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martes, 25 de abril de 2017

La dimisión de Esperanza.


Ahora que muchos aprovechan para hacer leña del árbol caído, vaya por delante mi respeto y afecto por Esperanza Aguirre, aunque sea crítico con ella. Hay dos cosas que nunca le ha perdonado la izquierda: ser liberal y haberles ganado una y otra vez en las urnas. 

Por ello, la dimisión de Esperanza Aguirre como Portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid está sirviendo de válvula de escape para la inquina, la bilis, el revanchismo y las miserias de toda clase de gente, dentro y, sobre todo, fuera del PP. Yo lo palpo muy cerca. Pero es inevitable, majaderos y miserables abundan.

Con sus luces y sus sombras en su gestión pública, Aguirre representaba el éxito de haber situado a la Comunidad de Madrid a la cabeza económica de todas las comunidades autónomas; representaba un matizado liberalismo que levantaba sarpullidos en la izquierda y en algunos ámbitos del propio Partido Popular y, sobre todo, representaba para muchos un modo de hacer política claro, directo y sin complejos ante una izquierdona tan rancia como sectaria. Se pregunta hoy “Monseñor” Iñaki Gabilondo en su sermón de El País ¿por qué ha dimitido en el fondo Esperanza Aguirre? ¿Dónde está el listón o cuantos códigos éticos pululan en el PP para que Esperanza Aguirre tenga que dimitir no estando imputada en ninguna causa y otros líderes  nacionales no tengan que hacerlo? Buenas preguntas. Y, a bote pronto, da la impresión de que Esperanza Aguirre, consciente de lo que representaba y habiéndolo sido casi todo en política, ha decidido no someterse al linchamiento mediático que le estaban preparando, depurar su responsabilidad política por sus errores en sus tareas “in eligendo e in vigilando” y, de paso, prestar un último servicio a su partido marcando, por cierto, el camino que deberían seguir muchos otros.

Esperanza Aguirre era desde hace tiempo una nota discordante en un partido monolítico, absolutamente incapacitado para percibir, no ya las demandas de la calle, sino las de su propia militancia. Muchas de sus ideas y propuestas lanzadas desde hace 4 años no sólo fueron despreciadas por la guardia pretoriana rajoyana de Génova sino que irritaron profundamente. Y, sin embargo, esas propuestas iban en la buena dirección. En febrero de 2013 habló de la necesidad de que quien vaya a ocupar un cargo público haya cotizado previamente a la seguridad social, es decir, que sepa lo que es ganarse la vida por su cuenta, sin el paraguas del partido. No le faltaba razón, aunque su entorno se nutría de gente que nunca lo había hecho. En mayo del mismo año, Esperanza Aguirre manifestó que "con elecciones internas para encontrar a los dirigentes, los militantes de base se sentirían mucho más involucrados en la vida del partido". Nada más sensato ni más lleno de sentido común que esa reflexión. Y en septiembre manifestó que “ha llegado la hora de remover las aguas demasiado quietas de la vida interna de los partidos" y, reclamó implantar un sistema electoral con listas abiertas y primarias para designar candidatos. En definitiva que aportaba algunas reflexiones que podrían haber permitido contribuir en algo a que el sistema político se regenerase.

Sin embargo se equivocó a la hora de conformar sus equipos porque usando el mismo sistema de designación cuya reforma proponía no supo elegir, no supo vigilar y no supo escuchar lo que eran algo más que rumores. Cuando alguien tiene la facultad de realizar cientos de nombramientos puede equivocarse, pero se ha de pagar por ello. ¿Cuántos políticos se han equivocado igual? ¿Quién puede poner la mano en el fuego por alguien al que designa directamente a un cargo, aunque sólo pueda nombrar a uno?

Pero ¿sirve de algo esta dimisión al PP? Tal y como están las cosas parece que no. El Partido Popular es una especie de tortuga, desesperadamente lenta en sus movimientos regeneradores, tremendamente asustadiza que esconde la cabeza a la mínima y prácticamente ciega. Es una tortuga incapaz de aprender de los errores y que marcha lenta pero inexorablemente hacia el precipicio.

