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jueves, 28 de septiembre de 2017

Religiosos catalanes: zapatero a tus zapatos.

Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), como bien es sabido, es una de las tres formaciones que lidera la vía golpista para lograr la independencia de Cataluña. ERC fue fundada en 1931 y sus actuales dirigentes se proclaman herederos de aquella Esquerra de los años 30 de tan funesto y siniestro recuerdo.

Resulta muy llamativa la nula memoria histórica de esos 400 sacerdotes catalanes que se han sumado la causa del referéndum secesionista y, por tanto, se han aliado con los señores de Esquerra Republicana de Cataluña. Estos sacerdotes pertenecientes a la Iglesia Católica (es decir universal) han decidido apostar políticamente por un movimiento que pretende imponer sus tesis a la mitad, al menos, de la población catalana. De la universalidad evangélica han saltado al provincialismo político sectario y excluyente sin despeinarse. 

Han decidido con la firma de un manifiesto apoyar a quienes defienden dinamitar las leyes, desde la Constitución hasta el Estatuto de Autonomía, y adherirse al llamado derecho de autodeterminación o derecho a decidir que a lo mejor se encuentra recogido en los tratados teológicos, no lo sé porque no soy experto en la materia, pero que de ningún modo se encuentra en ninguna Constitución democrática. Claro, que estos curas tienen todo el derecho del mundo a expresar libremente su opinión sobre cuestiones políticas, afortunadamente España no es el Vaticano donde expresar libremente la opinión sobre cuestiones religiosas puede acabar en los tribunales de la sucesora de la Inquisición como les ocurrió a Kung o a Lefèvre por citar dos extremos, pero lo que no parece ya moralmente aceptable es que usen los sagrados púlpitos para posicionarse en una cuestión estrictamente partidista. ¿Acabarán por imponer penitencias más severas a los constitucionalistas confesos?

Es evidente que lo mismo que estos curas pueden pedir públicamente, aunque sea desde los púlpitos de las Iglesias, que se reconozca el derecho a decidir, que se viole el orden constitucional o la independencia de Cataluña los demás ciudadanos podríamos pedir a la Iglesia Católica que reconozca el divorcio, que bendiga el adulterio, que legalice la poligamia en el derecho canónico o que los curas se metan en sus asuntos.

Volviendo al inicio de estas líneas, es llamativa la falta de memoria de estos sacerdotes cuyos sueldos, por cierto, pagamos en su mayor parte los constitucionalistas, a la hora de alinearse políticamente porque van de la mano de los señores de Esquerra Republicana de Cataluña. Hay que recordarles a estos pastores sectarios de la Iglesia Universal que bajo el control de ERC funcionaron entre 1936 y 1939 46 checas del terror tan sólo en la ciudad de Barcelona y centenares en toda Cataluña. Hay que recordarles a estos curas que 8.148 civiles fueron asesinados en Cataluña durante este periodo y que de éstos, más de 2.000 fueron religiosos, unos 1.190 curas, unos 795 monjes y 50 monjas. Sólo entre julio y septiembre de 1936 el número de personas asesinadas fue de 4.682. ¿Ha pedido perdón la Esquerra Republicana de Cataluña? No lo ha hecho nunca, ni lo hará. Pero ello parece que no es ningún obstáculo para que 400 sacerdotes de los casi 2000 que hay en Cataluña vayan de la mano con estos señores cuyo anticlericalismo está más que acreditado. Y basta ver las pintadas actuales que se gastan para adivinar el futuro que les espera a los religiosos con estos independentistas en el poder.

Curas cargados de odio contra España y los españoles, sacerdotes que fomentan la confrontación civil es lo último que necesita nuestra sociedad y, por supuesto la Iglesia católica. ¡Zapatero a tus zapatos!

Santiago de Munck Loyola.

martes, 1 de marzo de 2016

EL VALIENTE TIENE MIEDO DEL CONTRARIO; EL COBARDE DE SU PROPIO TEMOR" (Quevedo)

He recibido este escrito y lo reproduzco en el blog porque me parece muy ilustrativo. 

Estas son las cifras de la odiada Iglesia Católica:

5.141 Centros de enseñanza: 990.774 alumnos. Ahorran al Estado 3 millones de euros por centro al año.



107 Hospitales. Ahorran al Estado 50 millones de euros por hospital al año.

1.004 centros, entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de Sida, un total de 51.312 camas. Ahorran al Estado 4 millones de euros por centro al año.

