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lunes, 26 de agosto de 2019

UNA “ESTAFA” POLÍTICA CON EL AGUA POTABLE.



En ocasiones y sobre todo cuando examinamos decisiones políticas parece que el sentido común brilla por su ausencia. En otras, da la sensación de que resulta indiferente que gobierne la derecha o la izquierda porque a la hora de tomar decisiones ni la ideología, ni los principios, ni tan siquiera el sentido común se vislumbran por sitio alguno y, menos aún, cuando don dinero anda por medio.

Vayamos por partes. Cuando tenemos que tomar decisiones cotidianas como qué televisor comprar, qué colegio elegir para nuestros hijos o qué ropa adquirir nos basamos en el sentido común y el sentido común nos señala que hay que escoger la mejor relación posible entre la calidad del producto o servicio y el precio. ¿Ocurre lo mismo cuando las decisiones las toman los políticos? Pues lamentablemente en muchos casos no es así. Recuérdese, por ejemplo, el famoso Plan E del Sr. Zapatero en el que se dilapidaron miles de millones de euros en obras, muchas de las cuales fueron inútiles. Baste citar, por ejemplo el aeropuerto de Huesca, que costó 40 millones de euros y recibió 1 pasajero cada cuatro días durante el año 2016. Y así con otras 30 infraestructuras que costaron un total de 6.000 millones de euros. ¿Sentido común? Evidentemente no. Pero no hace falta remontarse tanto en el tiempo ni ceñirse al Estado. 
 ¿Tiene sentido común que un pequeño ayuntamiento como Monforte del Cid, con apenas 8.000 habitantes, en vez de reponer los contenedores de residuos deteriorados se gaste decenas de miles de euros en sustituir todos los existentes por otros más pequeños y que en el plazo de dos años no servirán por no ajustarse a la normativa?
Pues no, no hay sentido común en esa decisión, aunque quizás si exista tras la misma algún interés concreto.

Tampoco parece que la ideología del gobernante sirva para explicar determinadas decisiones que adoptan a la hora de gestionar el dinero público, nuestro dinero. Nos hemos acostumbrado a identificar a la izquierda con la gestión pública de los servicios públicos y a la derecha por preferir la gestión privada de determinados servicios públicos. Sin embargo la realidad es distinta. ¿Qué explica, por ejemplo, la decisión de un gobierno municipal de izquierdas, como el de Monforte del Cid, de privatizar servicios esenciales como los servicios jurídicos municipales? ¿Qué razón se esconde para que este Ayuntamiento bata records con la contratación de falsos autónomos para el desempeño de trabajos que deberían ser cubiertos por funcionarios públicos? Y en este caso hablamos también de decenas de miles de euros anualmente. No parece que sea por motivos ideológicos, ni por sentido común.

Y si intentamos acudir a los principios políticos que entonan muchos gobernantes para tratar de marcar su sesgo político distintivo, entonces, apaga y vámonos. Hablan de transparencia, de participación, de honestidad, de defensa de los más débiles o de adalides del medio ambiente y, en la mayoría de las ocasiones, ni rastro de esos supuestos principios a la hora de gestionar el dinero público.

Ni acudiendo al sentido común, ni a la ideología, ni a los principios se encuentra una justificación razonable para explicar el caso del rimo del agua potable en el Ayuntamiento de Monforte del Cid. Veamos. El suministro de agua potable y la prestación del servicio de alcantarillado son dos competencias básicas de cualquier Ayuntamiento. En la mayoría de los casos, las administraciones locales deciden prestar dichos servicios de forma indirecta, es decir, mediante concesión administrativa. El agua potable es un bien de primera necesidad que es objeto de protección y ordenación jurídica incluso a nivel internacional. No es un bien sobre el que una administración pública pueda o deba especular para obtener beneficios económicos. Sin embargo la realidad es muy distinta gobierne la derecha o la izquierda. Tras dos intentos fallidos por prosperar recursos judiciales de adjudicar el contrato con el ciclo integral del agua, es decir, comprendiendo el suministro del agua potable y la red de alcantarillado, en 2015 el gobierno de Izquierda Unida y sus socios en Monforte del Cid decidió volver a licitar dicho concurso.

