con
los afiliados populares para que te llenen una cena y otra muy distinta es
proporcionales la información a la que según los Estatutos del partido tienen
derecho. Aquí que cada uno se busque la vida y que crea o no las informaciones
que se publican, los bulos o los rumores. Aunque, volviendo al refranero, ya se
sabe que cuando el río suena…
Sin
embargo y para tranquilidad del personal hoy hemos conocido otra noticia
publicada por el Diario Información bajo el siguiente titular: El PP pide apoyo a Castedo para apuntalar
la nueva estructura del partido en Alicante. Según el periódico la
dirección provincial del PP ya ha solicitado a la alcaldesa de Alicante, Sonia
Castedo, su "colaboración" para
poner en marcha el nuevo organigrama interno de la agrupación popular en
Alicante, que prevé "trocear" la ciudad en cinco ejecutivas de
distrito. Hace unos días, Castedo visitó la nueva sede junto al "núcleo
duro" de sus concejales. Acudieron a la cita con José Juan Zaplana, número
dos de José Císcar en el PP, la propia Castedo junto al vicealcalde Andrés
Llorens; el concejal Juan Seva y la portavoz municipal, Marta García-Romeu.
Todo el que tiene algo que decir dentro del grupo del PP en el Ayuntamiento de
Alicante estaba alrededor de la mesa, apuntan fuentes populares. ¿Objetivo del
encuentro? Apuntalar la elección de las cinco nuevas ejecutivas locales con el
respaldo explícito y claro del grupo de concejales alicantinos.
El Secretario General, JJ Zaplana, en la mesa presidencial junto a Sonia Castedo en la cena homenaje tras su imputación. |
Los que
creemos y propugnamos la Democracia Interna en el Partido Popular podemos estar
tranquilos: la Dirección provincial está trabajando para apuntalar con la colaboración de los cargos públicos imputados (es
decir, con los que no pueden concurrir a los procesos electorales internos
según la línea roja trazada por el Presidente Fabra) el desarrollo de esos
mismos procesos electorales internos para elegir las Juntas de Distrito creadas
sin consultar con los militantes y mediante un acuerdo impugnado por vulnerar
presuntamente los Estatutos Nacionales del partido Popular. ¿Alguien da más?
Es
posible que algún mal pensado le suene feo eso de “apuntalar” la elección de las cinco nuevas ejecutivas locales,
pero seguramente estará equivocado. Aquí no hay ni “familias”, ni
“sensibilidades”, ni “grupitos” manejando el cotarro, no. Ya se sabe, será cosa
de los periodistas que, a veces, no interpretan bien las cosas o no se enteran
como cuando publicaron que la Dirección Provincial había disuelto la Junta
Local de la ciudad de Alicante. En carta del propio Secretario General
Provincial de 17 de diciembre de 2012 remitida a este servidor se decía que “ni
se ha disuelto la actual Junta Local, ni se ha nombrado ninguna Gestora”,
porque eso no se deduce del acuerdo del Comité Provincial de 11 del 10 de 2012
que decía “Alicante, respecto de la cual
el Presidente propone el acuerdo, que es aprobado por unanimidad, de sustituir
el actual sistema organizativo de Junta Local, por el de Juntas de Distrito,…”.
Es más, según rumores, la Real Academia de la Lengua va a añadir una nueva
acepción de la palabra sustituir que consistirá, básicamente, en “cambiar una
cosa por otra pero dejando las dos a la vez”.
Todos
tranquilos. Lo de apuntalar las
elecciones internas entre la Dirección Provincial y algunos imputados no
debe ser lo que parece, ni mucho menos. Son cosas de la prensa que ya se sabe
como es. Nos lo van a aclarar muy pronto, como siempre.
Santiago
de Munck Loyola
lunes, 28 de enero de 2013
Peligrosa incertidumbre en el Ayuntamiento alicantino.
Hace
pocos días, el pasado domingo, el Diario El Mundo de Alicante, dedicando dos
páginas enteras a la situación política que se vive en el Ayuntamiento de
Alicante por la delicada situación procesal que atraviesa la Alcaldesa Sonia
Castedo, encabezaba su información bajo el siguiente titular “Concejales del PP piden a Císcar que
acelere la caída de Castedo para evitar el expolio de Alicante”. A
continuación subtitulaba esta información con dos frases: “Manifiestan al líder provincial del PP que si se retrasa, la mayoría
absoluta será irrecuperable” y que “la
alcaldesa no cuenta ya con ningún incondicional, según han sondeado los ediles
del PP”. No sé a los demás, pero a un servidor cuando lee lo de “evitar el
expolio de Alicante” se le ponen los pelos de punta.
