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domingo, 31 de mayo de 2015

Alicante merece otro cambio más.


Que el Delegado del Gobierno de España en la Comunidad Valenciana, Serafín Castellanos,  sea detenido por la policía es, sin duda, un hecho extraordinario y, sin embargo, parece que los ciudadanos nos lo hemos tomado como una noticia más en este incesante goteo de escándalos derivados de la corrupción en nuestra Comunidad. Es tan larga la cadena de casos de corrupción y de escándalos propiciados por el PPCV que nos parece extraño el día en que no salta uno nuevo y muchos nos preguntamos quién será el siguiente. De la corrupción y de la forma en que la ha abordado el Partido Popular se acuerda ahora el Presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, al reconocer casi una semana después del varapalo del 24 de mayo  algunos de los errores que han podido influir en el mismo. Algunos prebostes populares aún andan hablando de errores de comunicación, de mala venta política, de la prensa enemiga,… pero siguen siendo incapaces de encontrar el verdadero mal de fondo, el origen de la corrupción y de la desafección ciudadana. 

Hace ahora un año, con ocasión del resultado de las elecciones europeas señalé en estas páginas lo siguiente: La fuga de estos 500.000 votantes es mérito también y ganado a pulso por Alberto Fabra, un líder artificial y sin palabra, por Serafín Castellano, por Javier Moliner, por Alfonso Rus, la personificación de la sutileza política y el pluriempleo, por José Ciscar y su acólito, JJ Zaplana, el dúo protector de imputados, y por la larga ristra, hasta 127, de cargos públicos populares imputados en diferentes casos de corrupción. Esos son los responsables del varapalo electoral levantino y, con seguridad, ninguno de ellos tendrá la decencia de dimitir. Este castigo electoral no es casual. Su origen está en la política de un PPCV escasamente democrático, controlado por rancias camarillas, en el que el afiliado no cuenta para nada y en el que la democracia interna no existe, lo que ha producido, como era de esperar, una delirante política que ha arruinado a la Comunidad Valenciana y un cúmulo de casos de corrupción a los que nadie ha sido capaz de poner freno.

Y este análisis es hoy plenamente vigente. El Partido Popular está en una situación muy delicada. Los culpables son en primer lugar toda esta larga lista de aprovechados, los Bárcenas, Granados, Ruses, Ratos, Fabras, Alperis, Ripolles y demás, en segundo lugar los consentidores e impotentes Rajoys, Cospedales, Císcares, Zaplanas y muchos otros miembros de la estructura popular, en tercer esa propia estructura estatutaria construida al servicio de esta casta y, por último, la propia militancia popular sumisa, obediente y acrítica, cómplice con su silencio y su fervor claquero. De ahí la enorme dificultad para que se produzca una auténtica regeneración de un partido tan importante para la estabilidad de nuestras instituciones. No hay que ir muy lejos para darse cuenta de que la regeneración del PP es una misión casi imposible. Basta tener en cuenta que en Alicante, por ejemplo, se ofrece para liderar esa regeneración Luis Barcala, un concejal estrecho colaborador de Sonia Castedo, cómplice político de la nefasta gestión y cómplice con su silencio de la persecución a los regeneradores del PP o basta considerar que José Ciscar, máximo responsable del desastre electoral, protector de imputados y un pésimo gestor que tanto ha perjudicado a nuestra Provincia desde Valencia, se postule ahora para liderar la Diputación, sin asumir responsabilidad alguna, o para liderar el PPCV.

El votante de centro derecha de Alicante debería ir asumiendo ya que el Partido Popular hace tiempo que no le representa, que su gestión no se corresponde con sus valores y principios y que está controlado por una mafia endogámica al servicio de intereses particulares y no de los generales. Debería asumir que en esas condiciones y con unos estatutos que impiden a las bases dirigir y controlar a sus dirigentes no hay regeneración posible del mismo. Los que están ya han demostrado su complicidad con los que han tenido que salir por la puerta de la justicia. Con ellos no se puede contar. Es una causa perdida.

Por eso, hoy más que nunca, se hace imprescindible abrir un proceso de convergencia y de encuentro entre todos aquellos que piensan que Alicante necesita una opción política capaz de representar los valores y principios del centro derecha, una opción política regeneradora, plenamente democrática, enraizada en los problemas y necesidades de la gente, sin hipotecas con Madrid, Valencia o Barcelona para defender a esta provincia, capaz de levantar una alternativa sólida frente a una izquierda radicalizada y populista y dispuesta a sacrificar los localismos y los personalismos por un proyecto superior, alicantino y español. No es una tarea fácil, ni mucho menos. Es una tarea ambiciosa y compleja que requiere mucha generosidad y altura de miras, que exige muchas cesiones y esfuerzos pero que es imprescindible para ofrecer a los alicantinos una opción limpia, decente y con futuro.

Santiago de Munck Loyola


viernes, 15 de mayo de 2015

Y ¿qué hay de la corrupción?


Hay que ver, con lo movidita que ha estado esta legislatura y ahora todos calladitos. No hace nada estábamos todos alucinados con las jugosas grabaciones que La Sexta emitía, esas refinadas conversaciones entre la Alcaldesa de Alicante y su amigo la “polla insaciable”, el capo de la ciudad en las que se hablaba de lo divino (es un decir) y lo humano, en las que se trataba sobre cómo apañar (¿o era amañar?) el Plan General de la ciudad, que si pásame un plano, que si me arreglas lo del Rico Pérez, que si los de Ikea por aquí, que si a ver si me ayudas a cargarme a Pedro Gea, que si colócame a éste,… ¿Y las fotos? ¡Preciosas! ¡Nivelón el de la casta política pepera y empresarial de Alicante! Ese bañador, esas gafas de buceo, esos pijamas andorranos,… Pero ya nadie se acuerda de eso. Nadie quiere hablar.

Hay que ver, con la de titulares en la prensa que nos hemos desayunado sobre las andanzas judiciales de nuestro Ayuntamiento y ahora todos calladitos. La Alcaldesa que tiene que salir por la puerta falsa con varias imputaciones judiciales a cuestas, el Vicealcalde procesado por el caso Magallanes, el concejal de Hacienda del Ayuntamiento de Alicante,  Juan Seva,  inhabilitado por un juzgado en el marco del caso Lucentum,…  ¿Nadie se acuerda ya de las mil filigranas para que ni Rajoy ni el Rey fueran fotografiados junto a la Alcaldesa? Pues parece que no, que ya nadie se acuerda de eso. Nadie quiere hablar.