Volviendo al inicio de este artículo cualquier persona normal y decente pensaría que la forma de adjudicar dicho contrato para un período de 25 años sería hacerlo a la empresa que hiciese la oferta con una mejor relación entre calidad y precio. ¿Precio? Sí, pero no como cualquier persona normal y decente podría pensar. El precio es el canon que la empresa ganadora debería pagar a Ayuntamiento para prestar el servicio en su nombre. Contra toda lógica, tanto el PP con anterioridad como la izquierda ahora, la preferencia a la hora de adjudicar es la empresa que preste el servicio más caro, la que pague un canon más alto al Ayuntamiento. En resumen, obtiene el contrato la que cobre más caro por suministrar el agua potable. Y ello es así, porque la empresa adjudicataria cobrará el canon que paga al Ayuntamiento a los consumidores, en sus recibos del agua. Un negocio redondo para el Ayuntamiento: a cambio de adjudicar el servicio recibe el canon, una forma de préstamo que no tiene que devolver el Ayuntamiento, sino los consumidores que se ven sometidos así a una doble “fiscalidad” sobre un bien de primera necesidad como es el agua potable. Como se ve, da igual la derecha o la izquierda en este caso. Ambas han especulado con el agua. Pero en la adjudicación del año 2017 realizada por IU, PSOE y tránsfugas se ha ido más lejos, se ha vulnerado el Código Penal porque se ha amañado el concurso para que resultase adjudicataria la empresa Aguas Municipalizadas de Alicante. La Alcaldesa y el asesor de la misma negociaron con los directivos de AMAEM para incrementar el canon prestablecido de 3.500.000 euros en un 1,5 millones de euros de más de modo que el concurso se adjudicó por 5.000.000 de euros. Casi nada. 5 millones que los consumidores pagarán religiosamente en sus recibos hasta que AMAEM los recupere. Así de sencillo y así de claro. La izquierda se ha convertido en una máquina especuladora sobre un bien de primera necesidad, como el agua, superando con ello al PP y pasándose el sentido común, la ideología y los principios por el arco del triunfo. Éste es su modelo: adjudicar un servicio público básico y esencial a la empresa más cara. Ver para creer.

Santiago de Munck Loyola

lunes, 29 de julio de 2019

TRES MESES SIN GOBIERNO.



Tres meses se cumplieron ayer desde que se celebraron las últimas elecciones generales. Tres meses sin que se haya podido elegir un Presidente de Gobierno. Tres meses prolijos en interpretaciones de lo más variopintas sobre el mandato otorgado por los españoles en las urnas, sobre lo que dijo o dejó de decir el pueblo español cuando votó el pasado 28 de abril: que si el mandato era que hubiera un gobierno de izquierdas, que si sólo Sánchez debía ser el Presidente del Gobierno, que si la voluntad popular era que se dialogase, etc. Con tanto intérprete del mandato popular lo cierto es que el resultado no puede ser más desastroso: España sin gobierno, al menos, durante seis meses y, en consecuencia, la economía dando señales de alarma.

Estos últimos tres meses han servido, al menos, para dejar constancia de algunos hechos y actitudes entre la clase política que pueden servir para extraer conclusiones prácticas de cara a futuras convocatorias electorales.

El 28 de abril, el PSOE obtuvo 123 escaños, exactamente los mismos que obtuvo el PP en diciembre de 2015. En aquel entonces, el hoy candidato a la Presidencia; Pedro Sánchez, se negó en redondo a facilitar mediante la abstención de su grupo la investidura del Sr. Rajoy y hubo que repetir las elecciones. Hoy el Sr. Sánchez exige a PP y C’s la abstención para que le faciliten su investidura. El “no es que no” de 2015 y 2016 sólo vale cuando lo dice el Sr. Sánchez y tras el fracaso en su investidura, el Sr. Sánchez y su partido tratan de corresponsabilizar a PP y C’s del mismo.

PP y C’s se niegan en redondo a facilitar la investidura del Sr. Sánchez mediante la abstención y son culpados de que el Sr. Sánchez tenga que “echarse en brazos” de los separatistas y filoetarras para lograrlo. Pero lo cierto es que el PSOE no ha ofrecido a ninguno de los dos partidos ninguna contrapartida para lograr su abstención; el Sr. Sánchez la quiere “por su cara bonita”, gratis total y cierto es también que el Sr. Sánchez y su partido ya se echaron en brazos de los separatistas y filoetarras para acceder al gobierno de España mediante la moción de censura, como también lo es que pactan con ellos sin ningún tipo de rubor en Ayuntamientos, en Diputaciones o en la Comunidad Navarra. La cabra socialista siempre termina por tirar al monte.