Claro
que para informaciones y opiniones las hay tan variadas que uno no sabe con
cual quedarse. Sin ir más lejos, hace tan sólo un par de semanas, el 7 de enero
de 2013, se publicaban en el Diario Las Provincias las siguientes declaraciones
del concejal popular Luis Barcala: “Sonia
Castedo cuenta con el apoyo incondicional y sin fisuras de la totalidad del
equipo de gobierno”. Aquí pueden plantearse varias hipótesis: o bien el Sr.
Barcala no está entre los supuestos concejales que han ido a lamentarse ante el
Presidente Provincial o bien está entre ellos y se desdice de sus recientes
declaraciones o bien no se entera de nada. Hace tan sólo dos meses, el 16 de
noviembre de 2012, con la Alcaldesa ya imputada en los tribunales, se celebró
una cena de auto homenaje a Sonia Castedo y co-presidiendo dicha cena estaba el
mismísimo Secretario General de la Provincia de Alicante, José Juan Zaplana. Si
estas informaciones, declaraciones y gestos públicos pueden resultar
contradictorios y desorientar a los propios afiliados del Partido Popular que
se supone que algo deben conocer de estas idas y venidas, de estos malabares y
juegos de salón, qué no debe ocurrir en la mente de los ciudadanos alicantinos
que contemplan este espectáculo político. Pues lo menos que se debe de estar
produciendo en el ciudadano es una pérdida progresiva de la confianza que
depositaron en el Partido Popular hace casi dos años, ratificando con ello la
afirmación del Diario El Mundo de que de seguir así la mayoría absoluta será
irrecuperable.
Es
muy difícil explicar a los ciudadanos que el Partido Popular ha trazado una
línea roja respecto a los imputados y procesados que consiste en que, cuando
son imputados o procesados, no pueden ocupar puestos orgánicos en la estructura
del Partido Popular pero sí pueden seguir ocupando cargos públicos en
Ayuntamientos o en las Cortes Valencianas. Es cierto que el Partido Popular no
puede obligar a nadie a renunciar a su cargo público, a su acta de concejal o
de diputado, pero sí puede excluirlos de sus grupos municipales o del grupo parlamentario.
Esa exclusión sí que sería una muestra de coherencia política que con toda
seguridad supondría algo más de confianza y de credibilidad a las llamadas líneas
rojas. Y esa exclusión no supondría cuestionar la presunción de inocencia de
nadie o, en todo caso, supondría hacerlo en la misma medida que se hace cuando
se excluye a imputados y procesados de los puestos orgánicos del propio
partido. No hay fórmulas intermedias válidas y prueba de ello es que la actual
situación consentida y mantenida por los más altos responsables políticos del
Partido Popular está causando una profunda desconfianza entre los
electores y un daño constante a la
imagen e intereses del partido.
Y
si hay algo grave, además, en estas informaciones y en las polémicas que sobre
ello se mantienen es el silencio atronador de quienes deberían negar que se
esté produciendo o se vaya a producir un “expolio” de Alicante, algo difícil de
aceptar. Es una gravísima acusación que debería haber tenido ya una respuesta
pública por parte de la Dirección Provincial. Dicen que el que calla otorga y
en este caso el silencio es inaceptable.
Sea
o no cierta la petición de auxilio de algunos o de todos los concejales al
Presidente Císcar, no es posible olvidar que un concejal tiene ante todo una
enorme responsabilidad ante los votantes y es a ellos a quien se debe en primer
lugar, que esa responsabilidad hace a todos los concejales del gobierno
municipal partícipes de los éxitos y de los fracasos en la gestión municipal y
que en esa responsabilidad se incluye la de elegir a quien ha de ocupar la
Alcaldía y la de destituirlo, en su caso, con la aplicación de los mecanismos
legales existentes para ello. Pero no cabe echar balones fuera.
Santiago
de Munck Loyola
martes, 8 de enero de 2013
Imputados y procesados.
En
la última encuesta del CIS ha arrojado un dato verdaderamente alarmante: la
clase política se ha convertido en el tercer problema que preocupa a los
españoles. Más del 22 % de los encuestados sitúa a la clase política como el tercer
quebradero de cabeza tras el paro y la crisis económica, alcanzando un nivel
que no se conocía desde 1995.
A este dato revelador hay que añadir que entre los diez
primeros problemas para los españoles vuelve a aparecer la corrupción lo que
ligado a lo anterior señala un claro suspenso para los responsables políticos
de nuestro país.