Buena prueba de ello es lo que está ocurriendo en Valencia donde Génova trata de impedir o dificultar la concurrencia de varias listas a la Presidencia provincial (así lo ha hecho saber Maíllo el amigo de Aida Nízar) o en Alicante, sin ir más lejos, donde gente como José Ciscar, Presidente Provincial de Alicante, responsable del mayor desastre electoral del PP en la Provincia, se  presenta a la reelección sin que surja ninguna candidatura alternativa, pese a ser público y notorio que es un declarado enemigo de la transparencia, de la democracia interna y de la regeneración democrática al igual que su mano derecha el diputado José Juan Zaplana.

El actual PP ha sepultado ideológicamente al centro derecha. Se ha conformado con convertirse en un partido refugio para el voto del miedo al grito de “que llega Podemos” y con ello ha abandonado la idea de una profunda regeneración, de la asunción real y a todos los niveles de responsabilidades políticas, del desarrollo de iniciativas políticas de calado y del cumplimiento de su propio programa electoral. Siempre hay una excusa. Antes que lo prioritario era arreglar el desastre económico heredado. Ahora la insuficiencia parlamentaria. Y uno no puede, por menos, que preguntarse y para qué quieres gobernar si no puedes ni tan siquiera cumplir con un mandato europeo como en el caso de los estibadores portuarios.

El PP ha vuelto a perder un referente ideológico o, al menos, un referente dinamizador del debate interno, algo tolerado exclusivamente a personas con relevancia interna como Esperanza Aguirre. Eso sí, el PP ha ganado con esta dimisión más pax rajoyana, más uniformidad discursiva y más encefalograma plano. Cuando el PP sea desconectado de los sistemas de soporte vital, las administraciones públicas, tendrá serias dificultades para sobrevivir. Y si no, al tiempo.

Santiago de Munck Loyola

viernes, 21 de abril de 2017

Esperanza Ciudadana solicita por segunda vez a la Generalidad Valenciana la declaración de Bien de Interés Cultural para la Romería de la Santa faz.


NOTA DE PRENSA.

21-4-2017.

Hace ya casi dos años, el Presidente del Partido Esperanza Ciudadana, Santiago de Munck Loyola,  presentó por registro ante la Generalidad Valenciana una solicitud para incoar el expediente para la declaración de Bien de Interés Cultural a la Romería de la Santa Faz. Hasta el día de hoy, la Generalidad Valenciana no se ha dignado ni tan siquiera a contestar una iniciativa tan importante para la ciudad y Provincia de Alicante. Tal y como se señalaba en aquella solicitud “esta extraordinaria expresión cultural y religiosa alicantina merece la protección de la Generalidad Valenciana a través de su declaración como Bien de Interés Cultural inmaterial” y se recordaba que esta solicitud ya había sido formulada en el año 2002 por el Pleno del Ayuntamiento alicantino.

Ante el evidente desprecio hacia los alicantinos que implica la falta de respuesta del gobierno autonómico y ante la supervivencia de la necesidad de proteger y promover esta expresión cultural y religiosa netamente alicantina, el Partido Esperanza Ciudadana ha vuelto a presentar hoy una nueva solicitud para que sea incoado este expediente y finalmente la Romería de la Santa Faz reciba el tratamiento y la protección que se merece.

jueves, 20 de abril de 2017

La pestilente lluvia fina.



Hace ahora 20 años que el entonces Presidente del Gobierno José María Aznar usaba el símil de la “lluvia fina” para defender el balance de su primer año de gobierno. La teoría de Aznar era que gestionar bien acaba calando en la sociedad y, a pesar de las encuestas por entonces adversas, lo cierto es que parece que la “”luvia fina” terminó calando y en el año 2000 logró la primera mayoría absoluta del centro derecha.


Mucho ha cambiado el panorama político desde entonces y lo cierto es que desde hace una década la “lluvia fina” de la corrupción ha ido calando entre los votantes hasta el punto de situarla en un lugar preeminente entre sus preocupaciones. Es indudable que los casos de corrupción afectan a todos los partidos como lo es también el hecho de que poderosos medios de comunicación solo resaltan los que afectan al Partido Popular, pero ello no puede servir de excusa para eludir las propias responsabilidades, para hacer una profunda autocrítica y poner todos los medios posibles para sanear una estructura partidista absolutamente carcomida.