El socio preferente de PSOE, al menos teóricamente, es Unidas Podemos, es decir, la ultraizquierda, al menos así lo manifestaban tanto el candidato a la Presidencia como los portavoces socialistas. Sin embargo, esta supuesta preferencia no ha tenido un fiel reflejo en el sainete de negociaciones entre ambas formaciones políticas. Del acuerdo parlamentario ofrecido inicialmente por el PSOE, pasamos al Gobierno de Cooperación que todavía nadie ha sabido explicar bien en qué consiste, después al Gobierno con técnicos próximos a Podemos, luego al gobierno de coalición sin Iglesias dentro y finalmente a la nada absoluta. Pero ambos partidos han sido incapaces de empezar por lo básico: por acordar un programa de gobierno común. Y, claro, sin un programa de gobierno común es normal que los podemitas exigiesen carteras concretas para desarrollar su propio programa y pretendiesen así crear un mini gobierno dentro del gobierno. Bochornoso y patético el espectáculo que ambas formaciones han ofrecido a los ciudadanos.

Pero en el fondo es lógico que los socialistas quisieran reducir a la mínima expresión la presencia de la ultraizquierda en el Consejo de Ministros porque más allá de la retórica progre, lo cierto es que a más de uno dentro del PSOE y, por supuesto, fuera de él se le estaban poniendo los pelos de punta ante la perspectiva de un Consejo de Ministros con políticos que reniegan de la Constitución del 78, que hablan de “presos políticos”, que condenan la aplicación del Artículo 155, que postulan la ruptura de la soberanía nacional con un referéndum para Cataluña o que hablaban de no pagar los intereses de la deuda española. Esa siniestra perspectiva ha debido activar muchos mecanismos de presión tanto dentro como fuera de España.

Y ante esta perspectiva, la de un gobierno débil, fragmentado ideológicamente y sin un programa concreto no es de extrañar el entusiasmo de los separatistas, tanto de izquierdas como de la más rancia derecha del PNV, en promoverlo y apoyarlo. Un hipotético gobierno PSOE-Unidas Podemos era la mejor garantía para seguir avanzando en sus propósitos independentistas. En el debate de investidura resultaba hasta enternecedor escuchar los paternalistas consejos de los enemigos de España para que finalmente socialistas y ultraizquierdistas dijesen el “sí quiero”.

Las espadas siguen en alto y parece difícil que durante las próximas semanas vaya a producirse un cambio significativo en las posiciones de unos y otros. Tras el indecente pacto en Navarra que apartará a los ganadores de las elecciones autonómicas del acceso a la Presidencia de la Comunidad Foral en favor de la candidata socialista apoyada por los nacionalistas vascos, los podemitas y Bildu, es impensable una abstención de PP o de C’s. Esa posibilidad se ha encargado el propio Pedro Sánchez de anularla. Sin embargo, aunque Unidas Podemos siga dispuesta a cualquier nueva humillación con tal de entrar en el gobierno y hacer vicepresidente del mismo a la compañera del Sr. Iglesias, no parece que el PSOE esté por la labor. Así es que, si no se produce algún milagro, estamos abocados a nuevas elecciones generales en noviembre. Y no pasa nada. Solo debemos tomar buena nota de lo sucedido para que no vuelva a producirse.

Santiago de Munck Loyola



viernes, 7 de junio de 2019

Monforte del Cid. Análisis electoral (3ª parte).


A la luz de los resultados electorales es evidente que la estrategia de oposición que el PP ha seguido durante los últimos cuatro años ha sido un error. Muchos vecinos lo decían y se preguntaban ¿qué hace el PP? ¿Por qué no responden a las críticas? ¿Por qué no denuncian esto o aquello? No corresponde aquí formular las respuestas a estas u otras preguntas similares, sino tan solo intentar describir cómo se ha ejercido la oposición.

A lo largo de la legislatura el PP ni ha ejercido prácticamente la labor de control, de fiscalización del Gobierno Municipal ni ha planteado un proyecto alternativo. No se trata de que el tripartito lo haya hecho todo bien, ni mucho menos, sino que el PP no ha desarrollado las labores de control como debe hacerlo la oposición y se ha dejado colar toda clase goles (2). De otra parte, no proponer alternativas como en el caso de los presupuestos municipales ha trasladado al electorado la sensación de que el gobierno ejecutaba la única política posible. En estas circunstancias ¿Para qué y sobre qué iba a desarrollar la oposición una adecuada política de comunicación? Si no fiscalizas y si no planteas alternativas ¿qué vas a comunicar a los vecinos?