El
comportamiento poco edificante y poco ejemplar de una parte de la clase
política, especialmente relevante en momentos de escasez y penuria para el
conjunto de la población, junto con la inmoral e ilegal conducta de unos pocos,
pero significativos miembros de la clase política, ensombrece y mancha la labor
de la inmensa mayoría de los políticos españoles. Es verdad que por los
comportamientos de unos pocos pecadores pagan los justos y ello se debe
fundamentalmente no sólo a la relevancia mediática que las irregularidades
conllevan, sino también a la ausencia de una reacción clara y firme por parte
de quienes no protagonizan esas censurables conductas. Por cada 100 políticos
decentes y honestos es posible que sólo exista uno que no lo es pero, inevitablemente,
no son noticia los 100 primeros, sino este último. Los medios de comunicación
hacen, por regla general, una labor inapreciable denunciando los
comportamientos censurables de quienes se aprovechan de su estatus político o
de su cargo público y su labor sería más eficaz si simultáneamente el resto de
la clase política actuara con firmeza para apartar de su lado a cuantos
incurren en esas prácticas. Sin embargo, muchas veces da la sensación de que
existe cierto corporativismo o cierta timidez a la hora de censurar algunas
prácticas o que se anteponen determinados intereses coyunturales o ciertas
estrategias que modulan mucho esa imprescindible capacidad de reacción. Sea cual
fuere la causa lo cierto es que las conductas de unos pocos enturbian el buen
nombre de todo un colectivo que está o debe estar al servicio de los
ciudadanos.
Es
curioso, por ejemplo, que en el seno del Partido Popular, y en concreto en la
Comunidad Valenciana, se transmita un doble discurso en torno a este tema. Una
y otra vez, el Presidente de la Generalidad Valenciana y del PPCV, Alberto
Fabra, ha censurado los comportamientos sospechosos y ha manifestado que los
cargos públicos del PP imputados en causas judiciales deben dimitir. Y en esta
línea de exigencia ética ha habido dimisiones y ceses. Igualmente, el
Presidente Fabra ha impulsado reformas internas para que los imputados no
puedan ocupar cargos en la organización del Partido Popular y ni siquiera
concurrir como candidatos. Pero paradójicamente nos encontramos con que el
hecho de estar imputado en una causa judicial inhabilita para ejercer cargos
internos o para ser candidato, pero no para seguir ejerciendo cargos públicos.
En estos últimos casos siempre que los dirigentes populares son preguntados
sobre si deberían o no dimitir alcaldes o diputados imputados se limitan a
decir que las actas son personales y que no se les puede obligar a dimitir.
¡Faltaría más! Eso ya lo sabemos todos. Pero no es eso lo que se pregunta, no
se pregunta de quién son las actas de concejales o diputados, sino si
perteneciendo a quien pertenecen dichas actas deberían o no dimitir los
imputados. ¿Tan difícil es contestar sí o no? ¿Por qué los dirigentes populares
no piden públicamente a sus compañeros imputados que renuncien a sus actas? Y
en el caso de que un cargo público elegido bajo las siglas del PP esté imputado
y no quiera presentar su renuncia ¿por qué no lo excluye el propio partido de
su grupo parlamentario o de su grupo municipal? ¿por intereses coyunturales?
Tan
cierto es que un acta es personal, gracias a nuestro ordenamiento jurídico,
como que un imputado es, dígase lo que se diga, inocente y que no será culpable
de delito alguno hasta que no exista condena firme. Cierto es que también, en
los últimos años sobre todo, se ha judicializado en exceso la política y que
ello haya conducido a una relativización de la valoración de las causas
judiciales en curso. Pero no es menos cierto que, hoy en día, en las actuales
circunstancias, es más necesario que nunca establecer una clara línea roja que
permita al conjunto de los ciudadanos recuperar la confianza en la clase
política. El Presidente Fabra la ha situado en el grado de la imputación, pues
bien, cúmplase en el seno del PP para todos y sin distinciones, aunque con ello
se corra el riesgo de perder una alcaldía, por ejemplo. Y para qué mencionar
cuando el nivel procesal se sitúa ya en el procesamiento. Más vale una vez colorado que ciento amarillo.
Hoy
por hoy, muchos votantes del PP en la Comunidad Valenciana, y muchos afiliados,
percibimos demasiada tibieza y poca ejemplaridad en el tratamiento de algunos
casos muy sonoros en nuestro entorno y demandamos no sólo palabras, sino
también gestos que nos permitan creer que las cosas están cambiando. Día tras
día, sentimos cierta desmoralización ante noticias que, sumadas a las derivadas
de la propia situación económica, transmiten una realidad poco alentadora y un
futuro político más que incierto.