Gastos de Cáritas: 155 millones de euros al año, salidos de los bolsillos de los católicos españoles y de otros, no creyentes, que les ayudan.

Gastos de Manos Unidas: 43 millones de euros al año, salidos de los bolsillos de los católicos españoles y de otros, no creyentes, que les ayudan...

Gastos de las Obras Misionales Pontificias:

Domund: 21 millones de euros, que también salen de los bolsillos de los católicos españoles y de otros, no creyentes, que les ayudan...

365 Centros de reeducación para marginados sociales: exprostitutas, expresidiarios y extoxicómanos; 53.140 personas. Ahorran al Estado medio millón de euros por centro al año.

937 orfanatos: 10.835 niños abandonados. Ahorran al Estado Cien mil euros por Centro.

El 80% del gasto de Conservación y mantenimiento del Patrimonio Histórico Artístico. Se calcula un ahorro al Estado entre 32.000 y 36.000 millones de euros al año.

A todo esto tenemos que sumar que casi todas las personas que trabajan, colaboran, etc. con Cáritas, Acción Católica,  Manos Unidas, u otras organizaciones de la Iglesia Católica son voluntarias sin sueldo alguno.

Son personas que ayudan a los demás sin pedir nada a cambio. ¿En que cifra se puede tasar esta colaboración si el Estado tuviera que hacerse cargo de ella?...

Esta es la razón por la cual el estado sigue dando una poca de ayuda a la Iglesia Católica, ¡porque le sale muy barato!

Muy pocos conocen este maravilloso trabajo hacia la ciudadanía española de la Iglesia Católica que le sale tan provechoso al estado español y convendría  difundirlo para que lo sepamos todos. ¿Cuantos comedores para indigentes ha abierto y mantiene CCOO?

¿Cuantos hospitales para enfermos terminales ha abierto UGT?

¿A cuantos enfermos de SIDA tratan los sindicatos o...los partidos políticos? ¿A dónde puede ir un necesitado a pedir un bocadillo o comida para su familia, a la sede del PP, a la del PSOE, a CCOO a UGT?

Y tampoco pagan I.B.I. las sedes de partidos políticos, embajadas, sindicatos y otras religiones.

¡Pues todos estos y más "esos" si que viven de nuestro dinero! ¡Y nadie lo denuncia!

Reenviamos este artículo para que llegue a quienes injustamente critican a la Iglesia Católica por cualquier motivo.

Nos sentimos orgullosos de ser católicos y nos preguntamos:


¿Por qué esto no se difunde ni por la prensa, la radio o la TV? Ahora tú decides si lo borras o lo reenvías.

http://santiagodemunck.blogspot.com.es

martes, 19 de marzo de 2013

El Papa Francisco.



Cuando ya ha transcurrido una semana desde la elección del Papa Francisco se van calmando las agitadas aguas informativas y la cascada de elogios y críticas que inundó las redes sociales. La elección del Cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, de 77 años, ha sido una sorpresa que ha dejado en evidencia los vaticinios de los expertos vaticanólogos. Lo cierto es que no ha acertado ninguno. El rápido resultado del Cónclave ha sorprendido a propios y a extraños y supone el inicio de un nuevo período en la vida de la Iglesia Católica en el que muchos depositan grandes esperanzas de cambio y renovación.

El Papa Francisco es el primer Papa americano de la historia de la Iglesia. Proviene de un continente (el fin del mundo, como él mismo dijo) en el que viven casi la mitad de los católicos existentes en el mundo, herencia de la colonización española y portuguesa fundamentalmente. Desde el primer momento, parece que el Papa Francisco quiere señalar un camino distinto al de los últimos años. Ya la elección de su nombre, en recuerdo a San Francisco de Asís, el santo de los pobres, es una clara referencia de sus prioridades como lo es también su llamamiento inicial a una Iglesia pobre y para los pobres. Sus gestos de humildad, de sencillez, de cercanía y de bondad no son simples escenificaciones del momento, sino que a la luz de su trayectoria se corresponden perfectamente con lo que ha sido hasta hora su forma de vivir y su pastoral. Sus inicios en la sede de Pedro son más propios de un Párroco, de un Obispo consagrado a su diócesis que de un Papa a la antigua usanza, lo que contrasta bastante con la imagen más fría y distante que se percibía de su predecesor, el Papa Benedicto XVI. Me recuerda bastante al Papa Juan Pablo I por su sencillez, su talante y sus primeras preocupaciones sociales expresadas públicamente.