Es cuando menos llamativo que, si uno se fija en la evolución ideológica del Partido Popular, existe una curiosa proporción: a menos definición ideológica más corrupción. Recuerdo perfectamente un acto con Rodolfo Martín Villa en Rivas. Decía “tenemos que construir un gran partido y por ello hemos de abrir las puertas. No debemos preguntar a los se incorporan de dónde vienen, sino a dónde quieren ir”. Muy bonito y generoso, pero poco realista porque, al final, resultaba que tampoco importaba el destino de los nuevos, lo que importaba es ser más, crecer. Y ese crecimiento rápido produjo un progresivo desarme ideológico y un abandono paulatino de los principios. El eclecticismo ideológico vino acompañado de la relajación ética. Y los resultados están más que a la vista. Los militantes fueron perdiendo peso y desde arriba se prefirió conformar cuadros y candidatos por cooptación que durante años han nutrido los cargos públicos.


En partido en el que los candidatos no son propuestos por las bases y que después de elegidos no existen mecanismos de control por las mismas es evidente que cuando salen ranas la responsabilidad de su designación recae en los superiores que los auparon al puesto y que a ello hay que añadir, cuando menos, otra responsabilidad por negligencia “in vigilando”. No puede ser casualidad la existencia de tanto batracio en cargos públicos, algo ha venido fallando y seguirá fallando, porque pocas medidas se han articulado para evitarlo. Y lo cierto es que las ranas se sienten a gusto y se multiplican con facilidad en ambientes húmedos, con la lluvia fina y persistente.


Quizás lo más doloroso de esta situación sea la profunda vergüenza, asco y decepción que deben sentir los militantes populares y los millones de votantes que cada día que se asoman a los medios de comunicación se mojan con una nueva dosis de fina y pestilente lluvia.


Durante los últimos años el Partido Popular ha optado por el pragmatismo ideológico y el eclecticismo ético con unas consecuencias desastrosas, no sólo para su supervivencia política sino para el conjunto de los españoles. Desaprovechó su mayoría absoluta para realizar profundas reformas, no económicas, sino políticas y desaprovechó su último congreso para asumir sus errores, para aprobar mecanismos que democratizaran profundamente su estructura y para cerrar el paso de forma tajante a cualquier atisbo de corrupción. Pero era lógico ¿cómo se iba a pedir a quienes por acción u omisión eran responsables de la actual situación que dieran un paso atrás y saldasen así su deuda con los militantes y votantes? Un pequeño lavado de cara y punto, no hubo más.


De aquellos polvos vienen estos lodos. El crecimiento de fuerzas populistas que ponen en peligro la estabilidad constitucional no es casual. Son un auténtico peligro para las libertades y tampoco son trigo limpio, pero ahí están, al acecho. Pero el miedo que generan es el contrapeso para que el Partido Popular se sostenga como mal menor, como la cesta del voto del miedo. Triste consuelo.


Mucho hay que cambiar y rápido. Todo parece señalar que de seguir así las cosas la lluvia fina de la corrupción terminará calando hasta en el votante más acérrimo y leal. Puede que el Sr. Rajoy se lo pueda permitir, pero España no.

Santiago de Munck Loyola
https://santiagodemunck.blogspot.com.es
 


lunes, 17 de abril de 2017

El atraco eléctrico.


Parece ser que hay dos verdades incuestionables respecto al recibo de la luz: que es uno de los más caros de Europa y que prácticamente la mitad de los consumidores no entiende la factura eléctrica. Puede que no entender la factura de la luz no sea en el fondo tan malo como parece. Dicen que ojos que no ven corazón que no siente. Y permanecer en la ignorancia de lo que en el fondo estamos pagando con cada factura de la luz puede ayudarnos a no enfurecer con lo que a todas luces es un auténtico atraco al consumidor.

Voy a poner un ejemplo que me afecta. Se trata de las facturas de una vivienda en la que no se ha consumido electricidad durante el último año por estar cerrada. La lógica y el sentido común apuntarían a que uno tendría que pagar sólo el consumo habido y el alquiler del equipo (supongo que el contador). Si el consumo ha sido 0 y el alquiler asciende a 1,34 € por mes estaríamos hablando de una facturación anual de 16,08 + IVA. Pues no, aquí ni la lógica ni el sentido común funcionan. La facturación de esta vivienda con un consumo de 0 KWh  asciende en el último año a 348,24 euros. ¿Es posible? Pues sí, todo por obra y gracia de estos políticos  cuya mayor aspiración parece ser sentarse en el consejo de administración de una compañía eléctrica al acabar su mandato.