Y hay que ver, con la de noticias que ha generado la particular manera de “gestionar” el Partido Popular los millonarios contratos del Ayuntamiento de Alicante y ahora todos calladitos. Parece que fue hace mucho, mucho tiempo cuando se hablaba de las adjudicaciones millonarias a las empresas participadas del amigote del PP, “la polla Insaciable”, limpieza viaria, recogida de residuos, limpieza de colegios, el cementerio, obras públicas, aparcamientos… y no, no fue hace tanto tiempo, ha sido durante estos últimos años cuando el nombre de Alicante se ha asociado en toda España a la palabra corrupción. Pero parece que ya nadie se acuerda de eso. Nadie quiere hablar.

Toda esta montaña de suciedad y podredumbre ha sido posible porque los concejales que estaban en el Ayuntamiento lo han consentido, porque no han tenido ni la decencia, ni la valentía de alzar su voz y decir ¡Basta! Y, ahora, hay que recordarlo y recordar a los votantes que cinco de ellos siguen en las listas del Partido Popular. Un partido cuyo Presidente y cuyo Secretario Provincial lo han tolerado, consentido y propiciado. Baste recordar que cuando la Alcaldesa fue imputada, el Secretario Provincial del PP, ese profesional de la política, el Sr. JJ Zaplana, fue presto a presidir una cena de homenaje que dicha señora se organizó. Y los vecinos, los votantes deben saber que ese Presidente complaciente con estas políticas va ahora de número 3 en la lista municipal del PP de Alicante.

Parece evidente que existe un pacto de silencio entre el PP y el PSOE (los tentáculos de ciertos poderes empresariales son muy largos) para que no se recuerde ni se hable de eso. Pacto al que se han debido sumar encantados los recién llegados de Ciudadanos, bien porque su candidato era militante del PSOE hasta hace dos meses, bien porque traten de guardar la ropa para ver con quien pacta.

¿Y la prensa? Un misterio. Algo pasa porque “Esperanza Ciudadana – Juntos por Alicante” es la única opción netamente alicantina que concurre a las próximas elecciones municipales y cuyos miembros, además, han sido especialmente beligerantes contra la corrupción. Se ignora precisamente a los que queremos que se hable de esto, a los que exigimos debates para poner los puntos sobre las íes, debates para desenmascarar a los farsantes que ahora se visten de lagarteranas y para poner encima de la mesa medidas regeneradoras.

Todo parece indicar que hay un pacto de silencio vergonzante y los votantes tienen que saberlo. Con este pacto puede que consigan que no se vea, ni se oiga la corrupción, pero el hedor persistirá.

Santiago de Munck Loyola

viernes, 16 de enero de 2015

Los “pucheritos” de Elisa.


La patética reacción de la diputada popular Elisa Díaz González, hija del ex Alcalde popular de Alicante Luis Díaz Alperi, gimoteando ante las cámaras de televisión al tratar de defenderse de las acusaciones de la policía de haberse beneficiado en la compra de su vivienda de dinero procedente del polifacético empresario Enrique Ortiz pone en evidencia el mal de fondo del Partido Popular y de otros partidos políticos que han generado y se nutren de una casta mediocre y parasitaria. El ciudadano normal y corriente espera otro tipo de reacciones de un político ante una situación similar, al menos espera cierta serenidad, firmeza, inteligencia y, sobre todo, unas explicaciones convincentes, pero no un espectáculo semejante. Un político no debe ponerse ante las cámaras si se siente tan afectado como para no poder controlar sus emociones hasta el punto de hacer el ridículo. Y es que estamos hablando de toda una señora diputada, de una representante de los ciudadanos alicantinos con más de seis años de experiencia parlamentaria.
http://www.20minutos.tv/video/hntwERVZ-elisa-diaz-pp-yo-pago-mi-casa/0/


Pero ¿por qué es diputada Elisa Díaz González? ¿Por su reconocido trabajo entre la militancia del Partido Popular? No. ¿Por su acreditada experiencia profesional que ha requerido su incorporación a las Cortes para enriquecer así el debate parlamentario? No. Elisa Díaz González ha llegado a ser diputada en las Cortes Valenciana porque fue incluida a dedo, sin el apoyo de los afiliados populares, en una lista electoral por ser hija de su padre. Ni más, ni menos. 

Es el mismo caso de Tania Sánchez de Izquierda Unida en Rivas-Vaciamadrid o de Andrea Fabra, diputada nacional del PP por Castellón. Tania Sánchez, Diplomada en Educación Social, entró en el Ayuntamiento ripense en 2003, con 24 años, como asesora del Grupo Municipal de Izquierda Unida y de ahí pasó en 2007 a ser incluida en las listas electorales de esa formación. ¿La designaron asesora porque podía realmente asesorar? No. ¿La contrataron por su experiencia profesional o su gran formación? No. Entró sencillamente por ser hija del concejal de Izquierda Unida Raúl Sánchez, uno de los históricos de la izquierda ripense. 

Andrea Fabra, conocida por su fina oratoria parlamentaria (“que se jodan” proclamó refiriéndose a los millones de parados), fue nombrada con 24 años, de forma similar, asesora parlamentaria, nada menos, que del Secretario de Estado de Hacienda y de ahí saltó a dedo a las listas electorales del PP. ¿Por su acreditada experiencia personal? No. ¿Por su brillante currículum?, No. Lo hizo por ser hija del delincuente Carlos Fabra, ex presidente todopoderoso de la Diputación de Castellón y visionario de la aeronáutica sin aviones. ¿Piensa alguien sensatamente que tanto Tania como Andrea estaban en condiciones a sus 24 añitos de andar asesorando a alguien? Tanto el Partido Popular, como Izquierda Unida, como el PSOE y otras formaciones políticas usan nuestro dinero, el de los contribuyentes, para colocar a los familiares y amiguetes en puestos públicos creados al efecto, los disfrazan como asesores, como asistentes o con cualquier ropaje y así mantienen a toda una clientela que forma parte de una casta impresentable. Y ahí están los resultados, una lloriquenado por los pasillos, otra adjudicando contratos a la familia porque no sabía que eso no se podía hacer y otra soltando exabruptos parlamentarios.