Todo ello ha conducido a que el discurso público que el electorado ha percibido durante cuatro años ha sido el del Gobierno Municipal. Los mensajes y hasta el lenguaje que a través de una hábil manipulación de los medios de comunicación ha llegado al votante han sido los que el tripartito, o más bien una parte de él, ha querido que llegue. Desde el primer día, el PP ha aceptado hasta la terminología sin poner las cosas un sitio. Ya el primer día IU justificaba su llegada al poder sobre la base de la supuesta voluntad de cambio de los vecinos. Y los datos eran recientes además de incontestables: ganó la candidatura del PP encabezada por Antonia Cervera, la mayoría de los vecinos había votado al centro derecha, un 54 % nada menos, y tan sólo un 24% había votado a favor de una Alcaldesa comunista. La voluntad de cambio, lo que dispuso ese 54% de votantes de centro-derecha fue una redistribución del equilibrio de fuerzas, que el PP dejase de ser hegemónico en el centro-derecha. Sin embargo, la formación del tripartito merced a un pacto secreto, negociado de antemano a la celebración de las elecciones y facilitado por los intereses personales y los ánimos de venganzas de la cabeza de lista de Ciudadanos, fue vendida como el cumplimiento de la voluntad de los votantes, sin que prácticamente nadie denunciase semejante estafa electoral. Y así con todo lo demás: se acepta usar el término “sobrecostes” cuando en realidad se trata de ampliaciones de contratos de obras ya fiscalizadas sin objeción alguna hace una década por el Sindic de Comptes y el ministerio de Hacienda, se calla ante las injurias de la alcaldesa llamando saqueadores a los ediles del PP y a sus votantes y así un largo etcétera que evidencia el sometimiento de la oposición incluso a la terminología de la izquierda. Y es que la izquierda siempre ha sido muy hábil a la hora de manipular el lenguaje hasta el punto de hacer creer que los comunistas lucharon por las libertades.

La falta de fiscalización y control al gobierno se ha puesto de manifiesto en multitud de ocasiones y cuando se ha ejercido no se ha actuado en consecuencia. Así, el PP tuvo constancia de que la Alcaldesa ordenó publicar un presupuesto diferente al inicialmente en el Pleno, el PP preguntó en el Pleno, la Alcaldesa y el interventor lo reconocieron justificando dicha alteración por la existencia de errores materiales que no eran tales y ahí quedó todo en lugar de acudir a los tribunales de justicia por la comisión de un nuevo delito. La pérdida de subvenciones en servicios sociales para la contratación de personal no ha sido controlada ni denunciada o el ilegal nombramiento del Secretario o la no incoación de una sanción multimillonaria a una urbanizadora.

El hecho es que los votantes han debido percibir mayoritariamente que el tripartito no estaría haciendo tan mal las cosas cuando la oposición estaba tan tranquila y de ahí el resultado en las urnas. Sin control, sin muchas propuestas y sin comunicación no es posible levantar una alternativa de Gobierno.

El gobierno municipal.

«El PP ha impuesto su relato con una campaña electoral de 4 años que no hemos podido contrarrestar mientras gestionábamos» declaraba ayer el portavoz del grupo municipal de Los Verdes de Torrevieja, José Hurtado, para explicar la derrota de la izquierda en esta localidad y el triunfo del PP. No es el caso de Monforte del Cid. Aquí, la izquierda, el gobierno municipal ha gestionado poco porque carecía de recursos, lo ha hecho regular o mal en muchas áreas y de ha dedicado más a imponer un relato propio, a imponer un discurso que ha calado entre los votantes ya que ha ejercido más de oposición de la oposición que de gobierno. Y ésta ha sido la gran habilidad del gobierno municipal, bueno, para ser exactos de IU, construir e imponer un discurso, un relato falso pero idóneo para calar en el electorado ante una oposición vencida y sin capacidad de reacción desde el primer día.