Este Papa, al igual que los anteriores, no resulta indiferente a quienes se declaran ateos y abiertamente enemigos de la Iglesia. Es sorprendente comprobar cuánto se agitan y cómo se pronuncian sobre lo que los Católicos hacen o dejan de hacer. Y, en esta ocasión, no han perdido el tiempo en las redes sociales llevando sus críticas al nivel de calumnias y de disparates. Ya se despacharon a gusto calificando a Benedicto XVI de nazi obviando el hecho de que el régimen nazi obligó al ingreso en las juventudes hitlerianas a todos los seminaristas del país en 1939, cuando Joseph Ratzinger contaba con solo 12 años de edad. Ahora, a las pocas horas de la elección del Papa Francisco, los de siempre, se apresuraron a inundar las redes sociales con toda clase de supuestas informaciones sobre el recién elegido Papa vinculándole directamente con la criminal dictadura argentina o atribuyéndole frases falsas, tal como se ha demostrado, sobre la condición femenina. He llegado a ver en Factbook fotos de un prelado junto al dictador Videla diciendo que era el actual Papa y cuando alguien se atrevía a escribir que no se parecía a él y que por edad no podía tratarse de la misma persona, los difusores de tales patrañas se apresuraban a decir que daba lo mismo, que bien podía haber sido él. Resulta sorprendente la falta de rigor intelectual, la ausencia de principios éticos y el abuso de la crítica zafia y facilona con la que los enemigos de la Iglesia se prodigan en las redes. Una cosa es la crítica y otra muy distinta es la mentira pura y dura. Es evidente que este Papa tiene un pensamiento conservador en muchos aspectos, sobre todo los morales, que bien podrían servir de crítica para quienes postulan unos planteamientos distintos, más progresistas. Crítica que, por otra parte, estarían más legitimados para ejercer quienes por pertenecer a la propia Iglesia se podrían ver más afectados por la aplicación de dicho pensamiento que aquellos a quienes, declarándose ateos o anticlericales, lo que diga o piense un Papa ni les va, ni les viene. Pero no, no es así, esta izquierda totalitaria y totalizadora va por el mundo impartiendo carnets de ciudadanía, diciendo a los católicos lo que tienen o no que hacer, lo que deben o no pensar y lo que es bueno o malo. Lo hacen siempre en el terreno político, en el económico, en el social y hasta en el religioso.

Si algo enseña la vida es que cuanto más se excitan estos materialistas dogmáticos es que mejor lo está haciendo la Iglesia y, sinceramente, la primera impresión que uno se lleva tras esta semana es que los electores han acertado con el Papa Francisco. Ojala sea así. Tiene por delante un difícil camino, una dura tarea para la que contará, sin duda, con las oraciones de todos los creyentes.

Santiago de Munck Loyola

domingo, 27 de mayo de 2012

El PSOE contra la Iglesia Católica.

Hoy, todos los medios de comunicación se hacen eco de la ofensiva anticlerical del PSOE emprendida bajo la excusa de que la Iglesia debe pagar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles. La dirección socialista ha cursado las instrucciones precisas para que sus grupos municipales debatan en los Plenos una moción tipo exigiendo dicho pago. D. Gaspar Zarrías, ese pulpo tramposo a la hora de votar, ha sido el encargado de remitir a sus grupos municipales esa moción tipo. Se trata de una antigua técnica socialista: usar los Plenos municipales como caja de resonancia de asuntos cuya resolución no corresponde a los Ayuntamientos, sino a instancias superiores. Saben de sobra que los Plenos municipales no pueden modificar la Ley de Haciendas Locales, ni la Ley de Bases del Régimen Local, ni la Ley del Mecenazgo y Fundaciones, ni los Acuerdos con la Santa Sede, requisitos previos e indispensables para que pueda prosperar esta propuesta, pero a la dirección socialista eso no le importa. Su intención evidentemente es volver a convertir los Plenos de los Ayuntamientos en caja de resonancia de sus iniciativas, en provocar debates que fracturan y enfrentan a los vecinos sin que de ello pueda derivarse la efectividad de sus propuestas. Esta técnica de usar los Plenos municipales ya la desarrollaron en tiempos de los gobiernos de Aznar. Cada vez que una mujer era asesinada presentaban mociones a los Plenos culpando al Gobierno de España y criminalizándolo por desarrollar unas políticas cuyos frutos, según ellos, eran esas muertes. Parecía que era Aznar el asesino. Se trataba de una miserable utilización de las víctimas de la violencia machista como se puso en evidencia con el hecho de que durante los Gobiernos de Zapatero no se repitieran mociones similares, a pesar de los cientos de mujeres asesinadas en este período.