El déficit de democracia interna en los partidos políticos permite que logren responsabilidades políticas personas que por méritos propios seguramente nunca serían elegidas por sus compañeros para ello. Y una vez que entran en el circuito político de la mano de papá, de un amigo o de un clan siguen recorriéndolo sin aportar nada sustancial a la dignificación de la vida política. Y pasa lo que pasa, porque del mismo modo que un cargo público debe su puesto al de arriba que lo propuso para la lista y no a los de abajo, a los militantes, no rinde cuentas ante los mismos y no defiende más intereses que los que desde arriba le señalen. Corrupción y falta de democracia interna, falta de control por parte de las bases, suelen ir de la mano en la mayoría de las ocasiones.

Tras el fiasco del mandato de Sonia Castedo que también empezó su carrera política como personal de confianza, es decir, como colocada a dedo en el Ayuntamiento alicantino y que fue designada candidata a la alcaldía en virtud del dedazo superior, tenemos en Alicante un nuevo Alcalde, Miguel Valor. Un sempiterno concejal, también en virtud del dedazo superior, otro miembro de la casta cuya “entronización” se ha realizado sin que los miles de afiliados del PP hayan tenido la oportunidad de manifestarse lo más mínimo. Así no hay regeneración política que valga. Siguen los mismos clanes, las mismas familias políticas, los mismos grupos de presión decidiendo a su capricho el presente y el futuro de la ciudad. Ojalá esta forma de hacer política acabe pronto.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 24 de diciembre de 2014

COMUNICADO ANTE LA DIMISIÓN DE LA ALCALDESA DE ALICANTE.

23-12-2014
COMUNICADO ANTE LA DIMISIÓN DE LA ALCALDESA DE ALICANTE.

La dimisión anunciada hoy de la Alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, constituye una buena noticia para todos los alicantinos y, especialmente, para los que desde hace años han tenido el valor de denunciar sus inaceptables prácticas de gobierno, avaladas por el PP de Alicante, en medio de un generalizado silencio de gran parte del tejido social e informativo alicantino. Se trata de una dimisión forzada e incompleta y únicamente destinada a intentar lavar la cara del PP alicantino, porque una regeneración democrática auténtica exige la dimisión de quienes la han apoyado, tutelado y protegido desde el Partido Popular de Alicante y, en especial, del Secretario General provincial, José Juan Zaplana, y del Presidente Provincial, José Ciscar.

Esperanza Ciudadana lamenta que esta dimisión tardía se haya realizado a través de una red social ignorando y despreciando así al conjunto de los ciudadanos de Alicante.

Con la dimisión de Sonia Castedo no se cierra una etapa política, sino personal, pues sus políticas, que tanto daño han hecho a la buena imagen y al prestigio del Ayuntamiento de Alicante, son las del Partido Popular y las de sus concejales cómplices y cooperadores políticos y estas políticas tienen su continuidad no sólo en la permanencia de los mismos, sino también en la ejecución del presupuesto de la ciudad recientemente aprobado y al servicio exclusivo de los intereses de los “amigos” y financiadores de las campañas electorales ilegales del Partido Popular.

Ante esta situación, Esperanza Ciudadana, partido alicantinista y regeneracionista, va a seguir construyendo una alternativa centrada, moderna y profundamente democrática, para ofrecer a los alicantinos un proyecto político al servicio del conjunto de los ciudadanos, al servicio de los intereses generales, de nuestra provincia y de nuestra ciudad.



domingo, 14 de diciembre de 2014

El patio revuelto.


A cinco meses de las próximas elecciones municipales y autonómicas el patio político alicantino no podía estar más revuelto, aunque nunca se sabe habida cuenta las peculiaridades de algunos de los personajes que transitan por los distintos partidos políticos. Los movimientos son incesantes, los cuchillos vuelan, los rumores se disparan y aflora la peor cara de algunos sujetos. Las ambiciones desmedidas, el ansia de poltrona, la ausencia de un “modus vivendi” alternativo de quienes han hecho de la política su único medio de subsistencia no hacen sino subrayar el rostro más feo y menos amable de la política. A ello contribuye además la incertidumbre de los posibles resultados que las encuestas señalan y que se pueden resumir en una drástica disminución de la cuota de poder del hasta ahora partido mayoritario, el Partido Popular, y en un imprevisible reparto para el resto, con la posibilidad de éxitos para nuevas opciones.

Espectáculo señalado y lamentable el del Partido Popular de la Comunidad Valenciana y, en especial, el del PP de Alicante con unas expectativas electorales bastante negras. Resulta especialmente bochornoso ver el Presidente Fabra mendigar firmas y avales para ser, por primera vez, candidato a la Presidencia de la Generalidad a la que accedió de rebote sin pasar por las urnas. Dar ese paso revela cierta candidez por su parte porque las negativas, más o menos explícitas, que ha recibido eran de esperar y especialmente la del Presidente popular alicantino José Ciscar (“Tu quoque, Brute, fili mi”), un arribista y oportunista reconocido ávido de ser él mismo el candidato. Y si son ciertos los rumores según los cuales José Ciscar no estaría mal visto en Génova para ese puesto sería la confirmación de que en Madrid siguen ignorando lo que ocurre en nuestra provincia y de que, sencillamente, pasan de los alicantinos. José Ciscar y su ayudante José Juan Zaplana son los responsables de haber situado el PP alicantino a la cola del furgón de la regeneración, de haber roto al PP en numerosos municipios, de tutelar y proteger a Sonia Castedo y, en definitiva, de la pésima imagen del Ayuntamiento de Alicante. Ahora pretenden ponerse el traje de la regeneración y, la verdad, les queda muy estrecho, intentan lavarse la cara sacrificando a su protegida, pero llegan tarde, ya han hecho todo el daño que podían hacer a Alicante. A todo ello, resulta poco edificante contemplar al Secretario General popular, José Juan Zaplana, teniendo que dar explicaciones de los contratos que dio a dedo a uno de los implicados en la red corrupta Púnica. Y mientras tanto, los concejales del PP en el Ayuntamiento de Alicante, Valor, Castillo, Barcala, Seva… (los cómplices políticos de Sonia Castedo) realizando toda clase de maniobras y de declaraciones para desmarcarse y para ver si consiguen situarse bien en la era poscastedo. ¡Ridículos y patéticos!