Nada que objetar a las explicaciones contenidas en las facturas, pero una cosa es que los conceptos de facturación estén bien explicados y otra muy distinta es que sean comprensibles. Veamos. El mayor bloque de facturación que asciende a 245,88 euros al año se denomina costes regulados y comprende tres conceptos distintos:
Los incentivos a energías renovables, cogeneración y residuos...92,52 €/año.
Costes de redes de transporte y distribución…94,20 €/año.
Otros costes regulados (incluida la anualidad del déficit)…59,16 €/año.

Los incentivos a la producción de electricidad a partir de renovables, cogeneración y residuos ascendieron al cierre del año a 6.587 millones de euros que pagamos los consumidores en nuestra factura. Producir energía es un negocio reservado, sobre todo, a grandes empresas. Papá Estado decidió que había que incentivar la producción de energía eléctrica con sistemas medioambientalmente sostenibles y hasta ahí perfecto. Lo que ya no parece tan perfecto es que esos incentivos los tengamos que pagar los sufridos consumidores, consumamos o no energía. ¿Por qué tenemos que subvencionar usted y yo a Endesa, Iberdrola, Gas Natural, E-on, etc.? ¿No ganan suficiente? ¿No sería más claro y limpio que los incentivos los promueva el Estado directamente con la política fiscal? Y ¿por qué hay que subvencionar la producción de energías renovables y no, por ejemplo, la producción de la agricultura ecológica?

El segundo concepto incluido en los costes regulados son los costes de redes de transporte y distribución. La red de transporte que traslada la electricidad desde donde se genera hasta los puntos de consumo pertenece mayoritariamente a Red Eléctrica de España, empresa con un 20% de capital del Estado. La red de distribución suministra la electricidad hasta los  contadores de los hogares, comercios o industrias. Las grandes empresas eléctricas son las propietarias de casi toda la red de distribución. ¿No sería más claro y limpio incluir estos costes en el precio del Kilovatio que contratamos? Cuando adquirimos cualquier otro producto tiene un precio final al que solo se añade el IVA, no nos cobran a parte el coste de su transporte. Pero es que, además, ¿Por qué alguien que no consume energía debe pagar los costes de redes de transporte y distribución? ¿De qué transporte y distribución estamos hablando cuando el consumo es 0? ¿De la nada? No, nos dirán es que usted paga por la posibilidad de consumir usando esas redes aunque no lo haya hecho. Es como si a cualquier ciudadano le cobrasen el impuesto sobre circulación de vehículos aunque no tenga uno. ¡Haberlo tenido!

Y el tercer gran concepto, otros costes regulados, es el cajón de sastre donde cabe todo, entre otras cosas, los pagos por anualidades del déficit de actividades reguladas, la retribución específica para sistemas no peninsulares (para compensar el sobrecoste que supone generar electricidad en las Islas Baleares, Canarias y Ceuta y Melilla),  los costes de pagos por capacidad (se retribuye que estén disponibles algunas centrales), la moratoria nuclear y la tasa de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.

El segundo bloque de facturación corresponde al coste de producción de electricidad y el margen de comercialización que en este caso 25,80 euros al año. Pero, vamos a ver, si no he consumido electricidad ¿por qué tengo que pagar el coste de producir la energía que no consumo? Cuando uno paga un café en el bar ¿tiene que pagar un suplemento por el coste de producción de los cafés que no se ha tomado? Absurdo.

Y el tercer bloque de la factura corresponde al IVA. En este caso de consumo cero el IVA asciende a 60,48 euros al año. Y el colmo es que se tenga que pagar el IVA sobre peajes y tasas lo que constituye una clara fiscalidad doble, tributar sobre lo tributado simultáneamente.

En resumidas cuentas, las facturas de una vivienda sin consumo eléctrico se componen en un 96% de impuestos, tasas y peajes. Los consumidores nos vemos obligados a contratar un bien esencial como la electricidad en un oligopolio del que el Estado se beneficia y beneficia a las grandes empresas. Todo vale con tal de sostener un sistema tremendamente injusto y todo se envuelve en una complejidad destinada a esquilmar al consumidor. En muchos casos se traslada al mercado y al consumidor los costes de decisiones políticas o económicas cuya plasmación y desarrollo debería hacerse a través de la política fiscal y de los presupuestos generales del Estado. La electricidad es un bien esencial. Las compañías eléctricas son empresas fabricantes cuyo éxito no debe depender de la intervención estatal, sino del libre juego de la oferta y la demanda en un mercado libre, no intervenido y francamente oscuro. Si esto no es un atraco que venga Dios y lo vea.

Santiago de Munck Loyola