Se plantean muchos interrogantes sobre las razones y la oportunidad de esta iniciativa socialista. La primera es ¿por qué no lo han regulado los socialistas durante sus casi ocho años de gobierno? ¿No ha tenido tiempo el PSOE para hacerlo bajo los mandatos del Sr. Zapatero? Y no será porque el PSOE no tuvo tiempo, ni porque el PSOE no abordase la cuestión de la financiación de la Iglesia ante otras prioridades, porque sí lo hizo. Es más, la regulación actual es la que la Vicepresidenta Fernández de la Vega negoció y acordó con la jerarquía eclesiástica. Por tanto ¿a qué viene ahora esta campaña? Todo parece indicar que se trata de poner en apuros al Gobierno al introducir en la agenda política un asunto que distraiga la atención sobre la grave situación económica que han legado y que, a pesar de que apesta a rancio anticlericalismo, debe ser considerado electoralmente rentable por los estrategas electorales socialistas. Claro que en esta ceremonia de la confusión, no han faltado a la cita algunos alcaldes del PP bastante indocumentados como D. Bartolomé González de Alcalá de Henares.

Sin ir más lejos, hoy el secretario de Organización del PSOE, D. Óscar López, ese brillante candidato que un mitin no recordaba que tres razones iba a esgrimir para votar al PSOE, ha pedido a la Iglesia que "haga un esfuerzo" como "hace todo el mundo en épocas" de crisis como ésta y que pague el IBI. La duda es ¿por qué mencionan sólo a la Iglesia? ¿Por qué se centran en la Iglesia cuando no se trata de la más beneficiada de la exención de este impuesto? Es verdad que la moción tipo habla de las diversas confesiones religiosas, pero en sus discursos y declaraciones los socialistas centran su mirada en la Iglesia Católica. ¿Y qué pasa con las Fundaciones de los Partidos Políticos y de los Sindicatos? ¿No tienen también que hacer ese esfuerzo fiscal? ¿Y la Cruz Roja y las demás instituciones y fundaciones deportivas o culturales que no pagan el IBI? De esas ni palabra. No queda más remedio que deducir lo dicho anteriormente que estamos ante una campaña anticlerical y anticatólica, ante una campaña oportunista e ineficaz.


No se discute que todos debamos hacer un esfuerzo superior en tiempos de crisis, no. Pero resulta francamente impresentable que el Sr. Óscar López pida ese esfuerzo fiscal mientras él disfruta de unos privilegios fiscales que no tenemos el resto de los españoles. ¿Cómo se puede tener tanta cara dura? ¿Van a hacer también ese esfuerzo nuestros parlamentarios y se van a someter al régimen fiscal general y al Régimen general de la Seguridad Social? El Sr. Óscar López, el Sr. Zarrías y todos lo demás parlamentarios viven a costa de los impuestos de todos los ciudadanos y amparados en un paraíso fiscal: las Cortes Españolas. Estos señores que piden esfuerzos fiscales y sacrificios a todos son los primeros que se benefician de un régimen fiscal escandaloso. Pagan a Hacienda, independientemente de sus retribuciones, como si fueran mileuristas y dejan la mayor parte de sus ingresos exentos de tributación, además de beneficiarse de toda clase de prebendas como las relativas a los períodos de cotización para cobrar la pensión de jubilación máxima. Pues así no se tiene legitimidad alguna para pedir esfuerzos ni a la Iglesia ni a nadie. El día que la clase política no tenga esos privilegios fiscales, el día que nuestra clase política tenga un comportamiento ejemplar en cuanto al uso y destino de los fondos públicos que ponemos en sus manos para que nos representen, ese día podrán tener alguna credibilidad sus propuestas. Mientras tanto, que nos dejen en paz y que no nos traten de engañar con fuegos de artificio.

Santiago de Munck Loyola

viernes, 11 de mayo de 2012

Sobre el IBI, la Iglesia y la X.