Claro que si bochornosa es la situación del PP alicantino, no lo es menos la situación del Partido Socialista que ha hecho de la división interna su principal seña de identidad. Los socialistas no se renuevan ni aunque venga a verlos el mismísimo Pedro Sánchez. Unos y otros, socialistas y populares, están más que nunca “a lo suyo” que no es precisamente “lo de los ciudadanos”, hartos, atónitos y asqueados del politiqueo. Buen ejemplo de ello es la bancada municipal socialista completamente fracturada mientras que el alcaldable Gabriel  Echávarri, con “tics” autoritarios más que notables, que en teoría venía a regenerar su partido se dedica a fichar como loco a antiguos colaboradores del Partido Popular, curiosa regeneración, seguramente para  ver si se le “pega” algo a su descabalada organización. La verdad es que lo de los socialistas alicantinos no tiene nombre. Parece que trabajan a destajo para ayudar al crecimiento de Podemos. Y estos últimos aprovechando y creciendo mientras deshojan la margarita de la fórmula para comparecer en las elecciones  y mientras engullen al resto de las formaciones de izquierda. Sin programa, sin propuestas pero con mucho marketing y mucho populismo terminarán por rentabilizar el trabajo y la estructura de formaciones como Esquerra Unida.

Y hablando de fracturas y numeritos la de UPyD en la Comunidad Valenciana y en nuestra provincia tampoco tiene nada que envidiar a la socialista, al fin y al cabo, la cabra siempre tira al monte y UPyD no deja de ser una escisión del PSOE. Y es que los ramalazos autoritarios de Dª Rosa terminan por sacudir a toda la organización y de ahí las salidas en bloque de militantes magentas. Y los que se pasan de UPyD a Ciudadanos en la Provincia de Alicante salen de Málaga para meterse en Malagón porque Ciudadanos, en nuestra Provincia, no termina de despegar gracias o por culpa del hecho poco conocido de estar bajo el control de antiguos colaboradores del ex presidente provincial popular Joaquín Ripoll. El mensaje limpio y renovador que Albert Rivera está tratando de exportar desde Cataluña al resto de España tiene serias dificultades de credibilidad en Alicante a causa del origen político y, en consecuencia de los métodos de expansión, de la cúpula de esta organización.

Así las cosas, siguen existiendo dos grandes retos en la política alicantina: de una parte, movilizar a todos los ciudadanos que no quieren experimentos y que no siendo de izquierdas no pueden volver a confiar en un partido que les ha traicionado y abandonado y, de otra, atraerlos a un proyecto nuevo y centrado que anteponga por primera vez los intereses de Alicante a cualquier otra consideración. Y cada día somos más los que estamos dispuestos a afrontar estos retos.

Santiago de Munck Loyola


jueves, 27 de noviembre de 2014

Ana y Tania.


Dos mujeres están siendo noticia esta semana. Dos mujeres situadas en polos políticos opuestos. Dos mujeres que viven desde hace tiempo de y por la política y a las que las denuncias de conductas inapropiadas o sospechosas de escasa ejemplaridad han unido en los medios de comunicación. De una parte Ana Mato que, al parecer, ignoraba de dónde provenía el Jaguar que su marido tenía en el garaje o cómo pagaba viajes y festejos familiares. De otra Tania Sánchez cuyo padre, concejal de IU en el Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid, la colocó digitalmente como asesora municipal (algunos malpensantes lo calificarían de nepotismo puro y duro) y le allanó el camino hacia más altas metas políticas. ¡Ay, la familia en ambos casos!

Vaya por delante que Ana Mato a la que conocí personalmente hace casi veinte años nunca ha sido santo de mi devoción ni como Diputada, ni como Ministra después. Siempre ha sido una verdadera incógnita la razón por la que con su capacidad y preparación ascendía en la escala orgánica del Partido Popular. El resultado de su gestión como Ministra de Sanidad o muchas de sus intervenciones públicas son buena prueba de ese misterio. Sin embargo, hoy no queda más remedio que elogiar su decisión de presentar su dimisión, voluntaria o forzada, como Ministra a las pocas horas de conocerse el Auto del juez Pablo Ruz en el que señala que Ana Mato fue "partícipe a título lucrativo" de los beneficios generados por los presuntos delitos cometidos en el caso Gürtel, es decir, que el juez se propone juzgarla por haber disfrutado y haberse beneficiado de servicios turísticos y de regalos pagados por la trama Gürtel y cuyo valor superaría los 55.000 euros. No se trata de que Ana mato haya cometido delito alguno sino de que, según el juez, se habría beneficiado del dinero delictivamente obtenido por otros y, por tanto, podría ser responsable civil de su devolución. Y hay que resaltar que se está hablando de una investigación judicial en curso, de un procedimiento al que aún le queda un largo camino hasta que se produzca una sentencia firme.

A pesar de ello y a pesar de la presunción de inocencia, en el comunicado que ha hecho público Ana Mato afirma que "no quiero, bajo ningún concepto, que mi permanencia en esta responsabilidad pueda ser utilizada para perjudicar al Gobierno de España, a su presidente ni tampoco al Partido Popular". Es decir, que estamos ante una dimisión por responsabilidad política, sin imputación penal alguna, y ante hechos muy anteriores a su gestión como Ministra, algo absolutamente excepcional en nuestro país y entre nuestra clase política en la que abundan los ejemplos contrarios como el de la inefable Alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, y su palmero número uno, el Vicealcalde Andrés Llorens. Pero, hay algo más que conviene subrayar en el Auto del Juez Ruz, no solo señala a Ana Mato como "partícipe a título lucrativo" en la trama Gürtel, sino que atribuye la misma condición al Partido Popular. ¿Responderá alguien como ha hecho Ana Mato?

El caso de Tania Sánchez es también de “rabiosa” actualidad aunque momentáneamente haya quedado eclipsado por la dimisión de Ana Mato. Tania Sánchez está en el candelero porque está siendo objeto de acusaciones sobre presuntas irregularidades en las contrataciones en el ayuntamiento ripense vinculadas a su etapa como asesora y posteriormente como concejala y sobre la venta de su vivienda de VPO a otro miembro de IU. La existencia de anomalías e irregularidades en muchas contrataciones del Ayuntamiento ripense no sería ninguna novedad como no lo ha sido nunca el fervor por la institución familiar puesto en práctica por los dirigentes de IU durante el largo califato de “los primos” que parece estar llegando a su fin, basta repasar la relación de parentescos entre cargos políticos, empleados públicos y adjudicatarios para darse cuenta de ello, pero es aventurado, hoy por hoy y a la vista de lo publicado, afirmar que dichas irregularidades se han vuelto a reproducir en este caso.


