Vaya por delante que un servidor
cree que el Presidente Rajoy debería haber comparecido de motu propio ante el
Congreso de los Diputados para ofrecer las explicaciones que fueren precisas
sobre las nuevas revelaciones o nuevas versiones que el Sr. Bárcenas anda
divulgando. Bien es cierto que el Congreso está para legislar y para controlar
la acción del Gobierno y no para dilucidar otras cuestiones, pero dada la
relevancia que han alcanzado las nuevas versiones del ex tesorero del PP parece
que las explicaciones ofrecidas por Rajoy en febrero ya no son suficientes y
que, por tanto, aplicar las técnicas arriolistas es más bien contraproducente.
Más vale una vez colorado que ciento amarillo dice nuestro refranero y con la
doctrina Arriola parece que el color amarillo va a permanecer largo tiempo en
la faz del Presidente. Pero de ahí a comparecer en los términos solicitados por
el PSOE, es decir “admitiendo su culpabilidad y de forma previa a su dimisión”
hay un verdadero abismo. El PSOE no quiere que el Presidente comparezca ante el
Congreso para dar explicaciones y conocer así su versión, no. El PSOE no quiere
conocer ninguna explicación, ni ninguna versión. El PSOE cree ciegamente a Luis
Bárcenas y ya ha dictado su peculiar sentencia: el Presidente es culpable, no
se sabe muy bien de qué, y por tanto debe dimitir. Por tanto, es perfectamente
comprensible que una comparecencia presidencial establecida en esos términos,
con dimisión incluida, sea inaceptable para el Presidente y, por supuesto, para
la mayor parte de los representantes de la soberanía popular. Pero dicho esto,
no hay nada que impida que el Presidente comparezca en los términos que le
señale la mayoría de la cámara y esa comparecencia serviría para dejar de
alimentar la posición de una oposición sin liderazgo, sin legitimidad moral y
sin proyecto para sacar a España de la crisis a la que ella misma la condujo en
la anterior legislatura.
Es especialmente significativo
que el Sr. Rubalcaba y su partido anuncien la presentación de una moción de
censura en el caso de incomparecencia de Rajoy y que para ello apelen a la
“dignidad” de la Cámara
donde reside la soberanía popular. Una moción de censura requiere la presentación
de candidato alternativo, con un programa concreto, que debe ser sometido
primero a examen y después a votación. La moción de censura no obliga al
Presidente censurado a comparecer ante la cámara para responder a ninguna
cuestión. El que ha de responder es el aspirante. Y lo que llama la atención es
que, de una parte, se intente usar un mecanismo constitucional para lograr un
efecto, la comparecencia presidencial, que no está asegurado y, de otra, que
apelando a la dignidad de la cámara, la que elabora y aprueba leyes, se intente
usar un mecanismo legal en auténtico “fraude de ley”. ¿Tienen patente de corso
los parlamentarios, en este caso los socialistas, para institucionalizar el
“fraude de ley” en el propio parlamento? ¿Ésa es la base de la ejemplaridad y
la dignidad de la cámara que predican?
Una ventaja añadida que
proporciona la peregrina ocurrencia de esta moción de censura fraudulenta es
que permite retratar mejor a los actores e ir poniendo a cada uno en su sitio.
Los comunistas de IU no quieren ni oír hablar de la dichosa moción. Lo que a
ellos interesa son elecciones anticipadas que para ello las últimas encuestas
les favorecen. Los nacionalistas miran para otro lado, de una parte porque los
grupos independentistas catalanes están metidos de lleno en casos de corrupción
y de financiación ilegal de sus formaciones políticas y, de otro, porque una
hipotética moción de censura solo les interesaría si con ello aseguran su
proyecto secesionista. Y finalmente tenemos a UPyD que se ha retratado perfectamente.
Rosa Díez y los suyos están dispuestos a avalar a Rubalcaba como candidato a la Presidencia del
Gobierno y por consiguiente sí apoyarían la presentación de la citada moción.
Bueno es que se sepa, así todos los ex votantes del PP que según las últimas
encuestas estarían dispuestos a transferir su voto a la formación de Rosa Díez
saben ahora que significaría votar, en última instancia, al PSOE. Ya ocurrió en
Asturias por lo que nadie debería llamarse a engaño. Y es que la cabra siempre
tira al monte.
Por el bien de nuestra
democracia, por su estabilidad y, sobre todo, por au tan necesitada
regeneración es imprescindible que se aclare la verdad sobre el asunto Bárcenas
y sobre la posible financiación ilegal del Partido Popular como también lo es
que se aclare la verdad y se depuren las responsabilidades a que hubiere lugar
en el otro escándalo, aún bajo investigación, y que afecta al principal partido
de la oposición, el caso del ERES falsos que por su cuantía y por el origen de
los fondos defraudados es de primera magnitud. No se trata de jugar al “y tú
más” sino de que los dos principales partidos de España den la cara y asuman
las responsabilidades que les corresponden. Porque así no se puede seguir.
Santiago de Munck Loyola