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Es evidente que IU ha sabido utilizar los mecanismos de gobierno y la comunicación en detrimento de sus socios. Ha vendido proyectos como iniciativas suyas y ha culpado siempre de los fracasos o errores a sus socios. Unas veces, sobre todos sus socios para vender proyectos o méritos, ha utilizado la TV local o los periódicos, y otras, cuando se trataba de “colgar” muertos a sus socios, usando el “boca oreja” entre los vecinos: “es que todo lo tenemos que solucionar nosotros”, “es que éste es un inútil y sólo nos mete en líos, “es que ésta no da más de si”,…

Por otra parte IU ha jugado a desvincularse de la marca. Mientras el asesor de la alcaldesa mantenía en su despacho las fotos de Marx y del asesino Lenin, la alcaldesa renegaba del comunismo. Es un hecho incuestionable que en IU predomina el partido comunista, la ideología más sanguinaria de la historia, que defiende actualmente la desaparición de la soberanía nacional en favor del derecho a decidir de los separatistas, el arrinconamiento de la religión católica, su expulsión de la educación, la eliminación de los trasvases, el aborto libre o la supresión de la prisión permanente revisable, cuestiones todas ellas inaceptables para una gran mayoría de monfortinos. La habilidad de IU ha consistido en obviar esos principios programáticos, disfrazarlos y presentar al electorado “un rostro amable” capaz de esconder sus verdaderos propósitos y principios.

IU ha utilizado también todos los resortes que la acción de gobierno, legítima o ilegítimamente, podía poner a su disposición y no ha dudado en hacerlo:

  • Estableciendo una red clientelar a través de las prestaciones sociales. En este sentido hay que subrayar que los ciudadanos tienen por ley derecho a determinadas prestaciones si reúnen los requisitos establecidos sin que sea necesaria la intervención en el proceso de concesión ni de la Alcaldesa, ni de la concejala, ni del asesor. Sin embargo, en la inmensa mayoría de las concesiones de ayudas los beneficiarios han pasado previamente por sus manos y en la concesión de las ayudas no se ha guardado el anonimato de los beneficiarios ante los políticos.
  • Estableciendo una red clientelar a través de determinadas entidades y asociaciones a las que se subvenciona subjetivamente, sin criterios tasados objetivos.
  • Presionando a medios de comunicación, bajo la amenaza de no recibir publicidad municipal, para que no difundan noticias o comunicados de la oposición.
  • Usando la TV local para autoconcederse entrevistas, por ejemplo sobre los presupuestos o la sentencia del Walaig, sin posibilidad de réplica de la oposición.
  • Presionando a los empleados municipales y controlando sus publicaciones en las redes sociales.
  • Fiscalizando las redes sociales y poniéndose incluso en contacto con los usuarios cuando publicaban críticas a la gestión municipal.
  • Judicializando la política municipal e iniciando acciones judiciales contra políticos rivales y funcionarios “díscolos”.
  • Realizando nombramientos ilegales para respaldar esa judicialización.
  • Victimizando a la Alcaldesa escudándose en su condición femenina ante las críticas políticas transformándolas en supuestos ataques personales.
  • Difamando a los concejales de la oposición, coaccionarles en el pleno para hacerles cambiar su intención de voto e incluso amenazándoles con acciones judiciales si no votaban lo que el gobierno quería.

Así pues, con una gestión mediocre que hasta en lo económico se ha limitado a cumplir los planes de saneamiento ya aprobados por el gobierno anterior, siendo incluso incapaces de aprobar ni un solo presupuesto municipal en plazo legal, pero con una hábil política de comunicación, IU ha sabido destruir electoralmente a sus socios de gobierno y a la oposición logrando un magnífico resultado electoral.

El futuro.

Es indudable que con una mayoría de 9 concejales sobre 13, IU dispondría de capacidad para afrontar con cierta soltura la próxima legislatura. Sin embargo, su estrategia de judicializar la política le va a pasar factura porque va a obtener la misma respuesta. Se avecina un futuro judicial complicado para los miembros del gobierno municipal anterior, para algunos funcionarios y directivos de algunas entidades colaboradoras lo que indudablemente restará capacidad de maniobra al nuevo gobierno municipal.

Mientras tanto, el centro derecha tendrá que replantearse sus estrategias que necesariamente habrán de pasar por la colaboración entre los partidos que lo componen para poder ejercer una verdadera oposición, una oposición fiscalizadora de la acción de gobierno y una oposición capaz de plantear alternativas.

Y finalmente hay que valorar la situación del PSOE que tras el paso del Sr. Vicente García por el Gobierno Municipal ha quedado hecho unos zorros. Sus dirigentes solo tienen dos opciones o aceptar la limosna de IU incorporándose al gobierno municipal y certificar así su defunción como partido político o ejercer de oposición con la difícil tarea de reconstruir una alternativa de izquierdas y democrática.

Santiago de Munck Loyola