Es evidente que Tania Sánchez está siendo objeto de un concienzudo examen por dos razones: la primera, porque es la pareja de Pablo Iglesias y gracias a ello en parte, goza de un plus que le facilita el acceso a tertulias y debates en los que, con modales y técnicas dialécticas más que cuestionables, se dedica a repartir estopa ética como si ella estuviese libre de “pecado” y ya se sabe que donde las dan, las toman. La segunda, porque es la candidata a la Presidencia de IU de Madrid y tiene rivales. Y también es sabido que el primer enemigo en política está siempre cerca, entre los conmilitones. Y ha sido precisamente el compañero político de Tania, Gregorio Gordo, el que ha señalado que el asunto del piso le parece "poco presentable" y que cree que un hijo de un concejal no puede presentarse a un concurso de vivienda, "por mucho que sea un concurso", rematando sus apreciaciones sobre ella afirmando que "este tipo de cuestiones no favorece los discursos de transparencia, de ser distintos a los demás, sino que favorece otro tipo de discursos, por lo tanto, mi opinión no es nada favorable". ¿Otro tipo de discursos? ¿Cómo el de Podemos? ¡Acabáramos!

Santiago de Munck Loyola
http://santiagodemunck.blogspot.com.es

lunes, 3 de noviembre de 2014

Hay alternativas.


Derechas e izquierdas andan revueltas y nerviosas ante los resultados que, encuesta tras encuesta, se otorgan a Podemos. Y encuestas las hay para todos los gustos pero todas coinciden en un incremento espectacular de la intención de votos de esta nueva formación política de rancio trasfondo ideológico. Son muchos los factores que influyen en este crecimiento electoral: la indignación ciudadana ante la corrupción, ante los recortes, el desempleo, el aumento de la desigualdad social, la falta de ejemplaridad de la mayor parte de la clase política, los incumplimientos programáticos, la falta de buenas perspectivas, etc. Ante un panorama económico, político y social desolador cualquier discurso que cuente con apoyos mediáticos, que no esté lastrado por un pasado de gestión criticable y que ofrezca soluciones por muy utópicas o irrealizables que sean tiene grandes posibilidades de calar entre los ciudadanos.

Es evidente que el mensaje de Podemos ha calado en la izquierda y que se va a producir un nuevo reparto de la tarta electoral con importantes cambios. Lo que no es tan evidente es que este mensaje haya calado en el votante de centro derecha aunque una pequeña parte del mismo, la menos ideológica, esté dispuesta a asumirlo y a otorgar su voto como una forma de castigo. Pero ¿qué pasa con los votantes que no son de izquierdas? Es curioso. El Partido Popular se derrumba en las encuestas y lleva camino de superar el record de la UCD en 1982 pero sus dirigentes no aciertan a salir del asombro o del escepticismo y se muestran incapaces de reorientar su discurso y, sobre todo, su política. ¿Por qué? Pues porque están desconectados de la realidad de la calles y son incapaces de realizar lo que debería ser un requisito previo, una profunda autocrítica.

Hay que señalar que el Partido Popular, como instrumento político, como maquinaria electoral, parte en desventaja respeto a muchas otras formaciones políticas. Es una gigantesca maquinaria política piramidal, carente de vida política interior, en la que las bases, lejos de ser la fuente del poder interno, son un simple instrumento al servicio de la estructura de poder. Lejos de aprovechar la conexión social que supone disponer de cientos de miles de afiliados y de enriquecer y actualizar permanentemente el debate interno, las propuestas políticas y los mensajes del partido, las bases no cuentan para nada en la estructura del Partido Popular. Y eso se nota. Las políticas que se han desarrollado no responden ni al programa comprometido con los electores, ni a las aspiraciones de la militancia por lo que el distanciamiento entre Partido y votante es cada día mayor.

Muchos de los votantes de centro derecha no van a repetir su voto al Partido Popular y se van a abstener en los próximos comicios y otros, los menos, se van a decantar por otras formaciones como Ciudadanos o UPyD fundamentalmente. Es la respuesta a los incumplimientos electorales, a la falta de ejemplaridad de buena parte de la clase política y al continuo goteo de casos de corrupción que no pueden sino abochornar hasta al más leal incondicional.

Si al mayor incremento de la presión fiscal sobre la clase media, si al permanente empobrecimiento de la misma, si a los continuos recortes en educación, en sanidad o prestaciones sociales, si a los incumplimientos en materia de protección a la vida y a la familia, si al continuismo en la política antiterrorista o en materia autonómica, si a la falta de ejemplaridad, si a la ausencia de una política informativa inteligente sumamos además la continua aparición de casos de corrupción con relevantes dirigentes populares implicados y la ausencia de una respuesta clara, definida y contundente por parte del Partido Popular no es de extrañar que las encuestas vayan por donde van. No se puede pasar, como si nada, de hablar de “casos aislados” al “pedir perdón” por haber nombrado a los corruptos en puestos de responsabilidad política. No se puede pasar del “vamos a hacer un pacto anticorrupción” al “y tú más” sin que de ello se deriven consecuencias políticas. Porque todo ello, lo único que transmite es la sensación de ausencia de convicciones profundas y, por tanto, de una clara determinación para acabar con esta lacra. La falta de democracia interna es la que obliga a Rajoy a pedir perdón por haber promovido políticamente a determinadas personas, es la evidencia de que no son los militantes populares los que se han equivocado al elegir a un Fabra, a un Granados, a un Blasco o a una Castedo sino que son los más altos dirigentes los que se han equivocado. En política, cuando alguien se equivoca y de esta manera, no sólo se pide perdón sino que, además, se dimite.