IU y sus asociaciones satélites han estado recogiendo firmas para que la Iglesia Católica pague el Impuesto sobre Bienes Inmuebles entre otras cosas y las 35.000 recogidas las han entregado en el Congreso de los Diputados.

Por su parte, algunos Ayuntamientos han hecho pública su intención igualmente de cobrar dicho impuesto a la Iglesia Católica. Una cosa es presentar firmas en el Congreso para que esta cámara proceda a la modificación, si la mayoría parlamentaria así lo entiende necesario, de las leyes vigentes para que se pueda cobrar el IBI o para que se deroguen los acuerdos con la Santa Sede y otra muy distinta es que algunos Ayuntamientos decidan por su cuenta cobrar ilegalmente dicho impuesto. Una cosa es evidente o los responsables de esos Ayuntamientos están engañando a los ciudadanos anunciando esa medida o están poniendo en marcha procedimientos recaudatorios ilegales que terminarán en los tribunales y que costarán mucho dinero a esos consistorios. La Ley de Haciendas locales regula claramente quienes están exentos de pagar el IBI y no se  puede cobrar dicho impuesto mientras esa Ley no se modificada parlamentariamente ni a la Iglesia, ni al Estado, ni a las Comunidades Autónomas, ni los de cualquier confesión religiosa legalmente reconocida, ni a la Cruz Roja, ni a embajadas u oficinas similares, ni a la RENFE o a Adif, ni a determinados bienes comunales, etc.
Parece que tras estas iniciativas no se esconde otra cosa que un odio y una animadversión profunda hacia la Iglesia Católica, sobre quien se centran todos los ataques, y no un sincero deseo de justicia fiscal. Desde una perspectiva laicista se olvida con frecuencia que nuestro Estado es aconfesional pero que la el Artículo 16.3 de la Constitución señala expresamente que ninguna confesión tendrá carácter estatal y que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. Las exenciones tributarias de la Iglesia, las ayudas o subvenciones públicas o la asignación tributaria de la discutida X del IRPF responden a ese reconocimiento constitucional expreso y, en definitiva, al reconocimiento del peso de una mayoría sociológica de los católicos en España.
Desde esas posiciones de IU y anticlericales se pretende acabar con la libertad de los contribuyentes para decidir si quieren o no aportar una pequeña parte de sus impuestos a la Iglesia y/o a otros fines sociales. Cada año son más los contribuyentes que marcan la X a favor de la Iglesia y ese hecho excita paralelamente los deseos de una parte de la izquierda de acabar con una de las pocas libertades que los contribuyentes gozamos a la hora de opinar sobre el destino de nuestros impuestos. No podemos opinar ni decidir si queremos que nuestros impuestos se dediquen a armamento, a subvencionar artistas, a engordar a la SGAE, a financiar a los partidos y sindicatos por poner unos ejemplos y, al parecer, tampoco deberíamos poder opinar sobre si queremos o no destinar una pequeña parte de nuestros impuestos a la Iglesia. Curioso concepto el de algunos sobre la libertad.
Hoy, más que nunca, la Iglesia y sus organizaciones desarrollan una labor social ingente supliendo la incapacidad de las administraciones públicas para llegar y socorrer a los más necesitados. La Iglesia y sus organizaciones trabajan en el campo de la educación, de la sanidad, de la dependencia, de la inmigración y extienden su labor incluso más allá de nuestras fronteras, usando sus recursos con muchísima más eficiencia que los entes públicos.
No son los sindicatos, ni los partidos políticos, ni todos los demás que están exentos de pagar el IBI quienes están junto a los más pobres, quienes atienden a enfermos y ancianos o quienes dan de comer a miles de personas diariamente, no, no son ellos. Y de eso no se habla cuando se critican los ingresos que percibe la Iglesia. De eso parece que no interesa hablar.
Por ejemplo, el programa de acogida de Caritas, uno de los más emblemáticos y por el que pasaban antes de la crisis unas 400.000 personas al año, atendió en el último ejercicio a un millón y medio. La mayoría de personas atendidas tenían cargas familiares y una media de edad de 40 años. Por otra parte, el 67% de las personas que acuden a Caritas vienen derivadas desde los servicios sociales públicos, incapaces de ofrecer respuestas rápidas y eficaces. Mientras el tiempo para concertar una primera cita o entrevista inicial en los servicios sociales públicos es, como media, de casi un mes (25,9 días), en los servicios de Acogida de Caritas la espera para concertar una primera cita o entrevista inicial es, por término medio, de 4 días. Otro tanto sucede con las respuestas, ya que si el plazo de tramitación y gestión de las respuestas efectivas es de algo más de dos meses en los servicios sociales públicos (65,3 días), en Caritas el tiempo medio entre la primera cita y la respuesta efectiva es de 7,3 días. En el campo de la Educación, otro de los campos de batalla, las Escuela católicas atienden a más de 1.200.000 alumnos, lo que supone el 16 % del total del sistema educativo. Y mientras el coste medio abonado por el Estado a los centros concertados es de 2.480 euros anuales, en la escuela pública es de 5.299 euros al año.
Y para qué hablar de los comedores, albergues, centros de asistencia sanitaria, hogares de acogida o residencias de ancianos de la Iglesia y sus organizaciones. Si no los pudieran sostener los católicos,  sería el estado quien tendría que asumir su coste. Dejando al margen cualquier posicionamiento ideológico y pensando de una manera fría y calculadora solo se puede concluir que la Iglesia, con las ayudas y beneficios que recibe, ahorra además miles de millones de euros al erario público. Según algunas fuentes, este ahorro para el estado se podría situar en torno a los 30.000 millones de euros anuales.
En fin, parece que las fobias ancestrales de algunos pueden más que la lógica y la racionalidad económica, sin mencionar la sensibilidad social y el respeto a las libertades individuales. Allá cada cual. Un servidor lo tiene claro, seguirá poniendo las X en el impreso del IRPF en favor de la Iglesia y de los fines sociales.
Santiago de Munck Loyola

