De piedra, me he quedado de
piedra, al leer en un periódico unas palabras de Elena Martín, ex secretaria de
organización del PSPV y actual concejala del Ayuntamiento de Alicante. Ignoraba
que la ilustre política socialista tuviera problemas con su vagina. "Bueno y para despedir la semana, les
digo a los curas: ¡¡¡¡sacad las biblias de nuestras vaginas!!!! Bona nit"
así se despedía hace unas horas en Twitter.
Es posible que esta frase
antológica responda a problemas personales del uso vaginal de la Sra. Concejala y que use el
“nosotros” por cierto pudor. Con el uso del plural podrían diluirse las
referencias personales de su situación vaginal. De todos es sabido que la
vagina forma parte de los órganos genitales internos de la mujer, del aparato
reproductor femenino. La vagina, junto con la vulva, son los órganos de la
copulación en los mamíferos. Y para cumplir esta función reproductiva, es el
órgano femenino que recibe el pene durante el coito, la parte inferior del
canal del parto y la vía de salida de la menstruación. La sabia naturaleza ha
dispuesto que en la vagina se introduzca sólo el pene para cumplir con la
función reproductiva. Pero los humanos y por otras razones, además del pene,
introducimos otras cosas: los tampones, por motivos higiénicos, vibradores,
como estimulantes sexuales, instrumentos médicos, etc. Ahora bien, ¿una Biblia?
¿Quién coño (y perdone el lector la redundante expresión) le habrá metido una
Biblia en la vagina a Dª Elena Martín o a sus conocidas? Si ella lo dice es que
se ha debido encontrar con algo parecido a un volumen bíblico en su vagina.
Desde luego, la Biblia ,
el libro más leído del mundo, no es un libro cualquiera. Libro sagrado para
cristianos y judíos es una larga narración que ocupa centenares de páginas y
que, por tanto, puede tener un volumen más que considerable. Es verdad que
algunas ediciones impresas en papel muy fino y letra pequeña reducen
notablemente dicho volumen, pero con todo parece excesivo que una edición de
bolsillo de la Biblia
pueda caber en la ilustre vagina municipal. Es posible que la coincidencia del
material en el que se imprime un libro, el papel, con el de la fabricación de
los tampones, la celulosa, haya inducido a la confusión a la edil socialista,
tomando por una Biblia lo que en realidad podría ser un tampón. ¡Hombre! Por
higiene convendría ser más cuidadoso a la hora de examinarse las oquedades
corporales y, sobre todo, de aprender a distinguir un libro, sagrado o no, de
otros objetos.
Pero, claro, es que además la
linda y elegante frase de la
Sra. Martín está dirigida a los curas, presuntos culpables de
esa supuesta práctica. Hay curas de todas las clases y condición, buenos,
malos, santos, regulares, etc. Pero nunca había oído hablar de curas que
confundieran las vaginas con las bibliotecas que es el lugar idóneo para
depositar libros. Conviene resaltar que Dª Elena se ha dirigido expresamente a
los curas, al clero católico, y no a otros “curas” o miembros del clero musulmán,
por ejemplo, quienes también manejan un libro sagrado, el Corán. Se ve que
estas prácticas de introducir textos en las vaginas de las mujeres deben estar
circunscritas al clero católico o puede ocurrir que los hábitos de otros cleros
en relación a las mujeres no sean de interés para la concejala socialista alicantina.
Sin embargo, la explicación más
probable que justifique la creación literaria de Dª Elena lanzada a las redes
sociales estribe en la personalidad y forma de hacer política de la concejala
socialista. Su frase está destinada a fijar públicamente su posición política y
personal sobre la legítima reforma de la ley del aborto impulsada por el actual
Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. Elena Martín, con su mensaje, ha
dejado claro lo siguiente: que cree, o eso finge, que la reforma la impulsan
los curas y no los casi 11 millones de españoles que la impulsaron con su voto
en noviembre de 2011. Podría haberlo dicho así, tranquilamente y sin ofender a
nadie.
Pero, no, para repetir los tópicos que su partido transmite a la
sociedad, esta señora lo ha hecho seguramente de la única forma que sabe, de
forma grosera, soez y ofensiva para los creyentes. Es lo que hay: ésta es la
representante de una parte de la clase política que nos representa a todos,
creyentes y no creyentes. Incapaz de elevar intelectualmente el argumentarlo de
parvulario de su partido sobre el aborto no se la ha ocurrido otra cosa que,
creyéndose ingeniosa, ofender con ordinariez a muchos ciudadanos. Ahora se
comprende mejor por qué el PSOE alicantino está como está: rebosa de
sectarismo, de anticlericalismo y de parquedad intelectual. ¡Que sigan así!
Santiago de Munck Loyola