No tiene ningún sentido que para intentar acabar con la corrupción haya que proponer pacto alguno. Es como si para perseguir la pederastia hiciese falta pactar con la oposición. La corrupción se persigue con la ley en la mano y mecanismos legales ya existen aunque falten medios para hacer más rápida y efectiva la justicia. El problema no está en la persecución y castigo de la corrupción, el problema está en la prevención, en la adopción de medidas que impidan o dificulten la aparición de nuevos casos. La prevención pasa por dos ejes fundamentales, de una parte, la eliminación de la discrecionalidad del político en determinados procedimientos ejecutivos y, de otra, el incremento de los mecanismos democráticos de selección y control en la vida interna de los partidos. Y en este segundo eje la clave está en la selección y el posterior control democrático de quienes ostentan cargos públicos de responsabilidad, es decir, en los mecanismos de selección interna de los partidos para proveer los cargos públicos. Algo que, por el momento, el Partido Popular no está dispuesto a tocar. Un partido que usa el “dedazo” para confeccionar sus listas electorales, para estructurar su organización y sus congresos está desconectado de sus bases y, por tanto, de la ciudadanía y mal puede así prevenir la aparición de fenómenos de corrupción entre sus filas.


Si algo deben tener claro los votantes del Partido Popular y especialmente en Alicante y en la Comunidad Valenciana es que con sus actuales dirigentes no hay futuro posible porque son los auténticos responsables, por acción o por omisión, del sucio panorama que nos rodea. ¿Quiénes son los responsables de la confección de las listas electorales a las Cortes Valencianas plagadas de imputados y procesados? ¿Ha dimitido alguien por la evidente chapuza que fueron esas listas? Nadie. Siguen al frente del partido los mismos, los que están desmotivando al votante y dejando el campo libre a la izquierda. Son los mismos los que ya han dado por perdida la batalla y están más preocupados buscándose puertas giratorias que en dar la cara, en dar un paso al frente y reconstruir una opción política de centro derecha digna de los cientos de miles de ciudadanos que en nuestra Comunidad no quieren aventuras políticas. Ante un Partido Popular autocomplaciente, desconectado de la realidad, en proceso de descomposición y sin talante ganador, el votante de centro derecha no puede, ni debe sumirse en el pesimismo. Hay otras opciones dispuestas a recoger el testigo, hay alternativas y en Alicante se llama Esperanza Ciudadana.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 27 de octubre de 2014

​Rivas, hace 25 años.


Dentro de pocas semanas se cumplirán 25 años de la fundación del Partido Popular de Rivas-Vaciamadrid que tuve el honor y la responsabilidad de impulsar. Corría el año 1989, un año especialmente intenso para el centro derecha español que se enfrentaba al relevo de su líder fundador, Manuel Fraga, sustituido por un joven político, José María Aznar, como cartel electoral en los comicios que se celebraron el 29 de octubre de aquel mismo año. Rivas-Vaciamadrid, con casi 10.000 habitantes, no contaba con una organización local de Alianza Popular refundada como Partido Popular en aquellas fechas.

Han pasado 25 años desde entonces pero conservo intactos los mismos principios e ideales que me impulsaron a dar aquel paso, fundar el Partido Popular en Rivas-Vaciamadrid, en un entorno político y social francamente hostil. Pocos que no conozcan y hayan vivido allí en aquella época pueden hacerse una idea aproximada de las enormes dificultades que aquella empresa encerró y el coste personal que supuso, tanto para mí como para los pocos vecinos que inicialmente apostaron por ello.              
 
Estábamos convencidos de la necesidad de promover una alternativa política regeneradora, centrada en la búsqueda de soluciones a los problemas de la gente, con un talante abierto, integrador y dialogante; una opción moderna, liberal, reformista, con aires renovados pero anclada en los principios y valores del humanismo cristiano. Y lo hicimos tal y como ya se ha contado en estas páginas ( http://santiagodemunck.blogspot.com.es/2010/06/hace-20-anos.html ). Durante 14 años tuve el honor de presidir el Partido Popular de Rivas-Vaciamadrid y logramos convertirlo en la segunda fuerza política municipal, en una organización viva, dinámica, participativa y democrática que, con sus errores y aciertos, se consolidó como una auténtica alternativa de gobierno.   
 
Han pasado 25 años y hoy ya no milito en el Partido Popular. Paradójicamente he sido expulsado del mismo por defender en Alicante y ante el PPCV los mismos principios y valores que en su día me impulsaron a hacerlo en Rivas-Vaciamadrid. Pero hay que subrayarlo, el PP de Alicante, con su Ciscar, su Ripoll, su Castedo, su JJ Zaplana y demás colaboradores necesarios, y el PPCV, con su Fabra, su Camps, su Cotino, su Del baño y demás, poco o nada tienen que ver con los ideales de responsabilidad política, de renovación de la vida pública, de apuesta por la libertad, la transparencia, la participación ciudadana, la democracia interna o la eficacia en la gestión pública que, con uñas y dientes, defendíamos en 1989.     
 
Han pasado 25 años en los que la militancia activa en el Partido Popular no estuvo exenta de riesgos personales ni de sacrificios de toda índole para lograr que el proyecto político se hiciera realidad. Y, día a día, con profunda pena se comprueba, caso tras caso, que mientras la inmensa mayoría de la militancia popular se dejaba la piel para que los ideales y programas populares se convirtiesen en realidad de gobierno, buena parte de la élite del partido se dedicaba a hacer negocios sucios en la política. Mientras los militantes poníamos nuestro trabajo, nuestro tiempo y nuestro dinero, mientras que buzoneábamos las calles, pegábamos carteles, pasábamos interminables horas en las mesas electorales, o teníamos que mirar cada mañana los bajos de nuestro coche o nos tragábamos interminables mítines para que se cosecharan unos miserables minutos en los informativos, buena parte de nuestros dirigentes se dedicaban a llenarse los bolsillos. La falta de cauces democráticos internos adecuados permitió que fueran medrando en la estructura del partido y en las instituciones,  centenares de personas que se lo han estado llevando crudo, que hicieron de la política un modus vivendi poco ejemplar y cuyas actividades han terminado por corroer las vigas de madera del edificio popular. 

Un partido que no rinde cuentas de sus ingresos ante sus propios militantes (como en Alicante, sin ir más lejos), un partido que decide con el “dedazo” (disfrazado de comités electorales) los nombres de los dirigentes y de los candidatos, un partido que impide que sus afiliados puedan controlar y exigir responsabilidades a sus cargos públicos, un partido en el que la meritocracia ha sido sustituida por el amiguismo y el “borreguismo”, un partido en el que el debate interno y la participación de sus militantes han sido sustituidos por la adhesión inquebrantable y el prieta las filas tenía que encontrarse, tarde o temprano, con la colección de escándalos que día sí, día también, salpican y enfangan al Partido Popular.        
 