Santiago
de Munck Loyola
miércoles, 12 de diciembre de 2012
¿No debería mover ficha el PPCV?
Hoy, todos los medios de comunicación recogen la noticia sobre el procesamiento de tres miembros del antiguo gobierno autonómico de Camps. El juez instructor del Tribunal Superior de Justicia valenciano que sigue la causa por supuesta financiación irregular del PPCV ha acordado procesar, nada menos, que al exvicepresidente del Consell Vicente Rambla y a las exconselleras Milagrosa Martínez y Angélica Such por tráfico de influencias y prevaricación.
Los tres ya estaban imputados desde hacía meses pese a lo cual no habían renunciado a sus escaños manteniéndose actualmente como diputados del Grupo Popular en Las Cortes Valencianas, aunque tanto Rambla como Such fueron relevados el pasado mes de octubre de los cargos que ostentaban en la dirección parlamentaria del PP valenciano, dentro de la política marcada por el presidente Alberto Fabra de dejar sin responsabilidades públicas a los cargos imputados en causas judiciales.
La semana pasada, también el Tribunal Superior de Justicia Valenciano condenó al Diputado Popular y ex alcalde de Torrevieja, Pedro Hernández Mateo, a 9 años de inhabiltación y tres de cárcel por delitos de prevaricación y falsedad documental. Tras la renuncia a su escaño, su puesto va a ser cubierto por la hija del ex alcalde de Alicante y diputado popular, también imputado, José Luis Díaz Alperi. Con ello, los diputados del Partido Popular imputados pasarán de 11 a 10 quienes, por cierto, podrían constituir formalmente un grupo parlamentario propio (el GRIMPO, Grupo de Imputados Populares).
Este desolador y antiestético panorama tiene responsables políticos directos y no son otros que los que, al margen de la opinión y la voluntad de la militancia del PP, confeccionaron y aprobaron las candidaturas del partido a las Cortes Valencianas, quienes conociendo, o debiendo conocer, lo que se avecinaba consintieron que se utilizaran los escaños para "blindar", o intentarlo al menos, la situación procesal de los afectados, quienes utilizan a su antojo las listas electorales para colocar a sus amiguetes y a los familiares de los mismos con independencia de su trayectoria política, sus méritos, su capacidad o su valía, quienes, en definitiva, prescinden en sus decisiones del interés general y del uso de las instituciones democráticas al servicio del bien común.
Si alguien dentro del PP piensa que no pasa nada, que todo puede seguir así, que todo debe seguir bajo el control de los mismos, que no hace falta más participación de la militancia, ni más democracia interna se equivoca profundamente. Los que queremos éso, los que reclamamos y exigimos además ejemplaridad absoluta y respeto profundo a los Estatutos del Partido y a los principios ideológicos del mismo no somos los adversarios a batir. Al revés, los enemigos del PP son los que, por activa o por pasiva, propician estas situaciones, los que se aferran a sus puestos y sus privilegios, los que toman decisiones retorciendo los reglamentos y los estatutos sin consultar jamás a las bases, los que tratan una y otra vez (y lo hemos podido ver estos días) de estrangular cualquier proceso de libre concurrencia interna para perpetuar a "los suyos" en el poder territorial del partido. Ésos son los verdaderos enemigos del PP y de la sociedad alicantina.
Si alguien dentro del PP piensa que no pasa nada, que todo puede seguir así, que todo debe seguir bajo el control de los mismos, que no hace falta más participación de la militancia, ni más democracia interna se equivoca profundamente. Los que queremos éso, los que reclamamos y exigimos además ejemplaridad absoluta y respeto profundo a los Estatutos del Partido y a los principios ideológicos del mismo no somos los adversarios a batir. Al revés, los enemigos del PP son los que, por activa o por pasiva, propician estas situaciones, los que se aferran a sus puestos y sus privilegios, los que toman decisiones retorciendo los reglamentos y los estatutos sin consultar jamás a las bases, los que tratan una y otra vez (y lo hemos podido ver estos días) de estrangular cualquier proceso de libre concurrencia interna para perpetuar a "los suyos" en el poder territorial del partido. Ésos son los verdaderos enemigos del PP y de la sociedad alicantina.
Así no se puede seguir. Ni los miles de militantes del PP se lo merecen, ni por supuesto los ciudadanos alicantinos y los que callan son tan responsables como el que más.
Santiago de Munck Loyola
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