sábado, 20 de agosto de 2011

JMJ 2011: Un éxito.

No cabe la menor duda de que el desarrollo de las Jornadas Mundiales de la Juventud está siendo un verdadero éxito de sus organizadores y, como no, de los participantes en las mismas.  Más de un millón de jóvenes peregrinos, cientos de miles en todo caso, venidos de todos los rincones del mundo, inundan estos días las calles de Madrid soportando un calor asfixiante y algún que otro incidente promovidos por los intolerantes de siempre.
La noticia está ahí, en la participación y presencia de estos cientos de miles de peregrinos que en uso de su libertad de conciencia han acudido a la llamada de la Iglesia para desarrollar un encuentro de compromiso y de Fe. Los jóvenes católicos lo están haciendo en un clima de alegría desbordante, de simpatía, de valentía, de amistad y de camaradería que para si quisieran muchas otras organizaciones.
La noticia está también en el enorme poder de convocatoria de la Iglesia y en la indiscutible capacidad de movilización y en la incomparable capacidad de organización de la misma, sustentada sin ningún género de dudas en las aportaciones voluntarias materiales y humanas de los miembros de la Iglesia Católica. Decenas de actos desarrollados tras meses de preparación y ejecutados con una precisión asombrosa ponen de manifiesto una excelente planificación y una coordinación difícil de igualar.

Las JMJ han convertido a Madrid y a España, durante estos días, en el centro informativo de todo el Mundo, trasladando una imagen una imagen positiva de nuestra sociedad tan solo empañada por la actitud de los intolerantes que, a pesar de haber intentado convertirse en noticia, tan sólo han logrado ser anécdotas en un acontecimiento tan importante.

Estos cientos de miles de jóvenes de peregrinos que han pagado por inscribirse en las Jornadas entre 30 y 210 € son, con su mochila pagada que no regalada, un ejemplo de civismo y de comportamiento envidiables. Han sufrido insultos, vejaciones, agresiones y descalificaciones por el simple hecho de reunirse a compartir unos días y de ejercer uno de los derechos más elementales y básicos del ser humano, la libertad religiosa. Y han venido a hacerlo a una nación cuyo Estado garantiza constitucionalmente ese derecho y  cuya población está compuesta según señala el CIS en su última encuesta por un 72 % de ciudadanos que se declaran católicos. Es decir que han venido a una Nación cuyo Estado se sostiene principalmente con los tributos que los que se declaran Católicos pagan.

Quedan pocas horas para que las Jornadas Mundiales de la Juventud del año 2011 terminen y estas horas finales constituirán seguramente un broche de oro para este gran acontecimiento. Y para todos los organizadores y los participantes en las mismas mis mejores deseos y mi modesta gratitud por su ejemplaridad.

Santiago de Munck Loyola.