Han pasado 25 años y compruebo con profunda pena lo que han hecho líderes y compañeros a los que profesaba respeto y, en algunos casos, admiración. Tanto esfuerzo, tanta entrega, tanta confianza y tanto sacrificio de cientos de miles de militantes tirado por la borda por culpa de la rapiña y la ausencia de escrúpulos y de principios  de unos pocos. ¡Qué gran engaño! ¡Qué monumental estafa! Y, lo que es peor, es que no hay perspectivas optimistas. El centro derecha español decente está huérfano, hoy por hoy, porque no se vislumbra, fuera de retoques cosméticos destinados a tratar de salvar la situación, ni una sólida medida eficaz para corregir el rumbo. Los responsables, por acción o por omisión, no pueden liderar regeneración alguna ni en Madrid, ni en Valencia, ni en Alicante. Hoy, muchos afiliados en Rivas-Vaciamadrid, a los que deseo todo el éxito posible, como en muchos otros puntos de España, estarán sorprendidos, desilusionados o enfadados. Y buenas razones tienen para ello.

Han pasado 25 años y con la misma ilusión que entonces sigo defendiendo la necesidad de un proyecto político de centro derecha renovado para mi ciudad y mi provincia, Alicante. Y como yo, un buen número de amigos y compañeros, que entienden que la lealtad a los principios y a los valores no debe correr en paralelo a la fidelidad a unas siglas concretas monopolizadas por unos aprovechados o unos incompetentes, nos hemos puesto manos a la obra y estamos construyendo un nuevo partido, Esperanza Ciudadana. Es el único proyecto político alicantinista, regenerador, reformista, radical y liberal que puede ofrecer a los ciudadanos una sólida alternativa de gobierno en medio de este páramo de principios y valores en que el Partido Popular de Alicante ha convertido la política de la provincia. No es posible seguir siendo meros espectadores, no es bueno resignarse y quedarse en casa, no hay por qué taparse la nariz para seguir votando al centro derecha por temor a los que puedan venir. Hay que rebelarse y actuar, como hace 25 años, porque nos va a todos mucho en ello.

Santiago de Munck Loyola


martes, 14 de octubre de 2014

Todos tranquilos: No hay corrupción generalizada.


¡Menudo peso nos hemos quitado de encima los ciudadanos! El Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, es decir, el Ministro responsable de que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado persigan los delitos, corrupción incluida,  no ve que haya corrupción generalizada, sino muchos casos simultáneos. Según ha declarado ayer el Ministro los casos de corrupción que están apareciendo son "del pasado",  pero que al salir "todos en el mismo momento da la sensación de un estado de corrupción generalizada que no se corresponde con la realidad del país". Y ha remachado estas declaraciones, efectuadas en los Desayunos de TVE, afirmando que se está viendo que "había mucha" corrupción y que "el estado de moralidad pública en el pasado no es el que debería haber existido". O sea, que podemos estar tranquilos porque la corrupción es y era cosa del pasado (seguramente por culpa de Zapatero) y lo único que pasa es que la coincidencia del descubrimiento simultáneo de diferentes casos hace que parezca que hay una corrupción generalizada, pero que no, que no es así: casos aislados, del pasado y ¡Oh coincidencia! que afloran a la vez.

O sea, a ver si se puede entender lo que dice o quiere decir el Ministro encargado de perseguir la corrupción. Casos de corrupción del futuro no pueden ser. Todavía nuestro ministerio del interior no ha llegado a la detección precoz de la corrupción. Casos de corrupción del presente parece que los obvia el Sr. Ministro. Es "el estado de moralidad pública en el pasado” (en estado comatoso al parecer) la causa de que se produjesen tantos casos de corrupción, en el pasado, y que ahora, en el presente, afloren y los conozcamos, causándonos una impresión de corrupción generalizada equivocada.

¡Menudo respiro! A lo que se ve la “moralidad pública” del presente debe ser impecable. ¿Será que los responsables de casos de corrupción del pasado han asumido una nueva moralidad y se están confesando públicamente, están haciendo propósito de enmienda y están realizando penitencia? ¿Será que bajo la “moralidad pública” recuperada están cantando de plano sus pecadillos y devolviendo la pasta trincada? Parece que el Sr. Ministro opina que sí.

El expolio del dinero de la Junta de Andalucía destinado a la formación de los parados con 33 cargos públicos socialistas imputados, la financiación ilegal de los partidos (por ejemplo de las campañas electorales del PPCV), la trama Gürtel, la fortuna de origen dudoso del clan Pujol en Cataluña, el caso Palau, la financiación ilegal de Convergencia Democrática de Cataluña, el caso Brugal en Alicante, las imputaciones a la Alcaldesa de Alicante Sonia Castedo, los pagos con dinero negro a la trama Gürtel realizados por José Ciscar, Mercedes Alonso, César Augusto Asencio, Miguel Peralta, Alfredo Castelló o Adela Pedrosa por citar sólo algunos de los que aparecen en el informe de la UDEF, el escándalo de las tarjetas negras de Bankia, los sobresueldos del Partido Popular, el caso Cooperación, el caso Palma Arena, el caso Rabasa en Alicante, el caso Emarsa y el largo etcétera que inunda los informativos es cosa del pasado y su conocimiento público, pura coincidencia.

Y por analogía ministerial, alguien debería explicar a la Organización Mundial para la Salud que en algunos países africanos no existe ninguna epidemia de Ébola, sino que se trata de la aparición de muchos casos simultáneos de la enfermedad. Así que todos tranquilos.

Santiago de Munck Loyola


martes, 7 de octubre de 2014

La filípica de Sonia Castedo.


A pocos, sobre todo en Alicante, ha pasado inadvertida la filípica con que la Alcaldesa nos ha obsequiado el pasado fin de semana desde las páginas del Diario Información y desde las redes sociales. Son posiblemente las recientes manifestaciones de algunos vecinos, organizadas por la izquierda, pidiendo su dimisión la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de Sonia Castedo y, por tanto, el motivo de su furibundo ataque, más que defensa, contra todo aquél que no esté a su lado. Hace dos años algunos pedimos la dimisión o, en su caso, el apartamiento del Grupo Municipal Popular de cuantos estuviesen bajo fundada sospecha judicial y eso nos costó la expulsión del Partido Popular. Y mientras reivindicábamos públicamente la necesidad de ejemplaridad en la clase política y la regeneración del propios Partido Popular, otros, incluido el Secretario Provincial Popular José Juan Zaplana, asistían a cenas de homenaje a la Alcaldesa organizadas con ocasión de su primera imputación judicial, la protegían, como José Ciscar o Alberto Fabra, desmantelando el PP de la ciudad de Alicante para que ella pudiese ser la Coordinadora del mismo o la apoyaban abiertamente como los concejales del Gobierno Municipal. Por ello, hoy, cuando muchos de ellos eluden fotografiarse junto a ella en actos públicos, cuando algunos se postulan entre bambalinas para sustituirla en el sillón a pesar de ser corresponsables de su política o cuando se lanzan en las redes sociales clamando por su cabeza mientras han estado callados como tumbas durante dos años, es necesario examinar la trayectoria y la credibilidad de los que se están pronunciando sobre este asunto. Y, visto lo visto, no cabe ninguna duda de que las cotas de oportunismo político, de miseria moral, de cobardía y de carroñería son difíciles de igualar.

Se equivoca la Alcaldesa al afirmar que estamos ante una campaña de acoso y derribo lanzada por una izquierda que fue incapaz de ganarle en las urnas cuando la lista por ella encabezada obtuvo 18 concejales. No, el mérito de aquel triunfo no fue de ella, o al menos sólo de ella, el mérito lo fue de unas siglas, de un proyecto político y de miles de ciudadanos que lo respaldaron y a los que ella y su partido han traicionado: traición a los principios éticos, a las personas, al proyecto y a un programa electoral sistemáticamente incumplido. Y no, no es sólo la izquierda la que únicamente pide ahora su dimisión. La pide buena parte del electorado popular,  la piden muchos antiguos militantes populares y buena parte de los actuales, eso sí, estos últimos en  privado.

Dice la Alcaldesa que la izquierda ha cambiado el discurso y que ahora basa su petición de dimisión, no en la existencia de responsabilidades penales, sino en la existencia de responsabilidades políticas y lanza retóricamente la pregunta sobre qué son responsabilidades políticas para pasar a endosarlas a sus detractores, en un delirante retruécano, por ensuciar al parecer la imagen de Alicante. Es cuando menos dudoso que se haya pasado de la exigencia de dimisión por responsabilidades penales a las políticas. La izquierda sabrá. Pero para quienes no nos situamos en ese territorio político existe primero la presunción de inocencia y hemos demandado su dimisión, o al menos su apartamiento, desde hace tiempo porque sí existen responsabilidades políticas muy claras que todo aquel que se dedica al noble arte de la política debería conocer y practicar. Es indudable que la imagen de nuestro Ayuntamiento y de nuestra ciudad está gravemente dañada y ello no es consecuencia de la casualidad sino fruto de una determinada forma de gobernar, de decisiones concretas individuales y colectivas imputables a unos cargos públicos y a un partido concreto que las ha consentido, amparado y protegido. No son responsables de la mala imagen de nuestro consistorio quienes denuncian conductas poco ejemplares, sino quienes las practican.

Y es muy posible que las bochornosas conversaciones que hemos escuchado y sus transcripciones entre la Alcaldesa de nuestra ciudad y su “amigo” Ortiz puedan estar recortadas, como ella alega, pero no cabe ninguna duda de que su tono es inaceptable no sólo por los temas tan importantes que se tratan con tanta familiaridad sino también por el nivel tan chabacano que traslucen. Si se tratase de conversaciones “privadas” en el sentido de conversaciones que tratan sobre temas personales entre dos colegas, nada que objetar. Allá cada cual con sus amistades y su nivel de educación. Pero se trata de conversaciones que, aunque se califican de “privadas”, versan sobre asuntos públicos muy importantes que inciden en el desarrollo de la ciudad y, por tanto, en el bienestar de los alicantinos. Una Alcaldesa que se precie y que ame tanto a su ciudad como dice amar nuestra Alcaldesa no puede consentir que ninguna autodenominada “polla insaciable” se dirija a ella en esos términos y no ya por su dignidad personal, sino por la dignidad de todos los ciudadanos a los que representa.

Dice la Sra. Castedo “díganme una sola actuación que yo haya realizado para beneficiar a Enrique Ortiz. ¡Sólo una! No pueden. Simplemente… no la hay. Pero seguirán ensuciando el nombre de la ciudad para intentar hacerme caer”. Pues todo parece indicar que la lista de actuaciones sospechosas de beneficiar al Sr. Ortiz es larga y precisamente por ello estamos donde estamos. Ni más, ni menos. Baste citar que algo raro hay cuando en medio de una pavorosa crisis económica se licita un contrato de 420 millones de euros y sólo concurre al mismo una sola empresa, participada casualmente por el Sr. Ortiz. Y para qué hablar del trasiego de planos del PGOU, de la contrata de limpieza viaria, de la limpieza de colegios, del mantenimiento del cementerio, de obras, de IKEA, de viajes a Portugal en aviones privados, etc. Pero el final de esta cita es ya el colmo. Envolverse en la bandera de Alicante, tal y como hacen los totalitarios frente a las críticas, no es de recibo. Nadie ensucia el nombre de Alicante por criticar y denunciar prácticas políticas poco estéticas y poco recomendables. El nombre de Alicante lo ensucian quienes gobiernan la ciudad como un cortijo al servicio de los amigotes.

Para quienes seguimos creyendo en los mismos ideales y principios políticos que han traicionado la Sra. Castedo y el Partido Popular de Alicante ya es irrelevante que ella dimita o no, que sea o no sustituida por uno de sus concejales porque una cosa es evidente: la política de Sonia Castedo es la política del Partido Popular y no es que lo diga un servidor, es que lo dice por escrito el propio Partido Popular. Tiempo ha habido para rectificar pero no han querido. Tiempo ha tenido la inoperante oposición municipal para actuar pidiendo, por ejemplo, la disolución de la Corporación habiendo como había motivos legales para ello y no lo ha hecho. Quedan pocos meses para las próximas elecciones municipales y muchos de los que seguimos creyendo en los mismos ideales y principios políticos del centro derecha sabemos que el Partido Popular de Alicante ni nos ha representado ni nos puede representar. Que se laven o no ahora la cara nos resulta irrelevante. No nos van a volver a engañar porque aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Santiago de Munck Loyola